02/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Lugares del corazón

01/09/1996
Se encontrará con un pequeño tem­plo a cada tres pasos, y con uno grande a cada cinco, así dice un antiguo refrán taiwanés, y cualquiera que viaje alrededor de la isla no tendrá ningún problema para creerlo. Hay templos budis­tas, taoístas, diminutos altares rodeados de arrozales y dedicados a los dioses folkló­ricos; algunos enormes, de varios pisos en las áreas urbanas que atraen a miles de fieles cada día, y muchos otros diferentes. Según las cifras oficiales, más de 12.000 templos están al servicio de las necesidades espirituales de la población de Taiwan, y ese parece un estimado bastante conserva­dor.

Al mencionar a los templos, la mayo­ría de la gente se imagina un festival anual: las calles repletas con fieles y las muche­dumbres de espectadores que vienen a ad­mirar a las gigantescas efigies de los dioses que se mecen de un lado para el otro y des­filan por las calles con el acompañamiento de tambores y triquitraques. El calendario lunar tiene muchos festivales. Los principa­les son el Festival de los Faroles; el natalicio de Matsu, la Diosa del Mar; y el Festival de las Animas, cuando tradicionalmente las puertas del Infierno se abren y sus morado­res se encuentran libres para tomar unas vacaciones en el mundo de los vivos. Duran­te estas fiestas, los templos hacen lo que es propio, con una proliferación de ceremonias por toda la isla, festines para los espíritus errantes –y también para la gente– y muchas otras actividades sociales así como religiosas.

Pero los templos hacen mucho más que eso. Siempre han sido el primer lugar de reunión para la comunidad, y sus alrededores son sitios prácticos para las actividades recreativas y sociales de todo tipo. Es común ver a un grupo de personas reunidas cerca de un templo compartiendo las noticias de la vecindad, enterándose de los chismes, jugando ajedrez, tomando té, o a alguien simplemente sentado bajo la sombra tomando una siesta. En las ocasio­nes especiales, se construyen escenarios en la plaza del templo para los espectácu­los de ópera o el teatro de títeres. Algunos templos, que están clasificados oficialmente como sitios históricos, cautivan a muchísi­mos turistas durante todo el año. Todos atraen mucho comercio a sus vecindades.

Mucha gente en Taiwan hace una parada en cualquier templo para rezar en algún momento, y aquí se incluyen a aque­llos que no son creyentes de ninguna reli­gión formal ni fieles regulares de un templo en particular. Algunas personas hacen sim­plemente una pausa por un instante en la entrada del templo, juntan sus manos y se inclinan haciendo reverencia a los dioses que se encuentran alineados en el altar. Otros entran, ofrecen incienso, y van lentamente de nicho en nicho para consultar a los diferentes dioses sobre sus problemas familiares o personales. Las siguientes esce­nas son típicas: Un hombre de mediana edad sostiene sus ofrendas en lo alto, sobre su cabeza, sus labios se mueven en una oración silenciosa, quizás reza por la prosperidad de su negocio. Una joven de pie frente a un incensario, sus ojos cerrados y palmas presionadas, es fácil imaginar que está rezando por que pronto aparezca su novio soñado. Una señora mayor ayuda a su nieto a sostener con ambas manos un haz de pebetes y juntos se inclinan varias veces ante la imagen de Kuan Yin, la Diosa de la Misericordia.

"Los templos juegan un papel impor­tante en la sociedad de Taiwan", dice Liu Jui-e, Directora del Departamento de Servi­cios Sociales del Templo Hsingtien en Tai­pei. "La mayoría de los chinos, cuando tie­nen problemas, prefieren ir a un templo que a un siquiatra. Casi todo el mundo, sin importar la edad, sexo, u ocupación, va a los templos, no solamente la gente mayor y los supersticiosos. Muchas de las personas que van a los templos son jóvenes, con buena educación, y ricos. Es de humanos querer tener fama, prosperidad, y buena salud, así como también es de humanos el sentimiento de soledad y desamparo. La gente va a los templos en búsqueda de for­taleza espiritual".

Chen Shu-hua, de 23 años de edad, es un ejemplo. Trabaja para una compañía de vestidos de novia en Taipei, y nunca fue a un templo hasta que su hermano tuvo un accidente automovilístico. "En ese momen­to, me sentí terriblemente desamparada", dice ella. "Un amigo taxista me alentó al murmurar un cántico budista. Hizo que mi corazón sintiera nuevamente la paz. Ahora, voy con frecuencia a los templos a rezar por mi trabajo. Más importante aún, siento paz y tranquilidad cuando estoy en un templo".

