02/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Hacia las montañas

01/10/2004
O’Young (de último) y otros dos compañeros caminan sobre una sierra en la Montaña Nieve, el segundo pico más alto de Taiwan.

Tyson O’Young recuerda cómo los diarios mostraban en una noticia a un hombre que era trasladado rápidamente cuesta abajo un sendero sobre una camilla improvisada. Sus manos, a pesar de su obvio agotamiento, se aferraban a la vara en que descansaba la camilla que lo trasladaba. Era una señal, dice O’Young, de que el hombre rescatado tenía miedo del posible descuido de sus socorristas, así como de los otros peligros de la montaña en la que casi muere.

Cuando se habla de salvar vidas en las altas cimas de Taiwan, quizás no haya nadie con más experiencia que O’Young, de 48 años de edad. El ha subido montañas desde que comenzó a trabajar en la Sede del Parque Nacional Yushan, bajo el Ministerio del Interior, hace alrededor de 20 años. Un montañista con una experiencia poco común en comparación con -como lo dice O’Young- la mayoría de los “chinos han de los llanos”, que cada vez que es necesario, forma un equipo de socorro con aborígenes locales, para quienes los senderos de las montañas son su hogar.

Esto llamó finalmente la atención de los campuses universitarios, donde él comenzó a hablar sobre clubes de montañismo una o dos veces por semana. Después de todo, a pesar de la topografía de Taiwan, las operaciones de socorro en las montañas habían sido hasta entonces empresas fortuitas con resultados impredecibles. Pero el sentido de que la situación -a pesar de sus conferencias- seguiría seguramente igual al final, causaba frustración a O’Young. “Se me hacía difícil continuar, incapaz de ofrecer información más avanzada a los estudiantes”, dice.

Su frustración condujo a O’Young a emprender una travesía -larga, y algunas veces, difícil- que está empezando apenas a producir resultados.

El primer paso fue Estados Unidos, donde O’Young tomó clases de inglés durante año y medio, a partir de 1992. La experiencia consumió la mayoría de sus ahorros, pero le dejó mejor preparado para perseguir su sueño de traer el mundo del rescate de montaña a Taiwan. El segundo paso fue una estadía de tres meses en las Montañas Rocosas de Canadá, después de pasar varios meses en Taiwan llenando su cuenta bancaria. Fue un punto decisivo. El se sintió conmovido y sorprendido la primera vez que participó en la clase por lo estrictos y pacientes que eran los entrenadores con sus estudiantes cuando, por ejemplo, les enseñaban a curar ampollas y preparar un campamento de emergencia.

“Ellos tenían especial cuidado en cuanto a la protección ambiental”, dice, y agrega que quedó impresionado al comparar qué retrasadas eran las actitudes de los taiwaneses en cuanto a las montañas.

El año después que O’Young volvió a Taiwan en 1993, él comenzó a operar su propia escuela. Hoy, la escuela cuenta con 30 estudiantes en cada una de sus dos sesiones anuales, en las vacaciones de verano e invierno, y ofrece una oportunidad de experimentar directamente las montañas. Las sesiones han sido tan exitosas que este año O’Young, junto con otros cuatro adultos, llevaron en junio a cuatro adolescentes a la Montaña McKinley en Alaska, el pico más elevado de Norteamérica.

El personal del Departamento de Bomberos del Distrito de Kaohsiung posa sobre una montaña del sur de Taiwan durante una misión de entrenamiento.

Pero si la experiencia canadiense de O’Young y su escuela le han puesto a la vanguardia de los montañistas de Taiwan, el terremoto del 21 de septiembre de 1999, donde perdieron la vida más de 2.300 personas, le hizo darse cuenta de lo mucho que a él y Taiwan les falta por aprender.

“Las operaciones de búsqueda y rescate en Taiwan fueron simplemente un caos”, dice de las actividades después del sismo más significativo en Taiwan en la historia reciente. “No contábamos con buenos sistemas y nuestros equipos estaban por debajo del estándar”.

Entretanto, el sentido de frustración de O’Young continuó acumulándose, no sólo al ver por sí mismo los esfuerzos de los equipos extranjeros después del 21 de septiembre, sino también por la desaparición de uno de sus propios estudiantes en la Montaña Nieve, la segunda más alta de Taiwan.

“Dos tercios de la isla son montañas, pero en Taiwan las operaciones de búsqueda y rescate no se llevan a cabo como es debido”, dice.

Esto fue una observación que llevó a O’Young a la Asociación de Rescate de Montañas (MRA, siglas en inglés), con sede en California. En 2001, la organización que fue establecida en Estados Unidos en 1958, envió dos entrenadores a Taiwan para una sesión de una semana en la que participaron 40 montañistas -la primera de un total de seis sesiones hasta ahora.

