05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Una misión que cumplir

01/11/1999
Fu Jen se halla a la cabeza en la lista de preferencias para centros privados de muchos estudiantes que participan en el Examen Conjunto de Ingreso a la Universidad.

n el Libro del Apocalipsis, en la Biblia, San Juan ve “una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida del sol, con la luna por pedestal y una corona de doce estrellas”. La mujer “dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios”.

En todo el mundo, incluido Taiwan, pueden encontrarse imágenes extraídas del Libro del Apocalipsis. En el emblema y bandera de la Universidad Católica de Fu Jen en Hsinchuang, distrito de Taipei, un círculo formado por doce estrellas simboliza, según la lectura católica del Libro, a la Virgen María. Las palabras latinas del emblema representan los ideales del centro: Verdad, bondad, belleza y santidad.

Doce estrellas: una imagen. Harold Bloom, destacado crítico literario y religioso estadounidense, habla en su libro Presagios del Milenio, de 1996, de “imágenes de la espiritualidad humana”. “Las imágenes tienen su fuerza y persistencia propias”, afirma. “Son prueba de... una frontera trascendente que marca, bien un límite a lo humano, bien una falta de límites que puede hallarse más allá de lo humano. Vuelvo aquí a... ‘ese mundo suprasensible que no es ni el mundo empírico de los sentidos ni el mundo abstracto del intelecto’. En ese mundo intermedio reinan las imágenes”. Para el Padre Matthias Christian de los Siervos del Verbo Divino, capellán y profesor asociado en la Universidad Católica de Fu Jen, su centro académico viene a ser ese “mundo intermedio” en el que se conectan e integran creencia subjetiva y conocimiento objetivo. Ni empírico ni abstracto, el principio interdisciplinar que trasciende los límites de cada campo particular de aprendizaje constituye un tema de estudio muy apropiado para una universidad católica.

Fu Jen, en la actualidad una de las universidades privadas de mayor prestigio en Taiwan, fue fundada por la Santa Sede en Beijing en 1925 y confiada a los Padres Benedictinos de la Archiabadía de St. Vincent en Latrobe, Pennsylvania. En 1933, a causa de los problemas financieros que la depresión económica mundial de aquel tiempo había creado a la Orden Benedictina, la misma Santa Sede pidió hacerse cargo de la universidad a los Siervos del Verbo Divino. En 1949 los comunistas chinos entraron en Beijing y al año siguiente la pusieron bajo su control; otro año más tarde, la universidad fue confiscada y absorbida por la Universidad Normal de Beijing.

Una misión que cumplir

Las estudiantes del Instituto Femenino Wesley, antes del comienzo de un concurso de animación. El centro se fundó con la ayuda de Madame Chiang Kai-shek, fervorosa metodista.

En 1959 el Papa Juan XXIII solicitó la refundación de Fu Jen en Taiwan y unos años después, en 1963, el centro comenzó a aceptar candidatos procedentes del Examen Conjunto de Ingreso en la Universidad. En la actualidad, la Universidad Católica de Fu Jen es administrada concertadamente por tres entidades: el Congreso de Obispos Chinos tiene a su cargo las facultades de humanidades, bellas artes y medicina; los Siervos del Verbo Divino las de lenguas extranjeras, ciencia e ingeniería y ecología humana; y la Compañía de Jesús las facultades de derecho y de administración.

“La cultura cristiana se halla firmemente establecida, con una proyección espacial y temporal suficientemente significativas”, dice el Padre Matthias, un austríaco que lleva treinta y un años en Taiwan. “Puede constituir una buena base para la integración de áreas particulares del conocimiento tales como las ciencias naturales, la sociología y la psicología con la experiencia religiosa”. Según él, la diferencia entre cristianismo y budismo radica sobre todo en la actitud con que abordan la vida terrena: el budismo se plantea la vida en la tierra como una continuación del sufrimiento, buscando una explicación para éste; la perspectiva del cristianismo en relación con la realidad cotidiana es, en cambio, positiva y en cierto sentido compatible con la del budismo zen –a su vez fuertemente influido por la filosofía de índole pragmática inherente a la cultura tradicional china.

Hoy día la Universidad Católica de Fu Jen aparece, junto a las demás principales universidades, en la lista de preferencias de los estudiantes que se presentan al Examen Conjunto de Ingreso a la Universidad. Pocos, sin embargo, son los estudiantes que entran allí porque se trate de una institución católica. Hubo una época en que la mayoría de los directores de departamento eran sacerdotes y monjas, pero el número de profesores creyentes ha descendido considerablemente con el paso de los años –situación que no preocupa demasiado al Padre Matthias: “Hay una especie de energía vital en la comunidad cristiana de aquí. Tanto creyentes como religiosos demuestran una gran capacidad de compromiso y reflexión respecto a su fe”, señala. “Son pensadores independientes con un sentido de responsabilidad. El cristianismo todavía cuenta aquí con un gran potencial, a pesar de que no se hayan producido avances espectaculares”.

