05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Arte científico

01/01/1990
Instituciones tales como el Museo Na­cional del Palacio y el Museo Nacional de Historia, ambos en Taipei, han sido recono­cidos durante mucho tiempo por sus ex­tensas colecciones de valiosas piezas histó­ricas. Pero su capacidad para atraer e infor­mar al público -especialmente a los niños­ ha sido generalmente disminuida por su ten­dencia a exhibir hileras de objetos históricos junto a breves y secas notas explicatorias, en vez de montar exhibiciones más creativas que atraigan a los concurrentes a la excita­ción de poder aprender acerca de su pasado.

Pero ha aparecido ahora un nuevo patrón de excelencia, uno que vale mucho tratar de emular. El Museo Nacional de Ciencias Naturales que se ha construido en la ciudad de Taichung, en el centro de Taiwan, está mostrando que aprender acerca de las ciencias puede ser algo diver­tido. El museo combina creatividad, ciencia y tecnología de punta, añadiéndole a todo eso un toque de humor.

Los creadores de Museo Nacional de Ciencias Naturales se refieren a él fre­cuentemente como una rama de la indus­tria del entretenimiento, señalando que las exhibiciones estimulan a los especta­dores mediante la combinación de una creatividad artística con los principios científicos. Hasta el momento, se han completado dos de las cuatro alas que se tienen planificadas para el museo, y la respuesta del público ha demostrado que la educación no tiene necesariamente que ser un proceso seco y ponderoso.

La primera ala, un centro de ciencias y un teatro espacial Omnimax (que proyecta imágenes a un telón cupular con un diámetro de 70 pies), fue comple­tada en enero de 1986. La nueva segunda ala de 90.000 pies cuadrados, que fue inaugurada en agosto de 1988, alberga 15 galerías que narran la historia de la evolución en una forma que atrae la aten­ción de tanto niños como adultos. Los vi­sitantes se mueven desde los orígenes te­óricos del universo a la aparición del hombre moderno. Secciones especiales están dedicadas al cuerpo humano, aná­lisis alimenticio y de población, así como tópicos relacionados tales como los nú­meros, formas geométricas, y color en la naturaleza.

El museo no tenía colecciones pro­pias al inicio del proyecto, de modo que sus más de 2.000 exhibiciones tuvieron que ser creados desde la nada -un trabajo que requirió la asistencia de cerca de 200 especialistas de todas partes del mundo. Cerca de US$3 millones fueron inver tidos en los efectos de iluminación y au­diovisuales, y los programadores de soft­ware desarrollaron 30 juegos interactivos de computadoras.

"A diferencia de Museo Británico, que posee cientos de miles de especí­menes y exhibiciones, nosotros no te­nemos nada", explica Han Pao-te (漢寶德), un renombrado arquitecto y acadé­mico local que ha actuado como conser­vador del museo. "Es difícil encontrar el camino correcto para empezar, ya que no teníamos ni dirección ni un plan con­creto. Pero esto también es una ventaja. Podemos trabajar como nos guste, sin ninguna limitación". Han añade que si bien el objetivo primario de la obra es promover la educación científica general, también puede ser usada para ayudar a los investigadores.

Instituciones famosas en el mundo, como el Museo Británico, se destacan por montar exhibiciones diseñadas para visitantes altamente educados: Aunque las mismas tienen un gran valor educa­tivo, ellas no siempre son adecuadas para el público promedio. Han señala que el Museo Nacional de Ciencias Natu­rales ha sido diseñado para atraer una más amplia gama de visitantes.

"Solamente cuando la gente quiera cruzar el umbral del museo es que se puede iniciar el proceso de la educa­ción", dice él. "Para lograr que venga, hemos primero de tener un diseño muy atractivo que le guste al público en gene­ral. No puede ser sencillamente un muestrario para académicos o especia­listas. Un museo debe ser juguetón, di­vertido e interactivo, y claro está que la persona que lo diseñe debe tener esas cualidades además de sus experiencias científicas o artísticas".

