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Algo esotérico en Latinoamérica

01/09/2002
La lectura de las cartas es un método muy utilizado por los especialistas de la adivinación. Los santeros latinoamericanos también lo utilizan para ver el pasado, el presente y el futuro.

Durante la era de la colonización de América, a partir del siglo XVI, cuando llegaron los esclavos africanos traídos por los europeos, éstos trajeron consigo sus costumbres y tradiciones, y entre ellos, sus prácticas religiosas y creencias. Con el paso del tiempo, éstas fueron mezclándose con el catolicismo y las creencias propias del aborigen americano, dando lugar a diversos cultos y prácticas, quizás un poco misteriosos y ocultos. Los aborígenes traídos de Africa aceptaron los nuevos dioses católicos que les impusieron sus amos, y los mezclaron con las figuras de sus orishas, o deidades, y una combinación de confusión, miedo y perseverancia, lograron unir a Santa Bárbara con su Changó, haciéndole ver a los amos su conversión pero sin abandonar sus creencias. De allí, surgió la corriente principal conocida como Santería, por su culto exclusivo a los santos, representados por figuras con supuestos poderes mágicos.

Los centros principales de santería se encuentran en la región caribeña, en países como Cuba, República Dominicana, Haití, etc, y en el continente sudaméricano, especialmente en la famosa región de la Montaña de Sorte, en Venezuela. Esta última es una de las sedes principales de este culto, porque según la leyenda, la Reina María Lionza, que es una de las principales deidades adoradas por este culto, vivió y murió en los bosques de esa montaña.

Hoy día, y desde hace ya mucho tiempo, la gente que desea recurrir a la adivinación, ya sea porque se encuentra en un momento de crisis, desea hallar solución a un problema, por curiosidad o por la presión de grupo, busca la ayuda de un santero para que le adivine el futuro o le aconseje. El santero también se conoce como brujo en algunos países de latinoamérica. En el occidente, se utilizan diversos medios para la adivinación: la evocación de muertos, consulta de los horóscopos, la quiromancia, la interpretación de presagios, el recurso de los “mediums”, la lectura de las cartas, la ouija, y muchos más. Estos y otros métodos son empleados también por los santeros.

Pero, entonces, ¿cómo ayuda un santero a su cliente? Cuando una persona visita a un santero seguramente éste le preguntará qué desea, en algunos casos el poder de algunos de estos expertos es tal, que sin necesidad de que el cliente comience a hablar, éste ya sabe qué es lo que desea. Por lo general, el santero puede fumar el tabaco para conocer el futuro o resolver el problema del cliente, pues dependiendo de la forma como se queme el tabaco van quedando mensajes. Otros santeros leen los caracoles, echan las cartas, leen el tarot, el café o el cigarrillo, ven las manos o los ojos. Una vez que conocen la causa del problema del cliente, el santero le aconseja qué hacer. En algunos casos, el cliente debe tomar o untarse algún menjunje o perfume especial para que le cambie la suerte. En otros, el santero puede preparar un “trabajo” para resolver el asunto, ésto lo hace a base de rezos, preparados de ramas, velas, y en algunos casos sacrificios de animales. En ocasiones, el santero debe hacer una “limpieza espiritual” al cliente para quitarle la mala suerte y llenarle de buen augurio.

¿De dónde procede el poder de los santeros? Estos expertos del esoterismo utilizan el poder de potencias sobrenaturales, e invocan espíritus o santos para que les ayude. Estos se agrupan en lo que en santería se conoce como “cortes”. Estas cortes tienen diferentes niveles, por ejemplo, una de las más altas es la Corte de la Reina María Lionza; otras menores son las de Changó, el Vikingo, Negro Primero, etc. Se encuentra la Corte Celestial, conformada principalmente por santos y vírgenes. La Corte Palera posee gran connotación negativa, y está formada por dioses y espíritus malignos, los que se invocan para hacer daño.

