30/04/2024

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Taiwán Hoy

Respeto a la vida y afirmación de la humanidad

01/07/1996
Foto de Chen Mei-ling El acto de conmemoración del Trigésimo Aniversario de la Fundación Tzu Chi fue un evento solemne al que asistieron más de diez mil personas.
A primera vista, la humilde monja budista de pequeña estatura no infunde otra sensación que la de benevolencia que inspiran todos los religiosos. Su frágil voz imparte serenidad y un permanente sentido de gratitud hacia la vida. Sin embargo, esta persona es el dínamo que mueve espiritual y activamente a una de las organizaciones caritativas más grandes del mundo. Ella es la Maestra de Dharma, Cheng Yen.

La Maestra de Dharma Cheng Yen nació el 14 de mayo de 1937 en Chingshui, un pequeño poblado en la parte central de Taiwan. Cuando su padre murió de un derrame cerebral, ella se percató que la vida humana está repleta de cambios imprevistos. En 1963, acudió al Venerable Yin Shun, quien la aceptó como discípula y la ordenó monja budista, amonestándole: "Eres una bonza, debes estar constantemente comprometida con el budismo y todos los seres vivientes".

La organización que dirige es la Fundación de Caridad Budista Tzu Chi, que celebró el pasado 11 de mayo su trigésimo aniversario. La sede de dicha organización en Hualien, un sitio nor­malmente recluido y tranquilo, se volvió un lugar sumamente activo con la presencia de miles de fieles que llegaron en dicha ocasión para celebrar el aniversario. Una gran ceremonia se llevó a cabo en la mañana, contando con la asistencia de importantes autoridades y representantes de todos los sectores sociales.

Más de 10 mil personas asistieron a dicho evento. El Secretario General de la Presidencia, Wu Poh-hsiung leyó una alocución especial del Presidente Lee Teng-hui, elogiando los actos virtuosos de la Maestra y su fundación. El entonces Ministro del Interior, Huang Kun-huei, condecoró a la Venerable Cheng Yen con la Orden del Mi­nisterio del Interior en el Primer Grado en reconoci­miento de sus esfuerzos en el campo de la asistencia social. En su discurso, Huang pidió que Tzu Chi iniciara un movimiento de revitalización social.

En la misma ocasión, el entonces Presidente de la Comisión de Asuntos de Chinos de Ultramar, John Chang, presentó la Orden Hua Kuang en el Primer Grado a la Maestra Cheng Yen en reconocimiento del trabajo que Tzu Chi ha hecho para diseminar el amor por el mundo entero y ayudar a los necesitados de las comunidades chinas en ultramar.

Asimismo, la Dirección General de Correos puso a la venta un juego de sellos postales conme­morativos del Trigésimo Aniversario de Tzu Chi. La serie consta de dos estampillas, con valor nominal de 5 y 19 nuevos dólares taiwaneses. Al preguntár­sele qué sentía en tal ocasión, Cheng Yen respondió con la humildad que siempre la ha caracterizado: "Amor y gratitud". El secreto del éxito en la gigan­tesca obra de Tzu Chi se debe a ella, quien manifestó cuál es la clave del mismo: "Aprovecha el instante y sé perseverante".

En 1966, visitando a una amiga en un hospital en Hualien, ella vió un charco de sangre en el piso. Al preguntar, le informaron que era de una mujer aborigen que había tenido un aborto y había sido rechazada por el hospital por no tener dinero para pagar la garantía. En el acto, la Venerable Cheng Yen se sintió sumamente mal y decidió establecer una fundación de caridad para ayudar a los pobres y educar a los ricos.

Los orígenes de la Fundación de Caridad Budista Tzu Chi fueron bien humildes. ChengYen comenzó su titánica labor solicitando a sus seguido­res, la mayoría de ellos, amas de casa, que ahorraran cincuenta centavos diariamente de sus gastos de mercado y cosieran un par de zapatitos para bebés.