Con el propósito de promover la coordinación entre fe espiritual y asuntos más terrenales, el Padre Matthias organizó en los años 70 un grupo, con el nombre “Reflexión y búsqueda”, en el que creyentes y no creyentes se reunían en sesiones de dos horas. La discusión, libre y abierta, sirvió para crear una atmósfera que le animó a formar el Grupo de Diálogo Interfacultativo e Interdepartamental a través del Centro Religioso de Fu Jen. Los encuentros mensuales que se vienen celebrando entre profesores de diferentes facultades y departamentos giran alrededor de cuestiones como “El espíritu científico y la educación integral de la persona” o “El ser humano”. El centro tiene previsto plantear el tema de “El origen de la vida”. “Puede que haya a quien le parezca que nuestras iniciativas explícitamente religiosas son muy pasivas o muy escasas”, dice el capellán. “Pero no queremos imponer nada ni a profesores ni a estudiantes; lo que sí podemos hacer es mostrarles y que ellos elijan”.

Una misión que cumplir

En la televisión de Taiwan, cambiando de un canal a otro, no es difícil acabar topándose con alguno de los populares programas de instrucción de Studio Classroom.

ambién a Connie Wieck, destinada por su grupo Metodistas Unidos como profesora de inglés al Instituto Femenino Wesley de Taipei, le preocupa la libertad de elección en lo religioso. “Las actividades religiosas a las que deben asistir todas las estudiantes, como la clase de video que doy yo, no están dirigidas a imponerles el cristianismo”, explica. “Se trata de abrirles la puerta a una oportunidad para tomar una decisión importante en sus vidas. No importa que la tomen hoy, mañana o dentro de diez años. Lo que importa es que tienen la oportunidad para entender qué es el cristianismo y qué significa llevar una vida cristiana”.

El Instituto Femenino Wesley fue establecido en Taiwan y comenzó a admitir estudiantes en 1961, bajo la dirección de Madame Chiang Kai-shek (ella misma una incondicional metodista), y contando con ayuda financiera para local e instalaciones procedente de la Sociedad de Mujeres para el Servicio Cristiano (ahora Mujeres Metodistas Unidas) y el Consejo de Ministerios Globales de la Iglesia Metodista. El plan de estudios del centro incluye enseñanza de la Biblia, coro, celebraciones religiosas y proyectos de servicio, con profesores religiosos encargados de la coordinación de las clases de contenido metodista. Se espera de las 1.300 estudiantes de Wesley, todas ellas alojadas en dormitorios, que desarrollen un mejor conocimiento de sí mismas y unas sanas relaciones interpersonales, así como capacidades intelectuales y físicas.

En la sección “Mi modelo a imitar” del número de junio de El Jardín de Wesley, en inglés, escribe una estudiante acerca de su profesora cristiana de inglés: “La admiro especialmente porque tiene un corazón bueno gracias a su firme creencia en Dios. Su forma de pensar y de vida me afectan mucho”. Explica Wieck: “A eso es a lo que me refiero cuando digo que las estudiantes ven el cristianismo en acción a través de nosotros y de nuestras vidas. Aunque a veces no estemos enseñando la Biblia, lo que enseñamos es un reflejo del sistema de valores del cristianismo. Nadie ha visto nunca a Dios, pero si nos amamos unos a los otros Dios se nos hace presente. Tratamos de concentrarnos en nuestra labor docente aquí con amor y comprensión”. Según la profesora de inglés, la enseñanza es ya, en sí misma, algo bastante próximo a la fe cristiana –sea o no religioso su contenido. “No puedes separar el cristianismo de tu profesión; todo lo que haces tiene por base tu religión”.

Para Connie Wieck, es muy fuerte el poder religioso en el sistema de valores enseñado a las estudiantes. “Somos una comunidad sostenida por el amor, un amor que procede de Dios, de Cristo. No todos los profesores de Wesley son cristianos, claro, pero creo que ellos también sienten el amor de Dios”, dice. “Por eso prefiere la gente venir a enseñar aquí, en lugar de en otras escuelas”. De los estudiantes de Wesley un tercio son cristianos, mientras que entre los demás hay taoístas, budistas y no creyentes. “Creo que debemos mantener un diálogo abierto y entendernos mejor unos a otros”, apunta Wieck. “Hay a quien le gusta ver conversiones inmediatas, pero yo estoy convencida de que es suficiente con acercar a las personas a la fe cristiana para que en algún momento termine ocurriendo. Y yo no necesito verlo –Dios es suficiente testigo”.

