27/04/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Artistas autodidactos

01/09/1999
Artistas autodidactos

Madre hijo, acuarela de Max Chi-wai Liu

sus ochenta y siete años, Max Chi-wai Liu continúa llevando una vida muy activa como pintor, escritor, conferenciante, traductor y docente, asimismo llevando a cabo estudios de campo e investigación sobre arte y antropología. Sus acuarelas, reveladoras de un temperamento inocente y humorístico sin seriedad académica o adhesión a técnicas concretas, han impresionado a muchas personas. Aunque Liu suele manifestar con modestia que él no se considera un artista y todo lo que hace es simplemente como pasatiempo (y, antes que nada, para ganarse la vida), ha logrado gran admiración en los medios artísticos y culturales de Taiwan, y en la actualidad sus pinturas se venden por millones de Dólares Nuevos de Taiwan.

El crítico y pintor Lin Hsing-yueh dice que lo que diferencia a Liu de otros pintores es que ara el campo de la pintura con un pincel en una mano y un bolígrafo en la otra. A lo largo de los años, Liu ha inyectado conocimiento del arte occidental en Taiwan mediante su constante búsqueda de conocimientos y elocuencia en el idioma inglés. Además de colaborar en revistas con artículos sobre la evolución del arte occidental, comparaciones de pinturas chinas y occidentales y sus experiencias personales en el estudio del arte, también ha publicado varios libros, tales como Alegría en el arte, Palabras de arte, Pintura de acuarelas, y Teorías básicas de la pintura moderna.

¿Cómo logró el multitalentoso Liu alcanzar su fama de prominente artista? Mucho antes de, hacia la mitad de su vida, tomar los pinceles, ya sentía fascinación por el arte. “Me encantaban las pinturas, pero jamás había estudiado nada sobre técnicas”, dice Liu. “Cuando era estudiante sólo aquellos procedentes de familias acaudaladas podían estudiar literatura, música y pintura”. Dado que su familia no era adinerada, sabía de antemano que tendría que planificar de manera práctica su futuro.

Liu cursó estudios superiores en ingeniería eléctrica, principalmente porque ese tipo de conocimientos le facilitarían encontrar trabajo después de graduarse. Luego, trabajó como ingeniero para la Compañía de Electricidad de Taiwan y en la Corporación Azucarera de Taiwan. No fue sino hasta 1949, a la edad de treinta y siete años, cuando visitó una exhibición de acuarelas de Hsiang Hung y quedó tan impresionado con sus obras que comenzó a pintar durante su tiempo libre.

Artistas autodidactos

Max Chi-wai Liu dice que “tener un corazón tierno y una personalidad noble” son requisitos indispensables para una carrera como artista.

Sin la ayuda de mentor alguno, Liu comenzó a leer libros de arte y a relacionarse con numerosos artistas, intelectuales y expertos en este campo con el fin de aprender de ellos. Un año después de haber empezado a pintar, su obra Sala solitaria en el ocaso fue elegida para la quinta Exhibición de Bellas Artes de Taiwan. Su primera exposición individual tuvo lugar en 1951.

Pero, ¿qué necesita un artista para convertirse en artista? “Para ser artista, hay que tener un corazón tierno y una personalidad noble, porque la creación artística es espiritual, no material”, sostiene Liu. “Unicamente cuando uno está lleno de compasión puede crear obras artísticas con sensibilidad y capaces de conmover a los demás”. Liu cree que las técnicas empleadas por el artista no son tan fundamentales --lo importante es que las pinturas revelen emociones sinceras e ideas que conmuevan e inspiren a los observadores.

Por estas razones, Liu no considera esencial que una persona vaya a la escuela para aprender destrezas artísticas. “Se puede aprender a pintar leyendo libros y apreciando las obras de los maestros”, indica Liu. “Además, estudiando por su propia cuenta, los artistas tienen más opciones para elegir lo que les gusta, y pueden profundizar en sus lecturas para ampliar sus horizontes y crear un estilo propio”. Liu añade que los artistas autodidactos no están sujetos a los patrones de las escuelas tradicionales, en cambio los que reciben educación formal pueden hallar muchas dificultades para expresar sus conceptos artísticos de forma libre y completa.

u Ching, otro artista nacional, también cree que la educación formal dificulta a los artistas expresarse libremente porque les hace limitarse a los patrones establecidos. “Están constantemente repitiendo la creatividad de la primera generación”, dice él. Wu es conocido por sus sofisticadas esculturas en madera y oro de hormigas y alas de cigarra. Sus obras dan expresión principalmente a la ecología del gran mundo al aire libre en base a las filosofías y culturas del Este Asiático, y le han hecho acreedor de elogios y aprobación. “Mis obras son el resultado de un proceso de prueba y error. No recibí formación regular en arte. Cuando siento que cierta composición podría ser poderosa e impresionante, me lanzo a ejecutarla”.

