04/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Manteniendo el reino

01/07/2000
Los delfines que entran a los puertos de Taiwan, ya no corren el riesgo de terminar servidos en exquisitos platillos. Los pescadores notifican de inmediato a los equipos de rescate de animales para que liberen a los cetáceos encallados.

l teléfono rojo en la Red para Cetáceos Encallados de Taiwan timbra, una llamada de un pescador que ha visto a dos delfines en el Puerto Putai del distrito de Chiayi. El pescador supone que los dos mamíferos fueron atraídos al área por su abundancia de peces, y no encuentran la manera de salir de allí. Inmediatamente después de dar los detalles del paradero de los delfines, la red envía un equipo de rescate compuesto de funcionarios policiales, buzos, veterinarios, investigadores, la guardia costera, voluntarios, y pescadores. Todos trabajan en equipo para dirigir los delfines fuera del puerto y de regreso a aguas más familiares.

Hace una década, una situación como ésta era casi inimaginable. Lo más probable es que el pescador hubiese atrapado los delfines con su red, para venderlos una vez en el puerto, terminando éstos en la mesa de algún comensal. El hecho de haber llamado por teléfono, en primer lugar, es un buen ejemplo de hasta dónde llegan los cambios que Taiwan ha experimentado, desde que la crítica extranjera condujo a la aprobación de leyes draconianas –el precio para escapar del menosprecio internacional.

La protección de cetáceos no se inició en Taiwan hasta 1990, cuando las criaturas fueron incorporadas a la lista de especies protegidas bajo la Ley de Conservación de la Vida Salvaje (WCL, siglas en inglés), en 1989. “Echando un vistazo a los últimos diez años, en realidad, la actitud del público hacia la conservación de los cetáceos ha cambiado”, dice Chou Lien-siang, profesor del Departamento de Zoología de la Universidad Nacional de Taiwan, quien en 1994 fundó la Red para Cetáceos Encallados de Taiwan, con la ayuda del Consejo de Agricultura (COA, siglas en inglés). “Hemos superado de manera gradual la tradición de atrapar cetáceos a favor de la nueva era de conservación y apreciación”.

Una prueba de este progreso puede hallarse en los registros que lleva la red. Entre 1990 y 1999, alrededor de 290 ballenas y delfines quedaron encallados a lo largo de las costas de Taiwan. De 178 hallados vivos, en el período entre 1995 y 1999, casi el 42 por ciento fue regresado al mar, y el resto falleció en las playas a causa de deshidratación.

Manteniendo el reino

No llore por el macaco de roca formosano. Esta especie estuvo, en alguna época, en peligro de extinción; en la actualidad, según los agricultores, se ha convertido en una peste que amenaza sus cultivos de fruta.

La protección de la vida marina no es el único aspecto de la conservación de la vida salvaje que ha logrado mejorarse. Todas las criaturas de Taiwan –desde la espátula de cara negra hasta los gatos domésticos– gozan ahora de mayor protección. Los esfuerzos conservacionistas se desarrollaron con gran ímpetu, en respuesta a la dura crítica internacional que comenzó en los años ochenta. El cambio sobrevino tan rápido, que muchos países extranjeros consideran aún que Taiwan es un país poco apto para los animales. La transformación no fue nada fácil, porque la planificación gubernamental solía centrarse en el desarrollo económico, y los animales no desempeñaban ningún papel, excepto como artículos para la venta. Aparte de ésto, existían la tradición culinaria china que utiliza las partes de casi todos los animales, y la medicina tradicional que dependía en gran medida de las partes de especies raras; por ello, los cambios de hoy día parecen casi surrealistas.

“Lo que hizo realmente la WCL fue especificar las tareas que cada agencia gubernamental iba a realizar”, dice Fang Kuo-yun, jefe de la División de Conservación de Recursos del COA. “No fue sino hasta que se asignaron funcionarios competentes y un presupuesto que el asunto de la conservación comenzó a marchar por buen camino”.