na actitud similar es la adoptada por Doris Brougham, a quien muchos conocen como Peng Meng-hui. Trabajó de misionera en China continental, pero tras la revolución comunista se trasladó a Taiwan en 1951. En la actualidad, el suyo es un nombre conocidísimo y sinónimo de enseñanza del inglés en la isla. “No creo que tengamos que intentar convertir a nadie, la verdad. Todas las personas de este mundo tienen algo así como un sitio en el corazón donde buscan otro poder, sea cual sea su religión”, dice la conocida educadora. “Nosotros simplemente le contamos a la gente qué dice la Biblia, no lo que pensamos nosotros, y ellos después deciden. Cada uno tiene que decidir por sí mismo”. Con todo, no deja de señalar la diferencia entre el cristianismo y las demás religiones. “En el cristianismo Dios dice que es Dios, mientras que de Buda nunca sale la frase ‘Yo soy Dios’. Yo creo que Buda, realmente, nunca quiso que le rindieran culto; sólo quería que la gente hiciera caso de sus enseñanzas”, explica. “El cristianismo parece como que cambia tu vida, mientras que otras religiones te dicen qué es lo correcto pero no llegan a cambiarte de esa forma”.

Brougham, nacida en Seattle, Washington, recibió en el curso de una ceremonia de entrega de premios en 1998 una placa especial de manos del Primer Ministro de la República de China Vincent C. Siew por su constante dedicación a la enseñanza de la lengua inglesa en la isla. Anteriormente, en 1997 el Ministerio del Interior le había concedido el Premio al Misionero Extranjero y en 1984 había recibido el Premio Trípode de Oro por su extraordinaria contribución a la educación en Taiwan.

A comienzos de los años 50, Brougham se compró una grabadora –un objeto bastante novedoso y escaso en Taiwan por aquel entonces. Con varias personas cantando, un pastor local encargado de la predicación y ella a la trompeta, la sala de estar de su casa hizo las veces de estudio de grabación para el primer programa de radio cristiano de Taiwan –lo que después pasaría a convertirse en ministerio radiofónico de la Misión Alianza Evangélica. En 1960 Brougham fundó la Radio y Televisión de Ultramar (ORTV, siglas en inglés), la compañía de producción multimedia con base en Taipei cuyo cargo de director internacional ocupa actualmente. Dos años más tarde puso en marcha Studio Classroom, hoy en día una de las instituciones de mayor éxito y prestigio entre las dedicadas a la enseñanza de inglés en Taiwan. Studio Classroom y Let’s talk in English, los dos programas de enseñanza de inglés de la ORTV para principiantes, se complementan con números de publicación mensual que alcanzan unas ventas de 100.000 ejemplares.

El caso es que Brougham no vino a Taiwan para trabajar como profesora de inglés. Dotada de talento musical, ha enseñado música en la Academia Nacional de las Artes de Taiwan, en el distrito de Taipei, durante muchos años. “No creo que enseñar inglés sea lo mejor que yo, particularmente, pueda hacer. Sin embargo parece que es lo mejor para la gente de aquí, porque lo necesitan más”, señala. “Aquí hay gente muy bien capacitada para enseñar música, así que no es en ese campo donde yo puedo hacer falta. Si quiero ayudar, tengo que ayudar con lo que es más necesario, y pienso que Taiwan todavía necesita de buen inglés”. Con diversos desafíos a los que hacer frente (incremento en el coste del tiempo en antena, problemas de derechos de autor y de impresión o la necesidad de mantener vivo el interés de los estudiantes –lectores, oyentes y televidentes–), la entrega de Brougham a la educación todavía consigue motivar a miles de estudiantes de inglés que algún día, en el futuro, repetirán las palabras de agradecimiento a su labor: “Sin su programa, nunca habría podido llegar hasta donde lo he hecho”.

Aun reconociendo que el crecimiento económico y desarrollo tecnológico de Taiwan han sido impresionantes, lo cierto es que en la dimensión espiritual sigue habitando una especie de tierra baldía. A ojos del Padre Matthias, Taiwan es hoy un lugar con una influencia de lo tradicional en retroceso y en que la tendencia es hacia un mayor relativismo y pluralidad. “Es mucha la gente en Taiwan que procura con todas sus fuerzas llevar una vida sincera y honesta”, dice. “Creo que sus esfuerzos acabarán algún día dando fruto”. Los misioneros extranjeros, procedentes de culturas distintas y con actitudes diferentes hacia la vida, pueden ayudar a más gente a llevar una vida auténtica que “es algo más que nosotros mismos”, dice Brougham al referirse a la faceta espiritual del ser humano. Con esos especiales maestros, no cabe duda de que la verdad puede realmente hacerle a uno libre.

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