Sin embargo, por lo general, estas deidades y espíritus no bajan directamente, sino que envían a representantes, y el nivel de éste dependerá también del nivel y la experiencia del santero. Se conoce que estos santeros al invocar a estos espíritus, lo que se conoce como “transportación”, son poseídos por ellos, alcanzando así el poder para resolver los problemas de los clientes y hasta curar enfermedades. Es famosa la práctica de operaciones practicadas por algunos santeros poseídos por altas deidades o espíritus de médicos. “Recuerdo que hace muchos años participé como espectadora en una ceremonia de ‘transportación’”, dice Marta Pérez, “la santera fumaba el tabaco y bebía alcohol, otras personas tocaban el tambor y hacían ruidos extraños; de pronto, la santera comenzó a hablar en un tono masculino. Supe después que se trataba de la voz del espíritu que la había poseído. Fue algo realmente espeluznante”, continúa. “No sé si era verdad que el santero tenía un espíritu dentro, pero fue una experiencia interesante. Sin embargo, no me gustaría que se repitiera”, concluye sonriendo.

En el pasado, la santería y otros cultos relacionados, tales como el espiritismo, fueron prácticas perseguidas en Latinoamérica, pero actualmente se han vuelto más públicas, e incluso han sido introducidas y presentadas en los medios de comunicación. Sin embargo, no deja de ser algo oculto, secreto y misterioso.

El servicio y la ayuda prestados por los santeros generalmente deben remunerarse. En algunos casos el cliente ofrece lo que desee; en otros, el santero exige una cantidad en dinero o en velas u otro artículo necesario para hacer su trabajo. “Nosotros no cobramos dinero, el cliente nos da lo que quiera”, comenta una espiritista.

Otra costumbre vinculada a la adivinación y la búsqueda de la suerte y la fortuna es llevar puesto un talismán, conocido también como amuleto, que no es más que un objeto que se cree sirve para atraer la suerte y alejar las vibraciones negativas. Mucha gente en Latinoamérica acostumbra a llevarlos. Los más populares y con gran tradición son la pepa de zamuro u ojo de buey (se trata del fruto seco y duro de un arbusto, de forma redondeada y color oscuro), la peonía, el colmillo de caimán, el cacho de venado, la pata de conejo, el azabache u oxidiana, que lo llevan especialmente los niños para evitar el mal de ojo. Este último se refiere a un daño ocasionado por la energía negativa de otra persona. Otras personas más religiosas tienden a llevar escapularios colgados en el cuello, o atados a la ropa interior, con imágenes de santos y vírgenes.

Por supuesto, no todo el mundo cree ni en el poder mágico de los amuletos, ni en las facultades de estos santeros o brujos. La Iglesia Católica y sus fieles seguidores están totalmente en contra de estas prácticas paganas, y hasta las consideran inmorales. “Es un modo de explotar a la gente que no tiene clara la fe en Dios y se van por otro camino”, dice Josefina Ramírez, maestra jubilada de escuela primaria. “Creo que todos los que creen en eso, nunca tienen mucha suerte. Hay que trabajar, estudiar, tener una vida recta, sin hacer el mal, para así vivir tranquilo”, agrega.

“De que vuelan, vuelan”, dice sarcásticamente José Arvelo, quien ha tenido la oportunidad de palpar muy de cerca el mundo de la santería. “No obstante, no creo que bajen espíritus para meterse en el cuerpo de un espiritista o santero. Pero, sí creo en el mal de ojo. Es un punto negativo de energía involuntario que puede hacer daño a la gente cuya energía es más débil, incluso con un simple gesto”, continua.

Ya sea realidad o fantasía, cierto o falso, moral o inmoral, el hecho es que estas prácticas ocultas en sus diferentes formas y modalidades existen en todos los rincones del mundo. El hombre en su búsqueda por lo desconocido, y su indomable curiosidad siempre seguirá tratando de conocer aquéllo que no le ha sido revelado, y no necesariamente lo hará a través de la razón y el estudio, sino mediante medios sobrenaturales que quizás no sean aceptables por todo el mundo.

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