El motivo que llevó, en 1994, al órgano legislativo de la República de China a enmendar la WCL para consagrar penas más severas, fue la vergüenza a nivel mundial, y no un amor innato por la vida salvaje. El asunto había llegado al extremo en marzo de ese mismo año, cuando la Convención sobre Comercio Internacional de Especies en Peligro de Extinción (CITES, siglas en inglés) concluyó en una reunión del comité permanente en Génova que las medidas propuestas por Taiwan “para satisfacer los requisitos mínimos no habían sido cumplidas”. Tras la decisión de CITES, Estados Unidos invocó la Enmienda Pelly para imponer sanciones comerciales a Taiwan el siguiente abril, luego anunció también una prohibición sobre los animales salvajes de Taiwan y sus productos derivados. “El impacto económico de la prohibición no fue substancial”, dice Fang. “Lo importante fue que la imagen internacional de Taiwan se vio drásticamente empañada”.

Fang considera que la efectiva aplicación de sanciones más severas tuvo impacto en los infractores. La exportación o importación sin licencia, la comercialización, la muestra o exhibición con fines de venta de especies protegidas y sus productos derivados, son ahora castigadas con pena de prisión por un mínimo de seis meses y un máximo de cinco años; y/o una multa de NT$300.000 (US$9.677) a NT$1,5 millón (US$48.385). Los infractores en serie son castigados con pena de prisión, de uno a siete años, y/o una multa de NT$500.000 (US$16.129) a NT$2,5 millones (US$80.645). Otros delitos que se castigan son el abandono, el registro tardío, y la caza de alguno de los animales clasificados en la lista de especies en peligro de extinción de la WCL.

Manteniendo el reino

El profesor de zoología Chen Jiun-hong, a la derecha, insta al Gobierno a que haga más investigaciones y proporcione fondos. “La conservación artificial en sí misma es tan dañina para el medio ambiente como su ausencia”.

Tras la promulgación de esta ley, se creó en 1993, el Grupo para la Supervisión e Investigación de la Conservación de la Vida Salvaje, complementado dos años después por la Unidad para la Protección de la Vida Salvaje, destinada a controlar el tráfico ilegal de animales. Estos dos grupos se encargaron de dar prioridad a estos casos ante la guardia costera, la policía, y los agentes de aduana en los aeropuertos, puertos y a lo largo de la costa. Según las cifras del COA, en 1988, se investigaron por lo menos 2.035 casos de contrabando de animales, y de ellos, 274 por violación de la WCL.

Esas medidas y penas nuevas y más severas funcionaron. El 30 de junio de 1995, Estados Unidos eliminó las sanciones comerciales sobre Taiwan, y la isla fue removida de la “Lista en observación” de la Enmienda Pelly en septiembre del año siguiente. Taiwan ya casi ha logrado la recuperación total de su imagen, y una muestra de ello fue cuando, en febrero de este año, la Sociedad de Derechos Humanos de Estados Unidos presentó al presidente del Consejo de Agricultura, Lin Shiang-nung, una placa en reconocimiento de los logros de Taiwan en el campo de la protección animal, que la Sociedad venía supervisando, desde que sus primeros representantes se instalaron en la isla a principios de los noventa con el propósito de observar y ofrecer ayuda.

ste proceso –crítica, supervisión, cooperación y reconocimiento de los esfuerzos de la isla por la comunidad internacional– tardó casi una década. “Son los ciudadanos que se han esforzado en ayudar a los animales los que se merecen este crédito”, dice el presidente del COA, Lin Shiang-nung. “Todo se debe a ellos, que se haya logrado superar nuestra mala reputación por maltratar animales”. A pesar de todo, Lin indica que la protección animal todavía está rezagada en comparación con los países avanzados, y ésto se debe a que se comenzó muy tarde. “Hay que reforzar la conservación de la fauna a nivel doméstico e internacional, a fin de realizar una mejor actuación y poder convertirnos en una nación genuinamente civilizada y desarrollada”.

Según Chen Jiun-hong, profesor asociado en el Departamento de Zoología de la Universidad Nacional de Taiwan, la campaña educativa del Gobierno ha contribuido a elevar la conciencia sobre la protección animal, sin embargo, su efectividad ha sido poco uniforme.

