05/05/2024

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Pelea de gallos

01/11/1990
Un antiguo deporte sanguinario inspira la poesía y sirve de metáfora de las luchas por el poder.

Como la gallina misma, la pelea de gallos tuvo probablemente sus orígenes en Asia. Algunos historiadores y aficio­nados de las peleas de gallos creen que este antiquísimo deporte comenzó en el subcontinente indio y se extendió hacia otras partes del mundo. Pero recientes evidencias arqueológicas en áreas que datan de un período anterior a los sitios de la civilización del Valle del Indo en Mohenjo-daro (aprox. 2500-1500 a.C.) señalan una temprana domesticación de la gallina en China, lo cual coloca por lo menos cierta duda en torno a la teoría del origen hindú. El deporte sangriento también era popular en la Grecia antigua, habiendo llegado tal vez a través de Persia, y parece que existió en Roma al­rededor del año 470 a.C.

La pelea de gallos tiene una larga his­toria documentada en Asia. El Bayón de Angkor Thom en Kampuchea, por ejemplo, tiene un bajo relieve que in­cluye una vívida escena que describe una pelea de gallos. Este bajo relieve data de fines del siglo XII e inicios del XIII, pero el deporte era popular en el pueblo Khmer antes de la cultura de Angkor, como lo muestran las declaraciones chinas acerca del reino de Funan (el anti­guo Khmer Vnam), que ocupaba el curso inferior del río Mekong durante muchos siglos d.C.

Los primeros delegados oficiales chinos llegaron a Funan en algún mo­mento entre 245 y 250 d.C. Uno de los delegados hizo un registro de la misión y anotó la pasión del gobernante funanés por las peleas de gallos, así como la forma en que armaba sus gallos con es­puelas de metal. Pero cada vez que las historias estándares chinas se referían a Funan, algo que se hacía ocasionalmente hasta por lo menos el siglo XI d.C., gene­ralmente se deja de mencionar las peleas de gallos como una característica de la vida allí. Las historias chinas y sus lec­tores tal vez no hubieran encontrado nada particularmente exótico en el in­terés de los funaneses por dicho deporte, ya que para cuando se hizo la visita a dicha tierra durante el siglo III, la pelea de gallos ya existía en la China mismo hacía por lo menos 750 años.

La primera pelea de gallos registrada en la historia china ocurrió en el año 517 a.C., durante la dinastía Chou, en el estado natal de Confucio, Lu, situado en la actual provincia de Shantung. Esta par­ticular pelea de gallos, que fue mencio­nada por lo menos en cuatro libros anti­guos, se realizó entre los clanes Chi-sun y Hou. La pelea de gallos servía como una buena metáfora de las luchas por el poder que ocurrían entre las familias aris­tocrática del Estado de Lu.

Sin lugar a dudas, la pelea ocurrió en la realidad. Y las tácticas empleadas, más notoriamente el uso de espuelas de metal, indica que el deporte existió du­rante cierto tiempo. Otra característica significante de esta pelea fue la aplicación de mostaza en alguna forma a uno de los gallos. No queda claro porqué o qué sig­nificado tenía el untar mostaza al gallo. Algunas referencias preliminares men­cionan la mostaza en relación con las alas, ¿tal vez era algún tipo de estimu­lante? No existen mayores explicaciones al respecto. De todas maneras, la mos­taza y las espuelas de metal, junto con los nombres de las familias Hou y Chi-sun, se convirtieron gradualmente en imágenes y alusiones que han sido usadas en poesías y prosas que tienen que ver con la pelea de gallos.

