07/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Un legado a la nación

01/03/1998
Para abril de 1997, se había clasificado en toda la isla un total de 297 monumentos nacionales. La variedad de éstos es impresionante, incluyendo templos, fortificaciones e incluso edificios de oficinas del gobierno.

La Antigua Casa Lin An-tai, una finca construida en la década de 1870, durante la dinastía Ching, se halla en el Parque Pingchiang del norte de Taipei como digna reliquia del pasado cultural de la isla. Pero por desgracia,detrás de ella pasa un tramo elevado de autopista con su pesada carga de tráfico; y eso no es lo único que rompe la quietud: «Cada diez minutos o así, se oye el horrible ruido del pasode aviones, porque la Antigua Casa está justo bajo una ruta aérea»,comenta Lin Mei-ling, funcionaria de la Oficina de Obras Públicas de la Municipalidad de Taipei, responsable de la administración del lugar. «El número de visitantes va en descenso porque su ubicación y el transporte son poco adecuados. Este tipo de lugarya no parece atraer al público, aparte de unos pocos turistas extranjeros y estudiantes de arquitectura».

Muchos edificios históricos del corazón de las cada vez más prósperas ciudades de Taiwan presentan una imagen similar de claro contraste entre la tradición y la modernización.Con el paso de los años, la suerte que corren estas estructuras ha dado lugar a un debate crecientemente reñido: ¿Deben demolerse para aumentar los beneficios o preservarse para la posteridad?

La Antigua Casa Lin An-tai, salvada por el esfuerzo de un grupo de particulares interesados, es un revelador ejemplo de las estrategias de conservaciónal estilo taiwanés. Según el plan de renovación urbana de Taipei, la finca, previamente situada en la Avenida Shinwei, en la parte oriental de la ciudad, había de ser demolida para ensanchar la calzada.Sin embargo, en octubre de 1977, una serie de conservacionistas locales solicitaron que se preservara el lugar, y su campaña sirvió de foco de la atención pública hacia el problema de la conservación en general. La Casa se desmanteló y más tarde se reconstruyó en el Parque Pingchiang, donde se abrió al público. Esta historia tiene un final relativamente feliz, pero es sólo una batalla ganada, y la guerra continúa.

Ante la creciente preocupación pública, el gobierno central presentó en 1982 la Ley de Conservación del Patrimonio Cultural,seguida en 1984 por la promulgación de un detallado reglamento para su puesta en práctica. Desde entonces, varios organismos gubernamentales,en particular el Ministerio del Interior (MI) y el Consejo de Asuntos Culturales(CAC), se han rascado los bolsillos tratando de reunir el presupuesto y el personal necesarios para promocionar la conser vación de las reliquias culturales.

Un legado a la nación

Detalle del friso cerámico que decora un templo de la isla. Tras la restauración la iluminación artificial no estará a la vista.

Sin embargo, las detalladas disposiciones de la ley han sido criticadas por conservacionistas y expertos, que las califican de obsoletas y fuente de conflicto entre la conservación y la política económica de «prosperidad a toda costa» que impera en Taiwan. «A pesar de que la política conservacionista taiwanesa fue rezagada con respecto a la japonesa durante treinta años, [la ley] sirvió para señalar el comienzo de la preservación de lugares históricos con una base legal adecuada», explica Yen Hsiu-feng, quien preside la Asociación China de Conservación Histórica. « Pero el reglamento lleva más de diez años en vigor, y algunas partes ya no se adecuan a un escenario siempre cambiante». A ella le preocupa especialmente la actual falta de incentivos para persuadir a los propietarios de que conserven sus fincas en vez de urbanizarlas.

