05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Cuerpo y alma

01/08/2004
La relajación es esencial para lograr el bienestar de la mente y el cuerpo como un todo.

Después del sismo masivo que sacudió el centro de Taiwan el 21 de septiembre de 1999, donde perdieron la vida más de 2.000 personas, algunos siquiatras integraron los equipos médicos, con la esperanza de ofrecer alivio a las víctimas de síndrome de estrés postraumático. La mayoría se encontró desocupado, viendo a la gente hacer colas para ser tratados con ritos shamanísticos que rescataron sus “almas asustadas”.

El ritual es taoísta, y es conocido como shoujing en mandarín. Su popularidad puede observarse en el cosmopolita Taipei, que es una burbuja de modernidad. En el céntrico Templo Hsingtien, donde se adora al dios taoísta de la Guerra, todos los días, desde las 11:20 AM hasta las 10:00 PM, multitudes de personas se aglomeran para hacer colas, esperando con paciencia, uno por uno, para recibir la cura o bendición de una sacerdotisa voluntaria del templo. En cada caso, todo el proceso dura algunos minutos. La sacerdotisa pide el nombre del suplicante, y luego, con varios gestos esotéricos y unos movimientos de un palito de incienso, ella echa su ensalmo.

Los creyentes le dirán que no hay necesidad de enumerar sus síntomas, porque el rito de shoujing lo cura todo- “Cura si está enfermo, y bendice si no lo está”, dice la página web del Templo Hsingtien. El rito es tan potente que, en casos extremos, el “paciente” ni siquiera necesita estar físicamente presente. Para aquellos que son demasiado viejos o están demasiado enfermos para ir al templo, lo único que los parientes necesitan hacer es traer alguna prenda de vestir sin lavar del suplicante -el alma habita la vestimenta de quien la usa, después de todo, y un par de ropas bendecidas es casi tan bueno como una visita al doctor.

En realidad, shoujing no es más que la punta del iceberg. Según una antigua tradición, por ejemplo, es posible que los dioses le recomienden ciertos remedios mediante la selección al azar de una varita de bambú en una gran urna, que luego un médium del templo puede cambiar por una selección de medicinas. Después de esto, están los huevos. En las manos correctas, la enfermedad puede transferirse a un huevo, lo que ennegrece la yema del huevo, al tiempo que sana el sufrimiento humano.

El jitong, o el médium espiritual, preside todas las curaciones del templo. El panteón taiwanés de dioses es casi infinito, y cada templo posee su dios patrón, que se comunica con su congregación a través del jitong, quien habla el idioma del dios del templo. Los remedios para las enfermedades suelen ser gratuitos por lo general, pero los pacientes donan generalmente dinero al templo en muestra de agradecimiento.

Quizás anacronismos, incluso reversión a épocas más oscuras, para algunas personas estas prácticas no son más que superstición -ritos que debieron haber desaparecido con el advenimiento de la medicina moderna. Pero la verdad es que, en el Taiwan moderno, los suplicantes vienen de todas las clases y grupos de la sociedad.

“Mi abuela llevó a mi madre a shoujing, mi madre me llevó a mí, y yo llevo a mi hijo”, dice Lee Jung-ping, de 37 años, quien posee un título avanzado en asuntos laborales. “No sé cómo o si en realidad sana, pero creo que no hace daño”.

Según la Encuesta de Cambio Social de Taiwan, que el Instituto de Sociología de la Academia Sínica realiza cada dos años desde 1983, los antecedentes educativos, la posición social, y el lugar de residencia, tienen poco que ver con la creencia de la gente en el poder curador de los ritos folklóricos. Chang Hsun, investigador en el Instituto de Etnología de la Academia Sínica, dice que la gente con menos educación tiende a buscar más a un sanador espiritual en el momento en que siente que algo anda mal con su salud, y que la gente más educada suele posponer por un tiempo la visita, pero al final, también irá al templo.

Según Chang, la razón por la que los taiwaneses continúan yendo al templo de la esquina para buscar ayuda es que la religión folklórica ofrece algo que la ciencia moderna no ofrece. La ciencia, dice Chang, necesita un síntoma antes de que comience a buscar una cura; en cambio, las religiones folklóricas de Taiwan tratan la mente, el cuerpo y el alma como un todo. Algunas enfermedades pueden proceder de un virus invasor, la gente clínicamente sana que siente que algo está mal, necesita algún lugar donde acudir. Y hay una manera de decir esto, para los taiwaneses, hay una dimensión espiritual de la salud física.

