08/05/2024

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Reverdecer Taipei

01/07/1999
Situado en el borde sudoeste de la zona centro, el Jardín Botánico de Taipei es un refugio de paz enmedio de los desafíos ambientales que acechan a la metrópolis.

róximo a la amalgama que forman rascacielos, multitudes y vehículos de ruidosos tubos de escape en el ojo de huracán de hormigón del centro de Taipei, se encuentra un escondido oasis donde conviven en armonía y tranquilidad diferentes clases de plantas y animales. Situado en lo que es el perímetro sudoeste de la zona centro, el Jardín Botánico de Taipei ocupa poco más de veinte acres y da cobijo a un total de 1.573 especies nativas y exóticas pertenecientes a 202 familias y 757 géneros. Además de servir como semillero, algunas partes del lugar se dedican a la reproducción de plantas y se han transformado en estanques las zonas bajas. El Jardín se divide en diversas secciones ecológicas, que incluyen un herbario, una sala de muestra de silvicultura e invernaderos.

“La característica principal del Jardín Botánico es la exuberancia que, como resultado de más de un siglo de historia, le confieren un nutrido número de árboles gigantes de frondoso follaje”, dice Fan Yi-bin, funcionario en la División de Biología Forestal del Instituto de Investigación Forestal de Taiwan. “Y su objetivo primordial es el desarrollo de una amplia colección de especímenes vivos de plantas y árboles destinados a exposición, educación, investigación y conservación”. Sin embargo, como explica Fan, debido a la falta de espacios verdes dentro del área metropolitana de Taipei, durante mucho tiempo el Jardín ha sido utilizado por la mayoría de los residentes del área igual que un parque cualquiera como lugar de ejercicio y recreo.

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Cada vez se pone un mayor énfasis en la conservación de la flora, ya sea en forma de preservación genética, investigación o educación.

Todos los días (especialmente por la mañana temprano) acude gente al Jardín para correr, practicar taichi y bailar; y en verano el estanque de loto se convierte en una de las principales atracciones de Taipei, con su amplia profusión de hojas y bellas y olorosas flores. “A pesar de ello, sigue habiendo una diferencia fundamental entre un parque y un jardín botánico: en este último, los trabajos se orientan más a la recogida y regeneración de especímenes de árbol vivos, así como a la promoción del concepto de conservación mediante exposiciones de plantas y explicaciones de índole ecológica”. Por ello, el Instituto de Investigación Forestal ha adoptado en los últimos tiempos una serie de medidas, propuestas por estudiosos y expertos, que servirán para restituir al Jardín los propósitos y funciones que originalmente estaba destinado a cumplir.

Fan explica cómo la tarea de siempre del Instituto es la conservación genética y la regeneración de diversas especies, en especial las que entran en las categorías de raras o en peligro de extinción. “La política del Jardín ha sido invariablemente primar la conservación de la flora, y la hemos venido aplicando de forma coherente”, subraya Fan. “Trabajamos en un doble frente: la recogida de semillas a gran escala y, por otro lado, la promoción del concepto de conservación entre el público”.

Consecuentemente, se ha creado un banco de semillas para experimentación con cultivos y propagación de tejidos, y en la recogida de retoños por toda la isla se han invertido muchos recursos y energías. El personal del Jardín se desplaza, asimismo, hasta Europa, América, Australia, Africa y el sudeste de Asia en busca de especímenes de árbol para su cultivo posterior aquí. La mejora en instalaciones y el aumento en el volumen de plantas, con una colección que en la actualidad excede las 1.500 especies, han permitido al Jardín realizar una aportación decisiva a la investigación académica y a la divulgación del estudio de las ciencias naturales en Taiwan.

demás de ofrecer una gran variedad de plantas para muestra y experimentación, el Jardín Botánico de Taipei mantiene un histórico herbario, primero de su especie en la isla, cuya construcción data de 1904. La abundancia de especímenes procedentes de numerosos lugares, dentro y fuera del país, supone que el Jardín no sólo pueda desarrollar sus funciones previstas de educación, publicación y exhibición de materiales de investigación, sino asimismo “constituir un valioso patrimonio cultural vivo”, según apunta Fan. Los especímenes de gimnospermas se hallan dispuestos de acuerdo con el sistema de Engler y los de angiospermas, por el de Hutchinson; gracias, por otro lado, a la continua incorporación de ejemplares recogidos a lo largo de estos últimos años por expertos y estudiosos, el herbario cuenta hoy con más de 100.000 hojas diferentes de especímenes.