Los escritos que tienen que ver con la dinastía Chou (aproximadamente siglo XI - 256 a.C.) y la dinastía Han (206 a.C. - 220 d.C.) describen con frecuencia a las peleas de gallos como un pasatiempo de los reyes y otras personas de la no­bleza. Durante el período de la dinastía Han, sus aficionados incluyeron al padre de Liu Pang, fundador de la dinastía. La familia real Han produjo un número de entusiastas conocidos. Liu Yu, que fue bisnieto de Liu Pang e hijo del Empera­dor Ching (156-141 a.C), no solamente le gustaba las peleas de gallos, sino tam­bién las peleas de patos y gansos. El gran Emperador Wu, de largo reinado (140-87 a.C) y mejor conocido por su deseo de hallar la inmortalidad y su adop­ción del confucianismo como doctrina ortodoxa del estado, ocasionalmente gra­tificaba las peleas de gallos con su presen­cia. El Emperador Hsuan (79-49 a.C) también es conocido por su aficción a este deporte durante su juventud, y apa­rentemente, el Emperador Cheng (32-7 a.C.) también tuvo interés en el mismo.

Además de tales personalidades reales, es muy probable que los comunes que podían darse el lujo de ello también se entretenían con las peleas de gallos a finales de las dinastías Chou y Han. Los Anales de los Estados Guerreros (戰國策) mencionan que eran parte de las actividades favorecidas por los residentes de la próspera ciudad de Lintzu, durante el período de los Estados Guerreros (475-221 a.C). Más aún, debió existir un grupo de profesionales que se especia­lizaban en la reproducción, cría y entre­namiento de gallos para el reñidero.

A fines de la dinastía Han y durante el subsecuente período Wei (220-265), la pelea de gallos hizo sus primeras apari­ciones en poemas y rapsodias de obras de autores tales como Tsao Chih (曹植) y Fu Hsuan (傅玄). Tsao es un impor­tante poeta chino y su obra que ha sido frecuentemente incluida en antologías, "Aldeas famosas" (名都篇), que des­cribe la vida autoindugente de los jó­venes en la ciudad capital de Loyang, va en línea con lo descrito anteriormente: "Ellos hacen luchas de gallos en los ca­minos de los suburbios al este". A partir de entonces, las referencias acerca del camino o suburbios del este se han con­vertido en un motivo común en los poemas chinos que se refieren con la pelea de gallos.

Puede ser indicativo de la populari­dad de las peleas de gallos el hecho que el sobrino de Tsao Chih, el emperador Ming (226-239) de la época Wei hizo construir la terraza de peleas de gallos. Desafortunadamente, nada más allá del nombre se conoce acerca de esta estruc­tura. Algún tiempo después, los poemas de las Seis Dinastías y las observaciones en las fuentes históricas contemporáneas indican que la pelea de gallos, así como la pelea de patos, continuaron en existen­cia durante ese turbulento período de la historia china.

Los príncipes jóvenes de la casa real se dedicaban a las peleas de gallos a ini­cios de la dinastía Tang (618-907). La tumba del Príncipe Li Hsien está ador­nada con maravillosos murales, in­cluyendo una escena de una mujer de pa­lacio sosteniendo un gallo de pelea. Pero los días en que estuvo en apogeo la pelea de gallos fueron durante el reinado del Emperador Hsuantsung (712-756), uno de los monarcas más famosos en la historia china. La segunda mitad de su reinado fue particularmente notoria por sus ex­travagantes gastos en las artes y el entretenimiento.

La pelea de gallos estuvo considera­blemente de moda entonces, un hecho que se halla reflejado en la literatura y la pintura. Los poemas de importantes poetas de la dinastía Tang cini Wang Wei, Li Po y Tu Fu atestiguan el alto estatu social que tenían los aficionados a las riñas de gallos. Posteriormente, copias de pinturas hechas por artistas de Tang tratan de mostrar al Emperador Hsuantsung contemplando una pelea de gallos. Una de las obras literarias más so­bresalientes en este aspecto es el cuento de Tang en chino clásico titulado "El Viejo de la Muralla Oriental" (東城老父傳). El personaje principal es un experto en peleas de gallos al servicio del empe­rador. En esta obra, la pelea de gallos parece ser tomada como uno de los fac­tores que condujo al colapso de la corte. En un lugar del cuento se asevera que como Hsuantsung nació en una fecha dentro del cíclico zodíaco chino que con­tiene el caracter yu (酉), que está simbó­licamente relacionado con el gallo, era de mala suerte que se dedicara a este deporte.