Para encontrar una persona tal, Han visitó país tras país. Pero el trabajo re­sultó más difícil que lo que parecía. Vir­tualmente cada diseñador que lograba contactar le presentaba ya sea un portafo­lio impresionante de exhibiciones cientí­ficas académicas, o uno hermosamente creativo. Pero ninguno llegaba a ofre­cerle ambos. Después de un largo perí­odo de frustración, él finalmente oyó de un diseñador cuya reputación lo había convertido en un disidente en ese campo. El hombre era James Gardner, un caballero en sus ochenta, de porte dignificado y con toda una vida de expe­riencia en diseño.

Han visitó la combinación de casa y oficina que tiene Gardner en el norte de Londres, y se vió inmediatamente frente a cuartos repletos de esculturas, mo­delos, "antigüedades" fabricadas, ju­guetes mecánicos, y artefactos cientí­ficos. Aunque éstos se hallaban apiñados en las esquinas y estantes polvorientos y olvidados, Han quedó impresionado por su ingenuidad. Gardner lo hizo todo manualmente.

"Tan pronto como me enteré, supe que ese era el hombre que estaba buscando", se recuerda Han. "Le dije direc­tamente que necesitaba un diseñador capaz de expresar científicamente las ma­ravillas de la ciencia. Para mí, muchas de las exhibiciones científicas de los museos británicos y estadounidenses no se ajustan a mi idea de un museo educa­tivo de ciencias, y le dije a Gardner eso. El respondió entusiastamente".

Gardner no tiene educación formal en diseño de museo. Su conocimiento ha surgido de la acumulación de expe­riencias, que incluyen su trabajo como diseñador gráfico, caricaturista, creador de mosaicos, e incluso como diseñador de interiores de aviones, naves y equipos médicos. El comenzó a poner juntos las exhibiciones para los museos poco antes de la II Guerra Mundial, y su trabajo se expandió a partir de allí. Gardner ha dise­ñado 15 museos, y ha escrito un libro au­toritativa, Elefantes en el sótano, que es una antología descriptiva de su obra, así como una autobiografía.

"Me salí de la escuela cuando tenía 14 años y medio, y no estudie más", ex­plica él. "Pero siempre he sido curioso acerca de las grandes cosas y el porqué ocurren. Y, en mi mente, mientras crecía y me volvía viejo, he construido en mi cabeza una especie de patrón básico del porqué el universo de la natu­raleza toma la forma que tiene en este planeta. Y este (museo) era una maravi­llosa fuente de desahogo para mi. Fui capaz de expresar mi concepto a través de este museo".

Gardner dice que su imaginación es como un elefante, mientras que las res­tricciones del tiempo, espacio y fondos en un museo se asemejan a los confines de un sótano. El ha envisionado con fre­cuencia moldear un completo y sistemá­tico arreglo de exhibiciones, pero la mayor parte de los museos no están en posición de acomodar un plan tan ex­tenso. Gardner explica que la vasta mayoría de los museos están patroci­nados por fundaciones, de modo que ellos adquieren las colecciones en el orden en que las reciben, o en la forma que están disponibles. Las secciones están generalmente dedicadas a disci­plinas específicas, tales como la biología, geología, o química; y las exhibiciones se añaden sin un plan general. El Museo Nacional de Ciencias Naturales, patroci­nado por el Gobierno de la República de China, presentó una oportunidad única para llevar a cabo un esquema más pare­cido al ideal de Gardner.

Tan pronto como terminó de firmar el acuerdo con Han, Gardner reunió un grupo de diseñadores y constructores jó­venes para empezar a trabajar. Su equipo incluyó profesionales de cuatro estudios de diseño británicos y un estudio nortea­mericano. Cada uno de los miembros se especializaban en un campo, siendo el Estudio Met de Inglaterra responsable por los detalles del diseño, la coordina­ción, producción, supervisión e instala­ción de todo el proyecto. Gardner se en­cargó de las propuestas, bosquejos, di­seños y arreglos del material exhibido.