Una de sus esculturas, escendientes prósperos --integrada por melones amargos, 238 hormigas de tamaño natural y diversos tipos de insectos y plantas-- fue elegida para ser exhibida en museos de arte y centros culturales de Taiwan y del extranjero, incluyendo Japón y Estados Unidos; además fue adquirida por el Museo Nacional del Palacio en 1993, convirtiéndose Wu en el primer artista vivo que cuenta con una obra de arte en la colección del tesoro nacional, hecho que carece de precedentes. Mucha gente se pregunta cómo Wu ha desarrollado su carrera para llegar al punto de lograr ese gran honor.

Wu nació en el Distrito de Chiayi en el sur de Taiwan, en 1956. No posee ningún título académico notable porque no siguió estudiando más allá del primer ciclo de la escuela secundaria debido a que no le agradaba hacer las tareas escolares. A los dieciocho años tuvo la oportunidad de ver a un amigo tallando una artesanía para exportar y se sintió atraído. Comenzó a practicar la talla en madera por su propia cuenta con la ayuda de libros, y viajó por toda la isla visitando museos y apreciando las obras de los escultores famosos.

Artistas autodidactos

Regresando a casa después del trabajo, de Yu Chin-chang, óleo

Entretanto, Wu llevó a cabo una amplia investigación sobre las técnicas, herramientas y utilización de materiales como el oro, madera, plata y bronce en el tallado tradicional; además trató de hallar la manera de perfeccionar su arte mediante una continua experimentación. Cuando Wu visitó por primera vez el Museo Nacional del Palacio, quedó completamente impresionado por todas las colecciones. Se dijo a sí mismo que si sus obras llegaban algún día a ser exhibidas allí, podría decir que había valido la pena dedicar su vida al arte. La vida de un individuo puede alcanzar, como máximo, alrededor de cien años, pero las piezas de un museo pueden durar cientos o miles de años.

Su gran idealismo, junto con su enorme entusiasmo en el tallado, le impulsaron hacia la búsqueda incesante de la renovación y el progreso. Durante su período inicial, Wu se dedicó a la lectura sobre el desarrollo artístico en Occidente y Oriente, quedando substancialmente influenciado por la expresión de la creatividad y originalidad. Wu reflexionó seriamente sobre el concepto de creatividad y sobre cuál debería ser su estilo. “Creatividad significa hacer lo que nadie ha hecho nunca --o hacer lo que otros quisieran hacer pero no pueden”, expresa Wu. “Esa concepción ha sido la base de mis creaciones artísticas”.

Un artista debe poseer un agudo sentido de la observación, comprensión e intuición, continúa explicando Wu. Estos talentos son innatos y no pueden desarrollarse mediante estudio o formación. Además de esto, los artistas deben tener un sentir auténtico por lo que hacen y entregarse a su trabajo. Wu añade que la meditación Zen y el estudio de las escrituras budistas lo han ayudado a concentrarse en su tarea, con calma y sin distracciones. Su propia exploración y reflexión sobre el misterio y significado de la vida, y su preocupación por todas las criaturas del universo, lo impulsan a una búsqueda constante de conceptos creativos en las técnicas del tallado. Para él, cada obra de arte representa un viaje de la mente y el espíritu.

Durante los últimos veinte años, Wu ha trabajado con gran entusiasmo en el tallado al tiempo que ha soportado soledad, infortunios y un sinfín de fracasos. Algunas obras de arte le ha llevado entre tres y cuatro años terminarlas, trabajando frecuentemente hasta muy tarde por la noche y con sus ojos doloridos ya del cansancio. A comienzos de su carrera vendió la única propiedad que tenía --un pequeño terreno de labranza que había heredado de su padre-- para poder cubrir sus gastos básicos de subsistencia y concentrarse en el tallado. A pesar de todas las dificultades, Wu logró encontrarle un significado a la vida, y su pasión por descubrir lo llevó inexorablemente hacia adelante enriqueciendo su vida y haciéndola sublime. Hasta el momento ha terminado aproximadamente sesenta esculturas en madera y más de 1.000 en oro.