Atendiendo a fines educativos, dentro del Jardín los árboles se encuentran etiquetados con su nombre científico y demás datos pertinentes, tales como lugar de origen y fechas de plantado, florecimiento y fruto; así, el público visitante puede llegar a conocer las diferentes características de las plantas de una forma más clara y precisa. Otro hecho aún más significativo es que los investigadores pueden hacer uso de dichos datos en el estudio a largo plazo de las condiciones de crecimiento de diversas plantas y establecer si determinadas especies exóticas consiguen adaptarse al clima y entorno de Taiwan, una investigación cuyos resultados sirven de importante referencia a efectos de ulterior promoción y regeneración de especies.

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Aquí los seres humanos envidian la armonía de la naturaleza, en contraste con las tensiones habituales de sus propios encuentros diarios.

En los terrenos del Jardín los especímenes de plantas se distribuyen en diecisiete divisiones de cultivo, basadas algunas de ellas en criterios de clasificación sistemática y otras en los de hábitat o utilización práctica. Por ejemplo, la División 1 y la División 2 son esencialmente para gimnospermas, y la División 17 para palmeras. Otras secciones se hallan dedicadas, respectivamente, a los laureles, los robles, las higueras, las leguminosas, los bambúes, las hidrófitas y las plantas de huerta. En los lados norte y oeste del Jardín hay seis invernaderos y una sombreada arboleda, en los que se exhiben diversas plantas y que proporcionan espacio adicional para la realización de experimentos. Fan añade que en los últimos años se ha hecho especial hincapié en la plantación y cría de especies nativas raras y en peligro de extinción, no sólo con vistas a la preservación de sus genes sino también para regenerarlas y, mostrándolas al público, difundir entre éste el concepto de conservación de la naturaleza.

La popularización de dicho concepto, subraya Fan, es esencial y, dado el deterioro del entorno natural ocasionado por la capacidad destructiva humana, urgente. “Actualmente todavía hay muchos residentes a los que no les preocupa lo más mínimo la protección de las plantas o, cabe decir, del medio ambiente en general”, apunta Fan. “A menudo nos entristece encontrarnos con que nuestros visitantes han dañado irreparablemente algunas de las plantas, incluso las de gran significación histórica”. A la vista de ello, y si bien, como admite el propio Fan, el resultado no es muy satisfactorio estéticamente, el Instituto no ha tenido más remedio que rodear con tiras metálicas ciertas secciones.

Pero para hacer frente a este problema de una forma realmente efectiva, el Instituto lleva tiempo tratando de desarrollar y promocionar la educación ecológica y ambiental. “Es imprescindible inculcar en la gente el concepto de conservación, y sólo entonces será ésta capaz de actuar en consonancia”, advierte Fan. “Aun contando con el apoyo del Gobierno, el conservacionismo sólo puede triunfar con la participación del público general”.

Debido a esa necesidad de concienciación desde abajo, el Instituto se las ha arreglado para reclutar a unos 200 voluntarios que tienen a su cargo las visitas guiadas de fin de semana y feriados, explicando el Jardín a los visitantes. Asimismo, organiza regularmente seminarios, talleres, exposiciones de determinadas plantas, de pintura e incluso “concursos de belleza” floral orientados a resaltar la importancia de la conservación. “Confiamos en que una mejor comprensión de los vínculos entre seres humanos y plantas hará que todo el mundo se esfuerce en proteger mejor estos recursos naturales y preste más atención a nuestro entorno”, concluye Fan. “Después de todo, tenemos la responsabilidad de dejar a nuestros hijos un espacio donde puedan vivir adecuadamente y del que disfrutar como lo hemos hecho nosotros”.

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