04/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Los nuevos rostros de Taiwan

01/12/2003
El rápido cambio en la mezcla de razas de Taiwan está ilustrado por el número de niños nacidos de madres inmigrantes. En 2002, más del 12 por ciento de todos los recién nacidos eran de madres inmigrantes.

Se ha colocado un gran énfasis en la diversificación de los grupos étnicos en los últimos años. El Gobierno Central está animando a los trabajadores extranjeros con destrezas de alto nivel y las compañías extranjeras a establecerse en Taiwan para aumentar la competitividad de la nación en el mercado internacional. El Gobierno está animando a la gente local a aprender idiomas extranjeros, y tener a los forasteros cerca facilita mucho más esta tarea. Mientras que los trabajadores de cuello blanco se mantienen en un extremo de la escala, una multitud de trabajadores extranjeros ayuda a construir los rascacielos, caminos y algunos proyectos de infraestructura de Taiwan; y otro grupo predominantemente de trabajadoras extranjeras cuida niños, ancianos y los hogares de las familias de clase media de Taiwan.

En Taiwan, una nación extraordinariamente homogénea, con una población 98 por ciento de chinos han, los rostros extranjeros se están volviendo más comunes. Según las cifras recopiladas por el Ministerio del Interior (MOI, siglas en inglés), el número de nacionales extranjeros que residen en Taiwan se ha elevado rápidamente durante los últimos años, de 44.000 en 1992 a 405.000 en 2002. Si se suman los inmigrantes de China continental, la cifra se eleva a 552.000, el equivalente a aproximadamente 2,4 por ciento del total de la población de la isla.

La presencia de tantos nuevos rostros, según la opinión de algunos, ayudará a Taiwan a abrirse más al mundo de fuera y mejorar la competitividad de los taiwaneses mismos. “La diversidad es un factor necesario para la supervivencia así como una fuerza motriz detrás del progreso social”, dice Hsia Hsiao-chuan, profesora asociada en el Instituto de Postgrado para Estudios de Transformación Social de la Universidad Shih Hsin. “Cuanto menos variado es un lugar, menos adecuada su capacidad de supervivencia. Eso se aplica al círculo biológico, y al mundo humano también”.

Sin embargo, este nuevo énfasis en la diversidad cultural ha dado lugar a debates sobre las políticas de inmigración y asuntos laborales de Taiwan. La inmigración es en gran medida un concepto extraño en Taiwan, e históricamente se han hecho pocas solicitudes para obtener la ciudadanía, aparte de los chinos de ultramar que se trasladan a Taiwan para reunirse con miembros de su familia. Hoy, una nueva ola de inmigración ha comenzado a causa del vínculo matrimonial -muchos hombres taiwaneses están contrayendo nupcias con mujeres de otras partes de Asia.

La llegada de nuevos inmigrantes, según la opinión de Hsia Hsiao-chuan, ha colocado a Taiwan en un punto en el que debe dirigirse hacia una sociedad diversificada y abierta, o una nación cerrada en la cual la raza es la principal consideración para la ciudadanía. En su opinión, el país tiene actualmente una buena oportunidad de dar la bienvenida a los frutos de un ambiente multicultural que podrían enriquecer a la isla. El aumento de matrimonios entre taiwaneses y mujeres extranjeras -que representa un cuarto de todos los matrimonios celebrados el año pasado- se ha convertido en la primera gran prueba para la inmigración y los retos que conlleva.

Los matrimonios entre taiwaneses y no taiwaneses aumentó rápidamente después del fin de la ley marcial en 1987 y especialmente después de flexibilizar las restricciones sobre matrimonios con chinas continentales en los años noventa. A finales de 2002, el número total de esposas extranjeras superó las 240.000. La mayoría de las esposas no taiwanesas son de China continental, seguidas de mujeres del Sureste Asiático; y la mayoría de los esposos extranjeros son de Tailandia, Japón y Estados Unidos.

En 2002, de cada 100 matrimonios, en 27 uno de los cónyuges era extranjero. El mismo año, 12,46 por ciento de todos los recién nacidos en Taiwan fueron de madre no taiwanesa, en comparación con sólo el 5,12 por ciento en 1998.

