05/05/2024

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Taiwán Hoy

Una pasión por las mascotas

01/07/2000
“Pero, yo valgo cada centavo”. En las ciudades, los veterinarios que ofrecen servicios de calidad pueden esperar largas filas de dueños de mascotas con dinero en mano. En cambio, la gente de los campos tiende a ser más pragmática y ahorrativa.

leva tiempo difundir el concepto de bienestar animal. En Inglaterra, este tema se comenzó a tomar en serio, por primera vez, en 1822, cuando alguien ganó una demanda contra un agricultor por maltratar una vaca; tres años después, se fundó la mundialmente famosa Sociedad Real para la Prevención de la Crueldad hacia los Animales. La primera ley diseñada para proteger animales apenas logró entrar en el libro de reglamentaciones del Reino Unido en 1911. Inglaterra, una de las naciones más exitosas en el área de la protección animal, tardó casi un siglo para establecer un sistema apropiado.

A Taiwan aún le falta mucho camino por recorrer para que su sociedad tome conciencia del bienestar animal, y éste sea visto como parte integral de la manera de pensar de la gente, y donde los veterinarios disfruten de una posición profesional más a la altura de un médico. Pero, al menos, la situación está cambiando. Los activistas aún critican la indiferencia del Gobierno hacia el problema de la crueldad hacia los animales, pero la conciencia pública sobre este asunto está aumentando rápidamente. Los niveles más altos de vida, junto con el surgimiento de una “conciencia conservacionista”, hacen que, hoy día, muchas personas, especialmente los más jóvenes, estén adoptando actitudes responsables hacia sus mascotas.

Quizás, el mejor ejemplo de ésto sea el aumento del número de clínicas veterinarias. Según el Consejo de Agricultura (COA, siglas en inglés), hay alrededor de 1.800 de estas clínicas en la isla, y su número va en aumento. El papel de muchos veterinarios está también cambiando, y muchos de ellos se han incorporado a la lucha contra la crueldad hacia los animales.

“Con simplemente pasearse por cualquier lugar, se pueden ver muchos hospitales de animales que ofrecen servicios de ‘salón de belleza’ a las mascotas —champú, tinte, limpieza de orejas, entre otros”, dice Zhu Jiang-guang, director del Hospital Veterinario Amabilidad, en Taipei. “Esto demuestra que la gente está más dispuesta a gastar dinero para mejorar la calidad de vida de sus mascotas”.

Una pasión por las mascotas

Muchos hospitales veterinarios ofrecen ahora tratamientos de “belleza” para mascotas, una señal de que ahora éstas son tratadas como miembros de la familia.

En el pasado, los residentes solían considerar cualquier animal, desde el punto de vista exclusivamente económico, simplemente como otra fuente de ganancias potenciales. “Hoy día, tienden a considerarlos más amigos o compañeros”, dice Zhu, quien cree que los animales se hallan en una mejor situación ahora. Esta creencia tiene su origen en personas como Huang Chih-kuan, de 33 años, residente de Taoyuan. “Yo quiero a mi perro”, dice. “Generalmente, lo llevo conmigo cuando voy a escalar montañas los fines de semana. No llevo un registro de lo que gasto en él. El es parte de la familia”.

Liang Sao-ling, colega del Hospital Veterinario Nacional de Taiwan, en Taipei, está de acuerdo. Pero, él añade, “cuando los dueños están dispuestos a gastar mucho dinero en sus mascotas, la pregunta es: ¿pueden nuestros hospitales veterinarios ofrecerles el servicio de calidad que esperan? Nuestros recursos financieros son limitados, y se nos hace difícil adquirir equipos avanzados del extranjero, por ejemplo”.

Asimismo, Liang considera que el papel de los veterinarios está cambiando en Taiwan. “Así como en la mayoría de los países industrializados avanzados, nos estamos convirtiendo en consejeros sobre la salud de los animales, en vez de los que curan sus enfermedades”, dice. Liang cree que la consideración fundamental de los hospitales veterinarios de hoy es ofrecer un ambiente médico de alta calidad a los dueños y sus mascotas.

