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Taiwán Hoy

Conocer al público

01/06/2006
La Comisión Nacional de Comunicaciones fue establecida en febrero de este año.

Algunas noticias frecuentes en los telenoticieros son las redadas de homosexuales o consumidores de drogas ilícitas durante fiestas privadas, las relaciones extramatrimoniales de personalidades conocidas u otros escándalos de la vida privada de políticos o estrellas de la televisión y el cine. Los medios de comunicación parecen estar siempre presentes en esas tareas sorpresivas de la policía o los investigadores privados —de hecho, su presencia ha conducido a que algunos condenen la situación como una violación de la privacidad y del proceso legal pertinente. Por ejemplo, las redadas son sólo un ejemplo de la incursión de los medios de comunicación en los derechos civiles, que ha causado una marejada de acción popular y reforma reglamentaria.

Tsen Chao-yuan, secretaria general de la Fundación Awakening, un grupo que promueve los derechos de las mujeres, dice que los medios de comunicación deben recordar su falta de conciencia sobre algunos asuntos sociales y reglamentaciones relevantes. “Muchos reporteros se sienten justificados al brindarles al público acceso a información muy detallada”, dice, “sin importarles las consecuencias”.

El reportaje sensacionalista sobre los homosexuales, los enfermos mentales, mujeres y otros miembros de la sociedad, ha provocado una reacción entre el público, y muchos grupos están apareciendo para supervisar las informaciones parciales e injustas de los reportajes de los medios de comunicación. En 2003, la Fundación Awakening formó un comité para supervisar cómo los medios impresos trataban el asunto de los géneros.

Ya no es bueno ser ignorante

Los reportajes en un periódico importante sobre accidentes que involucraron pacientes mentales en febrero de este año, causaron la ira de sus familiares y partidarios debido a la connotación irresponsable con que se describieron los hechos. Algunas frases, tales como “bombas de tiempo sin explotar” y “otro caso desconcertante de enfermedad mental”, fueron usadas para describir a los mentalmente enfermos. “Quizás no abrigan intención maliciosa, y reflejen simplemente las opiniones sociales existentes”, dice Kuang Chung-shiang, presidente de la Fundación Observadores de Medios (MWF, siglas en inglés), “pero ellos refuerzan el estereotipo de los grupos desventajados y los llevan más allá de los márgenes de la sociedad”.

Una semana después que los familiares y partidarios de los pacientes mentales protestaron fuera de la sede principal del periódico, el diario prometió públicamente que instaría a sus editores y reporteros a emplear una fraseología más neutral en sus reportajes sobre los desventajados. “No obstante, ellos no se disculparon ante los pacientes mentales”, dice Kuang. “Ellos simplemente no actúan como gente responsable”.

La razón por la que los medios de comunicación no responden más graciosamente puede ser que ellos no consideran sus errores como un gran problema —si no ha habido una violación obvia a la ley, ¿cuál es el problema? “Cuando los pacientes mentales se presentan al público como bombas listas para estallar en cualquier momento, son los medios de comunicación los que conjuran la ilusión de una explosión potencial”, dice Tsen.

En agosto del año pasado, después de la controversia sobre la renovación de las licencias de transmisión para televisión por parte de la Oficina de Información del Gobierno, la Fundación Awakening, el MWF y otras organizaciones sin fines de lucro, establecieron una alianza para instar al público a participar en la transformación de los medios de comunicación. Ahora, esta alianza de ciudadanos incluye más de 60 grupos con énfasis en diferentes áreas, desde derechos de los aborígenes hasta los inmigrantes. Durante esa época, la alianza presta principalmente atención a las noticias de televisión por cable. “Nuestros miembros reflejan la naturaleza pluralista de la sociedad”, dice Tsen.

Conocer al público

Los medios de comunicación supervisan la sociedad, pero ¿quién supervisa los medios?

La alianza de esa amplia gama de activistas indica un alto nivel de insatisfacción con los medios de comunicación. “Los periodistas suelen carecer de sensibilidad ante la complejidad de la sociedad civil”, dice Kuang. “A lo mejor sin saberlo, ellos representan el punto de vista de la clase media, altamente educada”.

