09/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Semillas para el futuro

01/07/1999

urante miles de años, la madre naturaleza nos ha ofrecido recursos para el desarrollo de la civilización humana. La gente hace uso de los animales y las plantas, entre muchos otros recursos, como alimento, vestido, medicamento y materia prima para la construcción. Los chinos tienen fama, especialmente, por su herencia culinaria y métodos curativos basados en el uso de estos recursos. Por ejemplo, durante mucho tiempo algunas plantas y partes de animales han sido consideradas medicamentos más efectivos que los fármacos de síntesis química. Muchos doctores de medicina china y sus pacientes creen que estas sanas recetas tradicionales son mejores que los medicamentos sintéticos porque no producen efectos secundarios.

Sin embargo, estas prescripciones y recetas tradicionales ocasionan otro tipo de efecto secundario --una imagen negativa de los chinos desde una perspectiva conservacionista. Los productos elaborados con animales y plantas raros o en peligro de extinción se hallaban antes con facilidad en las farmacias o restaurantes chinos, donde se pulverizaban o cocinaban con otros ingredientes. Durante las últimas décadas, en que Taiwan se centraba en su desarrollo económico, los animales y plantas se vieron en peligro aún más grave de extinción con la transformación de sus hábitats en ciudades y zonas industriales. “El valor de la conservación es difícil de cuantificar. No se sabe a cuánto equivale en Dólares Nuevos de Taiwan la conservación de la tierra y el agua, o cuál es el valor del aire limpio”, dice Tang Hsiao-yu, jefe de la División para la Conservación de Recursos del Consejo de Agricultura (COA, siglas en inglés). “En cambio, calcular el desarrollo económico es mucho más fácil --cuántos apartamentos se construirán en un proyecto de edificación de viviendas, o cuánto beneficio producirá la creación de un parque industrial. Es difícil superar las cifras concretas con las ideas abstractas”.

El momento crucial se presentó a mediados de los noventa. Taiwan enfrentaba la dura crítica de los grupos conservacionistas internacionales y las sanciones comerciales impuestas por la Enmienda Pelly en 1994. Asimismo, los asuntos conservacionistas comenzaron a discutirse abiertamente en los medios de comunicación de Taiwan. “Desde la perspectiva económica, las sanciones comerciales provocaron una crisis en Taiwan”, dice Tang. “Sin embargo, desde el punto de vista conservacionista, estos acontecimientos marcaron un cambio decisivo para Taiwan, obligando a la gente a prestar atención a los asuntos relacionados con la conservación y a hacer algo al respecto”.

Ya fuera por temor a las sanciones comerciales o por la vergüenza provocada por la crítica internacional, el público general en Taiwan comenzó a desarrollar cierto nivel de conciencia conservacionista. Fue un cambio verdaderamente decisivo --pero por desgracia, el cambio se quedó a medio camino. Los huesos de tigre y los cuernos de rinoceronte ya no se vendían en las farmacias de medicina china en Taiwan (o por lo menos no se exhibían públicamente), y un gran número de personas comenzaba a darse cuenta de que los animales necesitaban protegerse; sin embargo, era un grupo relativamente menos numeroso el que advertía que debía darse igual importancia a la conservación de la flora en la isla. Basta echar un vistazo a la lista de organizaciones no gubernamentales encargadas de la conservación para hacerse una idea del panorama general. Numerosos grupos se centran en la conservación de alguna o varias especies de animales, pero al preguntársele a Tang sobre las organizaciones encargadas exclusivamente de la conservación de la flora, dice que no le viene ninguna a la mente. De hecho, las leyes que regulan la conservación en Taiwan se ocupan más de la fauna que de la flora. Por ejemplo, las Reglamentaciones para Implementar la Ley de Conservación de la Vida Silvestre llevan más de cuatro años en vigor; sin embargo, una ley para la conservación de la flora aún está en trámite en el COA.

Semillas para el futuro

Cada especie en Taiwan es parte de la cadena ecológica de la isla. Con lo bella que es aún hoy Taiwan, no es difícil imaginar cuán hermosa era antes de que los seres humanos se olvidaran del medio ambiente.

n obstáculo para la conservación de la flora es el pensamiento chino tradicional. “Se dice que no tenemos derecho a matar porque todas las vidas valen lo mismo --refiriéndose a todos los animales que viven”, señala Chiou Wen-liang, un investigador en el Instituto de Investigación Forestal de Taiwan del gobierno provincial (TFRI, siglas en inglés). “Bajo la influencia de ese concepto, la gente piensa que matar animales para comérselos o con otros fines es un acto cruel e inhumano. En cambio, arrancar plantas, por ejemplo para hacer arreglos florales, es algo elegante”.

