Un grupo de seis reclusos en la Prisión de Kaohsiung, en la sureña ciudad portuaria del mismo nombre, tomaron por rehenes al director de la cárcel y otro funcionario el 11 de febrero, y los retuvieron por casi 14 horas. La situación concluyó con el suicidio de los seis la mañana del día siguiente.
Los presos, que cumplían largas condenas de entre 18 a 46 años por delitos varios, incluyendo narcotráfico y homicidio, fingieron una pelea como distracción. Tras ser trasladados para recibir atención médica en la enfermería, dominaron a los guardias y se apoderaron de armas de fuego y municiones. El director de la cárcel se intercambió por otros funcionarios carcelarios inicialmente retenidos como rehenes.
Posteriormente, los convictos pidieron vehículos para su escape. Además, exigieron que se leyera públicamente en televisión una serie de quejas, como falta de acceso a servicios médicos y maltratos en la prisión.
En horas de la noche, se llamó a los familiares de los reclusos para que trataran de convencerlos de rendirse. Con la prisión, una de las más grandes en Taiwan, completamente rodeada por efectivos policiales, y habiendo sido negada la petición de transporte, los presos cometieron suicidio a tempranas horas del día 12.
El presidente Ma Ying-jeou, quien otrora fungiera como ministro de Justicia, en un comunicado dado a conocer el día 12, lamentó la crisis de rehenes y señaló que el trágico desenlace trajo más dolor a las familias de los afectados. El Mandatario giró instrucciones al Ministerio de Justicia para solucionar la falla en el sistema de prisiones que permitió tal situación, y exigió una revisión exhaustiva de los procedimientos actuales. Ma solicitó que el informe del caso acontecido en la Prisión de Kaohsiung esté listo a la mayor brevedad, con propuestas de reformas específicas que puedan ser implementadas inmediatamente.