La opinión de Chen es similar a la de Lin Shih-kai, de 25 años, vendedor de la Mitsubishi Motors. "Vaya menudo al Tem­plo Hsingtien durante la hora del almuerzo, para rezar por mi familia y mi trabajo. Aunque no soy budista ni taoísta, puedo encontrar paz allí, y logro sentir que todas las cosas van a salir bien". No es raro ver a estudiantes visitando juntos algún templo. Chang Hsin-lan y Chiang Chia-chi, ambos tienen diecinueve años y estudian en una escuela de estudios intensivos de prepara­ción para el examen de entrada al instituto universitario de dos años. Acuden con fre­cuencia al Templo Hsingtien en Taipei. "Mis padres son creyentes píos", dice Chang. "En una ocasión, me llevaron a un templo para que me dieran un shou ching (un ensalmo que tranquiliza el espíritu de un niño que ha sido asustado). Desde entonces, voy con frecuencia con mis amigos cuando siento la necesidad de fortaleza espiritual".

En ciertas ocasiones es necesario visi­tar el templo de la vecindad. Por ejemplo, cuando el hijo o la hija va a tomar el exa­men de entrada al bachillerato o la univer­sidad, sus familiares y algunas veces sus maestros van al templo a hacer sus peticio­nes y a solicitar la asistencia divina. El ado­rador coloca una copia del certificado de admisión de examen para el estudiante en una cesta y luego la pone frente al altar y le dice a los dioses el nombre del estudiante y el número de la admisión. Después, reza por el éxito del estudiante en el examen. Este tipo de escena es muy común durante el verano, cuando se realiza la mayoría de los exámenes de entrada más importantes.

Hasta cierto punto, la religión se orienta hacia el éxito. La gente que va a los templos acude en búsqueda de seguridad y cierto grado de eficacia. El dios que res­ponde a los rezos, gana más incienso; en cambio, el dios que no provee la ayuda de­seada se dejará sólo. Generalmente hablan­do, los templos alojan a más de un dios. El Templo Lungshan de Taipei es hogar de más de sesenta deidades. Entre éstas están Kuan Yin, la Diosa de la Misericordia, y Matsu, la Diosa del Mar. Pero también se encuentran muchas otras divinidades menores: el Dios de la Clarividencia, el Dios con orejas que pueden oir sonidos a millas de distancia, el Dios del Sol, la Diosa de la Luna, la Diosa del Destino, la Diosa de los Partos, la Diosa de la Fertilidad, el Dios de la Montaña, y otros más. La gente adora a una deidad dependiendo de sus necesidades.

Algunos templos no son solamente lugares para adoración o solaz religioso, también ofrecen ensalmos y encantos como formas para resolver los problemas de los adoradores. Por ejemplo, el Templo Taoísta Wu Tang Shan en Shulin, Distrito de Tai­pei, fue construido hace veinte años por Chen Kuei-cheng y su esposa. La pareja cree que posee ciertas habilidades especia­les, tales como el talento de la geomancia, y el poder de calmar el alma de aquellos con penas espirituales. Sostienen que pue den ayudar a prevenir las calamidades y cambiar el destino de las personas, también ofrecen tablillas sagradas conmemorativas inscritas con los nombres de las personas fallecidas.

Ubicado sobre el edificio de cuatro pisos de Chen, este templo tiene una apariencia bastante extraña, con varios especí­menes de animales y numerosas fotos de la pareja recitando encantos a sus creyentes. Un letrero que dice "No entre" cuelga afuera del templo, que a diferencia de la mayoría de los otros, está cerrado al público general. Según Chen, tiene 150.000 seguidores en toda la isla, y entre ellos hay varios legislado­res y funcionarios de alto nivel.

En general, los grandes templos se construyen y mantienen con las donaciones privadas. El Templo Lungshan de Taipei es un ejemplo. A cada creyente que da dinero al templo se le asigna un kuang ming teng, literalmente, una luz brillante. Esta es una pequeña vela o lámpara eléctrica, encerrada detrás de un grueso vidrio coloca­do en un pilar al lado de un altar. Se supo­ne que esta luz le concederá paz al donante. Pero no todos los grandes templos aceptan donaciones, o por lo menos no todo el tiempo. "Los creyentes pueden hacer dona­ciones en Hsingtien solamente durante la reunión anual del templo", dice Liu Jui-e del Templo Hsingtien. "Eso es por nuestros seis principios: no cajas de donaciones, no billetes de dinero votivo, no ofrendas de carnes de animales, no espectáculos folk­lóricos, no regalos de oro para agradecer a los dioses, y no donaciones del público en general". Estos principios se remontan a la fundación del templo hace medio siglo, cuando la mayoría de la gente era comparativamente pobre. Los fundadores del templo creyeron que todos serían bendecidos por los dioses sin importar la riqueza o el estrato social.

