04/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Retribuyendo viejos favores

01/01/1994
En medio de los disturbios de Los Angeles en 1992, cuando las tensiones entre los asiáticos y negros eran altas, una mujer china fue detenida por un grupo de afro-norteamericanos en el centro de Los Angeles. Un joven negro le preguntó: "¿Eres coreana, japonesa o china?" La mujer contestó: "china". Seguidamente, el grupo le mostró una vía segura para salir del vecindario. La mujer no tenía idea del porqué la dejaron irse intacta. Varios días después, su ama de llaves negra le explicó que muchos afro-norteamericanos en Los Angeles conocen un grupo no lucrativo chino llamado Fundación de Caridad Budista Tzu Chi. Las becas y programas de ayuda financiera de la fundación han ayudado a muchos negros pobres, dándole a los chinos en el área una buena reputación entre los afro-norteamericanos. La historia, dada a conocer a la prensa local por la Fundación Tzu Chi, no solamente ilustra los beneficios inesperados del trabajo caritativo, sino que muestra que Taiwan ha hecho un viraje de 180 grados, de recipiente de ayuda a proveedor de ayuda. Desde los años cincuenta hasta los años setenta, la isla recibía regularmente contribuciones de muchos grupos no lucrativos extranjeros, especialmente de aquellos de EE.UU. Pero, después de dos décadas de continuo éxito económico, un creciente número de organizaciones caritativas privadas de Taiwan están retribuyendo los viejos favores mediante el envío de ayuda financiera para áreas afectadas por la pobreza en el exterior. La Fundación Tzu Chi, con 3,2 millones de miembros, es la mayor de ellas. Tiene sucursales en los EE.UU., Canadá y Japón, así como veinte pequeñas oficinas locales en el resto del mundo. Otras organizaciones caritativas locales son: Visión Mundial de Taiwan, con un equipo de 164 miembros, y el Fondo Chino para la Niñez, con un equipo de 330 trabajadores sociales. Visión Mundial y el Fondo Chino para la Niñez comenzaron como sucursales de grupos no lucrativos de EE.UU., y estaban originalmente patrocinados con fondos extranjeros. China continental ha sido un destino principal de las actividades caritativas de Taiwan. Durante 1991 y 1992, las provincias de Anhwei, Kiangsu y Honan sufrieron de serias inundaciones. La Fundación Tzu Chi recolectó NT$300 millones (US$11,5 millones) para las víctimas de las inundaciones, y después envió varios grupos de voluntarios al territorio continental para construir tres mil casas, once escuelas y varios asilos, así como entregar alrededor de 61.000 piezas de ropa y 35.000 mantas. Los voluntarios de Visión Mundial construyeron quinientas casas, trece escuelas y trece clínicas médicas en la provincia de Anhwei. El programa de ayuda en la inundación ganó un impresionante apoyo en Taiwan, a pesar de algunas objeciones al envío de ayuda a China continental debido a diferencias políticas. Cuando la Fundación Tzu Chi celebró una venta para recaudar el fondo de caridad en Taipei en diciembre de 1991, los fabricantes y ciudadanos locales donaron suficientes productos para recolectar NT$80 millones (US$3,1 millones). Muchos de los voluntarios que entregaron los paquetes de ayuda a través del Estrecho de Taiwan dicen que el programa es beneficioso tanto para los donantes como los recipientes. "La gente es tan pobre ahí", dice Hsu Yu-chai, miembro de Tzu Chi que fue como voluntaria a China continental más de diez veces. "En un lugar, donde la temperatura bajó a menos de cero, recuerdo haber visto a un viejo llevar puesto diez capas de ropas. Pero ninguno de sus vestidos tenía botones. El usaba una soga para amarrarlos. Aún así se encontraba congelado de frío". Hsu enfatiza que las visitas han hecho que sepa apreciar las comodidades de la vida en Taiwan. "Después de ver las condiciones de vida de esa gente, siento que la vida en Taiwan es como el paraíso", dice Hsu. "Solía quejarme que algunas personas pueden darse el lujo de vivir en una gran casa mientras que sólo puedo vivir en un pequeño condominio. Pero ahora, ya no me quejo más. Estoy satisfecha con lo que tengo". Las actividades caritativas locales también han enfocado a los países en la ex-Unión Soviética y regiones de Africa que están sufriendo de sequías y hambrunas. Desde 1990, la campaña anual de Treinta Horas contra el Hambre patrocinada por Visión Mundial de Taiwan ha recolectado un total de NT$280 millones (US$10,7 millones) y ha organizado