29/04/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Pionero de la pedagogía

01/03/2000

En 1972, daba clases en Estados Unidos y me preguntaba si debería retornar a Taiwan. Pensé en ese entonces que, si deseaba lograr algo, sería mejor que lo hiciera cuando aún estaba joven. Así, pues, con mi hija recién nacida en mis brazos, regresé a Taiwan. La República de China acababa de separarse de las Naciones Unidas, y todo el mundo estaba extremadamente nervioso. Mucha gente hacía lo que fuese para emigrar a Estados Unidos y, en cambio, mi familia y yo estábamos haciendo lo contrario. Lo único que me incomodaba era pensar si yo tenía el derecho de someter a mi hija al peculiar sistema educativo de Taiwan.

Luego, fui invitado a enseñar matemáticas en la Universidad Nacional de Taiwan. En ese mismo tiempo, el Ministerio de Educación encomendó a la universidad la compilación de algunos materiales educativos experimentales para el curso de matemáticas de secundaria superior, y me pidieron encargarme de esta tarea. Sentí que sería una irresponsabilidad de mi parte compilar los materiales y nada más, por ello, decidí ir a la escuela de secundaria superior del vecindario y dictar algunas clases experimentales. A pesar de mi trabajo como profesor y editor de una revista mensual, hallé tiempo para visitar alrededor de sesenta escuelas en un año, relacionándome directamente con profesores y estudiantes. Gracias a estas interacciones e intercambios de opiniones y experiencias individuales, pude lograr una idea global y de primer plano del sistema educativo de Taiwan. Eso marcó el comienzo de mi iniciación en el atolladero de la reforma educativa.

Sobre la base de mis observaciones, llegué a la conclusión de que las raíces de los numerosos problemas educativos de la isla son, principalmente, la manera de administrar las escuelas y las presiones de los alumnos que desean avanzar al nivel siguiente. Estas dos áreas problemáticas han provocado drásticas alteraciones en el sistema. Han paralizado la forma de pensar de la gente.

Las escuelas deberían concentrarse en la enseñanza. Esa es su finalidad. El sistema administrativo debe solamente ofrecer la asistencia y el respaldo necesarios. Pero en Taiwan, el personal administrativo se ocupa ahora de supervisar a los profesores. Como consecuencia, durante un largo tiempo, se han menoscabado las funciones de los comités de investigación pedagógica [asociaciones de profesores para discutir las mejoras en los métodos y materiales de enseñanza, y diseñar programas de formación para el personal docente]. Actualmente, la relación entre directores y profesores es, básicamente, la de superiores y subordinados, porque son los directores los que deciden a qué profesores les corresponde la renovación de sus contratos anuales.

Bajo estas circunstancias, los profesores ya no tienen ningún área para discusión, innovación y experimentación, disminuyéndose la posibilidad de seguir progresando. Ahora, los profesores simplemente obedecen órdenes e implementan las decisiones de otras personas. De modo que, para muchos de ellos, enseñar se ha convertido en otra rutina diaria ­una ocupación aburrida y falta de inspiración. Muchos profesores están simplemente hartos de su trabajo. Este fenómeno es mucho más frecuente entre los docentes que se aproximan a la edad mediana.

Esta manera de administrar las instituciones escolares ha distorsionado completamente los valores y la dignidad de los profesores, menoscabando su profesionalismo y autonomía. Esto ha provocado que muchos de ellos se vuelvan conservadores y de mentalidad cerrada. Y, cuando esos profesores transmiten sus ideas cerradas y conservadoras a los estudiantes, complementando su autoridad, en algunos casos, con castigos corporales, la decadencia puede extenderse a todos los rincones del sistema educativo, deteriorándolo rápidamente.

Además, existe el problema del avance de los alumnos al nivel siguiente. En general, las escuelas destinan la mayoría de sus recursos a los estudiantes que tienen por objetivo avanzar en el sistema. Los resultados de los exámenes son el factor determinante para que el director tome la decisión de promover a los alumnos. Esta es la regla no escrita. En la actualidad, todo el mundo se centra en los resultados de los exámenes, por consiguiente, no se presta atención al verdadero objetivo de la educación.

Los materiales de enseñanza, los horarios, los exámenes mismos y el sistema de notas, se han uniformado. Los profesores están perdiendo su profesionalismo y autonomía, y se están convirtiendo en herramientas para empujar a los estudiantes hacia el próximo nivel. Como consecuencia, las diferencias individuales entre los alumnos, en cuanto a inteligencia y desarrollo psicológico, están siendo ignoradas.

Otra consecuencia es que los profesores buenos se ven obligados a abandonar sus ideales, y a comprometerse en la inquietante tarea de asegurar que el mayor número posible de alumnos avance al próximo nivel. Muchos de estos docentes sufren de depresión y terminan abandonando sus trabajos. Sin embargo, aquellos que recurren a la dañina combinación, de castigo corporal y sesiones adicionales de clases nocturnas para elevar el promedio de notas, reciben el máximo reconocimiento.

Tenemos que tomar algunas medidas bastante radicales. Actualmente, el sistema educativo de Taiwan ­según algunas personas, la sociedad taiwanesa en general­ se distingue por tres características: cerrado, sujeto a un número excesivo de restricciones, y demasiado planificado. Tenemos que alejarnos de eso, abrirlo, nutrirlo y permitir que se desarrolle de una forma saludable. En lugar de centralización, me gustaría ver autonomía en las escuelas, y que el Gobierno limite su papel de supervisor. Esto se traduciría en una distribución más equitativa de los recursos educativos, donde todos podrían disfrutar de la oportunidad de recibir educación íntegra y moderna. Y, para hacer esto, necesitamos establecer muchas más escuelas de diferentes niveles, especialmente en el nivel universitario.

La consigna debería ser: clases pequeñas y escuelas pequeñas. De esa manera, se podría identificar las características individuales de los estudiantes y afianzar su confianza, y además, podría eliminarse la negativa influencia de la planificación central. La política “pequeño y bueno” debería ir de común acuerdo con la creación de escuelas primarias y secundarias en las comunidades, la flexibilización de los requisitos para ser profesor, y una buena ráfaga de aire fresco: Quiero ver por doquier liberalización, creatividad y autonomía. Todas estas tareas son urgentes, y hay que ocuparse de ellas.

Me quedan aún muchas cosas por hacer. Sin embargo, no quiero hacer planes; sólo continúo y hago lo que me agrada. Lo único que espero es que algún día, cuando vuelva la mirada atrás, no sienta ningún arrepentimiento. Quiero poder sentir que mi vida ha sido útil.

­-entrevista por Violet Chang

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