"Para crear un museo como éste, uno debe en primer lugar tener una idea que impulse y motivelo que uno desea hacer", dice Gardner. "Bien, aquí tení­amos una excelente idea debido a que se refería al origen de la vida y la relación del ser humano con la naturaleza, las plantas y el mundo alrededor del mismo. En nuestros días, todas las personas tien­den a pensar en términos de tecnología. Pero la tecnología es realmente muy pe­queña si se la compara con la importancia de hombre con la naturaleza del todo. Exponer esta idea fue nuestra meta". El explica que la parte difícil fue poner el concepto en cuadros, un trabajo que re­quirió cientos de dibujos y propuestas antes de tener el presupuesto y comenzar a producirlo.

Tanto Han como Gardner estuvie­ron de acuerdo que un museo moderno necesita tanto educar como divertir. Los museos ya no pueden darse el lujo de permanecer "pasivos", con objetos en exhibición para un frío vistazo. Una de­talle principal de la nueva orientación es la interacción entre los visitantes y las exhibiciones mismas. En la Galería del Cuerpo Humano, por ejemplo, existe un enorme modelo de la lengua humana adornado con diminutas luces a color en el lugar donde están localizadas las pa­pilas gustativas. Cada color representa un diferente sabor: ácido, dulce, salado y amargo. En un panel al frente del modelo hay botones que pueden apretar los visitantes para ayudarles a localizar el sabor que les interesa. Este es uno de los medios de enseñanza interactiva más sencillo y ha sido colocado lo suficientemente bajo como para los niños puedan usarlo.

Enormes reproducciones de varios órganos del cuerpo humano se exhiben en forma sistemática, cada una de ellas con un sistema interactivo que presenta fascinantes efectos electrónicos y mecá­nicos. Las instalaciones y juegos educa­tivos en la galería han sido especialmente diseñados para los niños en particular, para estimular su interés por las ciencias. Pero los juegos interesantes y ejercicios mentales son apenas parte del paquete de atracciones que ofrece el museo. Las exhibiciones también han sido diseñadas para que sean estéticamente confor­tables. Algunas de las exhibiciones con­sisten en grandes esculturas cuidadosa­mente trabajadas. Otras consisten en mo­delos de alta tecnología que combinan la mecánica, la computación, y los medios audiovisuales.

En el centro de la galería sobre el cuerpo humano se encuentra una enorme y más bien grotesca figura que se asemeja vagamente a un amenazador "ser espacial" listo para devorar todas las criaturas a la vista. En realidad es un modelo del sistema digestivo del ser humano, titulado: "Una secuencia conti­nua". Arriba, una enorme boca se abre frente al espectador, seguida por una hilera de órganos digestivos: estómago, pancreas, intestinos delgado y grueso, apéndice, recto y ano. La imponente vista muestra de un vistazo las funciones del sistema.

Cerca hay una reproducción de un ser humano de un pie de altura de forma muy desfigurada. Las piernas son redu­cidas, y las manos y cara están muy desproporcionadas. Esta novedosa estatua pequeña es en realidad una copia del ori­ginal en el Museo Británico en Londres. Los visitantes pensarán tal vez que el ar­tista que lo diseñó estaba loco, pero una mirada a la explicación nos revela el pro­pósito de la misma. La estatua es un modelo científico que pone el tamaño proporcional de las diversas áreas del cuerpo humano en relación con su sensi­bilidad neural al estímulo externo. Los efectos visuales, artísticos e imaginativos se han combinado para hacer de esta pieza educativa una ejemplo espléndido del enfoque moderno que Gardner trata de poner en los museos.

