27/04/2024

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Un museo de piedras y arte

01/03/1999
El museo se divide en diferentes categorías de artículos, incluyendo fósiles, minerales, esculturas de piedra y bronce, y otras piedras con “formas especiales”.

o existen dos piedras exactamente iguales en la Tierra”. Así le dijo a Chen Jen-te en una oportunidad un anciano que coleccionaba rocas como pasatiempo. “Sus palabras me conmovieron, y desde entonces comencé a ver las rocas desde una perspectiva completamente diferente. Desde entonces, su belleza y singularidad me han encantado”, explica Chen. Luego de su primer encuentro con el anciano coleccionista de rocas, Chen se dedicó a leer todos los libros a su alcance que hallaba sobre rocas y piedras. Además (algo que preocupaba a su esposa e hijos), comenzó gradualmente a dedicar todo su tiempo libre a recoger piedras. Era el año 1961, y Chen tenía veintiocho años.

En ese entonces, Chen era dueño de la Librería Frijol Rojo en Chiayi, la cual parecía tener un buen futuro por delante. Asimismo, por estar entre libros la mayor parte del día, tenía más oportunidades para obtener y absorber información sobre su nuevo pasatiempo tanto de las publicaciones nacionales como de las internacionales. A medida que su librería y sus otras inversiones fueron prosperando durante los años sesenta y setenta, se hacía de más tiempo para recurrir a los estudiosos y expertos que le ayudaban a enriquecer sus conocimientos sobre las piedras. Cuando sus amigos se enteraron de su curioso pasatiempo, comenzaron a enviarle rocas a manera de obsequio, y por su dedicación y esfuerzo al estudio de la colección de rocas y piedras, lo apodaron “Dr. Piedra”.

La década de los ochenta fue un período de gran desarrollo económico en Taiwan, y la Librería Frijol Rojo seguía prosperando tanto, que Chen había acumulado una pequeña fortuna y su tienda se estaba convirtiendo en un punto de referencia obligado entre los residentes de Chiayi. Durante este período como librero, Chen necesitaba viajar al extranjero de vez en cuando. A raíz de ello, tuvo muchas oportunidades de visitar museos de rocas en otras partes del mundo, profundizar en sus conocimientos y recolectar nuevos especímenes. El rápido crecimiento y continuas mejoras de las diversas colecciones de Chen se debió principalmente a esos viajes a mediados y finales de los ochenta. Naturalmente, también dedicaba una gran parte del tiempo a la librería y a sus inversiones en las industrias editoriales y de la construcción. A pesar de que sus recursos financieros le facilitaban los viajes, la investigación y las compras con que sustentar su pasatiempo, las demandas prácticas de sus diversos negocios no dejaban de constituir obstáculos. Sin embargo, esta situación iba a cambiar pronto.

Un museo de piedras y arte

Un fósil simétrico de estrella de mar incrustado en el centro de una piedra.

“En un examen médico en 1990, me diagnosticaron que había contraído trombosis coronaria”, dice Chen. “El médico me advirtió seriamente que si no cambiaba mi estilo de vida y comenzaba a prestar más atención a mi salud, podía morir en apenas dos o tres minutos si la enfermedad se desarrollaba”.

Ante la gravedad de su condición, Chen tomó de inmediato la importante decisión de cerrar sus negocios y jubilarse. Compró un terreno en las afueras de Chiayi, y así comenzó a llevar una vida tranquila y ordenada. En consecuencia, y al tener mayor tiempo para descansar, la salud de Chen mejoró muchísimo.

Para Chen, lo mejor de haberse jubilado a temprana edad y haber prestado mayor atención a mejorar su salud fue la libertad que encontró para poder dedicarse a su pasatiempo de tantos años. Al principio, Chen mostraba su colección sólo a sus amigos y parientes. En 1994 la ex alcaldesa de Chiayi, Chang Wen-ying, hizo una visita a Chen y admiró su inmensa colección. Los medios de comunicación locales cubrieron la visita de Chang y, a solicitud de la alcaldesa, Chen abrió su colección al público. La exhibición original causó tal sensación que muchos otros quisieron participar. Poco después, se inauguró el “Museo de Piedras y Arte” de Chen. Sus operaciones formales se iniciaron en abril de 1994.

Con su actual configuración, el ambiente del museo supera el de una simple sala de exposición, ya que los artículos de Chen se exhiben en tres grandes almacenes fabricados de aluminio corrugado sobre una extensión de aproximadamente 5.400 pies cuadrados. El museo abre al público todos los días del año, desde las 2:00 hasta las 6:00 P.M. “Hasta ahora, el museo no ha dejado de abrir ni un solo día. Además, cualquier persona es bienvenida-- la entrada es gratuita”, explica orgullosamente Chen. Primero, Chen tuvo la responsabilidad de encargarse de todos los aspectos del museo. Su esposa e hijos no tenían interés en sus rocas y fósiles, por lo que no fueron de mucha ayuda en los asuntos cotidianos del museo. “En ese tiempo, mi esposa y familiares se oponían a mis planes. Me consideraban un excéntrico y se burlaban de mí por gastar tanto dinero y tiempo en las piedras”.