El marcado aumento ha instado a la oposición de los taiwaneses que creen que la entrada de inmigrantes tendrá un efecto negativo en la sociedad taiwanesa. “La influencia de las actuales tendencias sobre inmigración y sus consecuencias está aumentando demasiado y no puede ignorarse. Afectará a nuestros ciudadanos en las generaciones futuras”, dice la legisladora Chou Ching-yu. “Influirá en la dirección del desarrollo de nuestra nación en el futuro en aspectos tales como la economía, política y sociedad”.

Chou y otros creen que los más bajos niveles educativos en general de los nuevos inmigrantes y, la falta del dominio del idioma, excepto las mujeres de China continental, convierte a los inmigrantes en una carga para Taiwan y no una fuente de diversidad que fortalezca la sociedad. Un argumento frecuente es que los niños de madres no nativas tienen mayores dificultades en la escuela y podrían sentirse como extraños porque tienen un padre o madre que no habla con fluidez el chino, y no se ha asimilado completamente a la sociedad local. Este problema, que ha sido enfrentado por generaciones en países con historia de inmigración, es nuevo para Taiwan. Chou también señala que las madres extranjeras tienden a tener más hijos que la madre taiwanesa promedio. Ella siente que esto podría tener un efecto negativo en la sociedad.

Pero, otros sienten que estos nuevos miembros de la sociedad taiwanesa deberían recibir asistencia en el proceso de asimilación, e indican que tener menos dinero no significa el fracaso de los niños, especialmente en un país que posee un sistema educativo bueno y barato. “No es un problema de naturaleza humana o antecedentes, sino del ambiente social”, dice la profesora Hsia Hsiao-chuan, de la Universidad Shih Hsin. “Algunas personas han tenido mucho éxito, a pesar de tener una familia pobre. El asunto es qué tipo de ambiente tenemos para ofrecerles a estos inmigrantes. Si podemos ofrecerles a ellos y sus hijos un buen respaldo y educación, podrán contribuir con la sociedad”.

En los últimos años, el Gobierno ha comenzado a ofrecer apoyo a estas familias para asegurar que los niños no tengan problemas. Sin embargo, las dificultades pueden ser muy diferentes dependiendo del origen del cónyuge. Por una parte, los problemas de las esposas continentales, que hablan chino, y las esposas de otros países son muy diferentes. Las mujeres continentales tienden a sufrir mucho más del estigma social y las reglamentaciones estrictas que regulan las relaciones entre Taiwan y China continental, mientras que las esposas de otros países deben encarar problemas más básicos, tales como el idioma y los sentimientos de confusión al radicarse en un nuevo país con una cultura diferente.

Chou dice que el Gobierno debe tratar separadamente los diferentes grupos, pero debe coordinar en general la asistencia para estos nuevos inmigrantes. Ella también cree que los solicitantes de inmigración deben ser sometidos a supervisión para probar su dominio del idioma, y ver si conocen Taiwan. Esa práctica, según Chou, ayudará a aliviar los problemas que enfrentarán una vez que inmigren.

La profesora Hsia indica que aunque Taiwan tiene una historia de inmigración, no parece estar preparado para la actual ola de inmigrantes. “En el presente, tenemos residentes que vienen de diferentes países, pero los tratamos básicamente de manera ignorante y negligente”, dice Hsia. Ella piensa que Taiwan debería crear un ambiente multilingüe para facilitar los servicios públicos y la diseminación de información a fin de que los inmigrantes de diferentes razas puedan recibir mejor asistencia y adaptarse más rápidamente. Una manera factible, sugiere ella, es emplear a inmigrantes de diferentes razas para que trabajen en diferentes negocios.