Muchos profesionales piensan que aún existe una gran diferencia entre las condiciones de las ciudades y las del campo. “Generalmente hablando, la idea de la protección animal se ha difundido mucho”, dice Zhu Jiang-guang. “Pero en las áreas rurales, la gente allí se preocupa menos de eso. Algunas de las personas mayores simplemente no están interesadas. Para ellos, la ganancia económica todavía es la primera consideración”. Aunque no todas esas “personas mayores” viven en áreas rurales. “Yo no gastaré mucho dinero ni tiempo en ésto”, dice Yang Chen-shan, de 66 años, residente de la ciudad de Panchiao, refiriéndose a su perro. “Después de todo, es sólo un animal. ¿Por qué debo hacerlo? Si necesita algo, entonces, yo mismo me ocuparé de ello”.

Huang Ching-jung, director del Hospital Veterinario Hua Xin, en Taipei, indica también que la situación varía entre la ciudad y el campo. “En las ciudades, la gente está dispuesta a pagar altos precios por el tratamiento médico, siempre que quede satisfecha con los servicios del veterinario”, dice. “En las áreas rurales, en cambio, la gente nunca hará eso. La gente allí sólo ve los aspectos prácticos: ¿es costoso? ¿vale la pena hacer ese gasto por el perro o el gato?”

Sin embargo, Yeh Yin-chiung, subdirector del Hospital Veterinario Compasión Afectuosa, en Tainan, en el sur de Taiwan, tiene una opinión diferente. “El aumento en el número de hospitales veterinarios representa un gran cambio en nuestra sociedad”, dice. “Aunque este hospital se encuentre en el [tradicionalmente menos próspero] sur de Taiwan, la gente aquí está progresando mucho”. David Cheng, vicepresidente de Compasión Afectuosa, está de acuerdo y cita dos ejemplos: los dueños de mascotas en su área han aceptado la política del Gobierno de promover los implantes de microchips para sus mascotas; y él ha notado una gran disminución de la popularidad del tradicional y caritativo concepto llamado fang sheng, que insta a la gente a liberar los animales apresados con el fin de alcanzar la paz espiritual. Esto parece humano, pero en el pasado, causó muchos problemas al medio ambiente —la alteración del equilibrio de los ecosistemas— que el Gobierno tuvo que resolver. En la actualidad, el COA desanima activamente este concepto.

Una pasión por las mascotas

Un joven veterinario que comienza a trabajar en Estados Unidos gana cinco o seis veces más que uno en Taiwan, donde muchos veterinarios dicen que no pueden adquirir equipos de mejor calidad fabricados en el extranjero.

La esterilización de mascotas ha sido otro éxito. “En las zonas rurales, para ser honestos, la gente no tiene que disputarse el espacio con los perros callejeros”, dice Huang Ching-jung. “La mayoría de la gente ya ha aceptado el concepto de esterilización, incluso en el sur de Taiwan”. En el futuro, Huang espera que el Gobierno subsidie los implantes de microchips, lo que contribuiría a impulsar el registro de mascotas más que las multas que actualmente oscilan entre NT$2.000 y $10.000 (US$65 y $325).

e ven signos de la creciente preocupación del público en cuanto a la calidad de los veterinarios y las clínicas donde trabajan. ¿Son capaces de satisfacer las nuevas expectativas de sus clientes? “Taiwan era una sociedad agrícola tradicional, donde se daba importancia a los animales de granja, tales como vacas, cerdos, y pollos”, dice Zhu Jiang-guang, del Hospital Veterinario Amabilidad. “Por ello, la investigación y el tratamiento de estos animales siempre fue de buena calidad. Pero nadie le dedicaba mucho tiempo ni atención a las mascotas domésticas, ni siquiera durante los cursos de veterinaria”.

Huang Ching-jung, de Hua Xin, cree que los dueños de mascotas no tienen mucha fe en los veterinarios, y ésto se debe en gran parte al sistema educativo de la isla. En Taiwan, un estudiante necesita cinco años para obtener su título de veterinario, cuatro de ellos los pasa en las aulas, y uno en el laboratorio. Después de ésto, debe aprobar un examen. Actualmente, solamente cuatro universidades en la isla ofrecen cursos de veterinaria. No obstante, una vez que obtienen el título, los veterinarios se encuentran protegidos. Según el COA, la única ofensa “profesional” de la que se les puede acusar es “alquilar” su licencia a practicantes incompetentes, y aún así, el castigo es sólo una multa, y nada más.