Varios meses después, la Maestra de Dharma, junto con cinco discípulas y treinta seguidores laicos fundaron la organización en Hualien, en el este de Taiwan. Actualmente, la fundación Tzu Chi tiene más de cuatro millones de miembros y cerca de cinco mil comisionados alrededor del mundo. Todos los miembros de la fundación Tzu Chi trabajan arduamente para promover las ense­ñanzas de la Maestra: caridad, atención médica, educación y cultura.

Ella misma trabaja todos los días para crear un mundo de bondad, compasión, felicidad y de­dicación desinteresada. La paz y tranquilidad mun­dial se pueden lograr si todas y cada una de las personas hacen un acto bueno diariamente.

El centro espiritual de la organización es la Morada de los Pensamientos Tranquilos, situada a un costado de un cerro en las afueras de la Ciudad de Hualien. A la entrada del recinto se encuentran cuatro pilares con grandes caracteres chinos que denotan "bondad", "compasión", "júbilo" y "beneficencia", los cuatro principios fundamentales de la filosofía de la fundadora.

El sitio es en realidad una estructura bastante austera que tiene ya treinta años de existencia. En su interior se encuentra el santuario principal con las estatuas de las tres principales deidades del budismo: Buda Sakyamuni en el centro, y en ambos costados, Kuan yin, Diosa de la Misericordia (Avalokitesvara Bodhisattva) , y Ti Tsan Wang, el Dios del Tesoro Terrenal (Ksitigarbha Bodhisattva), deidad budista que se dedica a la salvación de las ánimas que padecen en el infierno. Por fuera, la estructura luce solemne con una coloración predo­minantemente gris como resultado de sus paredes de concreto. La Morada está construida al estilo chino con su tejado ascendente, como implicando una esperanza eterna al señalar hacia el cielo. En ese humilde recinto, nació una organización de be­nevolencia que hoy clama tener más de 4 millones de miembros.

Todo ha cambiado en sus alrededores, las humildes chozas donde se iniciaron las labores manuales hace treinta años han sido reemplazadas por modernos edificios donde funcionan las oficinas y talleres de la organización. Pero la Morada ha permanecido casi intacta hasta el día de hoy. Esta es el hogar espiritual para todos los miembros de Tzu Chi, donde pueden hallar un momento de paz mental y meditación.

Foto de Chen Mei-ling

La Venerable Maestra Cheng Yen: "Purificad vuestras mentes. cread una sociedad armoniosa. y evitad las calamidades y los desastres".

Situado a unos 200 metros de la Morada se encuentra el Templo Puming, un pequeño sitio sagrado dedicado al Dios del Tesoro Terrenal. En este recinto sagrado, la Venerable Maestra Cheng Yen se consagró al budismo hace 30 años.

Alrededor de unas 60 monjas utilizan la Morada de los Pensamientos Tranquilos como centro de sus actividades religiosas y caritativas. Ellas tienen que levantarse todos los días a las 3:50 de la mañana, A las 4:20 de la mañana, inician su lección matutina en el santuario principal, apren­diendo las enseñanzas de Buda. La Maestra Cheng Yen imparte personalmente sus instrucciones sobre budismo a sus seguidores. Con esto se inician las faenas diarias del personal que trabaja en la sede de Tzu Chi.

"Si no trabaja, no come", es el principio que se observa estrictamente en la Organización Tzu Chi. Las monjas allí se dedican a una actividad específica para ayudar a mantener la autosuficiencia de la Morada. Algunas siembran los campos para obtener alimentos, otras hacen artesanías o cosen zapatitos para bebés, que luego venden para obtener dinero para cubrir sus necesidades diarias.

Una de las principales fuentes de ingresos es la manufuctura de velas votivas. Un grupo de voluntarios ayudan a las monjas en el proceso de manufactura. Las velas de Tzu Chi son muy famosas, y se llaman "velas sin lágrimas" debido a que la cera no se corre por los costados cuando se encien­ de la vela. La Maestra Cheng Yen diseñó personalmente este tipo de velas votivas. Ella notó que si se agrega una capa de papel celofán alrededor de la vela, la cera de la misma no se desparrama cuando se enciende.