treinta y cuatro programas de ayuda en once países africanos. Los proyectos incluyen la construcción de un centro de alimentación de emergencia y cuidado médico en Somalia y obras de reforestación en Etiopía. Treinta Horas contra el Hambre, que pide a los participantes realizar un ayuno por treinta horas para experimentar los sufrimientos del hambre, ha obtenido un apoyo cada vez mayor en la isla. Este año, el evento atrajo a 100.000 voluntarios, con edades entre siete y setenta años. Muchos de ellos han hecho generosas contribuciones. Algunas amas de casa llegaron al extremo de quitarse sus anillos de oro y donarlos. "La gente aquí es muy generosa", dice Jerry Chang, director ejecutivo de Visión Mundial. El explica que la recolección de fondos aumentó sustancialmente este año. La meta de Visión Mundial para 1993 era recolectar NT$100 millones (US$3,8 millones); hasta junio, la asociación había recaudado NT$130 millones (US$5 millones). Para los ciudadanos de mayor edad, ver a Taiwan contribuyendo en obras caritativas en ultramar representa un cambio dramático. "En las décadas de los sesenta y setenta, recibíamos muchas donaciones de grupos religiosos extranjeros", dice Liu Shu-fan, residente de Taipei de 82 años de edad. "Recuerdo a la gente formando fila frente a las iglesias locales para obtener mantas, ropas, leche en polvo, aceite de cocina, harina de trigo y carne enlatada. Todo eso ayudaba bastante, ya que los bienes eran escasos en esos días". Pero, con el rápido crecimiento económico de Taiwan durante los años setenta y ochenta, la necesidad local de contribuciones caritativas disminuyó firmemente. Durante la última década, las actividades caritativas privadas comenzaron a tener una gradual reversión de papeles, de recipiente de ayuda extranjera a donante de la misma. En realidad, a nivel gubernamental, la República de China ha estado enviando ayuda tecnológica a ultramar durante tres décadas. El Ministerio de Relaciones Exteriores comenzó a enviar misiones de cooperación técnica de bajo costo a países en vías de desarrollo en los años sesenta, en parte, por razones diplomáticas. Esos programas ayudaron principalmente a los países en vías de desarrollo a mejorar sus industrias agrícolas y pesqueras, así como mejorar sus servicios médicos. En los años que siguieron, el Gobierno de la República de China también comenzó a enviar ayuda económica al exterior. Hoy, el Gobierno apoya cuarenta y cuatro proyectos de cooperación técnica en Asia, Africa, Medio Oriente, la región del Caribe, así como Centro y Sudamérica. A la vez ofrece ayuda financiera, préstamos de bajo interés, y donaciones ocasionales de alimentos y otras necesidades a países extranjeros. En 1992, el Gobierno de la República de China donó 100.000 toneladas de arroz a Rusia, y ofreció US$10 millones en medicina y otras necesidades a Ucrania y Belarus. Los grupos caritativos privados no comenzaron a enviar ayuda a ultramar sino hasta mediados de los años ochenta. De hecho, muchas de las organizaciones no lucrativas que actualmente ofrecen ayuda al exterior estuvieron recibiendo donaciones extranjeras por mucho tiempo. Visión Mundial de Taiwan, fundada en 1964 para mejorar la vida de los aldeanos que viven en áreas montañosas de la isla, recibió ayuda extranjera durante veintisiete años. En 1984, la sucursal comenzó a recolectar fondos localmente. En 1992, la posición de la sucursal de Taiwan cambió de una oficina de campo fundada por la sede a una oficina autosuficiente de apoyo. Durante ese año, usando 100% de fondos locales, la asociación dio asistencia a seis mil niños necesitados locales y cinco mil jóvenes pobres de doce países extranjeros. "Solíamos depender de otros países, pero Taiwan ya no es un país pobre", comenta Jerry Chang de Visión Mundial. "De hecho, Taiwan es una sociedad afluente. Ha llegado el momento de retribuir algo". Durante 1993, la federación espera recolectar US$12 millones y tiene contemplado enviar 40% de sus ingresos al exterior. "En términos de dinero recolectado, Taiwan está en el cuarto lugar entre las (dieciséis) sucursales de apoyo de Visión Mundial Internacional, siguiéndole solamente a EE.UU., Canadá y Australia", indica Chang. "La gente local está deseosa de contribuir. Debemos sentirnos orgullosos de eso". Las actividades caritativas de Taiwan están ganando una reputación internacional, y algunos grupos de interés extranjeros han comenzado a llegar a la isla