La sangrienta y destructiva Rebelión An Lu-shan condujo a la abdicación de Hsuantsung y puso fin a las extrava­gantes actuaciones que se realizaban para deleite de su corte. Pero las peleas de gallos sobrevivieron como pasatiempo tanto real como popular. Los aficionados incluyen a los emperadores Taitsung, Mutsung, Wentsung y Hsitsung de la di­nastía Tang.

A inicios de Tang, la pelea de gallos ya estuvo asociada con los dos festivales de primavera de la Comida Fría y la Limpieza de Tumba. Esta asociación conti­nuó en la dinastía Sung (960-1279). En la norteña capital Sung de Pienliang (ac­tualmente Kaifeng en la provincia de Honan), también constituía una de las muchas actividades que componían las bulliciosas celebraciones del cumpleaños del dios Erhlang, en el vigésimocuarto día del sexto mes lunar. La dinastía Sung fue una era de urbanización en China, y los diversiones y entretenimientos esta­ban en demanda tanto en Pienliang como en sureña capital Sung de Lin-an (actualmente Hangchow). Las familias ricas en ambas metropolís atraían a prac­ticantes de numerosas artes y destrezas, Incluyendo a expertos en peleas de gallos y riñas de cordonices.

La pelea de gallos en la dinastía Sung no estuvo de ninguna manera restringido a las capitales. El deporte se practicaba por lo menos hasta Chengtu, en el occi­dente del país. Recordando sus experien­cias en esa ciudad, Lu Yu uno de los más prolíficos poetas de la dinastía Sung escribió sobre sí mismo:

El viejo indiferente a los cincuenta
sigue atrevido y desenfrenado.
Cierta vez se despertó en
Ciudad del Brocado
con un sueño de lujosa vida.
La primavera de las hojas de bambú
de aguamaniles de azulado jade,
flores de durazno, fuertes caballos,
y verdes bridas de seda.
Los gallos de peleas en el mercado del sur,
divididos todos en lados.
Disparando faisanes en occidente.
siempre doy en el blanco...

Sin embargo, los más ávidos adhe­rentes de las peleas de gallos en tiempos de Sung eran posiblemente los habi­tantes no chinos en el área de Cantón. Una narración práctica de sus prácticas se encuentra en Respuestas más allá de las cinco cordilleras (嶺外代答) una colección de observaciones hechas por Chou Chu-fei mientras viajaba por dicha área a fines del siglo XII. En sus notas sobre el deporte, él afirma que aún se seguía usando la mostaza en las riñas de gallos, unos 1.500 años después que fue mencionada por primera vez en el norteño estado de Lu en tiempos de la dinas­tía Chou.

En tiempo más recientes, se en­cuentran referencias sobre las peleas de gallos en prosas y poemas de las dinastías Yuan. (1271-1368) y Ming (1368-1644). Por ejemplo, el poeta Wang Tzu-shou de comienzos de la dinastía Ching indica que los descendientes imperiales de Ming eran aficionados de hacer apuestas en el deporte. En otro caso, Chang Tai (1599-1684?) habla de disfrutar de las riñas de gallos y de formar un club de peleas de gallos. Sin embargo, concluye con una nota que recuerda al "Viejo de la Muralla Oriental", diciendo: "Un día, estaba leyendo una historia no oficial que dice que Hsuantsung de la época Tang perdió su país debido a que había nacido en un mes yu en un año yu, y era muy aficionado a las peleas de gallos. Como también nací en un mes yu en un año yu, he renunciado".