Aparte de esta característica, las velas de Tzu Chi tienen otra particularidad muy peculiar: sus mechas están confeccionadas con incienso. Esta innovación permite que la vela se queme más lentamente y desprenda menos humo al quemarse. Además, el incienso al quemarse desprende una exquisita fragancia.

En sus enseñanzas, la fundadora de Tzu Chi alienta a sus seguidores a ser como la vela sin lá­grimas, difundiendo luz y calor humano en la sociedad para eliminar las lágrimas de los nece­sitados.

Tzu Chi es una organización con plena con­ciencia ambientalista. Todos los productos que manufuctura usan solamente ingredientes naturales. Sus cultivos son orgánicos, y nada se desperdicia en la comida. Las sobras son usadas como fertili­zantes orgánicos.

Pero las actividades principales de Tzu Chi no se concentran en las faenas de producción sino en las cuatro misiones mencionadas anteriormente: Caridad, atención médica, educación y cultura.

En las enseñanzas budistas, el concepto de religión trasciende todo concepto de nacionalidad, etnia o distancia geográfica. Todos los seres vivientes son iguales. La práctica de la caridad en el budismo contempla dos aspectos: confortar espiritual y materialmente a los necesitados.

A través de sus esfuerzos caritativos, Tzu Chi procura no sólo aliviar los sufrimientos físicos y mentales de los mortales, sino que a la vez trata de ayudar a las personas a cultivar un sentimiento más generoso y compasivo hacia el prójimo. Formar un gran amor en nuestros corazones, es la meta de Tzu Chi. Si los seres humanos logramos cultivar ese gran amor en nuestras mentes, podremos ir eliminando gradualmente la codicia, el odio y las malas ilusiones. Incluso, se lograría deshacerse de las aflicciones mundanas y se restauraría la pureza y la paz mental.

Si cada uno de nosotros tiene un corazón puro, la sociedad será más pacífica y armoniosa. Si cada uno está más dispuesto a dar desinteresadamente y hacer el bien, podremos evadir en forma natural las calamidades y acumular buena fortuna. "Purificad vuestras mentes, cread una sociedad armoniosa, y evitad las calamidades y los desastres", es una instrucción que con frecuencia enseña la Venerable Maestra Cheng Yen.

Para socorrer los sufrimientos humanos, Cheng Yen ordenó la creación del Hospital General Tzu Chi, que fue inaugurado en Hualien en 1986. Dicho hospital es el primero en Taiwan que no exige una garantía a los pacientes.

Actualmente, el hospital cuenta con 750 camas y 24 departamentos. Diariamente, la institución atiende un promedio de 1.500 pacientes. La posolo­gía más importante y singular del hospital es la compasión y confraternidad del personal médico y de enfermería. Ellos tratan a sus pacientes como si fueran sus propios familiares. Uno de los programas actuales más sobresalientes que realiza dicho hospital es la promoción de donaciones de médula.

Todos los años, muchas personas en Taiwan padecen de leucemia, linfomatosis y anemia aplástica. En la actualidad, se considera que un transplante de médula constituye la mejor cura para esas enfermedades. En octubre de 1993, la Funda­ción Tzu Chi estableció un Registro de Donantes de Médula de Taiwan, haciendo a la vez un llamado a los ciudadanos de Taiwan y Asia a participar en esta noble causa destinada a salvar vidas humanas. A inicios del presente año, más de 115.000 personas se habían registrado como donantes.

En la actualidad, el registro de donantes de médula de Tzu Chi es el tercer banco de datos sobre este aspecto médico en el mundo, detrás solamente de los similares bancos de datos en EE.UU. y Europa. Los pacientes que buscan en la lista a posibles donantes no sólo están circunscritos a Taiwan, sino que también incluyen personas de EE.UU., Canadá, Australia, Singapur, Hong Kong, China continental, Japón, Corea del Sur, Malasia, Inglaterra, Austria, Alemania y España.