«Hemos de preservar tantos lugares históricos como sea posible, tan pronto como sea posible, o lo vamos a lamentar» dice Chao Wen-chieh, jefe de la sección de conservación de reliquias del Departamento de Asuntos Civiles del MI. «Es una tarea urgente,ya que una vez que el medio haya sido dañado, no hay forma de que la siguiente generación pueda repararlo». El Ministerio halanzado una serie de proyectos de conservación a gran escala entodo Taiwan y las demás islas que se haya actualmente en su segunda fase (1997-2001). La iniciativa, con un presupuesto de US$50 millones,que pretende restaurar lugares históricos relevantes, presta especial atención a la contratación de personal, la gestión,el mantenimiento, la investigación y las campañas de promoción. Los edificios que se hayan deteriorado en exceso o que hayan sufrido daños serios por el paso del tiempo tienen prioridad, y se estima que el gasto efectuado hasta el momento asciende a US$121 millones.

La ley dice que el trabajo de conservación debe tener como objetivo la recuperación y preservación de las características originales de los lugares históricos, así que es necesario el uso de técnicas tradicionales y materiales de construcción armónicos. «La conservación es una tarea enormemente complicada que demanda una gran cantidad de tiempo, dinero y trabajo»,apunta Chao. «La mayor parte del trabajo, incluidas la investigación sobre el terreno y las tasaciones a fondo, debe ser realizado por profesionales».

Pero cada vez es más difícil encontrar artes anos tradicionales y empresas constructoras con la experiencia y los conocimientos necesarios que quieran participar y, en total, las agencias gubernamentales emplean sólo a unos cuarenta y cinco funcionarios de conservación.Según Chao, «a la mayoría le falta experiencia y cualificación técnica en alguna ingeniería». Para él, la conservación debería ser responsabilidad de cada ciudadano y no depender totalmente de los recursos del Gobierno.

Lee Yi-yang, jefe de la Oficina de Asuntos Civiles de la Municipalidad de Taipei, revelaun dilema similar para los funcionarios locales. Reconoce que no se ha hecho lo suficiente hasta la fecha, y culpa de ello a las dificultades presupuestarias y de personal: «A veces, el gasto total que supone realizar un proyecto de restauración es mucho mayor que el costo de la simple construcción», afirma, haciendo referencia alos honorarios de arquitectos y expertos, así como a la dificultad de hallar materiales y artesanos tradicionales. También hace un llamamiento a los empresarios locales para que se involucren en los trabajos de conservación. Según él: «El público aún no tiene una idea clara de lo que es la conservación. El Gobierno debería asumir, ciertamente, el papel de guía; pero el resultado difícilmente será el mismo sin la participación ciudadana».

La Municipalidad de Taipei está llevando a cabo actualmente la evaluación de casi 150 edificios antiguos que serán clasificados para su restauración o dedicados a otros usos («reciclados»,por usar la palabra de moda) de acuerdo con sus funciones y características propias. Algunos serán designados parques históricos y otros se convertirán en museos temáticos sobre diferentes aspectos de la vida en Taipei, como su historia, sus teatros o sus balnearios. Se prevé que estén abiertos al público en octubre de este año. «Es de esperar que estos lugares proporcionen a los vecinos de Taipei una vida más rica con más espacios culturales», comenta Lee; «la utilización de los lugares históricos es lo que da sentido a la restauración».

Hasta el año pasado, el MI clasificaba a los monumentos dentro de tres categorías, según su importancia histórica,cultural, artística o científica. Esta clasificación tenía consecuencias financieras importantes, ya que el gobierno central costeaba todos los gastos de restauración de los monumentos de primera categoría, mientras los de segunda y tercera categoría dependían de éste sólo al cincuenta por ciento, siendo el resto responsabilidad del gobierno provincial o de la administración local. Desde mayo del año pasado, sin embargo, la designación de los monumentos ha dejado de ser responsabilidad exclusiva del MI, y hoy son el gobierno provincial, los distritos y las municipalidades los que pueden, dentro de sus respectivas áreas, clasificar un lugar como histórico. A pesar de ello, el gobierno central retiene este poder, si bien de forma residual, para designar lugares de especial importancia que antes hubieran sido clasificados de primera categoría. El viejo sistema de clasificación se ha suprimido, y ahora los monumentos reciben la designación nacional, municipal, o de distrito, segúnla administración responsable. El plano presupuestario, sin embargo,permanece inalterado, siendo aún el gobierno central el que costea,bien el total, bien la mitad de la factura.