En el lado positivo, un niño que, en alguna ocasión, pudo salirse con la suya arrojando piedras a una ave, hoy día, será reprendido. Los padres de hoy llevan a sus hijos a paseos para observar aves o liberar animales atrapados.

Hasta ahora todo marcha bien –el problema es que las actividades conservacionistas, en general, se centran sólo en ciertas especies. El macaco de roca formosano es un famoso ejemplo de un animal que parecía estar en peligro de extinción, pero que las medidas efectivas para protegerlo, lo han hecho proliferarse al punto de haber llegado a convertirse en una peste. Los agricultores, con frecuencia y a toda voz, se quejan de que este animal es ahora una amenaza para sus cultivos de fruta. Otros animales famosos son el venado sika formosano, el salmón de tierra cercada formosano, el oso negro formosano, y la tortuga verde, todos en un momento u otro, los favoritos de campañas conservacionistas del Gobierno.

Chen siente que ha llegado el momento de que el Gobierno amplíe su esfera de actividades y abarque a los invertebrados. “La protección animal debería progresar, no sólo salvar a unas cuantas especies sino una biodiversidad completa”, dice él. “Esa es la única manera de que el ambiente se sustente a sí mismo”. Según él, deberían incluirse especies que se consideran insignificantes, pero que tienen un impacto en nuestras vidas, tales como el gusano, que fertiliza y ara la tierra, y la mosca de frutas, que transporta el polen. Así como muchos biólogos, Chen cree que los insectos pueden esconder importantes posibilidades curativas. “La ciencia médica todavía tiene limitaciones. Necesitamos buscar soluciones en la naturaleza y utilizar sus abundantes tesoros, pero no lo podemos hacer si todos esos recursos se extinguen”.

El también insta al Gobierno a destinar más fondos y mano de obra para llevar a cabo investigaciones de campo completas con el objetivo de precisar el número, la naturaleza, la función, y las condiciones de vida de todas las especies animales –una base de datos que sirva para preparar medidas conservacionistas más completas. Con la información correcta, el Gobierno podría redactar reglamentaciones comprensivas sobre, por ejemplo, la cría de peces, cangrejos y camarones –algo que es muy corriente en muchos otros países, pero que no existe en Taiwan. El también espera que el conocimiento de la gente sobre la vida salvaje vaya más allá de una simple lista de animales en peligro, y que abarque sus hábitos de reproducción, crecimiento, y patrones de comportamiento. “La conservación artificial en sí misma es tan dañina para el medio ambiente como su ausencia”, dice Chen. “Una mejora en el hábitat de un animal es propicia para su recuperación”.

Huang Yuan-ching, secretario general de la Asociación para la Protección Animal de la República de China (APA, siglas en inglés), también reconoce los avances y la intervención de otros sectores fuera del Gobierno. “Los medios de comunicación y varios grupos civiles se han unido para promover el concepto de la protección de la fauna”, dice. La asociación, creada en 1973 con el objetivo de cooperar con el Gobierno en la protección de animales, se dedica principalmente a la organización de campañas y actividades educacionales. Esta fue uno de los primeros grupos cívicos en instar al Gobierno a redactar leyes conservacionistas en los años setenta, pero en ese entonces, el Legislativo y otras agencias clave del Gobierno, tales como el Ministerio de Asuntos Económicos, fracasaron en su intento de comprender ese concepto.

La labor de la APA no surtió efectos hasta agosto de 1985, cuando la importación de huesos de tigre y cuernos de rinoceronte fue declarada ilegal. Los productos animales han sido usados por miles de años en medicina china. Los huesos de tigre finamente pulverizados son usados para aliviar el reumatismo, y los productos derivados de los cuernos de rinoceronte se emplean para curar fiebre y neutralizar toxinas en el cuerpo. La prohibición de estos productos en 1985 no fue el fin de la historia, y en los años siguientes aparecieron diversas noticias y reportajes de grupos extranjeros dedicados a la protección de la fauna, señalando que esos productos aún estaban disponibles en la isla. Hoy día, sin embargo, han desaparecido totalmente de los estantes de las tiendas, según Jennifer Kuo, farmacéutica del Sun-ten Pharmaceutical Co. “Es muy difícil, o casi imposible, comprar ahora partes de tigre y cuernos de rinoceronte en las tiendas de medicina local”, dice. “Poca gente se atreve a violar la ley por temor a penas severas”.