Un sentido de humor puede añadir mucho a la apreciación de muchas exhi­biciones, aunque Han señala que las ba­rreras culturales bloquean ocasional­mente los mensajes irónicos que trata de comunicar Gardner. Los visitantes chinos permanecen con frecuencia extra­ñados ante una exhibición cerca de la parte frontal de la galería sobre el cuerpo humano, ya que muestra a dos seres hu­manos encerrados en una jaula rodeada de animales que los miran. La idea de Gardner era sencillamente implicar que los seres humanos son tal vez más te­rribles que los otros animales en el mundo. Pero los visitantes locales miran frecuentemente a esta escena con la máxima seriedad, aparentemente atur­didos y confundidos.

"Esos ingleses se han roto la cabeza diseñando todas esas cosas interesantes, pero el público en general aún no es capaz de captar todas aquellas cosas que supuestamente debían ser graciosas", indica Han. "Claro está, esto puede tra­bajar en dos sentidos. Incluso si se pen­sara de un museo como un lenguaje internacional, existirá siempre algunas di­ferencias de opiniones entre las naciona­lidades. Aún así, yo creo que no es un problema mayor. Es el resultado natural de la disparidad en los gustos y en el tras­fondo cultural" .

Las barreras al entendimiento no surgen solamente de las diferencias cul­turales. Gardner se queja que la situación en Europa con frecuencia no es mejor. El cita un incidente acerca de una exhibi­ción que diseñó para un museo en Ho­landa. La exhibición mencionaba los nombres de científicos e inventores fa­mosos junto con los inventos o teorías que son de su creación. "Estaban varias 'luminarias' de la historia científica: Darwin, Faraday y otros", nos explica. "Cuando llegamos a la parte que tiene que ver con electrónica, coloqué a Bell junto con 'decibelio', y a Watt, obvia­mente con 'vatio' ...Bien, coloqué otro nombre en la lista: 'milímetro'. Redacté que cuando Napoléon Bonaparte inau­guró el sistema métrico decimal, él deno­minó esta medida por Milímetro debido a que estaba ¡tan enamorado de sus dimensiones vitales! ¡Esto fue a parar al museo, y sepan que recibimos una carta de un profesor alemán en Dusseldorf en que decía que no había podido encontrar los antecedentes de la concubina de Na­poleón llamada Milímetro!"

El profesor alemán estaba un poco demasiado serio, tal vez impulsado por la idea tradicional de un museo. Gardner insiste que un sentido de humor es im­portante para poder ver el universo en perspectiva, y las exhibiciones de un museo pueden enseñar sútilmente a los espectadores cómo pensar en esta dirección. "Si una persona no tiene sentido de humor, ella no tiene sentido de la pro­porción", dice Gardner. Sin embargo, él advierte que aún cuando los museos pueden convertirse en "nueva rama" de la industria de la recreación, los mismos no deben conducir a los visitantes a ideas erradas.

"La gente iba a un museo, tal vez, con la intención de sentir un poco de cul­tura o absorber algún conocimiento" , continúa Gardner. "Pero con frecuencia, absorben la idea errada. En un museo del vidrio que había diseñado, habían al­gunas vasijas persas con un brillo maravi­lloso, y las personas que miraban a sus colores, suelen decir: '¿No te parece un vidrio muy hermoso? ¡Mira el efecto en­ cantador que lograron alcanzar los persas!' Bueno, el brillo no vino de los persas en sí. ¡Fue adquirido por el vidrio cuando fue enterrado en la tierra! Para aclarar esto, puse una botella de leche contemporánea junto a las vasijas persas junto a una explicación que decía que las vasijas fueron tan comunes como la bo­tella de leche cuando fueron hechas, y que se había usado el mismo tipo de vidrio. Esta es una educación real debido a que los visitantes descubren algo en vez de estar admirando erradamente una cosa".

El público ha sido recompensado por la decisión de Han de darle completa libertad a Gardner para hacer realidad concreta sus ideas. Pero la decisión ha sido cuestionada por ciertos círculos dentro del Gobierno y la comunidad co­mercial, con algunas personas pregun­tando porqué Han no le dió una oportu­nidad a las firmas diseñadoras locales para participar en un proyecto de esta envergadura.

