29/04/2024

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UN RINCÓN DE SUEÑO DE BALLET

01/08/2008
Las alumnas adultas superan la dura etapa inicial con el atractivo de la bella música de acompañamiento en las clases.
El breve encuentro vislumbra la vida de algunas alumnas, una maestra y la pionera de la enseñanza privada del ballet para adultos.

Li-sueh, una ama de casa cuarentona, cocina, limpia, y hornea delicioso pan casero como pasatiempo. Esposa, madre y nuera, cuida a su familia con mucho cariño. También le encanta leer revistas y novelas. Todo esto suena normal, pero su corto viaje rutinario de los mediodías a la zona central para tomar clases de ballet, tal vez no sea algo tan común.

Clases de ballet para adultas
Ahí cerca de la salida 7 de la Estación Central, en la esquina de la tienda 7-11, se ven con frecuencia muchas mujeres, y algunos hombres, que doblan en el callejón, con esa forma de caminar típica de los bailarines de ballet. Da curiosidad el amplio rango de edad, desde 15 hasta 80 años.

Li-sueh entra en un viejo edificio, sube al tercer piso, se dirige al mostrador y marca la tarjeta. Compró cursos para un año entero. Ya se ha convertido en hábito, o tal vez, en un rito cotidiano. Se cambia rápidamente de vestido en un espacio reducido detrás de una cortina, para aparecer luego con su traje color rosa de ballet. Igual como las otras alumnas, entra al aula toda preparada.

Bailando en el escenario interior del alma
Las notas de piano se escuchan por toda el aula llena de alumnas delgadas o robustas, jovencitas o de mayor edad, de nivel avanzado o apenas principiantes.


“La mayoría toma clases de ballet motivada no por las ganas de buscar oportunidad futura en los espectáculos frente al público...” , dijo la maestra Kao, al referirse a las actitudes aficionadas de las alumnas. “Cuando las veo bailar frente al espejo del aula, tan serias y devotas, veo que no solamente están llevando un curso, sino que también están bailando en un escenario interior, en el fondo más profundo de su alma ”.


La maestra Kao Ruei-Sueh, de 38 años, da nueve clases por semana. Inició su carrera profesional como bailarina después de graduarse de la universidad, y participó durante ocho años en el grupo local de ballet clásico Cuatro Estaciones. Viajó a S.Peterburg, Rusia, para asistir a cursos y entrenamientos avanzados por dos años. Al volver a Taiwan, no retornó al ansiado espectáculo y aceptó la cordial invitación de la señorita Su, para dar clases en Wu-Yi, la primera academia privada para adultos que ofrece cursos de ballet tanto para profesionales como para principiantes.


El tiempo pasa rápido. Kao ha cumplido doce años como maestra, llegando a ser una de las mejores, y más solicitadas. Con mucha experiencia dando cursos a adultos, ha llegado a la conclusión de que no es difícil enseñar a los adultos principiantes, pero para los alumnos es bien duro, “tienen que aguantar el dolor físico de estirar las piernas, y repetir los estrictos entrenamientos básicos”.

Darse el lujo de soñar
Las alumnas adultas asisten al rígido entrenamiento físico, sin expectativas de utilidad práctica. Muchas superan la etapa inicial con el atractivo de la bella música de acompañamiento en la clase. Otras dicen que entrar en el aula y concentrarse en lo que enseña la maestra es un gran placer para salir de la rutina cotidiana. Algunas dicen que vienen a la clase porque simplemente les gusta, y que ni siquiera ellas mismas se imaginaron que les iba a encantar un tipo de baile tan “inalcanzable”, y que lo practicarían por tanto tiempo.


“Claro, la elegancia y la armonía de los movimientos de ballet son los atractivos irresistibles para las alumnas”, dijo Kao.

La maestra Kao Ruei-Sueh se siente contenta de poder transmitir alegría a la gente a través de la belleza del ballet.

“Vale la pena, comenzar a bailar ballet a esta edad, y continuar progresando hasta que sea posible. Es como darse un gran lujo, soñar con ese mundo bello del arte de ballet. Los cursos para adultos hacen que nuestros sueños antes imposibles, lleguen a ser una realidad maravillosa" indicó Shiau-Mi, alumna cincuentona que lleva tres años aquí.


