02/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Las relaciones laborales no se construyen en un día

01/01/1999

“Queremos empleos, no desempleo. Queremos seguridad, no riesgos. Queremos igualdad de riqueza, no conglomerados comerciales”. Aproximadamente 20.000 manifestantes gritaron éstos y otros eslóganes mientras marchaban por Taipei en la mayor congregación de este tipo durante el Día del Trabajador, el 1º de mayo del año pasado. “Los encargados de elaborar políticas han dado prioridad al desarrollo económico de Taiwan sin tener en cuenta los derechos de sus trabajadores, dejándolos indefensos”, dice Chang Hsu-chung, organizador del evento “Soñamos con una sociedad mejor”. “Así demostramos nuestra determinación de unir las fuerzas de los trabajadores del país con el fin de presionar al Gobierno para que nos otorgue los derechos que merecemos”. La participación masiva en esta manifestación, añade Chang, es una buena prueba de unir a los grupos sindicalistas locales, y la firme voluntad de los trabajadores de dar a conocer sus exigencias.

“A la vista de la transformación de la economía de Taiwan, las industrias de mano de obra intensiva no van a ningún lado”, dice Wu Rong-yuan, presidente de la Asociación de Derechos Laborales. “Aun así, el Gobierno no ha encontrado ninguna política apropiada para resolver este problema”. Wu critica duramente al Gobierno por sacrificar los derechos de los trabajadores en aras del desarrollo económico y la competitividad internacional. Por ejemplo, los planes de privatización de empresas públicas que ya están en marcha, así como el propósito de Taiwan de entrar en la Organización Mundial del Comercio (OMC), acarreará la pérdida de muchos empleos.

“Actualmente, el problema laboral más importante es el desempleo”, indica Wu. “Recientemente, el índice de desempleo de la isla ha tendido a elevarse, alcanzando casi el tres por ciento, en comparación con el dos por ciento registrado durante la última década”. Según los últimos datos del Gobierno, el índice de desempleo en julio de 1998 se elevó un 0,23 por ciento respecto a julio de 1997, alcanzando el 2,93 por ciento, de modo que el número de desempleados se situó en alrededor de los 280.000. Pero Wu no está de acuerdo con estas cifras, y señala que las reales serían mucho más altas si se pusiera en práctica un método de recolección de datos sistemático y general. Asimismo, pronostica un continuo aumento del índice de desempleo debido a la drástica reducción en los volúmenes comerciales de importación y exportación durante los últimos meses.

Wu indica que el ingreso anual per cápita de la isla incrementó de US$443 en 1971 a US$13.198 en 1997 (el 25º más alto del mundo). Sin embargo, las condiciones laborales no han mejorado al mismo ritmo. En el pasado, a pesar de la insuficiencia de capital y las condiciones de vida subdesarrolladas que existían en la isla, los trabajadores de Taiwan no se quejaban demasiado. Ahora, junto con el aumento del ingreso per cápita, han tomado más conciencia de sus derechos y aspiran a resolver el problema de la creciente brecha entre ricos y pobres. Esta toma de conciencia seguramente dará lugar a más disputas y tensiones.

“Además, las políticas referentes a los asuntos laborales están orientadas a hacer frente a las preocupaciones del actual Gabinete, que pone gran énfasis en el desarrollo financiero y económico. El Consejo para la Planificación y el Desarrollo Económicos establece la agenda que debe seguir el Consejo de Asuntos Laborales (CAL)”, sostiene Wu. “Pero la formulación de políticas laborales no aborda los intereses laborales desde el punto de vista de los trabajadores. En esas circunstancias, los trabajadores deben unirse para salvaguardar sus derechos”. Wu dice que los derechos de los trabajadores en Taiwan se han venido deteriorando a lo largo de los últimos cinco años, y pone como ejemplo las fábricas que incumplen descaradamente las leyes de compensación por despido y jubilaciones, además de las medidas de seguridad.