Nadie es responsable de la supervisión de los estándares profesionales en la profesión veterinaria, por ello, cuando algo sale mal, los dueños de mascota, generalmente, se ven forzados a resolver el asunto mediante un acuerdo financiero con el veterinario culpable. “Los veterinarios saben que nadie va a ir a la corte por un perro o un gato”, dice Huang Ching-jung, del Hospital Veterinario Hua Xin. “Si sucede algo, los veterinarios simplemente ofrecen compensación al cliente”.

La falta de formación práctica es otro aspecto que preocupa a los dueños de mascotas. “Los profesores de veterinaria siguen centrándose en los animales de granja”, dice Huang. “El Gobierno no aprobará ni subsidiará un proyecto de investigación a menos que se demuestre que producirá beneficios económicos. Por ello, los profesores de hoy no tienen ningún incentivo para tratar el tema del ‘respeto a la vida’”. El agrega que las reglamentaciones no obligan a los estudiantes, que pasan los exámenes y reciben sus certificados del COA, a realizar una práctica clínica antes de abrir sus propios hospitales. Bajo estas circunstancias, los veterinarios terminan, generalmente, aprendiendo sobre mascotas domésticas por sí mismos y a través de la experiencia profesional.

Huang Pin-han es director del Hospital Veterinario Provet, en Yungho, cerca de Taipei. El enumera tres dificultades que existen en el campo de la medicina de mascotas: El mercado es demasiado reducido para justificar la importación de medicinas costosas del extranjero. Además, la gente está renuente a aceptar que si desea mejor tratamiento médico para sus animales, tendrá que pagar un precio más alto. Y, el Gobierno se niega a invertir dinero en el desarrollo de la ciencia veterinaria. “Hasta ahora, hemos hecho muy poco aquí, y tenemos que depender de los trabajos de investigación realizados por intelectuales extranjeros”, dice Wang Ching-chao, presidente del Hospital Veterinario Compasión Afectuosa. “El Gobierno no parece tener una política completa que abarque esta parte, y sigue concentrándose exclusivamente en el desarrollo económico”. Según él, el problema es que la gente no considera a los veterinarios como profesionales.

En cambio, en Estados Unidos, los veterinarios gozan de una posición mucho más alta. Por ejemplo, en Taiwan, los veterinarios recién licenciados pueden ganar entre NT$30.000 y $50.000 (US$970 y $1.615) al mes, mientras que sus colegas estadounidenses ganan cinco o seis veces más. Sin embargo, David Cheng, vicepresidente del Hospital Veterinario Compasión Afectuosa, cree que la situación está mejorando; y Huang Pin-han corrobora que muchos veterinarios taiwaneses que fueron al exterior para cursar estudios de posgrado, están regresando a Taiwan para enseñar en las universidades o abrir sus propias clínicas.

¿Para qué promover los derechos de los animales? Mucha gente cree que toda vida es única y merece ser estimada, independientemente de si es o no “útil”. La Asociación para la Conservación de la Vida se adhiere a este principio, y se ha dedicado a promover la protección de los animales en Taiwan desde 1993. La presidenta de la asociación, la Maestra Budista Shing-kuang, cree que mantener una amplia gama de especies de animales es un asunto de interés general. “Estimulando el interés de la gente, lograremos gradualmente que se comprenda la importancia de la conservación de los animales”, dice. “Tenemos que recordar que los recursos de este planeta son limitados”.

La transición de Taiwan, de un régimen autoritario a una sociedad humanitaria próspera, está todavía en marcha, trayendo consigo muchos cambios, pequeños y grandes. Sin embargo, ¿ha hecho realmente algo la nueva y próspera clase media para difundir la idea de que los animales también tienen derechos? Shing-kuang no lo cree así. “Cuidar los animales no es una respuesta racional, es simplemente una manifestación de amor”, dice. “En las zonas rurales, las consideraciones económicas tienen importancia primordial, y el concepto de la protección animal es vago para muchos agricultores, no obstante, ellos quieren mucho los animales que han criado. Los cuidan y protegen bien mientras viven”.

