03/05/2024

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Juguetes de Jiouzantou

01/04/2005
Después de cuarenta minutos de viaje en un tren de la línea Neiwan que sale de Hsinchu, se llega a la Estación Jiouzantou, que sirve a Hengshan, un pequeño pueblo hakka de alrededor de 15.000 habitantes. Aquí se cultivan naranjas, pero Hengshan se conoce igualmente por sus juguetes folklóricos.

Esta reputación puede atribuirse en gran medida a Chen Wen-cheng, de cincuenta años de edad, quien nació y creció en Hengshan. Chen tiene un negocio de gas líquido, pero en su tiempo libre también es presidente de la Asociación Cultural de Jiouzantou, un grupo privado organizado por Chen y varios paisanos hace alrededor de 12 años, que se centra en la preservación cultural y la promoción de la comunidad. Chen dice que con el declive de la agricultura y sin otras oportunidades de trabajo, excepto las pocas ofrecidas por una compañía de cemento y otra de baldosas que se encuentran en la zona, en Hengshan, como en muchos otros pueblos rurales, la población ha disminuido y su cultura se ha marchitado. Si no se hace algo, dice él, Jiouzantou corre el riesgo de convertirse en una estación de tren aislada nada más.

Juguetes de Jiouzantou

Un perro de hierba setaria pumila inspiró a Chen a explorar mucho más el mundo de los juguetes folklóricos.

Chen comenzó primero a atraer la atención cuando el gobierno del Distrito de Hsinchu estaba promoviendo la línea Neiwan a mediados de los años noventa. Para atraer gente, Chen tuvo la idea de usar los juguetes folklóricos. “Hengshan no tiene ningún recurso natural, ni industrias ni comercio, pero tenemos un patrimonio cultural”, dice Chen. “Los juguetes folklóricos hechos de materiales naturales eran parte de nuestra vida cotidiana, y sin duda, parte de nuestro patrimonio”. Chen dice que algunos de estos juguetes se encuentran en todos los lugares del mundo, pero otros son únicos. Por ejemplo, “Locura”, un nudo o patrón tejido con tira de bambú, sólo se encuentra en las comunidades hakka. El nudo se llama así porque era tejido de una manera que parece fácil de desarmar y volver a tejer. De hecho, es fácil deshacerlo, pero los principiantes pueden pasar muchísimo tiempo para volverlo a tejer.

Los juguetes folklóricos hechos en casa han sido siempre parte de la vida de la gente de la edad de Chen. Muchos niños que crecieron en los años cincuenta y sesenta tenían que hacer sus propios juguetes con lo que hubiese disponible -algunas veces, astillas, piedras u hojas. Por ejemplo, una carrera de alfombras hechas con hojas de cocoteros sobre la que se sentaba un niño mientras otro la halaba, era un juego común en el pasado.Pero algunos juguetes requieren de más destrezas. Una tarde del juego de disparar al fantasma sobre caballos de bambú con pistolas hechas de palillos y ligas podía dejar agotados hasta a los niños más enérgicos. “Casi no había dinero suficiente para las necesidades diarias, mucho menos para comprar juguetes”, dice Chen. “Aún cuando uno tenía unos cuantos dólares extras, éste era un pueblo tan pequeño que no había donde comprar juguetes”.

Juguetes de Jiouzantou

Chen y una cigarra de bambú. “Los juguetes folklóricos hechos de materiales naturales eran parte de nuestra vida cotidiana, y sin duda, parte de nuestro patrimonio”.

Pero si no había juguetería, el pueblo de Chen, al menos, no le faltaban paja, hojas y bambú, y como niño, él y otros, aprendieron a hacer juguetes con lo que encontraban. “No eran tan coloridos como los juguetes modernos, pero funcionaban”, dice. “Lo mejor era que no teníamos que preocuparnos si se rompían o si se quedaban sin baterías, porque los hacíamos nosotros mismos y los materiales se encontraban por doquier”. Y mientras la mayoría de sus compañeros de juego dejaron de hacer pistolas de palillos, Chen siguió haciéndolo como un pasatiempo. Durante el servicio militar obligatorio, él tejía paja ya fuera en forma de patito o estrella, por ejemplos, para matar el tiempo.

Luego un día después de haber terminado el servicio militar y vuelto a casa, por casualidad, se encontró con unos perritos hechos de hierba setaria pumila. El compró dos, uno para guardarlo y el otro para desmontarlo. Fue un momento decisivo. “Después de eso, comencé a pasar más tiempo perfeccionando mis destrezas” cuenta él. Mientras su familia dormía, Chen se quedaba hasta tarde aprendiendo todo lo que podía sobre cómo fabricar juguetes folklóricos.

