Taiwán Hoy
Para quién tañen las campanas
01/09/1990
Ni la ligera lluvia ni el intenso tráfico pudieron alejar al público del Monumento Conmemorativo a Sun Yat-sen el 14 de abril de 1990. Después de todo, era la noche para honrar a los miembros más destacados de la industria de la radio y televisión con los codiciados premios "Campana de Oro". Estos premios se conceden anualmente y se consideran como los equivalentes a los Emmy estadounidenses, en la República de China.
Mientras cientos de entusiasmados admiradores enfilaban al interior del auditorio, los nominados al premio se agitaban nerviosamente. Finalmente, después de la actuación y el clamor de una danza con tambores, el público fue invitado a casi cuatro horas de presentaciones de los premios, discursos de aceptación y actuaciones en vivo de las figuras más destacadas del mundo del espectáculo en Taiwan.
Pero los agotados ganadores del premio y miembros del público llegaron a casa un poco antes de que los rumores hechos por los medios de comunicación hicieran que el bullicio de la noche pareciera un tenue y distante trueno. Aunque se felicitara a los ganadores, los premios "Campana de Oro" provocaron por sí mismos algunas duras críticas. Uno de los periódicos de mayor tirada hizo caso omiso virtualmente de la noche de los premios y publicó, juntamente con el punto de vista del editorial, un breve comentario en el que decía que a los premios les faltaba el cumplimiento de su meta de elevar la calidad de las emisiones de radio y televisión.
Irónicamente, la mayoría de las críticas recayeron ante las puertas de la Oficina de Información del Gobierno (OIG) , la cual instauró los premios en 1965 con el fin de estimular la competencia cualitativa en la emisión de programas por parte de los medios de difusión. Originalmente, los premios fueron diseñados como reconocimiento a los logros alcanzados en la programación en radio, y se extendieron en 1971 para incluir la TV. Desde entonces, la televisión ha dominado la ceremonia de entrega de premios. Había cuarenta y cinco categorías en los premios de este año: venticinco para TV, diecinueve para la radio y uno especial.
Pero las críticas se quejan de que el aumento del número de premios no tiene un equivalente impacto en la calidad. De hecho, donde más hacen su énfasis es, precisamente, en lo que ellos ven como un estancamiento en el desarrollo de los altos niveles de la industria -y la TV es la que ha recibido alguno de los más duros golpes-.
Las quejas no son enteramente únicas para la televisión de Taiwan. Por ejemplo, los críticos dicen que los programas dramáticos y de variedades de la televisión tienen que adquirir aún un mayor fondo y contenido. Lo que es peor, la mayoría de los productores ponen muchísima mayor atención en los niveles de audiencia que en proveer más programas de estimulación intelectual. Las emisoras son atacadas también por su falta de dedicación a un horario de programación fija. Los programas son, a menudo, acortados arbitrariamente, trasladados a otro tiempo de emisión o eliminados sin avisar.
Mientras que la mayoría de esta clase de críticas se podrían extender también a la televión norteamericana, los críticos aducen que en Taiwan es una cuestión de intensidad. Programas superficiales se pueden encontrar en todas partes, pero la mayoría de lo presentado localmente llega a alcanzar lo completamente insípido. Una preocupantemente grande proporción de la emisión diaria está abarcada por programas de juegos en los que personas adultas compiten en lo que son esencialmente juegos para niños; series dramáticas en las que predominan fuertes bofetadas y angustiosos lloros; y programas de variedades en los que la característica principal es enteramente rutinarias canciones y danzas que se pueden prever. Mientras estos programas retienen aún la popularidad ante los telespectadores, hay un cierto desengaño sobre la salud del medio.
Un cierto desengaño también se ha deslizado a través de la competición por la Campana de Oro. Los premios animan a las estaciones a producir programas de un inusual calibre artístico, pero esto se ha hecho a menudo con el único fin de ganar un premio. Estos programas se emiten generalmente por la tarde o a últimas horas de la noche cuando hay pocos espectadores y poco interés para los publicistas. Después de recibir una Campana de Oro, estos programas generalmente desaparecen de la pantalla.
Hsieh Peng-hsiung (謝鵬雄), un afamado crítico de cine, aduce que los programas de TV son actualmente indignos de recibir un premio como es la Campana de Oro. Afirma que carecen de "calidad, profundidad y responsabilidad social." Añade que el premio no debería estar diseñado para reforzar la idea única de consecución de una Campana de Oro sino que, por el contrario, deberían estimular la producción de programas con contenido sustancial y un gran sentido social.
Shaw Yu-ming, director general de la OIG, es de la misma opinión al respecto. En el banquete celebrado para honrar a los nominados a los premios "Campana de Oro" de este año, dijo que quizás fuera mejor si el Estado estuviera fuera de todo lo relacionado con los premios. "El Estado ha patrocinado los premios durante veinticinco años," dijo. "Es hora de que las organizaciones privadas se hagan cargo de ello, especialmente ahora que la sociedad está experimentando importantes cambios y adquiriendo unas actitudes más abiertas."