Según Wu, el problema surge de la Ley de Estándares Laborales, promulgada en 1984. En Taiwan, ésta es la ley laboral clave, y aun así tiene rango de simple “orden administrativa” que impone multas a quienes las incumplen. Las infracciones no se consideran delitos. En caso de disputa, los trabajadores deben iniciar el proceso civil contra el patrono; sin embargo, muchos de los trabajadores que sostienen haber sido víctimas de abusos, carecen de recursos financieros necesarios o no están dispuestos a iniciar un litigio para el que llevará años llegar a una decisión definitiva. Es por esto que muchas disputas laborales quedan sin resolverse. Wu reconoce que la ley existe, para proteger los derechos básicos de los trabajadores; por ello, pese a todo, espera que en un futuro no muy lejano todos los trabajadores puedan acogerse efectivamente a esa protección legal.

En cuanto a la jornada laboral, Wu señala que la fórmula actual de 48 horas de trabajo semanales, diseñada por el Gobierno y consagrada en la Ley de Estándares Laborales, es excesiva, y no responde al cambio de los tiempos. Aunque el CLA ha propuesto que las empresas locales adopten una semana laboral más corta, la fórmula sugerida de 44 horas es simplemente una directriz a tomar como referencia y no una regla establecida que deba implementarse obligatoriamente. “Taiwan ya es un país desarrollado con un ingreso per cápita que excede los US$12.000. Las condiciones laborales deberían mejorar del mismo modo que sucede con la calidad de vida”, concluye Wu.

Kuo Kuo-wen, secretario general del Frente Laboral de Taiwan, un grupo dedicado al bienestar de los trabajadores, también indica que el índice de indigencia entre los trabajadores de Taiwan es consecuencia del aumento en el índice de desempleo y el de precios al consumo, así como de los accidentes laborales. “En los últimos dos años, el asunto que más preocupa a los trabajadores es la protección de sus derechos laborales”, dice Kuo. “El temor a perder sus empleos se ha intensificado debido al cierre de algunas empresas que se han trasladado al extranjero, así como por la transformación de la estructura industrial de operaciones de mano de obra intensiva a las de capital intensivo”.

Kuo apunta, a continuación, que en los últimos años se han declarado numerosas disputas entre patronos y trabajadores. Según las cifras del Gobierno, en 1996 se dieron 2.659 casos, con 21.654 personas involucradas. En 1997, el número de casos se mantuvo alrededor de los 2.600, pero la cantidad de personas involucradas aumentó a 81.004. El principal motivo, según Kuo, es que muchos patronos han eludido sus responsabilidades al cerrar y trasladar sus empresas. “Algunas personas se quedaron anonadadas al ver que las fábricas --donde habían trabajado durante más de veinte años-- cerraban repentinamente y sus patronos huían sin dejar ningún rastro”, continúa Kuo. “Quedaron desamparados sin ninguna compensación, ya fuera por despido o jubilación. ¿Qué otra medida podían tomar que no fuera solicitar ayuda al Gobierno? A pesar de ello, hasta ahora el Gobierno ha sido incapaz de formular medidas eficaces para solucionar este tipo de disputas”.

Un buen ejemplo de esto ocurrió en el Distrito de Taoyuan al norte de Taiwan. Gloria Electronics cerró sus puertas sin aviso, a fines de abril pasado, después de veinticuatro años de operaciones. Esto dejó a 378 trabajadores locales y 180 extranjeros no sólo sin empleo, sino también sin compensación por despido o jubilación. La compañía no pudo repartir los fondos mensuales correspondientes para compensaciones en caso de despido o jubilación que exige la ley, pues sólo había NT$2 millones (US$57.971) de los NT$100 millones (US$2,9 millones) que debían haberse destinado a este fin. Los trabajadores estaban tan molestos que a fin de llamar la atención sobre su apremiante situación, cerraron la salida de la autopista que va hacia uno de los lugares donde se iba a realizar el Examen Conjunto de Ingreso a las Universidades en Taiwan. El público general lo consideró irracional, pero Lee Tung-ho, el empleado que encabezaba las actividades de protesta, explica que la maniobra tenía por objeto llamar la atención del público, y no molestar a los inocentes examinandos (a quienes les pidió disculpas). El patrono, Chang Chin-pao, que se había esfumado, apareció recientemente declarando que carece del dinero necesario para pagar tan alta suma en compensaciones de despido y jubilación. Aún hoy, algunos de los trabajadores siguen “residiendo” en las instalaciones de la fábrica con objeto de evitar que el propietario se lleve de allí cualquiera de los bienes.