A pesar del refrán que dice que es mejor tarde que nunca, la demora podría hacerlo todo más difícil. Las plantas y los animales de Taiwan llevan mucho tiempo amenazados por el desarrollo económico. Se puede citar el caso de la azalea de Wulai que crecía únicamente en una reducida área en el norte de la isla. Esta especie acabó extinguiéndose una vez que su hábitat quedó sumergido tras la construcción de una represa. En consecuencia, los científicos han tenido que dedicar más de diez años a la restauración de esta especie en las cercanías de su hábitat original. La azalea de Wulai y otras diez especies de plantas raras (incluyendo la Cycus de Taitung, la Keteleria de Taiwan y la Amentotaxus de Taiwan) han sido seleccionadas para ser protegidas conforme a las normas de la Ley para la Preservación de la Herencia Cultural; además, las áreas donde crecen estas plantas han sido designadas reservas naturales.

Taiwan ha iniciado la protección de determinadas especies raras y en peligro de extinción, y Tang Hsiao-yu, de la COA, explica el cambio que al mismo tiempo ha dado el concepto de conservación en la isla. “Hace diez años, la gente se concentraba en la plantación de ciertas especies. Sin embargo, en la actualidad, la biodiversidad está cobrando mayor importancia”, dice. “Cada especie es parte de la cadena ecológica y una se relaciona íntimamente con la otra; por lo tanto, el ecosistema debe protegerse y considerarse como un todo”. No obstante, durante un paseo en coche por la Autopista Transversal Central se puede observar que en Taiwan aún queda mucho por hacer. Grandes extensiones de bosques han sido transformadas en granjas donde se cultivan frutas, hortalizas y té. “Un ecosistema estable y equilibrado se forma lentamente con el paso del tiempo, pero puede destruirse en un instante con aplanadoras”, dice Chiou Wen-liang. “Muchas especies desaparecen incluso antes de que los seres humanos conozcan de su existencia”. Chiou explica que cuanto mayor sea el grado de biodiversidad, más estable y equilibrado será el ecosistema. Pero con el objetivo de lograr una buena cosecha de una determinada especie se eliminan las demás. Se reduce, así, la diversidad de flora y, con ella, la de fauna --el resultado final es la destrucción del ecosistema.

Algunos conservacionistas sugieren que el mejor método para salvar la naturaleza es simplemente dejarla en paz. Sin embargo, al ver los libros, papeles, escritorios, y otros artículos de primera necesidad que les rodean, y pensar en la creciente demanda de estos objetos debido a la mayor densidad de población, sólo cabe preguntarse si realmente puede la gente dejar de usar artículos fabricados con materias naturales. Un concepto, más práctico y comúnmente aceptado, sobre la conservación es el que fija como su objetivo fundamental garantizar la utilización sostenida de los recursos naturales.

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¿Se respeta mejor la naturaleza simplemente dejándola en paz? Una idea más realista es que la meta de la conservación debería ser garantizar la utilización sostenida de los recursos naturales.

ara alcanzar un nivel suficiente que permita su utilización sostenida, los recursos naturales deben ser administrados en vez de simplemente aislados. A estos efectos, el primer paso a seguir es hallar lo que va a ser administrado, es decir, realizar un inventario de las especies de plantas de la isla, su población, distribución y problemas que enfrentan. Tal inventario se hizo en Taiwan durante el período colonial japonés (1895-1945) y, aunque gran parte de este registro de investigación aún existe, en general su valor académico no es tan significativo porque no es lo suficientemente detallado para los botánicos de hoy.