Interesados en esta industria piden también una separación de las ceremonias de entrega de premios para TV y radio ya que los premios concedidos para los logros alcanzados por la radio quedan oscurecidos por las presentaciones de TV. La atención pública y de los medios de comunicación se dirige hacia las personalidades de TV; este hecho ha venido a ser un aumento del problema desde que las ceremonias de entrega se empezaron a televisar en vivo a partir de 1980.
La desequilibrada distribución de premios entre TV y radio es también una fuente de descontento. Los líderes de la industria de la radio apuntan que mientras que sólo había tres estaciones de televisión, más la pública, compitiendo por veinticinco premios, había más de treinta estaciones de radio rivalizando por los veinte premios destinados a la radio. Además, se empleó mucho más tiempo en la presentación de los premiosa TV.
Cuando la OIG organizó una reunión en septiembre de 1989 para revisar la elaboración de los premios "Campana de Oro", representantes de la industria radial dijeron que si ellos tuvieran su propia ceremonia de premios, sería de una gran ayuda para elevar el nivel de las emisoras de radio y también se lograría una mayor atención a la radio. Momentos después de que se bajara el telón a la ceremonia de entrega de premios de este año, Chang Ping, del departamento de emisiones y televisión de la OIG, indicó que la celebración de ceremonias separadas para radio y TV se podría llevar a efecto y quizás también podría poner una mayor atención en los logros de cada una de las industrias.
A pesar del eco producido por los medios de comunicación acerca de la incapacidad de los premios "Campana de Oro" en el estímulo de la industria para lograr unos más altos niveles, un buen número de programas recibieron merecidas atenciones por sus logros. Por ejemplo, "La Llamada del Cuco," un único episodio dramático presentado por la Compañía de Televisión China (CTV) , conquistó la noche al ganar tres de los codiciados premios: Mejor Drama de Episodio Unico, Mejor Guionista y Mejor Actor. El drama se desenvuelve alrededor de un anciano que sufre de la enfermedad de Parkinson y del impacto que esta enfermedad tiene en su familia. Hsia Mei-hua (夏美華) ganó el premio al mejor guionista, y Lei Ming (雷鳴), un veterano actor de la pequeña pantalla y de cincuenta años de edad, conquistó el premio al mejor actor por su papel del anciano enfermo.
"Todo se lo debo a mi esposa," dijo Lei en su discurso de aceptación. "La he visto sufrir varias enfermedades. Cuando me hice cargo del papel de anciano, consulté con muchos médicos. Ellos me aconsejaron que fuera a los hospitales a ver a los pacientes por mí mismo." Lei añadió que le había pedido a su esposa que se mejorara y le prometió que podría ganar el premio al mejor actor para ofrecérselo a ella.
El premio a la mejor actriz recayó inesperadamente en las manos de la joven de veinticuatro años, Li Ming-yi (李明依), por su primer papel en TV en "Volver a Encontrar el Amor", drama de episodio único presentado por CTV donde ella representa el papel de una joven rebelde. Su papel en la pantalla tomó proporciones reales durante la noche de los premios al no permitirle primero la entrada en el recinto por llevar puestos unos pantalones tejanos en vez de un atuendo formal.
"Mujeres, Mujeres", también de CTV, que ganó el premio al mejor programa de variedades, fue un estímulo para más programas de variedades de este tipo. Presentado por Chao Ning (趙寧) y Tsui Li-hsin (崔麗心) el programa invita a discusiones, entre el público e invitados célebres, en cuestiones que conciernen a las relaciones hombre-mujer. Chao Ning, profesor de Educación Social en la Universidad Nacional Normal de Taiwan, vaciló al principio cuando le ofrecieron este trabajo, pero ha sido ampliamente reconocido por su habilidad en promover animados debates e intercambios de opinión.
Algo de humor fue añadido a la larga noche por parte de Diana Lee (李慶安), que ganó un premio al mejor presentador de un programa de noticias. La locutora de la Empresa de Televisión China (CTS) dijo que el ser hija del entonces primer ministro Lee Huan no le había ayudado en hacer el trabajo más fácil, por el contrario le había impuesto una gran presión. Cuando estaba aceptando el premio llevó la sonrisa a los labios del público cuando dijo, "Afortunadamente, no he dejado mal al primer ministro esta noche." CTS también ganó el premio a la Mejor Cobertura de Noticias por sus descubrimientos de las tramas fraudulentas en la recolección de fondos en ficticias organizaciones de caridad, una indicación de que el periodismo de investigación finalmente está tomando raíz en la televisión.
Mientras los premios "Campana de Oro" pueden estar muy lejos de representar un pequeño papel, que a los críticos les gustaría que fuera un estímulo en la dirección hacia unos más altos niveles, al menos han ayudado a provocar la anual atención al estado de los medios de comunicación como son la TV y la radio. El verdadero juicio acerca de la calidad de TV permanece en los telespectadores y en lo que ellos pidan a los programadores de las emisoras de TV. Existe un gran poder en el dedo índice -apretar el botón de apagar el televisor permanece como el más claro voto-. □