El otro factor responsable del aumento de este tipo de disputas, según Kuo, es la ineficacia del gobierno de la República de China en la aplicación de la ley. Conforme a la Ley de Estándares Laborales, los trabajadores que permanecen en la misma compañía por veinticinco años, o quienes trabajan quince años y llegan a la edad de cincuenta y cinco, tienen derecho a una pensión máxima equivalente a cuarenta y cinco veces su salario promedio en los seis meses anteriores a su jubilación. Los patronos están obligados a aportar entre el dos y el quince por ciento del total del salario mensual de sus trabajadores a un fondo de jubilación. “Lo cierto, sin embargo, es que muchos patronos no lo hacen debido a la negligencia del Gobierno en la supervisión y la sanción”, señala Kuo. “Si no se impone la ejecución obligatoria de esta norma, los patronos tienden a violarla simplemente marchándose cuando sus negocios sufren pérdidas, y son incapaces de pagar enormes sumas por pensiones de jubilación a aquéllos a quienes corresponde”.

Kuo suspira al tiempo que manifiesta su creciente preocupación por la ley laboral, en vigor desde hace casi quince años, y su opinión de que este tipo de disputas irán en aumento. “Si el Gobierno no toma medidas inmediatas para abordar este problema, los medios de protesta, utilizados por los trabajadores contra los patronos serán cada vez más violentos”, advierte. “Por lo tanto, la formulación de una ley de cierre de fábricas o el establecimiento de un sistema de preaviso de cierre de fábricas es urgente y esencial”.

El Frente Laboral de Taiwan está tratando de ayudar a mejorar el entorno laboral general, además de instar al Gobierno a esforzarse más. Asimismo, este grupo promueve la educación laboral y plantea medidas que sirvan de referencia para el cuerpo legislativo. Kuo afirma que otro objetivo de su grupo es impulsar la “democratización industrial”, es decir, que los trabajadores sean informados de las condiciones operacionales de las compañías y participen en los procesos de toma de decisión en relación con cualquier cambio importante, como la reubicación de la fábrica o las estrategias de inversión. Una manera de lograr esto es otorgando a los trabajadores el derecho a ocupar puestos en las juntas directivas y supervisoras de las compañías.

A Kuo le parece que mucha gente ha malinterpretado el movimiento laboral. “Algunas personas piensan que nuestra meta es derrotar a los patronos. Eso nunca ha sido verdad”, afirma él. “Lo que deseamos es construir una relación armoniosa con los patronos para que juntos alcancemos y disfrutemos de continuos logros económicos”. El principal atractivo del movimiento laboral, según Kuo, es que trata de perseguir la igualdad entre patronos y trabajadores, así como la justa distribución de los beneficios económicos.

Félix Chen, profesor en el Departamento de Relaciones Laborales en la Universidad de la Cultura China en Taipei, sostiene que los programas de pensiones por jubilación son problemáticos y poco realistas. “El índice de sobrevivencia de las pequeñas y medianas empresas, como promedio, es alrededor de doce años. Así que la mayoría de los trabajadores del sector privado no tienen grandes esperanzas de obtener pensiones de jubilación”, afirma Chen. “Por otra parte, no es razonable que la vida de los trabajadores jubilados sea sólo responsabilidad de los patronos”.

A la vista de lo que consideran demandas excesivas y pesadas cargas, algunos patronos prefieren violar la ley cuando enfrentan dificultades de operación, y simplemente huyen. Aun así, la concesión de pensiones de jubilación es una obligación legal. Una vez que los patronos han desaparecido, los trabajadores exigen al Gobierno que se haga cargo de su responsabilidad por no haber aplicado efectivamente la ley. “Para que la aplicación sea completa y sin complicaciones, la ley misma debe ser convincente y razonable”, dice Chen. “Por ello, el sistema actual debería revisarse para establecer un tipo de seguro social o cuentas a plazo fijo, que los patronos y trabajadores costeen juntos”, sugiere él.