Los templos más pequeños se cons­truyen y mantienen con las donaciones de los residentes de la vecindad. Una de esas comunidades religiosas es el Templo Yu­chu, en Lukang, en el centro de Taiwan. Este está dedicado a Tien Tu Yuan Shuai, un dios muy favorecido por los artistas que quieren garantizar una actuación exito­sa. La mayoría de los templos, sin consi­derar la escala, están administrados por un comité o directorio elegido de la congre­gación, y Shih Chao-chuan es miembro del comité administrativo de Yuchu. "En el pasado, no animábamos a los turistas para que nos visitaran", dice él, "porque pensaába­mos que podían dañar el ambiente del templo y ser una mala influencia para los residentes de la comunidad, que tienden a no ser muy sofisticados. Ahora, somos más abiertos. Casi todos nuestros devotos son residentes locales. Financiamos el templo nosotros mismos, y es el símbolo espiritual de nuestra comunidad".

Foto de Chang Su-ching

Las efigies de los dioses entran por la puerta principal del Templo Tienhou en Lukang. Los festivales anuales como éste atraen a muchísimos turistas.

En los últimos años, los intereses y las necesidades de las personas que van a los templos han cambiado. Algunos de los templos más grandes, respondiendo a la demanda por un enfoque que vaya más allá de ser un centro social y un lugar para la adoración, han expandido sus actividades para incluir programas cari­tativos, educación social, y la promoción del desarrollo de las raíces culturales.

Uno de los centros budistas más ac­tivos de la isla es el Templo Lungshan, en Taipei. Establecido en 1740, se encuentra entre los templos más antiguos y grandes de Taiwan, y sus raíces se originaron, cru­zando el Estrecho de Taiwan, en la Provin­cia de Fukien , China continental. Cada año, el Festival de los Faroles atrae a multi­tudes de personas a este glorioso edificio para celebrar una de las más llamativas fiestas de la venerable tradición china. Pero, el comité del templo ha comenzado recientemente a participar en muchas otras acti­vidades de beneficiencia social. "Aparte de ser un templo en el sentido tradicional, Lungshan funciona ahora como un centro turístico, una fundación caritativa, y un lu­gar para la educación social", dice Chang Chun-hung, Secretario Ejecutivo de Lung­shan. "Esta es la tendencia que está siguiendo la mayoría de los templos grandes". Lungshan ofrece ahora instalaciones para las clases de caligrafía, arreglos florales, e idioma japonés, y todo es gratuito para el público.

El templo también ha donado un considerable monto de dinero a colegios e institutos universitarios en la forma de be­cas y otros métodos de asistencia financiera. Cada año, distribuye cerca de US$2,2 mi­llones entre varios programas de caridad diseñados para ayudar a los pobres o enfer­mos. Esta generosidad está atrayendo cada vez más voluntarios a los programas de servicios del templo. Muchas amas de casa, entre los cincuenta y sesenta años de edad, de las comunidades vecinas, vienen regular­mente a colaborar con los quehaceres del templo. Varios profesores de secundaria básica y bachillerato están a la disposición para ofrecer asesoramiento sobre los proble­mas personales y familiares. El comité ad­ministrativo del templo está planeando construir un centro en Panchiao, un subur­bio de Taipei, con el objetivo de promover la educación cultural en esa zona. El comité también tiene planes –aún están gestándo­se– para un centro geriátrico y un osario.

El Templo Hsingtien de Taipei, es otro que está tratando de proporcionar más servicios a la comunidad. Este templo taoísta, dedicado al legendario héroe Kuan Kung, atrae diariamente a numerosos ado­radores, la mayoría viene para rezar por la prosperidad de sus negocios. Una visita a Hsingtien es de rigor para los candidatos durante las elecciones legislativas o presidenciales. Fue el primer templo que cons­truyó una biblioteca para la comunidad, hace diecinueve años, y ahora tiene dos bi­bliotecas anexas y una sala de lectura en Taipei, además de la biblioteca principal, que posee 150.000 libros. Ofrece una am­plia variedad de libros recién publicados, e incluso una multitud de libros de caricatu­ras, esforzándose por satisfacer las necesi­dades de tantos lectores como sea posible. La biblioteca también ha establecido aparte un área especial para los ciudadanos de la tercera edad, donde pueden utilizar lupas y anteojos de lectura de alto poder que el templo facilita.

La biblioteca del templo ha lanzado recientemente un programa llamado "Extensión bibliotecaria" con el fin de distribuir libros pagados por la Oficina de Informa­ción del Gobierno a la gente que vive en áreas rurales. Al mismo tiempo, transmite dos programas de radio, donde los audien­tes pueden llamar para discutir sobre libros que han leído recientemente. Todo ésto es en adición a varios programas de educación social ad hoc que se dedican a una variedad de personas de edades e intereses diferen­tes.