“La ley budista de la causalidad me ha convencido de que mi destino es hacer esto [tallar]”, manifiesta Wu. “Esa es mi misión --y mi responsabilidad-- en esta vida”. Su mayor deseo es hallar un hogar permanente para sus obras. Gracias a los esfuerzos de algunos amigos e intelectuales está cobrando forma un proyecto para crear un museo de escultura. “No creo que estas obras sean de mi propiedad, sino que pertenecen al patrimonio cultural común de toda la humanidad”, expresa Wu.

Artistas autodidactos

Para Yu Chin-chang, la determinación es tan importante como el talento.

odos conocen el cuento de la tortuga y la liebre: a pesar de que la tortuga andaba muy despacio terminó siendo la ganadora por su persistencia. Yu Chin-chang, pintor aficionado, dice que él es como esa tortuga, esforzándose por todos los medios para realizar sus ideales. “El talento puede ser útil para algún aspecto de la creación artística, pero la determinación y el trabajo arduo desempeñan roles más importantes”. Se suele decir que “la práctica lleva a la perfección”, y la única manera de hacer bien las cosas es practicando una y otra vez sin temer las dificultades o fracasos, subraya Yu. Este concepto puede aplicarse a todo --incluyendo la creación artística, añade.

Yu nació en el Distrito de Taipei en 1934, en el seno de una familia pobre con quince hijos. Asistió durante cuatro años a la escuela primaria, y tuvo que dejarla por los cambios ocurridos durante la Segunda Guerra Mundial. Después de la guerra, estudió un año de mandarín, abandonando sus estudios debido a la pobre situación económica de su familia. A los trece años siguió los pasos de su padre, que era minero, y comenzó a trabajar en los túneles, convirtiéndose luego en aprendiz de herrero. A los dieciocho halló empleo en la Compañía de Electricidad de Taiwan gracias a la intervención de un familiar. “En aquella época la vida era dura en la sociedad de Taiwan. Lo más importante para la gente era trabajar tenazmente y simplemente sobrevivir”, dice Yu. “Cualquier tipo de entretenimiento o creación artística era considerado un lujo”.

Yu trabajó como técnico hasta que se jubiló de la Compañía de Electricidad de Taiwan a la edad de sesenta años. Luego, se incorporó a una compañía de ingeniería privada y fue enviado a Arabia Saudita para participar en un proyecto de infraestructura de seis años. Allí, después de la jornada de trabajo, no había mucho en que entretenerse o pasar el tiempo; y así, a falta de reuniones sociales (uno de sus pasatiempos favoritos) por la prohibición islámica sobre el alcohol, su vida en el extranjero se volvió aburrida y solitaria. Entonces Yu, a quien de niño le gustaba dibujar, decidió tomar los pinceles para olvidar el aburrimiento y aliviar su nostalgia por Taiwan.

Cada vez que tenía tiempo libre, usaba un bolígrafo o un lápiz para hacer bosquejos de los paisajes y las figuras que veía en Arabia Saudita. Las diversas características de los lugares escénicos --rasgos arquitectónicos de castillos antiguos, paisajes únicos y cambios en las sombras producidas por el movimiento del sol a través del desierto-- fueron registradas en detalle por Yu como si se tratara de un diario. Tras su regreso a Taiwan en 1985, comenzó a transformar esos bosquejos que había acumulado a lo largo de años en acuarelas y óleos de gran tamaño. Pintó una serie de obras delicadas y realistas que muestran grupos a camello en el desierto, antiguos castillos y mujeres con velo.

La madre de Yu, de noventa años de edad, solía sentarse a su lado para verlo pintar. En una ocasión, le sugirió pintar algo relacionado con su pueblo natal, ahora que había regresado a Taiwan, en lugar de los paisajes de un país del lejano Medio Oriente. De pronto, las palabras de su madre le ayudaron a evocar muchos temas de su niñez, experiencias personales, y a comprender que la sociedad de Taiwan estaba a la espera de ser expresada por su pincel. Desde entonces, las escenas de sus pinturas han experimentado cambios dramáticos. En la actualidad Yu pinta mineros trabajando en pozos, pescadores en balsas de bambú, gente en las herrerías, así como aspectos de la vida rural tales como el cultivo del arroz, la cría de pollos o el cuidado de las vacas. “Siempre que me sumergo en la pintura, mis recuerdos pasados vuelven a revivir, y no puedo parar”. La nostalgia proyectada por Yu sobre su niñez y sus experiencias queda impresa en sus obras, llenándolas con colores cálidos y suaves. “Todos mis sentimientos quedan reflejados en mis pinturas”, añade.