El piensa que, sin reflejarse en la identidad de clase, los reporteros bien formados pueden escribir historias muy parcializadas, aún cuando presentan opiniones diferentes desde ángulos diferentes. El director ejecutivo de la Fundación para el Avance de la Excelencia de los Medios, Lu Shih-hsiang, comparte este punto de vista. “Con bastante frecuencia, lo que el público ve, son imágenes desde muchas perspectivas y totalmente desordenadas de realidades sociales complicadas”, dice.

La comercialización rampante dificulta aún más que los reportajes respeten totalmente o reconozcan adecuadamente los aspectos y valores diferentes en una sociedad. Kuang indica que debido a que no tienen mucho tiempo para la cobertura sutil de temas de capas múltiples, los medios de comunicación suelen seleccionar las partes más emocionantes para un público que se satisface con voyerismo. Wang Cheng-tong, directora de medios de comunicación y educación de la Fundación Awakening, lamenta que hasta la historia conmovedora de Deng Ru-wun, una mujer que mató a su esposo en 1993 tras sufrir años de abuso, y que llamó la atención del público y el órgano legislativo hacia la violencia doméstica, fue exhibida como un melodrama. “Y esto fue una retrospectiva de un evento muy importante en la historia de los derechos de las mujeres en Taiwan”, dice ella.

Poniéndose en forma

Llamar la atención de los consumidores es natural y razonable en una sociedad capitalista, y el sensacionalismo ha sido el primer método para atraer consumidores de noticias en Taiwan. En consecuencia, la cobertura de los medios de comunicación gasta menos tiempo en las historias de interés público y las noticias locales. Muchos programas en las estaciones de radio local, por ejemplo, son parte de una red nacional y sindicada. “Por eso es que prefiero que los sistemas de televisión y radio públicos sean expandidos”, dice Kuang. “Necesitamos construir un ambiente de medios de comunicación más diverso que incluya más alternativas o contenido especializado”.

Sin embargo, antes de que la estructura de la industria de los medios de comunicación pueda ser transformada de forma significativa, debe haber una reglamentación efectiva. Tsen sugiere la participación activa del público para mantener un ojo en los medios de comunicación, tanto dentro como fuera. En marzo de este año, más de 100 estaciones de televisión formaron una asociación comercial. Entre sus seis comités, hay uno para autodisciplina de noticias y otro para consulta de noticias. La gente recomendada por la alianza de ciudadanos ocupará los principales cargos en el comité de consulta. “Ahora por lo menos los operadores de medios están dispuestos a sentarse y conversar”, dice Tsen. Ella cree que, en un proceso acumulativo y gradual, incluso la participación de grupo sin fines de lucro en el entrenamiento interno de las compañías de medios de comunicación, podría contribuir a la restructuración de los medios.

Para ayudar a darle a los medios de comunicación un efecto recíproco, el MWF ha designado un cuestionario simple para que la gente exprese mejor su insatisfacción con los programas de televisión. Los cuestionarios completos pueden ser fijados en carteles, enviados por correo electrónico o fax a la fundación, que recolecta y clasifica las quejas antes de pasarlas a los medios de comunicación y las publica en su página web. La alianza de ciudadanos entrena a voluntarios para brindar con regularidad sus observaciones y críticas. Kuang espera movilizar los 40.000 subscriptores de la alianza para transmitir hojas informativas electrónicas del MWF y otros grupos que se preocupan de la reforma de los medios de comunicación, para establecer una amplia base de apoyo.

Un cuerpo independiente

Tsen espera que el mecanismo de participación pública pueda también aplicarse a la Comisión Nacional de Comunicaciones (NCC, siglas en inglés), un órgano reglamentario independiente de los medios de comunicación, que tiene como objetivo garantizar la competencia justa en el mercado, y proteger el interés público. Sin embargo, su interferencia política, ya se cuestiona debido al rencor partidista causado por la selección de comisionados. En febrero de este año, el Yuan Ejecutivo nombró nueve comisionados. Tres de los nominados se negaron a aceptar sus nombramientos después de recibir la aprobación del órgano legislativo.