Las referencias de la dinastía Ching (1644-1911) acerca de ese deporte in­cluye las observaciones en la famosa novela Sueño de la Recámara Roja (紅樓夢), así como las observaciones de cen­sura de parte de los visitantes ingleses en China en el Siglo XIX. La crítica contra las peleas de gallos por esos observadores extranjeros reflejan el desarrollo de los modernos sentimientos occidentales acerca de las relaciones del ser humano con el mundo natural. Pero el deporte era muy popular en algunos lugares de Inglaterra por muchos siglos antes que fuese finalmente declarado ilegal en el siglo XVII, y aún así, no ha desaparecido mágicamente.

La pelea de gallos es un deporte vio­lento y sangriento que continúa flore­ciendo en el siglo XX. Su prominencia en ciertos lugares, tales como Bali y las Fili­pinas, es conocida por todos. Menos co­nocida es la extesión de su popularidad en otros lugares. Por ejemplo, en los EE.UU. las peleas de gallos están tam­bién asociados con el pensamiento popu­lar en Sur, los cubanos de Florida, los es­tados fronterizos con México y Hawaii. De hecho, los mismos se celebran en casi cada estado, con millones de dólares invertidos anualmente y atrayendo a gran número de criadores y aficionados. Aún así, a pesar de la persistencia del de­porte, ha sido fuertemente censurada o prohibida del todo en muchas sociedades.

El presente siglo siguió viendo, como siempre, la continuación de la pelea de gallos en China. La presencia de informes no críticos acerca de este porte en el Diario del Pueblo señala la aceptación del mismo en el territorio continental. La pelea de gallos es popular en muchas provincias, entre ellas Shan­tung, Honan, Anhwei, Kiangsu y Kwangtung. Shoukuang en la provincia de Shantung es famosa por su fuerte tra­dición en las peleas de gallos, y Hotse, también en Shantung, fue el centro de un gran derby internacional en 1986. Kaifeng, en la provincia de Honan, donde la pelea de gallos como una activi­dad popular se remonta a la dinastía Sung, tiene una vieja y bien desarrollada fraternidad de aficionados de las peleas de gallos que ha sobrevivido a las vicisi­tudes de la historia moderna de China y persiste en el día de hoy. En Taiwan, la pelea de gallos no es ilegal, pero si es ilegal apostar. Claro está, la apuesta es un ingrediente casi indispensable de las peleas de gallos.

En la China que antecedió los tiempos modernos, las fuerzas que ope­raban en oposición a la pelea de gallos eran un tanto diferentes a aquellas de ini­cios de los tiempos modernos en el mundo occidental. La oposición china no tenía nada que ver con los derechos de los animales ni con ningún deber que supuestamente debe tener una persona con los animales. En vez, tenía que ver con el ambiente en que tomaba lugar la pelea de gallos y sus efectos en el ser humano. La pelea de gallos era frívola, interferida con autopreparación y un des­perdicio en tiempo y dinero.

A través de fuentes históricas y lite­rarias queda claro que durante la dinastía Han, el deporte estuvo asociado con jó­venes pródigos y apostadores que prove­nían de familias bien acomodadas, así como personas del bajo mundo y caba­lleros errantes con ambigüedad moral y social. Los aficionados a las peleas de gallos estuvieron entre aquellos que fueron capturados en una redada contra mercaderes y familias poderosas durante el reinado del emperador Wu. En el mismo período, Tung Chung-shu (179-93 a.C.), el hombre que fue mayor­mente responsable por la adopción del confucianismo como pensamiento orto­ doxo del estado, incluyó la pelea de gallos en una lista de actividades conside­radas como señales de un decaimiento del orden social. Como en los tiempos modernos, la apuesta ha sido considerada como uno de los males del deporte.