Para abril de 1997, la última fecha en la que se dispone de cifras,se habían clasificado en toda la isla un total de 297 monumentos nacionales, 24 de ellos en la anterior primera categor ía, 50 en la segunda y 223 en la tercera. Se estima que 117 de ellos se encuentran en manos públicas, mientras el resto pertenece a grupos privados y a individuos. Tainan está a la cabeza con 53 sitios históricos, seguida de Taipei con 33 y Changhua con 25. La variedad de monumentos designados es impresionante, incluyendo templos, mausoleos, residencias, campos debatalla, losas y arcos conmemorativos, fortificaciones, pozos antiguos, fuertes, estatuas, e incluso edificios de oficinas del Gobierno.

Hasta el momento se han restaurado 85 lugares históricos, que ahora están protegidos por el régimen de conservación.Otros 30 se hallan en proceso de restauración, y aún 174 están en espera de ser restaurados. El MI realiza evaluaciones sobre el estado actual de los restos históricos, así como un recuento de los artesanos disponibles, y toda esa información se está computarizando. «Elaborar una base de datos con información histórica, estilos arquitectónicos y materiales de construcción es la piedra angular del trabajo de conservación», señala Chao Wen-chieh.

Un legado a la nación

Tallaen madera representando mitos chinos aparecidos en La leyenda de la deificación.

El MI también está tratando de mejorar la comprensión de los residentes sobre el tema organizando actividades como visitas turísticas, talleres relacionados con la restauración, formación de guías y concursos de fotografía, pintura y dibujo sobre los monumentos. El Ministerio también es consciente de la posible confrontación entre la conservación de monumentos y la planificación urbana.«De la capacidad de un monumento para integrarse en su entorno depende en gran parte su valor cu ltural final», apunta Chao; «hoy porhoy, muchos monumentos están reñidos con su medio».Tratando de evitar esta situación, la revisada ley de conservación obliga a los planificadores urbanos a consultar con las autoridades competentes en materia de patrimonio y a solicitar su opinión cuando formuleno revisen sus planes; las agencias gubernamentales responsables de grandes obras públicas están obligadas a determinar si los terrenos de la obra propuesta contienen monumentos históricos; y los proyectos urbanísticos han de interrumpirse si, durante la construcción,se descubren vestigios históricos. Pero, a pesar de estas salvaguardas,Chao cree que armonizar la planificación urbana con la promoción de la conservación histórica siempre será una tarea difícil.

Varias organizaciones no gubernamentales (ONGs) han asumido también un papel activo en el movimiento conservacionista. Para Alice Chiu, directora de la Fundación Cultural Yaoshan, con sede en Taipei: «La conservación histórica es asunto de todos; el Gobierno no puede desarrollar por sí mismo una tarea de tal magnitud y complejidad».Ella ve al Gobierno más como un coordinador responsable de establecer las reglas que confía el trabajo de campo a otros. También deja muy claro que las diferentes administraciones deberían escuchar al sector privado al decidir sobre proyectos iniciados por individuos y grupos privados. «Las ONGs tienen un entusiasmo y una vitalidad enormes,son creativas y progresistas y, con frecuencia, van por delante del Gobierno»,declara Chiu; «debería dárseles la oportunidad de desarrollar todo su potencial para contribuir al desarrollo cultural de la isla».También apunta, con preocupación, que quienes ocupan los puestos clave en la toma de decisiones de la política gubernamental rotan frecuentemente, lo que les impide acumular conocimientos y experiencia.