Hsia cuestiona la idea de que los inmigrantes puedan retrasar el desarrollo general de Taiwan. “Hoy día, es fácil encontrar a nacionales extranjeros alrededor”, dice. “Si podemos comenzar con nosotros mismos, y los tratamos de manera equitativa, podemos aprender de su cultura e historia. Podemos cambiar el ambiente para ellos, y al mismo tiempo, hacer a Taiwan un lugar más competitivo”. Aunque el Gobierno está ahora trabajando en planes para ayudar a los nuevos inmigrantes, Hsia cree que el público general debe pasar por un cambio de pensamiento sobre quién es taiwanés. En muchos aspectos, parece difícil que la gente local acepte que alguien que no se parece a ellos sea taiwanés.

Lin Tao-ming, un caucásico que nació como T. C. Locke en Estados Unidos, es un buen ejemplo. Lin vino a Taiwan hace alrededor de 10 años, habla chino mandarín y el dialecto local taiwanés, pero es aún muy raramente aceptado como taiwanés. “La gente local tiende a clasificar a los extranjeros en un solo grupo que tiene trabajos parecidos y se comportan de manera similar, en vez de considerarlos como individuos separados”, dice. “Y ellos tienden a tener expectativas muy bajas de los extranjeros en cuanto al conocimiento y dominio del idioma, y otros aspectos culturales de Taiwan”.

Lin es ciertamente un caso raro en Taiwan. La mayoría de los occidentales ven pocas ventajas en el hecho de inmigrar a Taiwan, especialmente dada la dificultad de viajar con un pasaporte taiwanés. Pero en 1988, cuando Lin visitó la isla durante su tercer año de la universidad para cursar estudios lingüísticos en la Universidad Tunghai en el centro de Taiwan, él se enamoró del lugar y decidió quedarse en Taiwan. “Cuando vine por primera vez a la isla, recuerdo que quedé inmediatamente impresionado por el lugar y pensé ‘aquí es donde quiero vivir’”, recuerda Lin. “La vida aquí parecía ser mucho más emocionante e interesante, dada la vibrante atmósfera de la sociedad taiwanesa, así como su naturaleza caótica en ciertos aspectos”.

Para adquirir la ciudadanía, Lin tuvo que planear su adopción por la familia de un amigo, y en 1994, se convirtió en ciudadano de la República de China. Como se exige a cada hombre taiwanés (incluso a los inmigrantes), tuvo que completar dos años de servicio militar obligatorio, una experiencia que describe en su autobiografía Contando Mantou: un americano en las fuerzas armadas de Taiwan. El libro también trata asuntos de identidad y asimilación que poca gente se ve forzada a enfrentar.

A pesar de su experiencia y reconocimiento oficial como un ciudadano, Lin aún siente que se le trata como a alguien de fuera. Por ejemplo, cuando acude a la caja de una tienda, el encargado se esconde en el fondo. El sabe que es probablemente porque ellos no pueden hablar inglés o simplemente porque son tímidos, pero aún le hace sentir avergonzado, y le da la impresión de que los taiwaneses no están muy dispuestos a tratar con extranjeros, y mucho menos a aceptar a uno como a su propio compatriota. “Me gusta vivir aquí, pero todavía no me siento aceptado como un miembro regular de la comunidad”, expresa. “Mi vida sería más fácil si las personas locales me trataran normalmente como una persona ordinaria”.

En su opinión, la gente local debería hablar chino con confianza en su país natal cuando se encuentran con extranjeros. Si hay algún problema de comunicación, es problema del extranjero, no de ellos.

Generalmente hablando, a Taiwan todavía le falta un largo camino por recorrer para convertirse en una sociedad de inmigrantes, opina Lin. El también piensa que el Gobierno debería establecer una organización que ofrezca apoyo legal para los inmigrantes que son discriminados, y aplicar sanciones o multas para desanimar estas prácticas.

La inmigración todavía es un asunto novedoso para Taiwan. Como indica el viceministro administrativo del MOI, Chien Tai-lang, Taiwan ha mantenido durante algún tiempo “reglamentaciones estrictas en cuanto a inmigración, y reglamentaciones flexibles sobre emigración”.