Yu emplea un pincel muy delgado para dibujar y pintar capa por capa en colores de diferentes tonalidades. Esto significa que le lleva más tiempo que a otros pintores terminar una obra, pero su técnica plasma en sus obras un estilo único. Suele trabajar desde temprano por la mañana hasta bien avanzada la noche, y sólo descansa para comer. “Pinto con mucha lentitud, y dedico de tres a cinco meses a cada pintura igual que si fuera una joven bordadora”, dice con una sonrisa sarcástica. “Mis obras dan a la mayoría de los observadores la impresión de delicadeza, y me siento satisfecho con mi propio estilo”.

nterés personal, talento, trabajo arduo y persistencia --¿qué más se necesita para ser un artista?. “Para ser artista se debe tener la valentía de lanzarse en busca de aventuras --hasta el punto de ser capaz de arriesgar la propia vida”, manifiesta Wang Yeh, otro artista autodidacto. “En momentos de creación artística, el artista no debe temerle a nada, y más bien estar dispuesto a soportar cualquier dificultad”. La dedicación total, junto con la constante exposición a fuentes de inspiración creadora, pueden estimular la inspiración y la imaginación. Eso que expresa Wang actúa como importante estímulo para la creación artística y puede ayudar al artista a crear obras únicas de autoexpresión.

Wang visita con frecuencia museos y centros culturales para apreciar y comparar las obras de los grandes maestros. En ocasiones se sitúa delante de una pintura y se queda mirándola por dos o tres horas. Dedicar mucho tiempo a la lectura, ir al cine y ver programas de televisión, facilita la formación de conceptos artísticos que le ayudarán a crear sus propias obras.

En búsqueda de inspiración, Wang llegó a retirarse a una remota área montañosa. Durante ese período de siete años de aislamiento, se ocupó exclusivamente de profundizar en la creación artística, viviendo con una sola comida al día y sin bañarse durante meses. Wang solía salir a observar los cambios de las cuatro estaciones y a explorar los misterios de la naturaleza. Para exponerse a estímulos más fuertes, caminaba por los senderos de la montaña y por los cementerios durante los días de tormenta o a la medianoche. Para su asombro, Wang descubrió que, sumergido en esa atmósfera desolada y triste, le brotaba la inspiración y su imaginación comenzaba a galopar.

Algunas veces Wang bebe alcohol en exceso con el objetivo de entrar en un estado de trance que le ayude a liberarse de las restricciones del mundo real y entrar en el mundo interior del subconciente. Todos estos métodos han provocado drásticos cambios en su estilo y temática. Sus obras muestran generalmente colores brillantes y fuertes para representar motivos de las religiones folklóricas y mitologías de Taiwan entremezclados con imágenes de la sociedad tales como la búsqueda del poder, la riqueza, el placer carnal y la fama. Sus obras están llenas de misterio y fantasía, y saturadas de tensión e inquietud. El estilo onírico y poco común de sus pinturas le ha hecho ganar mayor atención y fama.

Antes de dedicarse completamente a la pintura a los cincuenta años, Wang trabajó como artesano decorador de templos durante más de dos décadas. Durante ese período aprendió a pintar temas muy diversos, tales como deidades taoístas, personalidades legendarias, animales, plantas, peces y paisajes naturales. Esta experiencia le ayudó a cultivar sólidas destrezas en la pintura.

Además, las difíciles experiencias de su pasado lo llevaron a darse cuenta de las crueles realidades de la vida. Sus padres murieron cuando era todavía niño, y vivió en una situación de extrema pobreza, deambulando de un lugar a otro con sus hermanos y ganándose la vida vendiendo paletas de helado. “Mi lamentable niñez y todos los infortunios que viví tuvieron un tremendo impacto en mis creaciones artísticas”, dice Wang. “Estas experiencias junto con mi propia observación del mundo secular se han transformado en los temas de mis obras”.

Para Wang, pareciera que no hubiese momento de descanso. “Todo el día y toda la noche reflexiono sobre cómo mejorar y cómo introducir cambios en mis obras”, manifiesta Wang. “Aunque esté descansando, mi cerebro continúa ocupado con un sinfín de ideas”. En ocasiones, Wang se encuentra malhumorado y mentalmente inestable a causa de los cambios dramáticos de su condición espiritual producidos por su hábito de beber alcohol en grandes cantidades y frecuente exposición a diferentes situaciones. “Aunque el proceso de creación artística suele ser doloroso, cuando veo alguna de mis obras terminada mi alegría y satisfacción son indescriptibles. Mi único deseo es poder disfrutar de buena salud y longevidad para continuar pintando y dejar muchas obras más”, concluye Wang.

Popular

Más reciente