En 1989, se fundó el Colegio de Enfermería Tzu Chi, que cuenta ahora con más de 600 alumnos distribuidos en 14 clases. El Colegio Médico Tzu Chi fue inaugurado en 1994 con tres facultades: Medicina, Salud Pública y Tecnología Médica. Ade­más cuenta con un Instituto de Postgrado en Enfermería. La próxima meta de la fundación será la creación de la Universidad Tzu Chi, que contará además con facultades de Artes Liberales, Adminis­tración de Empresas, Religión y Bellas Artes.

Desde 1982, Tzu Chi ha distribuido una incontable cantidad de becas para estudiantes meritorios dentro y fuera del país. El budismo enseña que la religión no tiene límites raciales, nacionales ni geográficos, ya que todos los seres son iguales. Con este concepto en mente, Tzu Chi ha ayudado directamente a más de un millón de personas necesitadas y ha distribuido más de 68 millones de dólares estadounidenses en el mundo entero durante sus tres décadas de existencia.

Su primera operación de socorro internacio­nal se llevó a cabo en la primavera de 1991, ayudan­do a las víctimas de un tifón en Bangladesh. Seguida­mente, se produjo una inundación en el Este de China continental, afectando a más de 220 millones de personas. La Maestra Cheng Yen dio instruccio­nes para que sus seguidores socorrieran directa­mente a las áreas más severamente afectadas. Más de 20.000 personas recibieron dinero en efectivo, ropas de invierno, cebada, semillas y fertilizantes donados por la organización.

Al año siguiente, Tzu Chi entregó alimentos y ropa para niños y ancianos en Mongolia anticipando la llegada de un crudo invierno. En enero de 1993, la Fundación Tzu Chi firmó un acuerdo de cooperación con la organización Médecins du Monde para dar ayuda médica humanitaria a las víctimas de la guerra en Etiopía. Esta cooperación continuó en Ruanda, en 1994, y Chechenia, en 1995.

En abril de 1995, Tzu Chi embarcó quince contenedores de ropa usada, 136 coches para lisiados y 350 toneladas de harina de maíz para socorrer a los negros pobres de Sudáfrica.

Resulta interesante saber cuáles son los princi­pios que rigen sobre todas las misiones de socorro que realiza Tzu Chi. Existen cinco principios: Oportunidad, franqueza, prioridad, moderación y gra­titud.

Se exige que las operaciones de socorro sean oportunas. Una pronta acción hace que las mismas sean más efectivas.

Es menester franqueza. Los miembros de la Organización Tzu Chi deben distribuir personal­mente el material de socorro a los necesitados.

La prioridad significa que se dará ayuda solamente a quienes realmente la necesiten.

La moderación implica que todas las dona­ciones hechas deben ser usadas adecuadamente, evitando el desperdicio o despilfarro.

Finalmente, se exige a los miembros de Tzu Chi mostrar su gratitud hacia los necesitados y damnificados, porque ellos nos dan la oportunidad para ayudar y ser útiles al prójimo.

Complementando estos principios, la Vene­rable Maestra Cheng Yen ha añadido cuatro noes: No ser influenciado por los sentimientos, no tomar decisiones arbitrarias, no ser obstinados, y no ser egoístas.

En su discurso durante la ceremonia de celebración del Trigésimo Aniversario de Tzu Chi, la Venerable Maestra Cheng Yen agradeció la dedicación y el arduo trabajo de los miembros de la fundación para ayudar a las personas necesitadas.

Tzu Chi cuenta en la actualidad con 53 sucursales en 17 países del mundo. Para fines de 1995, tenía más de 4 millones de miembros en todo el mundo, así como alrededor de 5.000 comi­sionados que se encargan de promover activamente el trabajo de la organización . ■

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