La mayoría de la gente que viene a Taiwan lo hace sólo por motivo de visita o trabajo, pero generalmente no para inmigrar. Taiwan ha evitado desde hace mucho tiempo la inmigración de trabajadores sin destrezas de otros países en la región, y por ello limita sus contratos a períodos de tiempo establecidos, generalmente de dos o tres años, después del cual los trabajadores deben regresar a sus países natales. Hoy día, hay alrededor de 300.000 trabajadores extranjeros en Taiwan en los sectores manufactureros y de construcción, o sirviendo como cuidadores o criadas.

Hay que sumar a la comunidad extranjera, los más de 13.000 trabajadores de cuello blanco, incluyendo profesores de inglés, ingenieros, empresarios y misioneros. Estos trabajadores vienen a aprovechar la experiencia en manufactura de Taiwan o a establecer empresas o a trabajar en la oficina regional de una compañía de su país local o simplemente a desempeñarse en un nuevo ambiente. Vienen de todos los rincones del mundo, y se suman substancialmente a la diversidad de Taiwan, aunque viven frecuentemente en comunidades habitadas en gran medida por otros no taiwaneses. Como el Gobierno taiwanés permite a los trabajadores de cuello blanco quedarse siempre y cuando mantengan su posición de trabajo, convertirse en ciudadano trae pocas ventajas para ellos.

Sin embargo, la inmigración es algo que el Gobierno está reconsiderando, y bajo la instrucción del Yuan Ejecutivo, el MOI tomó medidas en enero pasado para establecer la Administración de Inmigración planeada desde hace mucho tiempo. Chien explica que la Administración de Inmigración tiene como objetivo unificar en una sola oficina los procedimientos de entrada, salida e inmigración que se encuentran dispersos actualmente en diferentes agencias gubernamentales. Se ocuparía de las responsabilidades que ahora realizan agencias tales como la Administración Nacional de Policía, el Buró de Inmigración, y la Administración de Población. Los asuntos sobre inmigración necesitarán también ser coordinados con el Ministerio de Asuntos Exteriores, Consejo de Asuntos Continentales, Consejo de Asuntos Laborales y Comisión de Asuntos para los Chinos de Ultramar, las agencias que ahora se encargan de los asuntos sobre inmigración. La meta de la nueva agencia administrativa sería ofrecer mayor conveniencia a los extranjeros, así como mayor control centralizado y efectivo de los asuntos de inmigración.

Igualmente, el Gobierno ha tomado medidas para asistir a las esposas extranjeras mediante la construcción de un sistema de respaldo que incluye aprendizaje de idioma, introducción a las tradiciones y costumbres locales, asesoría sicológica y conyugal, apoyo infantil y asistencia financiera.

Entre otros de sus esfuerzos, el MOI planea completar un censo de toda la isla a finales de este año, que tiene como objetivo que los cónyuges extranjeros y continentales comprendan mejor sus condiciones de vida y conyugales. La información, según el MOI, ayudará a determinar las políticas efectivas para ayudar a estos inmigrantes. “Estos cónyuges no taiwaneses ya se han convertido en miembros de la sociedad, y sus hijos, particularmente, tendrán un impacto significativo en el futuro desarrollo del país”, dice Chien. “Una buena política gubernamental podría ayudarlos a contribuir exitosamente con la sociedad. De lo contrario, podrían convertirse en objeto de los servicios de bienestar social, y así tendríamos que pagar un costo mayor”.

Al mismo tiempo, el Gobierno está lentamente abriendo las puertas de Taiwan a más inmigrantes. Por ejemplo, la Ley de Inmigración revisada en julio de 2002, estipula que a los extranjeros que han hecho contribuciones especiales a Taiwan o poseen destrezas de alta tecnología necesitadas en el país, se les puede otorgar residencia permanente después de obtener aprobación del comité supervisor del MOI. El MOI está trabajando en la revisión y la flexibilización de las reglamentaciones para abrir más la inmigración a aquellos con sólidas propuestas de inversión o destrezas profesionales en una amplia variedad de campos, incluyendo la política, economía y educación.

A pesar de la duda aparente en algunos sectores, la bienvenida a los extranjeros en la sociedad parece ser un nuevo paso en la búsqueda por la diversidad y los lazos más estrechos entre Taiwan y el resto del mundo.

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