03/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Enredo de cables

01/05/1996
Foto de Chang Su-ching Con un mercado de US$300 millones, muchos ojos están enfocando la industria que ha transformado los hábitos de los televidentes de Taiwan.
Si camina por las calles residenciales de cual­quier pueblo o ciudad de Taiwan, quedará sor­prendido por el enredo de cables colgados de cualquier modo por encima de la superficie. Algunas líneas eléctricas y telefónicas están sepultadas en la tierra, y durante los últimos años, el panorama se ha complicado con el veloz aumento de un amarañamiento de cables coaxiales: el sistema capilar de la industria de la televisión por cable en Taiwan. A veces la gente común no le encuentra sentido a esta negra madeja, y desafortunadamente ocurre lo mismo con la estructura normativa que reglamenta la televisión por cable de toda la isla. Para la televisión por cable no se trata sólo de cambiar la imagen de las zonas residenciales de Taiwan, sino transformar los hábitos de los televidentes de la isla, y a su vez los de toda la industria. La reciente liberalización del mercado ha atraído a compañías locales y extranjeras a la lucha por una parte del mercado que tiene un valor estimado de US$300 millones. La industria de la televisión de Taiwan comenzó en 1962 con el establecimiento de la primera estación comercial, Taiwan Television Enterprise (TTV). En 1969, China Television Company (CTV) comenzó a transmitir, y una tercera estación China Television Service (CTS), abrió en 1971. Los primeros sistemas de televisión por cable aparecieron a finales de los años sesenta, cuando los sistemas privados de antena común de televisión (CATV) fueron construidos para fortalecer las trans­misiones de las estaciones comerciales a las zonas que tenían pobre recepción. A mediados de los años setenta, los operadores de CATV am­pliaron su función básica para incluir retransmisiones de pro­gramas a través del sistema de la red de cable coaxial que ya existía. El lanzamiento de AsiaSat 1 en abril de 1990 ayudó a im­pulsar a los operadores del sistema CATV a su propia órbita. Ahora pueden incorporar programas transmitidos vía satélite a su programación, dándole a sus servicios un atractivo mucho mayor. Estas estaciones se llegaron a conocer colectivamente como "canal cuatro", para distinguirlas de los tres canales comunes. Por una ganga de NT$300 a NT$600 (US$11 a $22) al mes, los operadores del canal cuatro proveen a sus subscriptores treinta o cuarenta canales y 24 horas al día de programación. "La rapidez era una de nuestras principales ventajas" , dice Andy Pan, que anteriormente fue operador del canal cuatro y ahora es Vicepresidente Ejecutivo del Canal King, un operador del cable ubicado en Taipei. "Si una película se estrenaba al mediodía en los teatros, mis subscriptores podían verla en casa a las siete de la noche ese mismo día". Su comentario resalta otro aspecto primordial del canal cuatro: gran parte de su programación no era "oficial". El canal cuatro se volvió enormemente popular, principalmente debido a que le ofrecía a los televidentes una mucho más extensa variedad de programas que la de las tres estaciones comunes. También brindó al público reportajes de noticias más amplios y completos que los de los canales comunes que estaban excesivamente restringidos en comparación con los de la advenediza competencia. Después del levantamiento del Decreto de Emergencia a mediados de 1987, lo que hasta ahora había sido criticismo mudo de las estaciones comunes se volvió más vociferante. Esto se notaba durante las campañas electorales nacionales o locales, ya que los candidatos de la oposición aparecían muy raramente en los noticieros de la noche. ¿Por qué? Se sospechó en general que todo tenía que ver con los principales accionistas de las estaciones. El gobierno provincial era el principal accionista del TTV, el Kuomintang (KMT) del CTV; y el Ministerio de la Defensa, el de CTS. "El canal cuatro ofreció una programación alternativa", dice Lee Tain-dow, profesor asociado en el Instituto de Investigación del Arte de la Comunicación de la Universidad Católica Fu Jen. "Su popularidad fue el resultado de su habilidad para transmitir material que no estaba disponible en los canales comunes, programas tales como series de televisión japonesas, lucha libre profesional, y pornografía". No hay muchas estadísticas, pero las mejores estimaciones sugieren que antes de la aprobación de la Ley de la Televisión por Cable en 1993, el cable ya había penetrado en casi la mitad de los hogares de Taiwan. Previamente, ninguna ley reglamentaba esta industria. "Los sistemas del cable han estado funcionando durante veinte años sin ninguna regla de juego", dice Andy Pan. "El gobierno siempre se queda más atrás que el mercado". En realidad, la Oficina de Información del Gobierno de la República de China (GIO) inició una investigación sobre la industria del cable en 1985, y en 1989 comenzó a trabajar en el proyecto de ley para reglamentar este mercado cada vez más caótico. Eso fue parcialmente el resultado de la presión ejercida por los intereses del sector comercial y del gobierno de los Estados Unidos, que estaban preocupados por las infracciones a los derechos de autor por parte de los operadores del canal cuatro, quienes redistribuían programas que eran propiedad de las estaciones de televisión y las compañías cinematográficas estadounidenses, sin permiso o algún tipo de pago. Después de un intenso debate, la primera Ley de la Televisión por Cable de Taiwan fue aprobada por el Yuan Legislativo en agosto de 1993. El gobierno previó un método de dos fases. En primer lugar, la ley dividió la isla en cincuenta y un áreas de servicio, permitiendo hasta cinco operadores del sistema de cable autorizados a operar en cada una. Luego prescribió una estructura reglamentaria que intentó eventualmente regular todas las operaciones del cable en las áreas de servicio. Pero, hay que reconocer que requiere tiempo eregir un sistema de normas y reglamentaciones en un campo donde antes no existía ninguna norma, por lo que el gobierno también proporcionó la legislación provicional diseñada para controlar lo que pasara durante ese período interino. La GIO redactó una serie de reglamentaciones, emitidas a finales de 1993. Estas autorizaban a los operadores a seguir mientras tanto con sus operaciones –proporcionándoles cierto espacio para respirar, en otras palabras– pero solamente si se registraban en la GIO como operadores del sistema de cable y obtenían licencias temporales, que les servirían hasta por nueve años, el período real dependerían de las circuntancias individuales. Hasta allí, no hubo grandes dificultades. La situación se complicaba cuando una compañía quería solicitar su conversión en un operador de sistema de cable totalmente autorizado: el tipo de operador que la Ley del Cable de 1993 previó, y que emergiría como una mariposa de la oruga (completamente sin reglamen­taciones), pasando a través de la fase de crisálida (estructura reglamentaria interina), y luego saldría a la luz. No todo el mundo podía solicitar esta conversión. Si una compañía quería ser un operador del sistema de cable con autorización total, tenía que tener un mínimo de capital invertido de NT$200 millones (US$ 7,4 millones), y estaba obligado a crear una estructura detallada de operaciones, planes de programación, así como a tener los elementos físicos adecuados. Nada fácil, pero había un incentivo muy importante: Una vez que el operador era autorizado tenía permiso para funcionar en cierta área de servicio, y cualquier otro operador en esa misma área sólo con licencia temporal tendría que descontinuar sus operaciones hasta que también obtuviera la autorización total. El premio final, era simplemente, la oportunidad de adelantarse a los competidores y comenzar a prestar un servicio que se estaba vendiendo rápidamente . ■

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