Otra tendencia preocupante que Chiu ha notado es la falta de interés de muchos jóvenes en la historia y el patrimonio cultural, y encuanto a los políticos, la conservación del patrimonio no es más que un eslogan de campaña electoral. En 1986, Chiu fue cofundadora de la Fundación Cultural Yaoshan en un intento demotivar a los ciudadanos, en especial a los jóvenes, para que asuman un papel más activo. La Fundación cuenta con una directiva de once miembros que generalmente costean las actividades de su propio bolsillo, con la ayuda de donaciones privadas y alguna subvención del Gobierno. Hasta el momento ha organizado actividades como visitas alugares históricos, conferencias, seminarios y formación de personal. También se involucra en movimientos populares para rescatar antiguos lugares como la Calle Tihua de Taipei o los aproximadamente cien edificios antiguos que bordean la Calle Minchuan en la ciudad de Sanshia, en el Distrito de Taipei.

De entre los logros de la Fundación, sin embargo, del que más orgullosa se siente Chiu es de conseguir ser los organizadores del Sexto Simposio Internacional de la Red de Conservación Urbana de Asiay el Pacífico Occidental. «Estuvo dedicado a los intercambios de información cultural y experiencia técnica en el campo de la conservación urbana», explica Chiu; «abrió una ventana a los conservacionistas locales para comprobar la marcha de sus colegas extranjeros y sirvió también para mostrar los logros de la conservación en Taiwan».

El simposio, celebrado en Taipei en noviembre pasado, destacó el tema de las organizaciones conservacionistas de base, su papel y susresultados, y a él asistieron casi cien delegados de más de diez países. De especial importancia fue un fórum juvenil cuyo objetivo era servir de guía a profesionales jóvenes y entusiastas y motivarles para trabajar en este campo. «Es muy importante atraer a más gente joven para participar en la conservación»,afirma Chiu; «éste es un proceso continuo, dado que lo que hoy existe, mañana puede ser historia».

Los proyectos de conservación tienen, en general, un desarrollo menos accidentado cuando la propiedad en cuestión pertenece a instancias públicas: «actualmente, la mayor oposición la ejercen los propietarios privados», apunta Yen Hsiu-feng; «la única solución sería que el Gobierno salvaguardara los derechos de éstos ofreciendo compensaciones razonables». Pero esto es más fácil de decir que de hacer, en una época en que el radio de acción de muchos proyectos está ampliándose de restaurar un únicoy raro ejemplar arquitectónico a preservar calles e incluso aldea senteras.

Una vez que un edificio recibe la calificación de monumento histórico nacional, los titulares de éste están obligados a ceder su derecho a construir en el terreno, y no pueden darle un uso que dañe o modifique sus características originales. Las deducciones fiscales sobre el precio de la casa y el terreno que acompañan a la designación, pensados como incentivo para la conservación, son una insignificancia comparada con las enormes pérdidas que normalmente sufren los propietarios, teniendo en cuenta la vertiginosa alza del valor del terreno edificable. «Para muchos propietarios, la designación se ha convertido en una pesadilla, más que algo por lo que sentirse felices u orgullosos»,concluye Yen, quien sabe de casos en que los propietarios han llegado aarrasar deliberadamente sus edificios antes de que la designación se lo impidiera.

Para Yen, la for ma más efectiva de superar esta resistencia esusar la «transferencia de los derechos de construcción»(TDC), para compensar a los titulares. Es una idea compleja, pero básicamente posibilita que los derechos de construcción sobre el terreno ocupado por un monumento puedan transferirse a otro lugar dentro de una zona de planificación urbana determinada; la Oficina de Planificación y Construcción del MI trabaja actualmente en el borrador de un reglamento que la pondría en práctica. Un titular cuya propiedad haya sido designada de interés histórico-artístico debe encontrar primero un constructor que pretenda urbanizar una zona. El constructor suele estar sujeto a limitaciones de terreno, por lo que el propietario puede venderle su derecho a urbanizar un terreno equivalente a su propiedad como añadido al solar original del constructor. Digamos, por ejemplo,que las leyes de urbanización dan al constructor derecho a construirun bloque de oficinas de 3.000 metros cuadrados, mientras el monumento ocupa una superficie catastral de 1.000 metros cuadrados; el propietario podría vender así su derecho de construcción al constructor,con lo que éste podría construir un edificio de 4.000 metros cuadrados.

