29/04/2024

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Taiwán Hoy

Implicaciones internacionales de la masacre de Tienanmen

01/07/1989
El ex-secretario general del partido comunista chino, Hu Yao-pang fallecía de un fallo cardíaco en la madrugada del 15 de abril de 1989. Al conocerse la noticia, la gente comenzó a concurrir al Monumento de los Héroes en la Plaza Tienanmen de la ciudad de Pekín para llevar ofrendas florales en honor a la memoria del ex-secretario Hu. Estos pequeños grupos de personas dieron lugar a un movimiento estudiantil pro-democracia que tomó impulso rápidamente y alcanzó proporciones nunca antes vista durante los cuarenta años de yugo comunista en China continental. En un desesperado intento por restaurar el orden, las autoridades comunistas ordenan una brutal operación militar para desalojar de una vez por todas a los manifestantes. A continuación se hará un breve análisis de las repercusiones en el ámbito internacional de este desafortunado incidente.

La despiadada represión contra los manifestantes pro-democráticos en la Plaza Tienanmen ha dejado consternada a la humanidad entera. Con la muerte de Mao Tse-tung en 1976, la purga de la Pandilla de Cuatro poco después, la rehabilitación de Teng Hsiao-ping el año siguiente, y la política aperturista que se adoptó a fines de la década de los setenta; China comunista comenzó a proyectar interna y externamente una falsa sensación de más sensatez y humanismo en sus políticas y procedimientos.

Bajo este marco de realidades, el pueblo continental que ha estado oprimido por una dictadura comunista de corte totalitaria durante tanto tiempo, comenzó a sentir que era propicio manifestar sus reprimidas ansias por una vida mejor, en libertad, democracia y prosperidad. Hace un par de años, comenzaron a surgir movimientos pro-democráticos organizados que adquirieron un rápido auge por todo el territorio continental.

Alarmados por la presencia de manifestaciones estudiantiles a diario durante más de un mes, y la amenaza de continuar con esas manifestaciones hasta casi finales del presente mes; las autoridades comunistas chinas decidieron recurrir al uso de las armas para reprimir brutalmente a los estudiantes pro-democráticos reunidos en la Plaza Tienanmen.

La masacre desatada por las autoridades comunistas en China continental suscitó instantáneamente el repudio de la ciudadanía en toda la nación y la condena mundial. El régimen comunista quedó desprovisto de toda legitimidad para seguir administrando el territorio continental y perdió toda credibilidad en el ámbito internacional. China comunista demostró una vez más que sigue siendo un régimen totalitario que se sostiene con el caño de los fúsiles.

La repercusión internacional del incidente en la Plaza Tienanmen tiene profundas implicaciones en el inestable panorama mundial, donde una frágil apariencia de tranquilidad tan difícilmente lograda en los últimos meses se ve amenazada de nuevo, con la aparición de nuevos nubarrones de tormenta en la permanente lucha entre la democracia y el totalitarismo.

Desde que Teng Hsiao-ping iniciara la campaña contra la "liberalización burguesa" después de las manifestaciones estudiantiles a fines de 1986, el régimen ha ido afilando sus garras para reprimir las ansias del pueblo. Esta vez, la represión ha sido más directa y fuerte. El así denominado "Ejército de Liberación Popular" avanzó impunemente sobre el pueblo desarmado, aplastando la voluntad popular y cambiando la imagen internacional del régimen de Pekín.

China comunista se encuentra en una encrucijada histórica muy difícil que ha surgido de su intento de llevar a cabo una reforma en el campo económico, sin alterar las estructuras socio-políticas. Su aparente aperturismo en los últimos años le ganó acceso casi irrestricto al escenario mundial. Los países occidentales se habían volcado en su casi totalidad para ayudar a China comunista.

Pero la confianza y acercamiento que logró forjar tan difícilmente con el mundo occidental, posiblemente desaparezcan del todo como consecuencia de su cruento accionar. En forma universal, los países civilizados han manifestado su repudio y han tomado medidas concretas para patetizar su desaprobación y condena hacia el sanguinario régimen.

Las manifestaciones estudiantiles estaban atacando la corrupción, dictadura y nepotismo del régimen comunista; pero nunca insistieron en el derrocamiento del mismo. Solamente exigían una reforma en su estilo de trabajo, pero fueron severamente reprimidas.

