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Taiwán Hoy

Los guardianes

01/10/2005
La función de los trabajadores sociales es fortalecer la confianza de los niños necesitados.

Una niña pequeña, con graves heridas en la cabeza, fue rechazada en varias instituciones de asistencia médica en Taipei. Después de transferirla a una mesa de operaciones a 200 kilómetros de distancia en Taichung, cayó en coma y falleció varios días después. El fallecimiento de la niña no sólo hizo que se prestara atención a los servicios de emergencias y la ética médica, sino también a las prácticas de bienestar social.

La Pequeña Chiu fue víctima del repetido abuso por parte de su padre alcohólico y desempleado. Cuando se le pregunta por qué lastimó a su propia hija de manera tan cruel, insensiblemente responde que él la golpeaba así con bastante frecuencia. Si se hubiese descubierto de este abuso antes de que ocurriera este escándalo médico, seguramente hubiese sido apartada de su padre y puesta bajo el cuidado de una familia sustituta o una institución, en caso de que ningún pariente hubiera podido cuidarla. Su caso se hubiese asignado a un trabajador social para que tomara las decisiones respecto a su nueva vida.

La participación del Gobierno en el que ha sido considerado tradicionalmente, el dominio privado de los asuntos familiares, se hizo posible con la aprobación de leyes referentes a la violencia sexual y doméstica en general, a finales de los años noventa. Las leyes significan mucho para la protección de los niños. Yu Mei-kuei, profesora de trabajo social en la Universidad Tzu Chi, y ex trabajadora social de la ciudad de Taipei, dice “Aún en las familias pobres, se deben resolver primero los problemas de los adultos”.

Según el Buró para Niños del Ministerio del Interior (CBI, siglas en inglés), más de 5.000 niños menores de 12 años necesitaban de la protección gubernamental en 2004. Aunque se cree que los casos sin reportar exceden considerablemente ese número, ya marca un aumento del 8 por ciento respecto al año anterior. Sin embargo, esto no significa necesariamente que la seguridad de los niños esté empeorando. “En el pasado, los niños tenían que ayudarse a sí mismos en familias problemáticas”, dice Yu. “Ahora es más probable que sean trasladados y cuidados”.

Rol activo

Más de la mitad de los menores abusados que se conoce, sufrieron violencia física o negligencia. Algunos de ellos, experimentaron violencia mental o sexual, o simplemente fueron abandonados. La mayor parte de esta violencia fue infligida por los padres en el hogar, aunque con cierta frecuencia se debe a una forma de disciplina, y no malicia, según Feng Yen, presidenta del Departamento de Trabajo Social de la Universidad Nacional de Taiwan. En los últimos años, se ha prestado más atención a los niños que han observado violencia en casa y que, en consecuencia, sufrieron problemas sicológicos.

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Algunos misioneros muestran su amor fraternal al prestar sus servicios para cuidar a los niños abandonados o necesitados.

Feng dice que el Gobierno debe aprender a tomar un papel activo en la protección de los niños del abuso existente o posible antes de transferir esta tarea a los grupos sin fines de lucro. “Los trabajadores sociales del Gobierno deberían seguir investigando y ubicando casos”, dice Feng. Ahora, estos trabajos están en gran medida siendo asignados a los trabajadores sociales en los centros gubernamentales locales encargados de la violencia doméstica y sexual. Junto a la policía y profesionales de la salud, los centros integran los servicios judiciales, educativos, médicos y de registro civil.

Además de decidir cómo asegurar y garantizar la vida de las víctimas de abusos, el Gobierno debería también ayudar a rehabilitar a sus familias originales, según Hsu Chi-ying, jefa de la División para el Bienestar de los Niños y Jóvenes, del Buró para Asuntos Sociales del Gobierno del Distrito de Taipei. “Incluso si un niño es separado de sus padres, esperamos que esta separación sea solamente temporal”, dice Hsu. “Ayudar a los niños a vivir felizmente en sus propios hogares es la meta final de todo el trabajo para la protección infantil”.

El CBI afirma que más del 60 por ciento de los niños y jóvenes protegidos recibieron asistencia en sus familias originales. En cuanto al mayor número de menores que tuvo que salir de sus hogares, alrededor de la mitad de ellos fue a vivir con familias sustitutas. El Distrito de Taipei posee más del 40 por ciento de los niños necesitados en Taiwan, sin contar aquellos en las ciudades de Taipei y Kaohsiung. En esta área densamente poblada donde la mayoría de los habitantes son inmigrantes, Hsu señala que hay muchos padres jóvenes y ocupados que tienen poco apoyo para ayudar a criar a niños que han sido separados de sus parientes.