Pero para Yen, esto no es suficiente. Ella preferiría que el Gobierno también ofreciera incentivos fiscales que motivaran elinterés de los empresarios por patrocinar las actividades de conservación. Para forzar al Gobierno a cambiar la ley, Yen cooperó con expertos y profesores locales en la elaboración de un borrador alternativo con enmiendas a la Ley de Conservación del Patrimonio Histórico,donde se establece el uso de la TDC. «La aprobación de la enmienda significó un gran avance para la conservación»,señala Yen, «así como un enorme triunfo para las ONGs».

Yen critica las políticas gubernamentales que tienen la capacidad de «congelar» los lugares históricos, citando la práctica común de mantenerlos cerrados al público incluso después de su restauración. «Los monumentos simplemente no pueden mantenerse cerrados al público, aislados del mundo real», dice; «deben integrarse en la vida de los vecinos y ejercer su papel de atracciones turísticas locales». Yen comenta que el consenso entre expertos y profesores es que los monumentos restaurados deben ser «reciclados».

Hsia Chu-joe, profesor de la Escuela de Posgrado de Construcción y Planificación de la Universidad Nacional de Taiwan, es de la misma opinión: «La revitalización y el reciclaje de los monumentos son las tareas más difíciles, pero también las más importantes, que tenemos ante nosotros», asegura; «el fin de la conservación es extender la vida de los lugares históricos,no abandonarlos para que se conviertan en criaderos de mosquitos».En su opinión, los monumentos que están en uso constante adquieren un nuevo significado tanto para los vecinos como para los visitantes.También aumentan su valor cultural, lo que a su vez mejora el nivel de vida local y motiva a los residentes a apoyar las iniciativas de conservación en general. «La revitalización de los monumentos es lo que hace interesante y atractiva la vida urbana», opina Hsia, y añade: «Un sitio sin historia es un sitio sin memoria colectiva. Y además, no tiene atractivo alguno».

Así piensa también Chao Wen-chieh, del MI, quien cree que el futuro de la conservación del patrimonio pasa por la mejor utilización de los monumentos mediante métodos modernos degestión. En las primeras etapas, manifiesta, el Gobierno debería concentrar sus esfuerzos en la restauración de estructuras históricas.Una vez que ésta se halla completado, sin embargo, los lugares adecuados deberían abrirse al público como museos o convertirse enescenario de actividades artísticas, momento en el que el Gobierno podría pasar a mejorar el ámbito de los servicios, como la edición de folletos y la formación de guías. Suena bien, pero inmediatamente aparece el viejo dilema de la falta de recursos. Como destaca Hsia: «Lo que a menudo ocurre es que el Gobierno calificaa un lugar como monumento histórico pero después no continúa realizando las medidas necesarias para su restauración y mantenimiento».

El subdirectordel CAC, Wu Chung-lih, cree que la dispersión de competencias es el mayor obstáculo para la efectividad del Gobierno en el campo de la conservación: «El Consejo puede hacer mucho menos de lo que quiere y espera hacer porque, según la ley, la responsabilidad básica de la conservación corresponde al MI», explica; «nosotros no podemos tomar la iniciativa de intervenir en disputas relacionadas con este tema». Y ello tiene como resultado la impresión generalizada de que el Consejo no es lo suficientemente firme en su postura.