El aula ofrece un buen lugar y las mejores experiencias que mezclan alegrías y sudores. Y en unos casos, como si fuese parte de la ejecución artística, cura las heridas.
Hace ya bastante tiempo, Kao se dió cuenta que Chou, una alumna de cuarenta y dos años, venía a la clase cada día con una obsesionada persistencia y se concentraba de una manera fuera de lo común. Las cicatrices en su muñeca izquierda llamaron su atención. En una charla privada de amigas, se enteró de que Chou había sufrido de depresión y ansiedad por muchos años, sin resultados positivos después de tratamientos médicos en muchos hospitales.


Por casualidad, empezó a asistir a los cursos de ballet, y con los duros y repetidos entrenamientos básicos, se le hizo más fácil olvidar el pasado doloroso. Poco a poco se alejó de las tristezas profundas y las angustias. En la música y los movimientos de ballet recogió el sosiego interior para enfrentar la realidad de la vida tal como es. Encontró las razones para seguir siempre adelante.


La anécdota de Chou dejó una huella profunda en el recuerdo de la maestra Kao, quien se siente contenta de poder transmitir alegría a la gente a través de la belleza del ballet.

Un día es todos los días durante 25 años
En Wu-Yi, hay otras historias conmovedoras. Al ser la primera, si no la única, academia privada con cursos de ballet para adultos de niveles profesionales y principiantes, ha ofrecido muchas oportunidades de aprendizaje a alrededor de veinte mil aficionados desde su establecimiento hace 25 años.


La academia no es un negocio que rinde buenos intereses. Hay veces que se preocupa incluso de la sobrevivencia.

La academia privada de Su Chou-ying ofrece cursos de todos niveles con pagos cómodos y opciones libres para los alumnos adultos profesionales y principiantes de ballet.( Cortesía de Nancy.Afo)

La dueña Su Chou-ying, de 50 años, lejos de lo previsto como en los casos comunes, no era bailarina. “Entré en este campo por casualidad, desde entonces seguí, sin específicas consideraciones de tener éxito como un negocio o carrera personal”, dijo. Lo hace no por gusto personal, pues “no he tomado ni un solo curso de baile”, señaló. Su idea es sencilla. Quiere ofrecer un lugar para que los maestros, profesionales y adultos principiantes de ballet puedan perfeccionar su arte, o simplemente seguir bailando.


Para Su, lo más importante es hacer lo posible para contratrar a maestros excelentes, y abrir mejores cursos con tarifas más económicas. Ofrece becas y descuentos. Ha pasado muchas noches de insomnio, tratando de buscar solución para superar los momentos difíciles. Hay veces en que ella misma se preguntaba por qué no lo ha abandonado.


“No a todos los aficionados de ballet les conviene matricularse en las escuelas formales. La academia privada Wu-Yi tiene que existir. Ofrece cursos de todos los niveles con pagos cómodos y entradas libres durante todo el año, excepto en la única vacación del Año Nuevo Lunar. Así que los que quieren bailar ballet tendrán siempre un aula abierta para acogerlos” , señaló la dueña de Wu-Yi.


La abuelita Kuo llegó hace 14 años a Wu-Yi para acompañar a su hija a clases de ballet. Inesperadamente, Kuo misma empezó a tomar los cursos. Ahora ya tiene dos nietos, y ella sigue disfrutando el mundo del ballet.


“Gracias al estímulo de la dueña, aprender ballet nos ha abierto un capítulo lindísimo del libro de la vida”, contaron algunas alumnas con sus rostros alegres y sudorosos.


Si la educación de ballet se limitara dentro de las puertas de escuelas formales, no existirían estas figuras tan impresionantes en este rincón inédito de la metrópoli. Con la gran dedicación de los maestros profesionales, y el idealismo de la pionera de cultivar un lugar de ballet para todos, Wu-Yi, durante 25 años, ha convertido en realidad el sueño de bailar ballet para muchas personas de todas las edades.


“Trabajo con ahínco para hacer mi humilde contribución a la sociedad”, dijo Su. Ha llevado una vida increíblemente monótona desde que estableció la academia en su juventud hasta hoy, y ya transcurrieron veintitantos años, yendo del aula a su casa y viceversa, sin otra ambición ni recreación.


Pues Su no tiene metas específicas, y sigue en el camino escuchando su fuerza interior, como si todo esto tuviera su propio ritmo. Así que sin importar el momento ni la edad, todos pueden venir a Wu-Yi a bailar ballet. Nunca es tarde para empezar o recomenzar el sueño de la niñez. Se percibe la música en el aire, a lo largo de un callejoncillo raramente tranquilo cerca del centro de la capital. Allí nace la inspiración de sueños bellos que agregan color y sabor a la vida maravillosa, o insípida, de mucha gente.

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