En respuesta, Chan Hou-sheng, presidente del CLA, admite que el sistema de jubilación necesita ser revisado. A este respecto, el CLA ha invertido bastante tiempo junto a las partes interesadas, intelectuales y expertos en el asunto, estudiando detalladamente los sistemas extranjeros. “La propuesta que hemos presentado es implementar el programa de pensiones en forma de una cuenta individual”, explica Chan. “Eso significa que cada trabajador tendrá una cuenta personal de jubilación, con la ventaja de que, donde quiera que vaya a trabajar, la compañía tiene que ingresar mensualmente en esa cuenta el monto de dinero exigido”. Este tipo de diseño garantizará que los patronos cumplan con su responsabilidad, y servirá para reducir el número de disputas entre patronos y trabajadores. Según la planificación preliminar, los patronos tendrán que reservar el seis por ciento del total del salario de los empleados. Ambas partes pueden negociar dicho porcentaje, y comprometerse a costearlo conjuntamente.

Según las estadísticas del CLA, en marzo de 1998, la Ley de Estándares Laborales cubría aproximadamente a 3,71 millones de trabajadores en Taiwan, cerca del 57,02 por ciento del total de la fuerza laboral. La ley enmendada también establece que para fines de 1998 debe alcanzar a todas las industrias (excepto algunas que presentan dificultades). “Me siento tranquilo y, a la vez, emocionado. Ahora puedo disfrutar de la protección básica de mis derechos y otros intereses”, dice Yang Ya-ping, empleado de una compañía de seguros local que comenzó a adoptar la ley de estándares el pasado abril. “Conforme a la ley, la compañía no puede despedirme arbitrariamente, y tiene que obedecer las reglas del juego en cuanto a salarios, vacaciones anuales, horario de trabajo, seguro de salud y compensaciones por accidentes de trabajo. Esta protección legal me ha dado una gran sensación de seguridad que anteriomente no tenía”.

¿Qué opinan los intelectuales y expertos respecto a las condiciones laborales de Taiwan? Chen, de la Universidad de la Cultura China, dice que son muy pocos los países en disposición de experimentar drásticas transformaciones industriales a través de un proceso tan estable y pacífico como el vivido por Taiwan. Teniendo en cuenta el gran número de fábricas que se han trasladado al extranjero y los grandes cambios experimentados por las industrias, los problemas laborales surgidos son más bien insignificantes y con frecuencia exagerados. “Hemos tenido la suerte de que el desarrollo económico de Taiwan ha sido bastante exitoso”, dice él. “Por lo tanto, el problema laboral no parece resultar muy acuciante, ni las relaciones entre patronos y trabajadores han alcanzado un alto grado de tensión”.

Chen admite, sin embargo, que el rápido avance económico de Taiwan en los años setenta y a principios de los ochenta causó ciertas dificultades. En general se ha comenzado a observar un cierto descenso en términos de desarrollo económico y ventas de productos, además de problemas como el aumento del desempleo, la fluctuación de los precios de los bienes raíces, y el incremento de los costos de operación de las empresas. Estos son dilemas comunes a todos los países que acaban de alcanzar el nivel de país en vías de desarrollo, añade Chen. En consecuencia, las condiciones laborales no están mejorando al mismo ritmo de antes. Es por esto que algunos grupos sindicales están descontentos con la situación actual en Taiwan.

Además, la política es el principal asunto en Taiwan, continúa Chen. En tales circunstancias, el asunto laboral, en particular, es frecuentemente ignorado por ser muy complicado y sensible. “Para los políticos, es una tarea ingrata porque los patronos son la fuente de los fondos para sus campañas, mientras que los trabajadores son los votantes”, explica Chen. “Cualquiera que sea la decisión que se tome, perjudicará a unos o a los otros”. Como resultado, los proyectos de ley o enmiendas a leyes laborales acaban, a menudo, en un punto muerto en el Legislativo– paralizados, en algunos casos, durante años. Los políticos evitan frecuentemente los asuntos relacionados con los temas laborales, ya que disponen de muchos otros recursos para reforzar su poder o competitividad.