A pesar de estos aparentes obstáculos, Chen estaba determinado a continuar con su pasatiempo. Siguió discutiendo el tema del museo con su esposa, tratando de hacerla entrar en razón. “Le dije a mi esposa: soy un hombre viejo. Permíteme hacer lo que realmente me interesa, para que mi vida tenga sentido”. Poco a poco, su esposa e hijos comenzaron a cambiar de actitud. Aunque su entusiasmo por el museo nunca ha igualado el de Chen, sí ayudaban cuando llegaban muchos visitantes. La mayor parte del tiempo, sin embargo, Chen es quien carga con todas las responsabilidades respecto al mantenimiento de las piezas de las colecciones del museo.

Un museo de piedras y arte

Un fósil de trilobita del período cámbrico.

e qué constan exactamente las colecciones de Chen hoy en día? Actualmente, comprenden más de seis mil piezas que pueden clasificarse en cuatro categorías principales: piedras con “formas especiales”, fósiles, minerales y esculturas de piedra y bronce. Con mucho esfuerzo, Chen logró completar colecciones de unos doscientos tipos de minerales comunes, así como de otros preciosos. El éxito financiero de su librería y de sus inversiones, que ha sido el respaldo de Chen tras su jubilación, le proporcionaron los recursos con que hacer las compras necesarias para completar sus colecciones y mantenerlas al día.

Asimismo, Chen ha coleccionado fósiles que representan historias antiguas y que no se encuentran con frecuencia. Muchos de los fósiles en esta categoría del museo de Chen son considerados muy antiguos. La datación de estos objetos es un tema controvertido, y no se ha llegado a un acuerdo sobre la fiabilidad de los procesos científicos que se usan hoy en día para determinar la antigüedad de, por ejemplo, un fósil de trilobita del período cámbrico, un cráneo de Scutosaurus, unos huevos de dinosaurio o unos antiguos caparazones de tortuga. El museo de Chen también aloja dos grandes esqueletos de animales extinguidos: el rinoceronte lanudo y el mamut. Además, el museo exhibe las obras de los escultores más famosos de Taiwan.

Hasta ahora, la búsqueda de artículos para completar su colección ha llevado a Chen a cincuenta y nueve países diferentes y a casi todos los continentes. Viaja a EE UU y a Japón todos los años para participar en exhibiciones de joyas, rocas y minerales. “Lo más excitante para mí es ver enfrente algo sobre lo que sólo había leído”, dice Chen. “Pero creo que todos somos iguales en ese sentido --supongo que la gente tiende a desear cosas misteriosas que no puede poseer”, añade sonrojándose un poco.

Chen también expresa su deleite al constatar el continuo aumento de visitantes que vienen a su museo. La mayoría de ellos son estudiantes --de preescolar, primaria, secundaria y universitarios. “Este museo fue creado, por su propia naturaleza, para educar y ofrecer a los visitantes imágenes concretas a través de la exhibición de objetos auténticos”, explica Chen. “Espero que los visitantes comprendan mejor el proceso de desarrollo del mundo de los seres vivos a través de la observación de estos fósiles y minerales, así como la historia de la Tierra en su totalidad”. Chen señala que se siente gratificado cuando ve el entusiasmo de los estudiantes al observar de cerca estos objetos, que sólo conocían por las fotografías de sus libros de texto en las clases de ciencias de la tierra.

El museo de Chen se llena de turistas de Taiwan y del exterior especialmente durante los fines de semana y días feriados. Hasta la fecha, visitantes de por lo menos dieciocho países diferentes han venido aquí. Gracias a la propaganda de los medios de comunicación, el museo de Chen se ha vuelto muy popular, incluso famoso. “Este museo se ha convertido en cita obligada en la visita a los sitios turísticos de Chiayi, junto a otros más conocidos como la Montaña Ali”, dice Liang Chia-hui, un guía turístico que acompaña a un grupo de ancianos en su visita al museo. “Es un buen lugar para traer gente durante cualquier día de la semana. Es uno de esos lugares que son divertidos y al mismo tiempo educativos”, dice ella. Lo más importante es que el museo ofrece a la gente una nueva perspectiva sobre lo que son las piedras, señala. “En general, la gente suele pensar que ‘las piedras son piedras’, que no son nada especial”, continúa. “Pero, después de visitar el museo, quedan maravillados al encontrar tantos tipos de piedras, y tantas diferencias en términos de forma, color, composición y antigüedad”.