Una buena prueba del progreso fue la aprobación de la Ley para la Protección Animal, en 1998. Huang señala que ésta marcó un hito, pues plasmó el cambio de la actitud del Gobierno hacia los derechos de los animales. “Desde su propuesta, discusión y anteproyecto, hasta su promulgación, la Ley de Conservación de la Vida Salvaje tardó diez años en entrar en vigencia”, dice Huang. “En cambio, la Ley para la Protección Animal apenas tardó tres años”.

La WCL se centra principalmente en la sanción; en cambio, la ley de 1998 establece reglas para el bienestar de los animales en Taiwan. La protección que consagra, es extremadamente amplia, abarcando todos los animales, independientemente de si han sido criados por motivo económico, doméstico o científico. La ley reglamenta el ambiente de vida, cuidado médico, y su matanza. Los infractores pueden recibir multas de NT$10.000 (US$323) a NT$250.000 (US$8.065).

“La importancia de esta ley es que define claramente las responsabilidades de los dueños de mascotas, así como las del Gobierno”, dice Chen Bao-ji, director del Departamento de la Industria Ganadera, del COA. “Aquellos que violen esta ley podrán ser castigados. No se trata de eslóganes, sino de la política del Gobierno para proteger los animales”. La ley también estipula que los dueños de perros y gatos deben registrar el nacimiento, adquisición, transferencia, extravío y muerte de sus mascotas, y llevar a cabo el implante de microchips para su identificación.

as nuevas reglamentaciones pertinentes a las mascotas domésticas han traído como consecuencia la realización de diálogos frecuentes entre los grupos que protegen los derechos de los animales y los legisladores, un signo –entre muchos otros– de que el Gobierno ya no ignora a los activistas. “Las leyes son completas, y el Gobierno se ha esforzado mucho en su implementación”, dice Liu Shen-lang, presidenta de la Asociación para el Bienestar de la Vida Animal y la Calidad del Ambiente. Sin embargo, la Ley para la Protección Animal, que ella impulsó incansablemente y ayudó a redactar, ha resultado ser un fracaso.

Lo que más molesta a Liu es un inciso que señala que las mascotas sin identificación, o las que no sean reclamadas por sus dueños tras la debida notificación, podrán ser sacrificadas. “El espíritu de la Ley para la Protección Animal debería respetar la vida de los animales, y la humanidad debería prevalecer a la hora de resolver el problema de los perros callejeros”, dice. “No obstante, la ley distorsiona este espíritu y les da a los perros callejeros la sentencia de muerte”. Liu sostiene que el método correcto es llevar a estas mascotas a centros de esterilización y adopción, y no sacrificarlos.

En respuesta, Chen Bao-ji, del COA, dice que algunos grupos defensores de los derechos de los animales exigen demasiado. “Nuestro objetivo es la promoción del bienestar de los animales, y las mejoras no ocurren de la noche a la mañana”, dice. “Algunas de las solicitudes que recibimos de grupos cívicos no son razonables ni factibles”. El Gobierno respalda totalmente la noción de alentar a la gente a adoptar mascotas abandonadas, pero la verdad es que sacrificar los gatos y perros callejeros es la única manera de eliminar el gran número de animales –muchos de ellos con enfermedades– que abundan en las calles de las ciudades de Taiwan. Chen explica que Taiwan no es el único país del mundo donde se llevan a cabo sacrificios de animales, y señala que en Estados Unidos se sacrifican, por una razón u otra, casi 8 millones de perros cada año.

Los intercambios entre el Gobierno y los grupos defensores de los derechos de los animales continuarán, y de hecho, representan una señal de progreso en un país que empezó muy tarde a preocuparse por la protección animal. De ser calificado como el peor lugar para los animales, hasta recibir el reconocimiento de la Sociedad Humana de Estados Unidos, Taiwan ha avanzado mucho en corto tiempo. Sin embargo, aún le falta mucho camino por recorrer.

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