para obtener ayuda financiera. En agosto de 1992, el presidente de la Sociedad de la Cruz Roja de Mongolia visitó la isla para solicitar ayuda de la Fundación Tzu Chi. Desde su separación de la Unión Soviética en 1991, Mongolia no ha recibido más apoyo financiero de la Federación Rusa, y se encuentra con una seria escasez de alimentos y otras necesidades básicas. Respondiendo a las peticiones de la Sociedad de la Cruz Roja de Mongolia, Tzu Chi envió el año pasado US$400.000 en mantas, ropa de invierno y otros artículos. La President Enterprises Corp. de Taiwan también contribuyó con el envío de un contenedor de leche en polvo. El envío de ayuda a países extranjeros algunas veces se torna en un reto. "Recolectar dinero en Taiwan fue la parte fácil; distribuir los bienes en Mongolia fue la parte difícil", manifiesta Walter Huang, que viajó con la fundación cuatro veces para supervisar el proyecto. Cuando Visión Mundial comenzó su proyecto de ayuda el año pasado, Mongolia se encontraba frente a una emergencia, dice Huang, Se acercaba el invierno y los voluntarios de la fundación tuvieron que apresurar el envío de sus suministros. "Originalmente teníamos en mente enviarlos por tren, lo cual hubiera tomado varias semanas", dice. "Para ahorrar tiempo, lo enviamos por vía aérea. Tuve que negociar con las aerolíneas, las aduanas y los servicios de transporte para que manejaran nuestra carga inmediatamente". Después de llegar el cargamento, Huang hizo una visita final para inspeccionar la distribución de bienes. "Nuestra política es enviar la ayuda a las personas exactas que la necesiten", dice. "Tzu Chi nunca comisiona a otras organizaciones para realizar su labor. Todas las cosas deben ser hechas por nosotros mismos". Otra dificultad que han tenido los grupos caritativos privados es que han encontrado cierta oposición a sus programas de ayuda al exterior entre los residentes de Taiwan. Inicialmente, los planes de Tzu Chi de recolectar dinero para trabajos de ayuda a las inundaciones en China continental dieron lugar a ciertas objeciones. "Muchas personas enviaron cartas solicitando que Tzu Chi no diera ayuda alguna, ya que China continental nunca ha renunciado al uso de la fuerza en contra de Taiwan", manifiesta la voluntaria Hsu Yu-chai. Algunas personas locales desean que sus donaciones se queden dentro de Taiwan, según Charles Kuo, director nacional del Fondo Chino para la Niñez. Fundado en los años cincuenta para ayudar a los niños pobres, la agencia dependió principalmente de la ayuda extranjera hasta mediados de los años ochenta. En 1985, se volvió autosuficiente, y hoy día, el fondo patrocina alrededor de 23.000 jóvenes de Taiwan y 6.800 jóvenes extranjeros. Los organizadores están ahora alentando a los contribuyentes para que ayuden a niños extranjeros, debido a que la demanda de los jóvenes locales ya ha sido satisfecha. "Enviamos cartas comunicando a los contribuyentes que si desean adoptar un niño local tendrán que esperar, pero hay muchos niños extranjeros que desean ayuda", indica Kuo. "Pero sólo uno en diez desea adoptar un niño extranjero. Algunas personas incluso solicitan que el niño adoptado viva en la misma ciudad para poder visitarlo. Otros piden que el niño sea lindo e inteligente". A pesar de algunos obstáculos sociales, los proyectos de ayuda al exterior están ganando popularidad, incluso entre aquellos que darían poco apoyo. Un empresario que ha estado en la industria de la ropa por veinte años, y actualmente voluntario de Tzu Chi, Walter Huang, explica cómo llegó a respetar las obras caritativas en ultramar. "En el pasado, mi principal preocupación era ver cómo sacar ganancias de todas las situaciones", dice Huang. Aunque su esposa donaba regularmente dinero al grupo, Huang no participó en esta actividad sino hasta el invierno pasado. Incluso cuando acordó ir a supervisar la distribución de alimentos y suministros en Mongolia el pasado invierno, Huang admite que inicialmente no iba con una mente demasiada altruista. "Sinceramente hablando, el motivo que tenía para ir a Mongolia era en primer lugar ver si había oportunidades comerciales, luego haría la labor caritativa", indica. "Pero mientras más me involucraba, más conmovido quedaba. Haciendo el trabajo voluntario cara a cara con la gente, sentí el placer de dar. La recompensa espiritual que obtuve sobrepasó el dinero y tiempo gastados". ■

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