"Esto no se debe a falta de fondos o problemas administrativos", dice Han. "Nuestro Gobierno ha sido suficiente­mente generoso para proporcionar los fondos que necesitamos, y podemos ad­ministrar nuestro gran personal en una forma clara y efectiva. Hemos incluso creado un patrón para el sistema de per­sonal en futuros museos como éste. Francamente, el verdadero problema radica en que no tenemos especialistas en este campo (en Taiwan)". Han añade que otra molestia ha sido la continua alza en los precios de la construcción y en la escasez de mano de obra en la isla. "No es que no tengamos esta clase de gente, sino que cada vez hay más personas que no desean trabajar y aprender las técnicas necesarias, debido al dinero fácil que flota alrededor".

Han deseaba crear un museo que fijará estándares mundiales, y sabía que los científicos en Occidente son más ex­pertos en campos tales como la evolu­ción. Alex McCuaige, director del Estu­dio Met que trabajó con Gardner en el proyecto, elogia a Han por su forma de juzgar y enfoque. "Una gran cantidad de crédito debe ser dado al profesor Han, quien fue receptivo y respondió a la nueva idea, apoyando al equipo encar­gado de diseñar el museo", nos dice. Gardner también está de acuerdo, aña­diendo que Han mostró un grado de bienvenida y confianza en el equipo: "Hablamos con él, él vió lo que estaba pasando, nos dió el trabajo y confió en nosotros, y eso me hizo sentirme estimu­lado a proseguir adelante. El nos permitía trabajar de nuestra manera, pero inspec­cionaba a medida que avanzabamos".

A pesar de la experiencias y conocimientos de Gardner y su equipo, la falta de familiaridad entre los visitantes locales con la etiqueta de museo ha creado algunas dificultades menores. Por ejemplo, durante la inauguración, Gardner y sus colaboradores quedaron aturdidos al ver a miles de visitantes que pasaban por alto las barandas protectivas y se arremolinaban sobre las exhibiciones, tocando los objetos que estaban sólo para ser vistos. En Occidente, el público entiende generalmente que se debe respetar una exhibición, y no debe ser manoseado. Además, la gente en Occidente se queda, por lo general, más tiempo en las exhibiciones. Pero el visitante promedio del Museo de Ciencias Naturales no se queda generalmente más de 25 segundos en cada artículo, un hábito adquirido tal vez de visitas a instituciones locales con exhibiciones más descuidadas.

Sin embargo, Han se siente optimista que los hábitos de museo y el alfabetismo científico irán a mejorar con el tiempo. "No me importa que ellos no entiendan del todo en actualidad", dice él. "Lo que me importa es si ellos se quedan suficiente tiempo o si volverán de nuevo". De hecho, el museo ha sido diseñado para alentar a que uno retorne a visitarlo. Un aspecto sobresaliente consiste en dividir la historia de la evolución en varias galerías. La información acerca de la localización y contenido de las galerías quedan a disposición de los usuarios en un sistema de directorio computarizado. Cualquier otra galería en la serie ofrece una historia completa de por sí, y puede quedar aparte para personas que desea verla en otra ocasión. Gardner enfatiza que cada galería tiene más que suficiente información interesante para satisfacer a los visitantes durante un día completo.

Por ejemplo, en la primera galería, titulada "El Mundo de las Maravillas", los visitantes quedan embarcados en una misteriosa aventura por un mundo de monstruos científicos que han sido artísticamente creados por Gardner y su equipo. Ellos ven proyecciones de la pata de una hormiga, una gigantesca alga marina, el esqueleto de un radiolario, el caracol del oído, y una enorme medusa rosada que cuelga del cielo raso. Esas vistas del mundo natural son muy raras en la vida diaria, y junto con las detalladas explicaciones en chino, ayudan a los visitantes a aprender algo nuevo y especial.