Wu apunta también que, normalmente, cuando surge una disputa sobre conservación ningún organismo asume la dirección en la búsqueda de soluciones, ya que la responsabilidad total norecae sobre ninguna de ellas. «Esta peculiar actitud en la división del trabajo lleva al público a desconfiar del Gobierno», diceWu, quien piensa que la única manera de recuperar la confianza de los ciudadanos es establecer un nuevo organismo que esté a cargo de todos los asuntos relacionados con la cultura.

La actitud habitual de «lo que es asunto de todos no es asunto de nadie» parece ser, ciertamente, un enorme obstáculo a la hora de mejorar los esfuerzos de la isla en el plano de la conservación; la buena noticia es que tal organismo centralizado podría convertirse en realidad muy pronto. Una comisión encargada de revisar la Ley Orgánica del Yuan Ejecutivo ha llegado a la conclusión de que todas las competencias relacionadas deberían reunirse para formarun Ministerio de Cultura. El CAC ya ha diseñado un organigrama para el nuevo ministerio y lo ha enviado al Gabinete para su revisión.Wu confía en que el nuevo ministerio sea una realidad en los próximos dos o tres años: «Para hacer bien el trabajo de conservación,es absolutamente esencial integrar las competencias que ahora están esparcidas por varios organismos», insiste.

En el caso de la Calle Minchuan, en Sanhsia, Wu dice que al Consejo le gustaría hacer más por solucionar el problema, pero añade: «La verdad es que, de acuerdo con la ley actual, no tenemos derecho a hacerlo». Aún así, el Consejo ha organizado ya cuatro encuentros entre expertos, profesores, vecinos y funcionarios en un intento por acercar las diferentes posiciones. La calle recibió la calificación de barrio histórico de tercera categoría en 1992, pero la designación fue anulada en 1993 tras una serie de fuertes protestas por parte de los residentes. Entonces se recalificó como «barriode conservación cultural», pero también hubo de ser devuelto a su estatus de zona residencial.

El CAC no se ha definido en cuanto a si la Calle Minchuan debe preservarse o no. «La decisión debería depender de lo que quiera la mayoría de los vecinos», dice Wu; «la conservación de la calle sólo tendrá valor real si cuenta con su apoyo».Gracias a la intervención del CAC, el Distrito de Taipei ha mostrado recientemente más interés en el conflicto y ha acordado aportar US$350.000 a la fórmula que se aplique para compensar a los vecinos.

Según la ley vigente, el CAC está obligado a tomar parte en la planificación y coordinación de asuntos comunes relativosa la conservación histórica, incluyendo la evaluación,calificación e indagación de los monumentos. Por ello se ha visto inmerso en actividades tan dispares como campañas promocionales,formación de personal, organización de seminarios, revisión de los reglamentos competentes, subvención de proyectos de restauraciónde emergencia, enlace con la industria turística e intercambios con China continental y otros países. Todas ellas tienen el mismo objetivo: educar a la población sobre la conservación y motivarla a participar. «Lo que el CAC está haciendo actualmente es sentar las bases para el desarrollo sostenible a largo plazo de la conservación histórica, por lo que no todos los efectos pueden verse de forma inmediata», explica Wu.

El Consejo, preocupado por la ausencia de investigaciones sobre tecnologías relacionadas, ha comenzado a planificar el establecimiento de un centro de investigación sobre conservación del patrimonio cultural,que tendrá sede en Tainan, al sur de la isla. El centro se dedicará al estudio del mantenimiento y la valoración de reliquias, tecnología de la conservación, promoción educativa y recopilación de bibliografía y datos históricos. «China continental y muchos otros países cuentan con una experiencia en la conservación histórica mucho más rica que la nuestra», comenta Wu; «al establecer este centro y darle una proyección internacional pretendemos que Taiwan se ponga pronto al día, de manera que podamos desempeñar mejor nuestra función y acelerar el desarrollo cultural nacional para así enriquecer nuestra vida en común».

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