Algunas veces, el trabajo de Chen era tan bueno, que los artículos lucían mejor en un estante de un museo que en una caja para juguete. No fue sorpresa que Chen decidiera usar los juguetes folklóricos como el tema al presentarse la oportunidad de promover Hengshan. “Los juguetes son parte de los recuerdos de la generación anterior y alguna gente recuerda cómo jugar con ellos”, dice. “Las nuevas generaciones nunca los han visto, pero el amor al juego es humano, y por ello, los juguetes folklóricos son tan populares”.

En varias actividades publicitarias y festivales, Chen halló que las actividades más populares para los niños, así como para los padres, eran aquellas donde los niños hacían sus propios juguetes.

Juguetes de Jiouzantou

Las estrellas de paja son fáciles de hacer, y populares como actividad de bricolaje.

La fabricación de juguetes tiene que ser relativamente fácil, de lo contrario la gente no tendrá paciencia para hacerlos. Hoy muchos de los materiales han sido modernizados, facilitando la elaboración de los juguetes en comparación con el pasado. Por ejemplo, el arroz cocido, que se usaba antes como pegamento y ahora puede reemplazarse por cinta adhesiva, y coloridas cintas de empaque, que pueden reemplazar las cintas de bambú.

Un juguete fácil y divertido de hacer es un muñeco de paja. Se realiza con unos cortes sencillos, y dos piezas de paja que se unen para formar la figura humana de juguete. La cigarra de bambú es también fácil de hacer y muy popular. Todo lo que se necesita para hacer una cigarra es un palito con brea en un extremo, un poco de hilo de algodón, unos tres centímetros de bambú y un poco de cinta adhesiva. Al menearse en el aire y el hilo rasguear contra el palito y se amplifica el chillido, fuerte y claro por el bambú. Cuando le enseñó a los niños de la ciudad a hacer la cigarra de bambú en una tienda por departamentos de Taipei, el sonido se escuchaba en todo el edificio.

Tras el éxito del festival de turismo de la línea Neiwan, los juguetes folklóricos se convirtieron en el tema de las actividades de la Asociación Cultural de Jiouzantou. Hace varios años, cuando el Consejo para los Asuntos Culturales celebraba un concurso sobre el desarrollo comunitario, donde las comunidades participantes presentaron sus propuestas sobre cómo utilizar mejor los recursos locales, Chen propuso reconstruir la abandonada escuela primaria local y convertirla en un museo de juegos folklóricos. Ganó el segundo lugar y un premio de NT$30 millones (US$909.000). Sin embargo, el dinero nunca llegó al pueblo. Fue repartido entre otros proyectos que el gobierno del Distrito de Hsinchu consideró más importantes, y se le dio fin al proyecto de Chen antes de que se pusiera en marcha.

Juguetes de Jiouzantou

Esta araña da la bienvenida a los visitantes frente a la sala de exposición de Chen.

Para mantener a flote la asociación y sus actividades, Chen tuvo que encontrar otras fuentes de financiación. Una de sus ideas era ver si los juguetes folklóricos podían hallar un lugar propio en el mercado, un esfuerzo que fracasó. “A los niños les encanta cuando les damos lecciones de cómo fabricarlos por sí mismos en un festival y los padres disfrutan la nostalgia”, dice Chen. “Pero creo que el problema es que es maravilloso cuando es gratis -así como cuando ellos eran niños que los hacían con los materiales que encontraban- pero la diversión desaparece cuando hay que comprarlos”.

El dinero -o la falta de éste- es siempre un problema para los grupos culturales privados tales como la Asociación Cultural de Jiouzantou. Pero eso no ha sido un impedimento para que haya ganado cierta atención de los medios de comunicación, establecer la reputación de Jiouzantou como el hogar de los juguetes foklóricos, y que mucha gente local esté respaldando a Chen. Con donaciones y voluntarios, la asociación ha logrado organizar una pequeña sala de exposición para mostrar algunos juguetes y otros artículos que representan el patrimonio hakka.

Para la mayoría de los niños de hoy, los juguetes son cosas que necesitan electricidad, cables y baterías, mientras que aquellos que años atrás hicieron sus propios juguetes están olvidando poco a poco que ellos tuvieron esas destrezas. Pero para Chen Wen-cheng, cuya niñez donde la materia prima de la diversión creativa aún continúa, vale la pena decir al mundo que para el resto de la gente también puede ser así. Está sólo a cuarenta minutos en tren en la línea Neiwan saliendo de Hsinchu.

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