Shing-kuang cree que es realmente en las áreas urbanas de la sociedad industrial moderna, donde la gente trata los animales como una simple cifra en una hoja de contabilidad, por ejemplo, en las granjas de reproducción. “Eso va en contra de la idea central de la protección animal”, sostiene. Ella tampoco cree que el dramático aumento del número de hospitales veterinarios esté relacionado con la mayor aceptación de la necesidad de ser bondadosos con los animales. “Es simplemente el resultado general de la oferta y la demanda del mercado”.

En otras palabras, la gente de la ciudad tiene tiempo y dinero para gastar; en cambio, la gente de las comunidades agrícolas no disfrutan de esos lujos. Shing-kuang piensa también que, ésta es otra razón por la que la gente joven tiene fama de interesarse por el bienestar animal. Otros factores son, que a diferencia de sus padres, reciben mejor educación, y tienen mayor disposición para aceptar las ideas extranjeras. “Simplemente tienen más poder adquisitivo”, dice. “En realidad, no saben cómo gastar su dinero”.

a promulgación de la Ley para la Protección Animal en noviembre de 1998, marcó una nueva fase en el movimiento de la protección animal. El preámbulo reza que “esta ley es decretada para proteger los animales y elevar el respeto a sus vidas”. Aún así, esta ley ha sido objeto de mucha crítica por parte de los activistas. “En efecto, esta ley otorga poderes al Gobierno para sacrificar legítimamente a ciertos animales”, dice Huang Ching-jung, de Hua Xin. “Por ejemplo, las mascotas sin microchips de identificación, o los perros callejeros que no son reclamados dentro de los siete días siguientes a su aprehensión, pueden ser sacrificados. Esto es irónico —esas mascotas son víctimas de la ley”.

Con ésto, se saca a la luz un número de problemas que enfrentan los activistas del bienestar animal en Taiwan. Primero, algo común entre los dueños de perros es dejar que sus mascotas vaguen por las calles, olvidando el cariño que sienten por ellas. Segundo, muchos dueños de perros conservan aún la idea obsoleta e irresponsable de que es aceptable abandonarlos cuando se está cansado de ellos. Y tercero, la actitud prevaleciente aquí de que una ley que está diseñada para proteger animales, los haya convertido en víctimas, lo que se ha dado en llamar el “doble mal de ojo” —el trauma de ser capturado, y luego, sacrificado. Recolectar jaurías de perros callejeros no cambiará esas opiniones, particularmete la tercera, que parece tener como base una mala interpretación de la razón fundamental de la ley.

“Bueno, yo no entiendo la ley”, dice Tsao Lin-jen, una ama de casa en la ciudad de Panchiao. “De hecho, no sé qué dice. Nunca he escuchado a alguien del Gobierno hablar sobre ella”. ¿Cómo supo Tsao de esta ley? En un artículo de periódico —y ella no es la única en esta situación. “Supe de esta ley viendo la televisión, pero no conozco su contenido”, dice Wu Yu-yin, quien administra un restaurante de comida rápida en Hsinyin. “El Gobierno tiene que esforzarse mucho por la gente”. De hecho, Wu cree que el verdadero propósito de esta ley es mostrarle a otros países que Taiwan es un lugar avanzado en cuanto a la protección animal. Los funcionarios del COA, por otra parte, dicen que ellos están realmente esforzándose, promocionando y explicando la ley a través del sistema escolar de la isla, pero esas reformas necesitan de tiempo.

Algunos veterinarios indican otro punto débil de la ley: La pena máxima que impone a los que abusan animales es una multa de NT$250.000 (US$8.065). “En realidad, mucha gente aquí es adinerada, y no tiene el más mínimo miedo a una multa”, dice Huang Ching-jung. “Algunas personas incluso hacen alarde de ello. Es muy extraño”. Según él, el Gobierno necesita volver a revisar esta ley en un futuro próximo, preferiblemente después de discusiones detalladas entre el COA y los legisladores.

En definitiva, todo se resume en la reforma de las actitudes de las personas. “Con frecuencia, llego a la clínica veterinaria en la mañana, y me encuentro con que alguien, durante la noche, dejó abandonado un perro”, dice tristemente Zhu Jiang-guang. “A ésto lo llamo mi trabajo voluntario, creo que otros veterinarios sienten lo mismo”. Según él, el aspecto más importante de este trabajo es cambiar la manera de pensar de la gente. “Se trata de algo muy serio”, dice. Y el progreso puede ser, en algunos casos, lento, muy lento.

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