Los registros del período japonés eran simplemente estudios sobre especies específicas, y no de todo el reino de la flora de la isla, de modo que a los botánicos de Taiwan les queda mucho por hacer. En la actualidad, algunas organizaciones de investigación e institutos académicos de Taiwan dedican mucho tiempo para completar estos inventarios. El problema es que, como no hay una agencia encargada de la organización, los inventarios no pueden realizarse de manera sistemática. Algunas áreas han sido estudiadas más de una vez; otras, en cambio, nunca. Además, dado que cada organización tiene su propio método para registrar datos, es difícil compilar los informes de los diferentes institutos de investigación. Por otro lado, el díficil acceso a las áreas objeto de la investigación ha complicado todavía más el asunto. Las actividades de investigación y de recolección de muestras están prohibidas en las dieciocho reservas naturales de Taiwan. “No podemos saber qué especies existen y por qué están en peligro si no podemos entrar a esas áreas para investigar y recoger muestras”, dice Chiou. “Si carecemos de esa información, es imposible que podamos ofrecer sugerencias sobre por qué o cómo proteger las especies”. En el presente, los guardabosques hacen la vista gorda ante estas actividades “ilegales” porque se dan cuenta de lo poco práctico de esa ley. Sin embargo, los investigadores aún tienen otras preocupaciones: indicar en un informe que una planta proviene de cualquier área protegida, supone confesar haber violado la ley; pero, a su vez, si un informe no especifica el lugar de procedencia de la muestra, pierde su sentido.

También el Gobierno tropieza con problemas en su tarea de conservación de la flora. La primera dificultad es la inexistencia de un marco legal sólido. En la actualidad, entre las reglamentaciones que afectan a la conservación de la flora se cuentan la Ley de Parques Nacionales, la Ley para la Preservación de la Herencia Cultural, la Ley Forestal y otras sobre la anticontaminación y la conservación de la tierra y el agua que entran en el tema de forma menos directa. Según éstas, el Gobierno ha designado dieciocho reservas naturales, seis parques nacionales y veinticuatro reservas forestales donde tanto las plantas como los animales gozan de protección. El problema radica en la falta de ejecución y aplicación de estas leyes debido, principalmente, a la carencia de recursos humanos. La división donde trabaja Tang, la agencia gubernamental de mayor jerarquía responsable de la conservación de la naturaleza, sólo dispone de aproximadamente una docena de empleados a cargo de aplicar las leyes, supervisar su ejecución, y crear políticas conservacionistas.

Los gobiernos locales están en una situación aún más desfavorable --solamente los de cuatro distritos cuentan con secciones de conservación. Tang explica que la ley actual sólo permite la existencia de siete secciones bajo la jurisdicción del buró de agricultura de un distrito. Estos distritos han tenido que fusionar algunas secciones, por ejemplo la sección de ventas y la de promociones, en una sola. En otros distritos, se concede más importancia a la colocación de personal en los departamentos de producción y ventas de cultivos y pescadería que en el de conservación. “En la mayoría de los casos, depende de la actitud del jefe del distrito respecto a la conservación”, dice Tang. Una posible solución a la falta de mano de obra puede provenir de la reciente reducción de personal del gobierno provincial. Ante esta oportunidad de cambios estructurales en la administración, Tang espera que se establezca un sistema conservacionista adecuado.

Un problema persistente que asedia a la conservación de la flora es la falta de autoridad y la ineficacia general en lo que se refiere a la aplicación de la ley. Las reservas naturales están bajo la administración de cinco autoridades diferentes: la Sede de Parques Nacionales, el Buró de Asuntos Forestales, el TFRI, la Comisión de Asuntos de los Veteranos y los gobiernos de distrito. Entre ellos, solamente los seis parques nacionales tienen su propia fuerza policial. Para poder tener autoridad para arrestar a los infractores, los funcionarios de los departamentos de conservación y de las agencias agrícolas y forestales deben ir acompañados de policías regulares. Tang Hsiao-yu dice que el Gobierno no puede hacer nada para que la gente no arranque y se lleve a casa plantas silvestres a menos que se trate de alguna de las once especies protegidas.

Tang enfatiza que la conservación no es una tarea fácil en una isla pequeña con alta densidad de población y una economía que se desarrolla rápidamente. El investigador Chiou Wen-liang comparte esta opinión: “Hagamos lo que hagamos, siempre va a haber un conflicto entre conservación y uso de los recursos naturales”, dice; “la clave es lograr un equilibrio entre ambos”. Para alcanzar ese equilibrio, Taiwan necesita comenzar a reducir su presión sobre la utilización de los recursos naturales.

Si la conservación tiene como meta restaurar los recursos naturales para el beneficio de los seres humanos, al mismo tiempo éstos también deben desarrollar la idea de la “aldea global”, concepto que ha alcanzado gran popularidad en otros países en las últimas décadas. “No talemos árboles ni arranquemos plantas para cultivar frutas u otras plantas más lucrativas --al fin y al cabo, las importadas siguen siendo más baratas”, dice Chiou, “y dejemos que cada semilla crezca en el lugar más adecuado”.

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