06/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

La edad no es una traba para aprender

01/03/2000
Los jóvenes de ahora son muy afortunados, porque desde que están en el jardín de infancia hasta el instituto de posgrado, no tienen que preocuparse por sus oportunidades de recibir educación. La gente de mi edad no tuvo esa suerte. Muchos de nosotros no recibimos ningún tipo de educación. Tuve la dicha de terminar la escuela primaria antes de que comenzara la guerra contra Japón [en 1937], pero la mayor parte del tiempo de los tres semestres de secundaria básica que cursé la pasé en el bosque. Algunas veces pienso que a los jóvenes de hoy les encantaría recibir clases en el bosque, pero en nuestro caso fue por razones de seguridad. Todavía puedo recordar cuando nos sentábamos en el suelo, mientras los profesores de pie, trataban de sacar el máximo provecho del pequeño pizarrón. Cuando los bombarderos japoneses se acercaban, los profesores solían gritar «¡Al suelo!», y nosotros nos acuclillábamos con los brazos sobre la cabeza, luego, cuando no había peligro, comenzábamos nuevamente la clase. No creo que alguien aprendiera algo en esas condiciones. Así y todo, me incorporé después al ejército, al igual que muchísimos jóvenes de esa época, y vine a Taiwan. Me retiré del ejército cuando cumplí cuarenta y seis; y trabajé luego en la Corporación de Suministro de Agua de Taiwan hasta que tuve sesenta. En 1983, cuando me enteré de que la universidad a distancia estaba matriculando estudiantes en un programa experimental, no lo dudé ni un instante y me inscribí. En ese entonces, la Universidad Nacional Abierta (NOU, siglas en inglés) sólo otorgaba a los estudiantes un certificado donde constaba que tal y tal persona había obtenido tantos créditos allí. No fue sino varios años después que los graduados de la NOU empezaron a recibir diplomas de licenciado. No me importaba eso, porque estaba a punto de retirarme, lo importante era la gran oportunidad de recibir la educación que nunca tuve. Me dije a mí mismo que era mi opción, y que no me iba a importar lo que pensaran las demás personas; no obstante, creo que sí me sentía un poco avergonzado de ser un estudiante a esa edad, pero ese era mi secreto. Cada domingo que tenía que asistir a clase, le decía a mi esposa que iba a la oficina a trabajar horas extras. Creo que habían pasado unos tres años cuando ella se enteró. No pude seguir usando la excusa de las horas extras después de mi jubilación, y al cabo de poco tiempo, ya todos conocían la apariencia de los libros de texto de la NOU. Mis amigos y conocidos llegaron a saberlo. Algunos admiraban mis agallas y me animaron; sin embargo, como yo lo esperaba, otros pensaban que cómo era posible que alguien de mi edad perdiera su tiempo en la escuela. A mi edad, adquirir nuevamente el hábito de estudiar no fue fácil; sin embargo, me ha ayudado a que no me dé Alzheimer, pues, el mayor beneficio del estudio es que mantiene el cerebro en actividad. No tuve muchos inconvenientes con los cursos que usan libros de texto en chino, y logré aprobarlos todos en 1991. Lo que se me dificulta son los libros en inglés. Recibí algunas lecciones de inglés en los tres semestres de secundaria básica que estudié, pero eso fue hace mucho tiempo. Para graduarnos, necesitamos aprobar dos cursos obligatorios de inglés. Aprobé uno en 1995, y estuve a punto de aprobar el otro un año después, pero se cambió el libro de texto, y tuve que empezar de cero. Eso fue bastante frustrante. Tenía mala base de inglés, y necesitaba buscar cada palabra en el diccionario. No me estoy quejando ­me viene a la memoria los días de mi secundaria básica en el bosque, cuando ninguno de mis compañeros tenía un diccionario y sólo los profesores tenían­ pero no he dejado de pensar en que si sólo no hubieran cambiado el libro de texto, ya habría aprobado el curso. Este es el octavo año que tomo este curso de inglés, y espero poderlo aprobar este semestre. No creo que mi problema sea la falta de estudio. De hecho, aparte de mi trabajo a tiempo parcial como consejero en el centro de servicio estudiantil de la NOU, me la paso practicando mi inglés todo el tiempo. Compré todos los cassettes y videos; escucho los cassettes cuatro horas al día en el autobús; y si no estoy trabajando, voy a la sala de audiovisuales. Pero, independientemente de cuántas veces lea una oración, parece que no puedo memorizarla. Algunas personas me han sugerido ingresar a una academia de inglés, a ver si me ayuda a pasar el examen. Fui a echarles un vistazo, y me dí cuenta de algo: no podía leer la letra de los profesores de esas academias. ¿Cómo me iba a ayudar, si ni siquiera podía leer lo que los profesores escribían sobre el pizarrón? El examen de mediados de semestre será en un par de semanas, y estoy un poquito nervioso. No debería estarlo, pero lo estoy. La última vez que lo tomé, me desmayé cuando me dí cuenta de que no podía responder ni a una sola de las preguntas de la hoja de examen. El profesor, que seguramente pensó que yo estaba descansando, ni se molestó en despertarme. De todos modos, me levanté diez minutos después, traté de escribir algo, y salí del aula. Lo divertido fue que recordé todas las respuestas inmediatamente después de salir de allí. Supongo que estaba tan enfadado conmigo mismo que me volví a desmayar en el camino de regreso a casa. Me enviaron al hospital, donde me dijeron que tenía la presión sanguínea en setenta la máxima, y en cuarenta la mínima. En el transcurso de los años, he tomado clases de diferentes profesores, y la mayoría de ellos son bastante buenos, por eso creo que es un problema mío el hecho de no poder aprobar este curso. A mi edad, un título de licenciado en humanidades me caería muy bien; pero el hecho de no recibirlo, no cambiaría mucho las cosas. Ahora bien, si voy a graduarme, quiero que mi diploma sea como el de los demás. No quiero que me otorguen uno como una especie de privilegio para los ancianos, con una nota ­quizás, entre paréntesis­ que diga que no he aprobado el curso de inglés. No va a ser fácil, pero entiendo que ésta es una universidad nacional donde los estudiantes deben cumplir ciertos requisitos para graduarse. ­entrevista por Jim Hwang

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