En el marco regional, China comunista no sólo se ha desacreditado ante sus vecinos, sino que ha puesto en peligro muchos delicados arreglos y negociaciones que conducen a una mayor estabilidad en el continente asiático.

La República de China en Taiwan, que si bien no se había pronunciado oficialmente al respecto, había estado observando cuidadosamente el desarrollo de los eventos en China continental en los últimos años. El Gobierno de la República de China hizo un cambio de su política hacia el territorio continental hace un par de años y procuraba llevar adelante un esquema para poder hallar una solución práctica al problema de la unificación de China. Pero, ante los últimos acontecimientos, queda poco en qué basar las potencialidades de un eventual arreglo pacífico entre ambos lados del Estrecho de Taiwan.

El Gobierno de la República de China en Taiwan ha sostenido siempre una política definitivamente anticomunista, pero ha adoptado recientemente una postura más pragmática en el manejo de sus asuntos con el territorio continental.

La historia del régimen chino­ comunista muestra claramente que los chinos comunistas invariablemente recurren a la provocación de un conflicto interno cuando se encuentran acosados por una terrible crisis interna.

En 1958, tras el fracaso del delirante esquema de las "Tres banderas rojas", China comunista lanzó un intenso bombardeo contra las islas de Quemoy y Matsu. La República de China pudo repeler muy oportunamente este intento de invasión comunista. La crisis económica que afectó a China comunista a inicios de la década de los sesenta forzó al régimen a desatar una guerra fronteriza con India en octubre de 1962. Con el desorden generado por la nefasta "Revolución Cultural", el régimen de Pekín encontró un chivo expiatorio en la Unión Soviética. Con la "Revolución Cultural", China comunista comenzó a acusar de revisionistas a los soviéticos, produciéndose choques fronterizos armados con la URSS en 1969. Recientemente, ante el cisma creado por la purga de la Pandilla de Cuatro, la llegada al poder del enigmático Hua Kuo-feng y la rehabilitación de Teng Hsiao-ping, China quiso desviar la atención interna mediante la pretensión de una "política de gran potencia". Así, el régimen de Pekín ordena la invasión a Vietnam a inicios de 1979.

En vista de todas esas realidades históricas, la reciente crisis de China continental no deja de preocupar a sus vecinos en general y al área de Taiwan en particular. ¿Cuál será el próximo blanco del golpe externo del régimen destinado a desviar la atención del pueblo descontento con cuatro décadas de abusos y de­ satinos por el gobierno comunista?

Taiwan está preparada para contrarrestar un ataque desde el territorio continental y conoce que bien podría ser una excusa del régimen para desviar la atención de sus manos manchadas de sangre. China comunista está al tanto de cuán costoso sería una aventura militar de este tipo, ya en el pasado ha sufrido de terribles derrotas al intentar invadir Taiwan. Por lo tanto, es poco probable que recurra a esa forma de aventurismo.

Aparte de la amenaza de una posible invasión, Taiwan tiene que encarar la posibilidad de un éxodo masivo de refugiados desde el territorio continental en caso tal continue el desorden y la intranquilidad, o el régimen refuerce sus medidas represivas.

La República de China en Taiwan continuará desarrollando su economía y fortaleciendo su sistema democrático y constitucional para que se transforme en una fuente de inspiración y faro de esperanza para los 1.100 millones de chinos dentro del territorio continental. Esto, naturalmente es algo que no resulta del todo agradable para los dirigentes comunistas.

El movimiento estudiantil en Pekín y la consecuente masacre en la Plaza Tienanmen constituyeron sendas bombas políticas de alto poder explosivo que sacudieron fuertemente a Hong Kong. La sangriente represión por parte de las autoridades comunistas ha producido un cambio espectacular en la situación de ese enclave colonial británico en territorio chino.

Pese a la fuerte oposición de parte del pueblo que reside en Hong Kong, China comunista e Inglaterra firmaron hace algunos años un acuerdo para retornar el territorio de Hong Kong al control del régimen de Pekín en 1997. Los temores e incertidumbres de parte de la población hongkonense tuvieron un aligeramiento recientemente con la política de tolerancia que hasta hace poco parecía adoptar el régimen de Pekín. Ahora, con la cruda realidad de la masacre de Tienanmen, se han desvanecido todas las ilusiones de un trato especial de parte de los comunistas chinos en el futuro.