Como tanto los nominados de NCC y sus críticos fueron puestos allí por los cuatro principales partidos políticos en proporción a sus escaños en el Yuan Legislativo, muchos críticos, incluyendo Lu Shih-hsiang, piensan que la formación de NCC es sólo otro episodio de los años de amarga rivalidad entre el Yuan Ejecutivo y el Yuan Legislativo, que está controlado por la oposición. De hecho, incluso la legalidad de la organización está siendo desafiada, y su supervivencia depende de la decisión sobre su legitimidad constitucional tomada por el Consejo de Grandes Jueces. “Los grandes jueces deben tener un dolor de cabeza cuando tratan de decidir sobre la constitucionalidad de esta novedad institucional”, dice Su Yeong-chin, presidente de NCC y profesor de derecho en la Universidad Nacional Chengchi.

La jurisdicción está enmarcada por directrices muy vagas consagradas en el Reglamento Básico de Comunicaciones, la nueva agencia tiene mucho espacio para definir y ejercer su autoridad. Su indica que, a diferencia del ministro nombrado políticamente de la GIO, que ha cedido su jurisdicción sobre los asuntos relacionados con las transmisiones a NCC, la nueva comisión toma decisiones por comité y es independiente del Gobierno. Por esta razón, parece innecesario seguir el modelo de la GIO de consultar intelectuales y expertos antes de alcanzar un consenso sobre la administración de los medios de comunicación. Sin embargo, Su dice que NCC puede incorporar un sistema de consulta cuando el género y la experiencia de los comisionados titulares dejen de reflejar la naturaleza pluralista de la sociedad. Por ejemplo, actualmente hay sólo una comisionada por el momento.

Su piensa que NCC se inclinará hacia una posición de administración de medios de comunicación floja. La presente duración de dos años de las licencias para operar televisión vía satélite, por ejemplo, será extendida. La nueva agencia también prestará atención a la dominación de ACNielsen del negocio de ratings de los medios de comunicación. “Este gana mucho dinero”, dice Su. En general, el presidente dice que la autorregulación es la mejor política. El piensa que la GIO tuvo una buena idea el año pasado cuando exigió que cada canal de televisión que deseaba renovar su licencia, produjera un informe tipo documental de su propia programación. “Por supuesto, debemos supervisar la sinceridad de ese tipo de reflexión”, dice Su.

Por otro lado, Lu Shih-hsiang no es muy optimista. “No es posible que los medios puedan reglamentarse con verdadera sinceridad”, dice. “Ni permitirán que los grupos sin fines de lucro, reestructuren su política editorial”. Un ex reportero de diario, Lu cree que además del motivo comercial y la falta de competencia profesional, el orgullo ha desfigurado los medios de comunicación de Taiwan. “El orgullo ha incrementado a medida que se ha desarrollado la democracia”, dice. “En el contexto del debate furioso en Taiwan sobre la identidad nacional y cultural, los medios toman simplemente cierta posición política, en vez de ofrecer una zona intermedia o un método conciliatorio. Ahora, los medios de comunicación son tan arrogantes que no tienen idea de quiénes o qué son”.

Lu dice que la imparcialidad política en los medios es obvia. Después de la transmisión del poder a la administración del Partido Democrático Progresista en 2000, Lu piensa que el público ha sido asediado por información negativa sobre Taiwan y cobertura positiva sobre China. Una encuesta reciente realizada por el Instituto para la Investigación de la Política Nacional mostró que los conceptos errados sobre China son comunes. Cuando se pregunta si China es un país libre y democrático, alrededor del 14 por ciento, la mayoría de jóvenes menores de 30 años, dicen que sí; y el 20 por ciento dice que no tiene idea. Esto es remembranza de la situación antes de 1987 cuando la mayoría de los taiwaneses no sabían que vivían bajo ley marcial porque los principales medios de comunicación, observados detenidamente por el Gobierno, discutían muy poco las leyes pertinentes y sus duros efectos.

A pesar de su pesimismo, Lu aún aprovecha todas las oportunidades para ayudar a elevar la conciencia de los medios, a través de charlas dirigidas a los maestros y profesores de primaria y secundaria. Su organización publica de manera regular informes sobre el desempeño de los periódicos, y sus abogados ayudan con las acciones legales en contra de los reportajes inadecuados. “Es mi propia manera de causar sensación”, dice él.

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