El director del Estudio Met, McCuaige, explica el sistema: "Cada cosa ha sido deliberadamente creada para dividir la historia en partes debido a que resulta tan vasta. Usted siempre podrá volver y continuar con la historia, o avanzar a través de otro período de tiempo para entrar en la siguiente etapa. Y los visitantes siempre tienen un punto para hacer un alto, de manera que nunca sienten que deben estar allí y aburrirse. El nivel de tolerancia de todos tiende a bajar, no importa cuán bueno sea un museo. Todo el concepto de diseño ha sido dirigido para que los visitantes retornen una vez más, y, naturalmente, muchas veces más". El obviamente ha juzgado correctamente. Desde la inauguración del museo en agosto de 1988, más de dos millones de visitantes han llegado, y sus respuestas han sido abrumadoramente positivas, especialmente con respecto al sentido de humor.

Una sección favorita es el prehistórico mundo de los dinosaurios, donde en una esquina de la galería se encuentra una mesa de paseo de campo hecha de madera donde se hallan sentados cinco reptiles de gran tamaño. Tanto carnívoros como herbívoros están cenando juntos, discutiendo en voz alta las ventajas de sus respectivas comidas. Uno de ellos, mientras desgarra la carne de su víctima, ridiculiza al dinosaurio herbívoro de cuello largo que se halla sentado al extremo opuesto de la mesa masticando sus hierbas poco apetitosas. Los animales son movidos mecánicamente y un sistema de audio especial reproduce el diálogo.

Esta galería particular exhibe una amplia gama de especímenes de dinosaurios. En el centro se encuentra el esqueleto de un Camarasaurus, aproximadamente de 16 metros de longitud (adquirido en los EE.UU. y posteriormente armado en Europa). Este animal vivió en Norteamérica, y su tamaño y aspecto terrible definitivamente encaja con fantasías de Hollywood. El esqueleto es hueco por dentro para que sea suficientemente liviano para estar montado sin armazones externas. Para indicar lo enorme que es la bestia, Gardner ha usado la corriente eléctrica para representar la velocidad de la trasmisión de un mensaje neural a través de su cuerpo. Al final de la cola del animal se encuentra un martillo automático que golpea la cola periódicamente. Con cada golpe, pasa alrededor de un minuto antes que suene el timbre y se encienda la luz roja dentro del cráneo del animal, para indicar que el Camarasaurus recién ha sentido el dolor.

Lo que complace en forma especial a los niños son las muchas presentaciones de caricaturas acompañadas de efectos audiovisuales de alta tecnología. De esta manera, se adquieren conocimientos en una atmósfera animada y llena de humor. Los monstruos pueden ser amorosos, quisquillosos o aterrorizadores. Un Deinonychus entierra sus garras y colmillos en un espantoso ataque a un Hypsilophodon que lucha debajo de éste. Por otro lado, un Scolosaurus de cuerpo grueso se baja de su pedestal con su cabeza en forma de casco dirigida sin temor alguno hacia los pies de los visitantes.

El museo sirve también como una valiosa ayuda de enseñanza, ya que los maestros pueden usar cualquiera de las galerías como base para importantes lecciones de ciencia. Existen de 20 a 30 temas que pueden ser impartidos usando las exhibiciones de cada sección, y los mismos se hallan convenientemente ordenados. Las galerías ofrecen datos acerca de cómo se originó la vida, cómo evolucionó la materia orgánica, e incluso cómo el hombre absorbe agua como una esponja. En otra esquina del museo, se ve estallar un modelo a escala de un volcán precámbrico, con desbordamiento de lava, junto a truenos y relámpagos. Las diversas teorías que se han desarrollado para explicar tales fenómenos se encuentran junto a exhibiciones de experimentos llevados a cabo por científicos famosos, y todas las exhibiciones están acompañadas con claras y detalladas explicaciones en chino.