Stephen Kang, secretario general de la Asociación de Relaciones Industriales de la República de China, cree que el Gobierno ha intervenido demasiado en los asuntos laborales, y que algunas de las reglamentaciones laborales formuladas en los años treinta y cuarenta necesitan de una extensa revisión –o incluso, abolición. “El intento del Gobierno por salvaguardar los intereses de los empleados, creando reglamentaciones que regulen las horas de trabajo, los salarios mínimos y el bienestar laboral, es bienintencionado y digno de encomio”, dice Kang. “El problema es que ciertas reglamentaciones pecan de minuciosas, provocando una excesiva interferencia gubernamental”. Kang señala que cada industria tiene sus propias características y necesidades. Algunos ejemplos incluyen reglas estándares de horas adicionales de trabajo, que son cada vez más irrelevantes debido a la tendencia hacia la liberalización en Taiwan. Simplemente es imposible que el Gobierno organice un conjunto de reglas aplicables a todas las industrias. Por eso, surgen tantas dificultades y disputas en el proceso de aplicación de las leyes laborales.

Además, Kang afirma que antes, en nombre de la estabilidad política y social, la formulación de medidas reglamentarias podía resultar justificable. Pero ahora el ambiente general ha experimentado cambios drásticos, señala. “Actualmente, en Taiwan hay libertad total en lo que se refiere a la formación de partidos políticos y la prensa”, indica Kang. “Entonces, ¿por qué están todavía sujetos a severas restricciones los derechos laborales, y más en concreto el establecimiento y las alianzas de los grupos sindicales?”

Según la actual Ley de Sindicatos Laborales, solamente se puede establecer un sindicato laboral a nivel nacional. De esta manera la Federación China de Trabajadores (CFL, siglas en inglés) es la única organización legal. Ahora bien esta normativa, como dice Kang, data de los años cuarenta, cuando aún existía la ley marcial. Hoy día, ha quedado obsoleta, y viola los conceptos básicos de los derechos humanos internacionalmente reconocidos, tales como el de libertad de asociación y de establecer sindicatos independientes.

Aún más, además de recibir subsidios del Gobierno, el CFL no ha luchado activamente por los derechos laborales y no representa realmente a los trabajadores. La razón es que las juntas directiva y supervisora del CFL están principalmente compuestas por representantes de los sindicatos profesionales, y muchos de ellos tienen sus propias empresas. Por lo tanto su posición, estrictamente hablando, es la de un patrono, no la de un trabajador. “Lo que le preocupa al CFL es el problema de la tasa de la prima consagrada en la Ley de Seguro Laboral y el Programa de Seguro Nacional de Salud”, profundiza Kang. “Los problemas prácticos concernientes a condiciones laborales tales como la seguridad industrial, horario de trabajo e indemnizaciones por despido, carecen de importancia para ellos”. Desde su establecimiento, el CFL ha sido un símbolo más que un grupo dirigente que cumple con sus obligaciones, añade él.

En vista de todos estos problemas, es absolutamente necesario que se flexibilicen las leyes, enfatiza Kang. “Si los trabajadores tienen la capacidad y el deseo de organizar un sindicato, pueden tener derecho a hacerlo”, sugiere él. “El permanente control gubernamental solamente resultará en el desarrollo anormal de los sindicatos laborales”. En el presente, muchos grupos laborales locales, incluyendo el Frente Laboral de Taiwan, se han unido para instar a la revisión de las leyes laborales, con el fin de establecer la base legal para un sindicato a nivel nacional que pueda realmente encargarse de las necesidades de los trabajadores.

Por otra parte, Chen considera que el impacto que ha causado el movimiento laboral existente es mínimo. “En el presente, no hay un ambiente saludable que pueda cooperar con el crecimiento del movimiento laboral”, dice él. “La razón principal es que bajo las estrictas reglamentaciones gubernamentales, el desarrollo de los sindicatos de trabajadores está muy controlado”. Además, después de dejar a un lado el elemento político, el movimiento laboral no tiene casi substancia. Prefiriendo no mencionar a políticos específicos, Chen afirma que éstos usan frecuentemente el movimiento laboral como herramienta de sensacionalismo para incrementar su influencia local, en lugar de promover seriamente el bienestar laboral y la promoción de la justicia social.