Familias sustitutas

El programa de familias sustitutas de Taiwan comenzó a principios de los ochenta para hospedar a menores que son abusados o cuyos padres no pueden cuidarlos. Alrededor del 60 por ciento de los niños necesitados permanecieron en su hogar sustituto durante menos de un año, antes de volver a sus padres o parientes, trasladarse a instituciones o ser adoptados, según el Fondo para Niños y Familias de Taiwan (TFCF, siglas en inglés). Uno de los grupos sin fines de lucro más grandes en Taiwan, el TFCF trabaja actualmente con más de 800 familias para ofrecer servicios de cuidado para niños alrededor del país.

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Es necesario el amor y la paciencia para cuidar a los niños con deficiencias que han sido abandonados.

Chou Hui-hsiang, directora del programa en el departamento de trabajo social del grupo, indica que los padres sustitutos en Taiwan, a diferencia de otros países, son generalmente de clases más privilegiadas. Como miembro del Fondo Internacional para Niños, el TFCF recibe frecuentemente a visitantes extranjeros. “Ellos están muy impresionados por el desinterés económico de nuestros padres sustitutos”, dice Chou. “Si sentimos que los solicitantes valoran demasiado la asistencia financiera, no los consideramos”.

Si consideramos más el programa de familias sustitutas en lugar de los servicios institucionales tales como los orfanatos, a Yu le sorprende la renuencia de la gente a tolerar a los niños trastornados. “Se necesita de tiempo y paciencia para llevarse bien con ellos”, dice ella, “lo que con frecuencia presenta un reto para mucha gente”. En Taipei, sólo hay 70 familias sustitutas entre los 560.000 hogares; este número no satisface para nada las necesidades y ha disminuido en los últimos años.

Asistencia sostenida

Cuando los niños abusados o descuidados logran continuar con sus vidas de una manera u otra, la asistencia sostenida de profesionales desempeña un papel crucial. “Para crear un ambiente de vida seguro para los niños”, dice Yu, “se colocan trabajadores sociales en lugares tales como comunidades y escuelas”. Los trabajadores no han estado presentes durante mucho tiempo. Por ejemplo, en el distrito de Taipei, los estudiantes tienen acceso a los servicios de trabajo social en 28 escuelas primarias y secundarias. Hacia fines del año pasado, el CBI emprendió un proyecto de precaución en colaboración con los gobiernos locales para enviar trabajadores sociales a comunidades para ayudar a las familias con problemas que, si no se trataban, podían ser desastrosos para sus niños.

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Los esfuerzos del Gobierno y las instituciones dedicadas al bienestar infantil es procurar darles a los niños la posibilidad de tener una vida normal.

El suministro de trabajadores sociales raramente ha satisfecho la demanda, principalmente debido a los escasos recursos humanos del Gobierno, y las limitaciones financieras de los grupos sin fines de lucro. Una carga de trabajo pesada también desanima a los jóvenes a convertirse en trabajadores sociales o quedarse en ese empleo durante mucho tiempo, lo que dificulta la acumulación y el traspaso adecuados de la experiencia. Feng dice que a los trabajadores sociales debería dárseles un pago adicional por la naturaleza de su trabajo, que es potencialmente peligroso.

La situación ha mejorado hasta cierto punto, y ahora los trabajadores sociales del TFCF reciben un pago adicional- si tienen licencia. El Gobierno emprendió un sistema de licenciatura en 1997, y un poco más de 1.000 personas cuentan con ellas, 48 de las cuales trabajan ahora para el TFCF. A medida que se desarrolla el sistema, los trabajadores sociales pueden obtener la licencia en el campo específico de trabajo infantil en el futuro. Chou sugiere que se conceda mayor autoridad a los trabajadores sociales licenciados para fortalecer el futuro de sus carreras, por ejemplo, mediante su inclusión en la formulación de programas para la protección de los niños.

De cualquier manera, en la sociedad actual, los trabajadores sociales deben aprobar exámenes para obterner una licencia, y familiarizarse con la multitud de problemas que enfrentan los niños. En casos como el de la Pequeña Chiu, el trabajador social asignado tiene que tratar el alcoholismo del padre, así como el bienestar del niño. El bienestar de los niños no puede pasarse insensatamente a otras agencias. El reto que presenta para la sociedad de hoy, no sólo resalta la capacidad material, sino que determina la calidad de nuestro futuro.

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