El museo también presenta exhibiciones externas, completas con área verde y abundante vegetación donde pueden sentarse los maestros juntos con sus estudiantes. Una exhibición que se encuentra afuera de la segunda ala del museo consiste de una construcción aparentemente abstracta hecha con piezas planas y cuadrilaterales de acero inoxidable de varios colores, cuya forma colectiva se asemeja a una pirámide inclinada en uno de sus lados. Esta estructura está basada en los principios de la geometría descriptiva; si las colgantes piezas irregulares de metal son vistas de la punta de la pirámide, ellas forman un patrón específico continuo sin espacio alguno.

Otra estructura externa ha sido creada de acuerdo al principio de la anamórfosis que con frecuencia usaban los artistas durante el Renacimiento. La imagen de un objeto formada en un espejo curvo o deformado es distorsionada, como se puede esperar en esas exhibiciones. Pero la imagen puede ser reproyectada por otro espejo que distorsiona en forma complementaria, para "corregir" la imagen. Otra exhibición muestra la estructura de hélice doble del ADN, una piscina para regular el volumen del flujo de agua, el lo-shu (un invento que se usaba para cálculos matemáticos en la China antigua), un reloj de sol, y un rotor tipo Darrieus.

Las bien elaboradas instalaciones del museo requieren de un caro y cuidadoso mantenimiento. Con frecuencia ocurren daños. "Las inversiones en un museo nunca tienen fin", dice Han. "Cuando las construcciones aparentemente están terminando, en realidad es que se ha empezado. Necesitamos un presupuesto anual del Gobierno, y un recurso educativo como éste debe renovar sus exhibiciones permanentemente".

Se espera que tal asistencia financiera no desaparezca mientras el museo siga atrayendo un tal apoyo popular. Las exhibiciones ya se encuentran entre las más avanzadas en el mundo, con un estudio cuidadoso de toda la información. Gardner explica que la ciencia de la evolución contiene muchas preguntas que no han sido contestadas, señalando como ejemplo las migraciones iniciales del hombre, donde las teorías y fechas cambian constantemente. Las exhibiciones relevantes en este tema dentro del museo están basadas en las investigaciones más reciente, pero nuevos hechos y teorías podrían obligar que se hagan cambios mayores algún día.

El Museo Nacional de Ciencias Naturales se unió recientemente a la Red Internacional de Películas de Museo, que incluye a importantes museos de ciencia en Nueva York, Boston, Chicago, Detroit, Richmond, y San Diego. El museo y la red de películas han coproducido un filme de educación científica que ha estado proyectándose en el teatro Omnimax desde agosto del año en curso. La película se titula" Al límite". Mejoras y adiciones similares han estado mejorando la calidad del museo y aumentando más su reputación.

Han señala que todavía le queda a Taiwan un gran trayecto a seguir en el desarrollo de museos. "Este país no es todavía un 'enorme elefante en el desván'. En actualidad, es solamente un pequeño e inmaduro elefante dentro de una jaula", dice él. "Nuestra mayor fuerza hoy día está en el diseño de templos y en áreas culturales similares. Pero espero que la creatividad china pueda ser estimulada y mejorada de tal forma que podamos diseñar un museo en nuestra forma propia: una forma que refleje fuertemente la esencia de la civilización china". La tercera ala del museo podría ser un buen lugar para empezar, ya que se planea contener exhibiciones acerca de la cultura china. La cuarta ala irá a enfocar en los aspectos ambientales, otra área de crucial importancia localmente, debido al rápido deterioro del medio ambiente de la isla.

En cierta ocasión, Virginia Woolf comparó al Museo Británico con una mente enorme: "Imagínese a Platón con las mejillas juntas a Aristóteles; y a Shakespeare con Marlowe. Esta gran mente acumula más allá de la capacidad de cualquier mente en particular". El Museo Nacional de Ciencias Naturales en Taiwan aún no alcanza el nivel de una tal evaluación, pero su valor para la sociedad no es menos crucial. Los niños que se ríen hoy frente a dinosaurios parlantes en el museo más nuevo de Taiwan, podrían hacer mayores contribuciones a esta gigantesca mente que representa la suma de la civilización humana. □

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