La llegada de estos expertos, dice O’Young, llamó la atención. Su profesionalismo logró que los locales que participaron en el curso, se dieran cuenta que las actitudes de los que están involucrados en los esfuerzos de socorro en la isla estaban seriamente en mal estado.

“Es fácil sentirse satisfecho, pero después de conocer un equipo de socorro de clase internacional, uno se da cuenta que podría hacer mucho más, y que las vidas humanas deberían recibir más respeto”, dice O’Young, que agrega: “Si usted toma con seriedad cada vida individual, debe ser igualmente serio sobre las preparaciones para el rescate”.

Quizás, pero O’Young todavía recuerda cómo muchos equipos de voluntarios locales desechan inicialmente la necesidad de más entrenamiento, y rechazan las propuestas diciendo que ellos ya saben cómo salvar vidas. Eso es, hasta que las pruebas realizadas por MRA en uno de esos equipos que buscaba alpinistas pérdidos en una montaña concluyeron con las manos vacías. Poco a poco, dice O’Young, los equipos locales comenzaron a cambiar desde el fondo, y aceptaron que los expertos extranjeros sí poseían destrezas que valían la pena aprender.

“Los socorristas locales se han vuelto más humildes ahora”, dice.

Y eso, según O’Young, es la manera cómo debe ser. Con base en su experiencia de trabajo en el Parque Nacional Yushan, alrededor de un tercio de los casos de personas extraviadas que se reportan en las montañas, terminan quedándose así- un tercio, agrega, “logra hallar el camino por su propia cuenta”.

A pesar de todo, O’Young admite que la situación está mejorando. Más y más gente reconoce sus esfuerzos, incluyendo el Gobierno, que lo ha invitado a dictar conferencias al personal de la Administración Nacional de Bomberos, bajo el Ministerio del Interior. “El Gobierno ha hecho progresos al mejorar su actitud y equipos después del terremoto de 1999. Pero el progreso es limitado. Todavía hay una necesidad urgente para desarrollar esfuerzos voluntarios en el sector privado”, dice. “Por eso es que trato de introducir la experiencia de Estados Unidos en el rescate de montaña en Taiwan, con la esperanza de estimular tanto los esfuerzos del Gobierno como de los voluntarios”.

Hay signos de que está resultando bien. Cuando Johnnie Walker inició un proyecto el año pasado para hallar “socorristas de sueño” en Taiwan, O’Young se llevó el primer premio de NT$2 millones (US$60.606), aliviando así sus cargas financieras.

Mientras tanto, él se atrevió a dar un paso más en sus esfuerzos para mejorar el rescate de montaña de Taiwan. A partir de este año, él está invitando a Wilderness Medical Associates, con sede en Estados Unidos, para entrenar a los socorristas locales, y espera que alrededor de la mitad de los 40 estudiantes obtengan la licencia de socorristas profesionales de montaña en un período de dos años. Ellos a su vez, dice, se convertirán en instructores de una nueva generación de socorristas.

Algunos tienen menos optimismo. Chang Chih-jung, el líder de un equipo voluntario de rescate en el centro de Taiwan, está preocupado por que poca gente joven está interesada en pasar por las dificultades de las operaciones del rescate de montaña.

“Para ser un buen socorrista, usted necesita experiencia profesional, y debe estar preparado para pasar mucho tiempo en las montañas”, dice. “La gente joven suele perder el interés cuando escucha esto, ya que prefieren quedarse en casa frente a una computadora”.

No sólo las dificultades alejan a la gente joven de esta tarea, agrega Chang, quien participó en el programa de entrenamiento de O’Young, sino la percepción de que el rescate de montaña puede ser peligroso. O’Young cuestiona que esto sea así, con el entrenamiento adecuado, pero admite que “ninguna compañía de seguro está dispuesta a asegurar nuestras vidas”.

La respuesta de O’Young a este dilema ha sido establecer un equipo central profesional para supervisar la red de voluntarios. Esta asociación de rescate de montaña que él planea establecer en Taiwan este año, recaudará dinero a fin de contratar 10 socorristas profesionales a tiempo completo. Pero agrega también: “No intentaremos ganar dinero rescatando gente -eso va en contra del espíritu del trabajo voluntario”.

Para O’Young no hay lugar en las montañas para cazafortunas o aquellos que buscan fama y gloria. Si los estudiantes potenciales no están motivados por el amor hacia las montañas y el deseo de hacerlas un lugar lo más seguro posible, él los rechaza.

Por suerte, eso no es necesario generalmente, ya que O’Young no es el único inspirado por el amor a salvar vidas, como dice su amigo, Chang.

“Los miembros del equipo me han dicho lo ligero que se sienten al volver de una misión de rescate exitosa -ellos dicen que la sensación va más allá de las palabras”, dice.

Popular

Más reciente