El Templo Hsingtien tiene un buen récord en cuanto a los programas médicos y caritativos de otro tipo. Actualmente destina US$111.000 al año para los departamentos de trabajo social de diez hospitales privados y públicos. El templo también ha comenzado a construir un hos­pital de diecisiete pisos, con una capacidad de trescientas camas, en Sanhsia, Distrito de Taipei, que estará listo en 1997. Propor­ciona sustancial apoyo financiero a las familias pobres, y a las víctimas de desastres naturales como tifones o inundaciones. Recientemente, donó grandes cantidades de insecticida para ayudar a combatir la peli­grosa epidemia de mosquitos transmisores de dengue, en Nantou, en el centro de Tai­wan.

El Templo Fokuangshan es el templo budista más grande de la isla. Lo preside el Venerable Hsing Yun y es conocido por sus importantes contribuciones en la pro­moción del dharma, o las enseñanzas del budismo. También presta atención a la educación y a las actividades de caridad en general. La educación budista superior lo­gró un gran impulso cuando el templo es­tableció el Instituto de Estudios Budistas Chung-hua en 1967. Los graduados del instituto prosiguen sus estudios superiores en el extranjero, o encuentran trabajo en las diferentes empresas culturales, editoras, y educativas budistas.

El Templo Fokuangshan administra la Fokuang Publishing House, que ha editado unos quinientos libros, casetes, y videos desde que fue establecida en 1959. Además de enfocar en obras serias, tales como colec­ciones de sutras y documentos académicos sobre el budismo, también tiene una lista de libros más populares, que incluyen pro­sa, poesía, y ficción con temas budistas.

Pero no todo templo grande da prio­ridad a los programas caritativos y educacionales cuando tratan de satisfacer las ne­cesidades de la sociedad contemporánea de Taiwan. El Templo Tienhou en Lukang es el principal templo de la isla dedicado a Matsu, la Diosa del Mar, la favorita de los pescadores de Taiwan. Cada año, atrae a innumerables adoradores de toda la isla. Lukang es famosa por su atmósfera y acti­vidades culturales, y el templo ha hecho grandes esfuerzos en la promoción del desarrollo de las raíces culturales

"Tienhou es el centro religioso de Lukang, que también posee un número de importantes sitios históricos", dice Cheng Cheng-che, miembro del comité adminis­trativo del templo. "Pensamos que es más importante que el templo promueva el desa­rrollo cultural en el nivel básico, en lugar de construir bibliotecas y hospitales, espe­cialmente porque Lukang ya tiene varios muy buenos".

A pesar de los logros dignos de alabanzas atribuidos a los innu­merables templos, ocasionalmen­te se escuchan algunas criticas sobre un pequeño número de ellos. ¿Ejemplos? "Bue­no, en algunos templos los encargados, o incluso los miembros del comité, reciben donaciones de los devotos y luego se las apropian como si fueran de su propiedad personal", dice Chang Chun-hung del Tem­plo Lungshan de Taipei. "Algunos templos clasifican a los fieles según el monto de dinero que donan.

Otro aspecto cuestionable que ha e­mergido es la creciente proximidad entre ciertos templos y los grupos orientados ha­cia la política. "El Templo Lungshan no permite las campañas políticas", dice Chang Chun-hung. "Pensamos que la religión es algo duradero, mientras que la política es temporal. Por eso insistimos en mantener ambos aspectos separados". Su opinión es compartida por Liu Jui-e del Templo Hsing­tien en Taipei. "Hemos dicho no a muchos políticos que han venido a dar donaciones", dice ella. "Incluso si significa ofender a la gente en el poder, somos firmes en que el Templo Hsingtien no se va a involucrar con ningún partido político".

También resalta otro problema. "En el presente, Hsingtien tiene tres organizaciones separadas –asuntos de los templos, fundaciones culturales y educativas, y hos­pitales– y todos necesitan personal pro­fesional. Pero, es difícil reclutarlos, porque no pagamos suficiente". Liu se entrenó a sí misma como trabajadora social y obtuvo extensa experiencia de trabajo fuera del ambiente del templo antes de venir a Hsing­tien. Para ella, sin embargo, hay consuelo. "Aunque gano menos que antes", dice ella, "puedo encontrar paz y felicidad trabajando aquí".

Los templos están abarcando un pa­pel mucho más amplio que antes en la moderna sociedad de Taiwan, pero sus metas básicas siguen siendo las mismas. "Existen para promover las virtudes chinas tradicio­nales, purificar el corazón de la gente, y trabajar para lograr la creación de una so­ciedad pacífica", dice Liu. "Los recursos de un templo pueden ser limitados, sí. Pero, no hay límite para lo que se puede lograr con dichos escasos recursos". ■

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