En la poesía, el primer indicio de crí­tica contra las peleas de gallos como una ocupación de los bien acomodados viene de un poeta más bien oscuro del período de las Seis Dinastías. No fue sino hasta los mayores poetas de Tang, como Wang Wei y Li Po, que se atacó a quienes poseen altos estatus y posiciones por de­dicarse primariamente a tales activi­dades. La utilización de la pelea de gallos como forma de identificar la deficiencia moral en los medios literarios continuó hasta el siglo XVIII y ha llegado hasta nuestros días. Se le encuentra en el Sueño de la Recámara Roja, así como en la novela "Mengkuo" (夢珂), escrita en 1927 por Ting Ling (丁玲).

Si bien resulta claro que los valores chinos tradicionales condenarían la pelea de gallos son embargo, el papel de la re­ligión resulta menos certero. A primera vista, las amonestaciones budistas para proteger la vida de los animales parece ser un arma poderosa para oponerse a de­portes sangrientos como las peleas de gallos. Además, existen reglas monás­ticas en contra de dichos espectáculos. Pero para que fuera un dilema doctrina­rio, ya que el propósito kármico de la re­encarnación como animal es para hacer penitencia a través del sufrimiento que le hace el ser humano, los otros animales y el medio ambiente. Podría ser que el maitri (simpatía universal) budista, de hecho, actúa como medio restrictivo a la participación de ciertas persona en las peleas de gallos, pero no existe evidencia directa de tal efecto. -Robert Joe Cutter es profesor asociado de chino en la Universi­dad de Wisconsin-Madisoll.- □


Pelea de gallos
Tsao Chih (曹植)

Ojos errantes entretenidos con
danza sútil; oídos claros
saciados con música.
El anfitrión indistinto y sin
nada que hacer; ofrece a muchos
huéspedes una forma de diversión.
Largos petates sientan los
visitantes alegres, en un cuarto vacio
observan la pelea de gallos.
Los machos reunidos se hayan
enfurecidos; como gemelos que vuelan
y revolotean instintivamente.
El golpe al adversario se inicia
con leve viento; ojos crueles que
emiten luz carmesí.
Caen los picos y se desparrama la luz;
duras espuelas hieren una y otra vez.
Un gran cuervo entra las nubes
entre el azul; batiendo sus alas, se
remonta el ave solitaria.
Deseo la ayuda de la grasa del
perro mapache, para siempre este
reñidero poder dominar.


Pelea de gallos
Liu Chen (劉禎)

Los gallos de cinabrio están
cubiertos con colores floridos;
espuelas gemelas como puntas afiladas.
Queriendo blandir totalmente
su poderío flamante, se encuentran en
batalla en su terraplén interno.
Los puntiagudos talones trepan
con pasos de jade, ojos deslumbrantes
que contiene fiera luz.
Largas timoneras se levantan ante
brisa asombrosa, y se expanden plumas
de cuello en exhibición.
Ellos levantan ligeramente y
blanden sus picos curvos, golpeando
como trueno y volando hacia atrás.


Pelea de gallos
Ying Yang (應瑒)

Estaba muy preocupado y me sentía infeliz,
no podía escapar del trabajo y la faena.
Los hermanos recorrían los campos
deportivos y ordenaban carruajes para
traer muchos huespedes.
Dos grupos se dividieron en filas
opuestas y los gallos reunidos
relucían y fueron exhibidos.
Espuelas gemelas se zafaron de
largas cuerdas, volando y brincando,
saltaron sobre oponentes y rivales.
Alas con mostaza brillan con
espuelas de metal. Batalla tras
batalla, una caótica confusión.
De mañana hasta atardecer,
no queda claro quienes son
vencedores o perdedores.
El campeón echa de lado a varios
oponentes, su resistencia y rapidez
sobrepasa al resto. Todos gozan y
elogian en la galería que lo rodea,
huéspedes y anfitriones quedan deleitados.
No es que el Liu-po y el
ajedrez no alegran, pero este deporte
es lo que aprecia nuestra era.

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