Chen también indica que en ciertos casos de disputas o confrontaciones entre patronos y trabajadores, iniciadas por los últimos contra los primeros, algunos políticos (en particular, legisladores) tanto del KMT (Kuomintang) como del partido de la oposición, el Partido Democrático Progresista, han hablado en favor de los trabajadores. Chen critica sus motivos, porque los políticos parecen tener más interés en aumentar su popularidad que en lograr cualquier mejora a largo plazo para los trabajadores. En cuanto a la protesta del 1º de mayo, los participantes, de hecho, fueron en su mayoría empleados de las empresas estatales preocupados por sus “tazas de arroz” ante la inminente privatización, observa Chen. “Estaban luchando por sus propios intereses, no por los de los trabajadores en general”, dice. “Por lo tanto, no es completamente exacto decir que aquí el movimiento laboral ha tenido gran impacto”.

Aun así, el CLA ha escuchado algunas de las demandas de los activistas laborales y ha planeado, por ejemplo, introducir un prototipo de seguro de desempleo. Conforme al borrador redactado por el Consejo, los empleados a jornada completa que pierden su trabajo pueden solicitar los beneficios de desempleo, equivalentes a entre tres y seis meses de su salario mensual anterior. Pero aquéllos que pierden su empleo por violar las reglamentaciones laborales, así como los que rehúsan aceptar nuevos empleos o recibir entrenamiento vocacional, no tendrán derecho al beneficio de desempleo. El dinero necesario para crear el nuevo programa procederá del actual programa de seguro laboral, según la fórmula preliminar.

Chan comprende que según esta propuesta, la gran mayoría de los miembros de los grupos indígenas de Taiwan que se dedican a trabajos manuales, con frecuencia estacionales y temporales, quedarían excluidos. “Como este programa no tiene precedentes y puede causar un gran impacto, necesitamos ser cuidadosos al ofrecer estos beneficios”, explica Chan. “Ningún sistema, una vez implementado, debe ser revocado. Como presidente del CLA, tengo que ser responsable de ello”, admite. Por eso, a pesar del fuerte apoyo de los grupos laborales locales, Chan dice que deben realizarse revisiones más profundas antes de la puesta en vigor de este plan de seguro.

Con la vista puesta en la futura implementación del programa de seguro de desempleo, el CLA inició un plan piloto en julio pasado, ofreciendo un subsidio de entrenamiento vocacional de entre NT$10.000 (US$290) y NT$15.000 (US$435) a aquéllos que están desempleados involuntariamente. Los aborígenes pueden obtener una cantidad adicional de NT$2.000 (US$58). Los solicitantes pueden recibir el subsidio durante un máximo de seis meses, pero deben participar en el entrenamiento vocacional por un mínimo de ochenta horas al mes. El programa está diseñado para proporcionar una ayuda temporal, y su objetivo principal es ofrecer a los desempleados orientación, formación y la oportunidad de encontrar trabajo. Al mismo tiempo, el CLA redoblará sus esfuerzos para construir una red completa de entrenamiento vocacional y colocación a través de la cooperación con instituciones académicas y el sector privado. Eso, subraya Chan, es muy importante antes de que se implemente el programa de seguro de desempleo.

Chan admite que el índice de desempleo de la isla ha incrementado en los últimos tiempos. Aun así, resta importancia a la situación diciendo que esto fue experimentado por muchos países, incluyendo Japón y varios países europeos, durante sus períodos de rápido desarrollo económico y tecnológico. También afirma que los residentes locales no deberían reaccionar de forma tan negativa ante las perspectivas del mercado laboral de Taiwan tras la integración de la isla a la OMC, porque ésta traerá nuevas oportunidades de trabajo. “La solución fundamental al problema del desempleo es brindar la oportunidad de encontrar trabajo a los desempleados a través del entrenamiento vocacional”, enfatiza Chan. “La formación en una segunda destreza profesional es muy importante, porque ofrece más oportunidades de trabajo a la gente”. Si no se tienen sólidas habilidades de trabajo, seguramente no se encontrará una plaza de trabajo. “Es hora de que el mercado laboral local sea reactivado. ¡No sólo la nación como un todo debe ser competitiva --también los individuos!”

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