Otro visitante, Ho Chen-yuan, habla acerca de lo inmensas y ricas que son las colecciones del museo, y de cómo debería dársele más publicidad. “Admiro verdaderamente el generoso acto de Chen al exhibir al público estos objetos tan valiosos”, dice Ho. “No es fácil que un solo individuo coleccione tantos objetos de este tipo. Algunos de ellos se remontan a hace miles de años”, dice, impresionado con los logros de Chen. Ho dice que visitaría el museo aunque tuviese que pagar la entrada. “Como residente de Chiayi, me siento orgulloso de disponer de un lugar de este tipo para poder visitarlo con frecuencia. Siempre que vengo aquí me lleno de inspiración. Además, aprendo algo de ciencia”.

Hace algún tiempo, al darse cuenta de su avanzada edad, Chen preparó un testamento en el que indicaba su decisión de donar sus colecciones al Gobierno. “Tengo más de sesenta años, y puedo morir en cualquier momento. Tengo que disponer con la debida antelación de estos preciados objetos”, explica Chen. “Después de reflexionar detenidamente, pensé que donarlos al Gobierno sería la mejor solución”. Se propuso un plan para restaurar el antiguo edificio de la asamblea municipal, ahora desocupado. El total de los gastos se estimó en NT$150 millones (US$4,5 millones), que desembolsarían conjuntamente la Ciudad de Chiayi, el Consejo para Asuntos Culturales (CCA, siglas en inglés), y el Gobierno Provincial de Taiwan. Pero los consejales de la Ciudad de Chiayi cortaron el presupuesto para la restauración planeada, dejando el proyecto estancado y provocándole tristeza y desilusión a Chen.

Afortunadamente, ocurrió algo inesperado. En febrero de 1998, el vicepresidente Lien Chan y el vicepresidente del CCA, Wu Chung-li, visitaron el museo de rocas de Chen. Lien y Wu quedaron impresionados con el gran tamaño y la diversidad de las colecciones de Chen, y reconocieron la importancia de dar el mantenimiento apropiado a estas piezas artísticas para su conservación. Prometieron a Chen que colaborarían en la transformación y el mejoramiento de su museo para que alcanzara categoría nacional. Además, se propuso que el futuro museo llevara el nombre de Chen.

a alcaldesa de la Ciudad de Chiayi, Chang Po-ya, expresa su admiración a Chen por su obra. “Debemos brindar un tributo a Chen Jen-te, por su gran dedicación a la preservación cultural, llevada adelante a costa de sus ahorros y energía”, dice Chang. “El es un orgullo para Chiayi. Nos sentimos muy honrados de tener un ciudadano tan distinguido aquí, y estoy convencida de que es difícil encontrar a alguien como él”. La mayoría de la gente en Taiwan se preocupa por ganar dinero y alcanzar un nivel social más alto, por lo tanto, el caso de Chen es una anomalía. “Al principio”, indica Chen, “algunas personas me miraban cínicamente, pensando que le dedicaba tanto tiempo, dinero y energía a mis colecciones y al museo como paso previo para introducirse en la política local. Simplemente no podían creer que existiera una persona que deseaba donar al Gobierno lo que había conseguido durante su vida sin esperar nada a cambio. Pero, con el pasar del tiempo, comprendieron poco a poco quién soy yo”.

La gente pregunta con frecuencia por el valor monetario de las colecciones de Chen, pero él se niega a revelarlo. “Para mí, todas estas piedras no tienen precio. Todas tienen el mismo valor y significado”, expresa. “No pueden valorarse en dinero. De cualquier manera, ya he decidido donarlas al Gobierno. No tiene sentido hablar sobre su precio”. Su poca certeza y preocupación sobre los detalles financieros se evidencia también en la vida personal de Chen. Tiene cuatro hijos adultos, tres hombres y una mujer. “No les compré casas, y tampoco pienso dejarles dinero después de mi muerte”, dice. “De hecho, todos viven en casas alquiladas, y tendrán que ganarse la vida ellos mismos”.

El último obstáculo para encontrar un alojamiento adecuado y permanente para las colecciones de Chen, sin embargo, se refiere al costo. Aunque por parte de Chen, su mayor deseo es algo menos tangible: que el Gobierno lo convierta en un museo nacional lo más pronto posible, para que estas reliquias culturales puedan ser conservadas con el mayor profesionalismo. “Realmente deseo estar vivo para llegar a ver el museo. Por favor, no quisiera irme sin ver mi deseo hecho realidad”, exhorta. Un halo de resignación ambigua parece envolver su rostro.

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