Los ciudadanos de Hong Kong han manifestado siempre una falta de interés por los asuntos políticos. Pero, la actitud frente al movimiento estudiantil de Pekín fue diferente. El 28 de mayo, más de un millón y medio de personas participaron en una gigantesca concentración en apoyo a los estudiantes que manifestaban en la Plaza Tienanmen, haciendo eco de un llamado para que los chinos de todo el mundo se solidarizaran con el movimiento estudiantil chino. Más de una cuarta parte de la población participó en este evento político sin precedentes en la historia de la colonia.

La represión sangrienta en Tienanmen ha vuelto a producir la desconfianza en el futuro de Hong Kong bajo el régimen comunista, de parte de los habitantes en Hong Kong. Desde hace algún tiempo se ha venido produciendo una fuga de capital y traslado de sede de muchas empresas importantes radicadas en Hong Kong. La situación había comenzado recién a mejorar, pero con el incidente de Tienanmen, ha vuelto a tomar empeorarse. De enero a mayo del presente año, más de 20 firmas importantes de Hong Kong trasladaron sus sedes a las Bermudas, Islas Caiman y otras áreas más seguras. Se estima que para la segunda mitad del presente año, la situación llegará a extenderse hasta las empresas medianas.

Los temores de los ciudadanos de Hong Kong fueron confirmados una vez más cuando el régimen de Pekín criticó a las naciones extranjeras de "interferir en los asuntos internos" de China comunista, y advirtió en un comentario del Diario del Pueblo que los residentes de Hong Kong que trataran de ayudar al movimiento estudiantil del territorio continental, no "debían levantar una roca solamente para aplastar sus propios pies".

El mensaje es claro, 1997 está cerca y los habitantes de Hong Kong no deben olvidarse de eso. Todas las promesas y garantías de "autonomía y democracia" que ofreció el régimen de Pekín al presentar su esquema de "un país, dos sistemas", resultan ahora desprovistas de todo sentido. El pueblo de Hong Kong ya no puede confiar en un régimen que no respeta en lo mínimo, las normas más fundamentales de civilización humana.

El único país vecino pro-occidental que no hizo mayor esfuerzo por condenar al régimen de Pekín fue Japón. La actitud de poca visión y puramente utilitarista del Japón fue criticada por el Presidente de la República de China, Lee Teng-hui, quien indicó que su apoyo por la causa pro-democracia en el territorio continental chino hubiera podido ayudar a solucionar el problema de China.

Japón no condenó, ni adoptó sanciones en forma concreta en contra del régimen de Pekín, tomando como excusa el pobre razonamiento de que procedía así "porque trata de mantener la estabilidad en el Asia". En una forma ingenua de pensar, los japoneses han indicado que seguirán promoviendo operaciones comerciales e industriales conjuntas con China continental, tal vez pensando que esto dejaría un "espacio" para que puedan sobrevivir los reformistas dentro del régimen comunista.

La verdadera razón de esta forma de proceder de los japoneses, es que solamente les importa el interés económico y no les preocupa en absoluta la suerte que corran los pueblos. Para Japón, sólo vale el interés mezquino de sobrevivir ellos, de ser posible a costo del resto de la humanidad. Ese ha sido siempre su comportamiento donde quiera que vayan.

A pesar que Japón firmó el comunicado de la reciente reunión cumbre del Grupo de los Siete en París, que insta a las autoridades chino-comunistas a cesar sus acciones contra aquellos que sencillamente han reclamado por legítimos de­ rechos a la libertad y democracia, su acción ha sido acondicionada al comportamiento en grupo de las naciones industrializadas. Esta acción es posiblemente de carácter obligado, debido a su interés por seguir manteniendo su status predominante en el mundo occidental. Sin embargo, el comportamiento político particular del Japón como ente nacional con respecto al Incidente de Tienanmen, deja mucho que desear. Japón ha continuado llevando a cabo virtualmente todos sus programas de asistencia y cooperación técnica y económica con China comunista.

Las Filipinas, por otro lado, ha estado observando el desarrollo de la situación mundial en torno a la masacre de Tienanmen. Al considerar que sus intereses vitales están en juego, las autoridades filipinas están siguiendo de cerca las reacciones y decisiones tomadas por el resto de las naciones occidentales, en especial los EE.UU.

La cancillería filipina formó un grupo especial en Washington para observar el desenvolvimiento de la situación y mantener previamente informado al Gobierno filipino, de modo que pueda tomar el curso de acción más correcto con respecto a China comunista.