Por supuesto, como en todas las religiones folklóricas chinas, la suerte ha desempeñado un rol en la ecuación, pero el punto importante es que la suerte es cuestión de fé, o espiritualidad. En la religión folklórica, la enfermedad es sólo uno de muchos infortunios que pueden plagar a una persona -otros pueden ser un accidente de coche o una caída, o el fracaso de un examen importante o de un negocio. Con fé, esas cosas pueden evitarse.

“El infortunio, sin importar su tipo, ocurre cuando la creencia de una persona no es bien sólida”, dice Chang. “Con este pensamiento, la causa es siempre la misma, por lo que la cura debe también ser la misma, sin importar cuál sea el síntoma”.

En un sentido, estas terapias no son tan diferentes de las de los Científicos Cristiano quienes creen que los medios espirituales -oraciones y tratamiento espiritual- funcionan con más eficiencia que el cuidado médico. Los Científicos Cristianos afirman que todas las enfermedades se originan en la ceguera de la mente ante la presencia de Dios y nuestra auténtica relación con Dios, revelada en la vida de Cristo. Ellos sostienen que ese tratamiento es una forma de oración o comunión con Dios, en el que la realidad y el poder de Dios se vuelven tan verdaderos que logran eclipsar la realidad temporal de la enfermedad y el dolor. En otras palabras, la curación ocurre cuando el sentido de Dios de la gente se vuelve mayor que el sentido del problema.

Por desgracia, no hay estadísticas formales sobre si sólo las prácticas de los Científicos Cristianos y los ritos folklóricos taiwaneses son verdaderamente efectivos, aunque los creyentes son legión, y atestiguan las curas milagrosas. En un seminario para discutir la relación entre la creencia espiritual y la medicina, celebrado el pasado marzo en la Universidad Católica Fu Jen, los intelectuales de diferentes religiones compartieron historias sobre cómo la espiritualidad y la curación se unen en maneras que aún dejan perplejos a los profesionales de la medicina.

Quizás los dejan perplejos, pero no los excluye. La comparación entre los Científicos Cristianos y las creencias folklóricas taiwanesas no sólo llegan hasta aquí. La Ciencia Cristiana mantiene que el tratamiento médico y espiritual no es compatible debido a su preocupación de que un camino para la curación puede descarrilarse por culpa del otro; sin embargo, la mayoría de los taiwaneses no ven el porqué los ritos curativos folklóricos y la medicina moderna no puedan coexistir. Chang indica que la mayoría de la gente que va a shoujing, busca también ayuda de la medicina moderna.

“Ellos reconocen que aunque el rito no puede calmar su garganta irritada o dolor estomacal, las enfermedades tienen sus raíces tanto en los problemas físicos como espirituales”, dice ella. “Las píldoras pueden resolver los síntomas físicos, pero la gente siente también que necesita algo para sus almas, si quiere sanarse completamente”.

Ya sea una sacerdotisa o un jitong, la intervención del mundo espiritual en la práctica médica moderna ha sido desaprobado desde hace tiempo, o hasta rechazado totalmente por los doctores. Para muchos doctores, los grandes avances de la medicina moderna contra las enfermedades han sido logrados en gran medida por haber conquistado la superstición. Aún así, la actitud de la comunidad médica hacia la curación religiosa o espiritual ha comenzado a ver algunos cambios en los últimos años.

“Los científicos están comenzando a admitir que hay aspectos del proceso de curación que no entienden completamente, y que podrían haber otras posibilidades aparte de tratar las enfermedades únicamente desde el punto de vista médico”, dice Chang. “También hay un consenso reciente de que el progreso de la ciencia no tiene que tener una única trayectoria. Eso está llevando a los investigadores a buscar terapias alternativas que han sido ignoradas por mucho tiempo”.

A lo mejor, en cuanto a “terapias alternativas”, los médiums espirituales en el templo tengan algo que aportar, pero muy pocos médicos de hoy están recomendando a sus pacientes a quedarse en casa. En definitiva, la medicina moderna y la religión folklórica pueden tener sus diferencias en muchos aspectos, pero su objetivo es el mismo -por lo menos según la definición de salud de la OMS, que es un estado de completo bienestar físico, mental y social.

Entonces, respecto a completo estado de salud, ¿quién puede decir que el Templo Hsingtien o la iglesia cercana no tienen un papel que desempeñar?

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