Existe actualmente un conflicto en las Filipinas en torno a la controversial política de "una sóla China". En los últimos años se ha visto el surgimiento de una voz cada vez más fuerte entre los dirigentes políticos y hombres de negocio reclamando por el reestablecimiento de relaciones oficiales con la República de China en Taiwan. Esta posición va en contra de la postura adoptada por la presidente Aquino y el canciller Raúl Manglapus, quienes se adhieren a la política impuesta por la ONU y los EE.UU. de reconocer únicamente a China continental.

Las autoridades filipinas están también al tanto que existe una enorme población de origen chino en las Filipinas. Dicha población mantiene lazos con Taipei y Pekín. Habiendo sido una de las primeras naciones en expresar su apoyo por los estudiantes en la Plaza Tienanmen, las Filipinas ha permanecido muda desde que el régimen de Pekín advirtió a las naciones extranjeras a no interferir en los asuntos relaciones con el levantamiento de Tienanmen.

De los otros países asiáticos, India y Vietnam son las más preocupadas por la actual situación, ya que con anterioridad habían tenido experiencias desagradables como resultado de crisis internas en China continental. Vietnam ha optado por manifestar su apoyo a las medidas represivas. Esto se entiende fácilmente, debido a la postura expansionista que ha adoptado el régimen vietnamita y su polí­tica interior represiva. Además, al ser aliado cercano de la Unión Soviética, Vietnam procura no contradecir la peres­troika y el glasnost de su mentor.

En India, el sentimiento generalizado en contra del régimen comunista chino queda reflejado en un comentario del Hindustan Times que advierte que "el mundo... debe tener cuidado particularmente con aquellos que pueden matar personas hoy, prometiéndoles un mañana mejor". Si bien el Gobierno hindú ha hecho gestos para mejorar sus relaciones con China comunista, es evidente que se preocupa por la actual situación en el territorio continental, al seguir técnicamente en disputa con el régimen por asuntos limítrofes y haber sufrido de la agresión chino-comunista.

El aclamado poeta hindú, Vikram Seth expresa el sentimiento de su pueblo en torno a la masacre de Tienanmen en el siguiente verso:

Ningún milagro irá nunca a limpiar
la memoria, bestial y obscena
de aquellos que, habiendo
engañado su confiar
crecieron envueltos en
terror y deseos de poder
y ordenaron abrir fuego en la plaza
sobre personas desarmadas
por doquier.
Personas valientes que
buscan ser libres
de la podredumbre, de la tiranía.

El resto de los países asiáticos condenaron fuertemente al régimen por su acción genocida. El único régimen que ha permanecido en silencio es Corea del Norte, meca del terrorismo mundial y principal aliado de China comunista en sus negocios oscuros.

La crisis que actualmente afecta China continental podría tener serias consecuencias sobre las perspectivas de un arreglo al problema de Camboya, a pocas semanas de celebrarse una conferencia internacional sobre el asunto. La conferencia a celebrarse en París, se verá opacada con la incertidumbre de la futura orientación de la política chino-comunista.

China comunista ha estado apoyando al Khmer Rouge y existen especulaciones en dos sentidos: Primero, el debilitamiento diplomático de China comunista podría darle una posición más ventajosa a Vietnam, que invadió Camboya a fines de 1978. Y segundo, podría repetirse la sangrienta matanza que hizo años atrás el Khmer Rouge, motivada ahora por el debacle de Tienanmen.

El golpe más serio que ha recibido China comunista viene de la suspensión y congelación de relaciones por parte de las potencias occidentales, en especial de EE.UU.

China comunista ha estado recibiendo un abundante flujo de asistencia económica, científica, tecnológica, y educativa para llevar adelante sus Cuatro Modernizaciones. Ahora, incluso los EE.UU., que en el pasado acostumbraba adoptar una actitud tolerante en torno a las violaciones de los derechos humanos en China continental, ha reaccionado enérgicamente en contra de la brutal represión del régimen comunista. EE.UU. ha suspendido todos sus programas de ayuda militar y el presidente Bush ha anunciado sanciones más duras.

Los países de la Comunidad Económica Europea también han congelado sus relaciones con China comunista en repudio a su represión contra las manifestaciones estudiantiles.

Las principales potencias económicas de Occidente, Estados Unidos, Gran Bretaña, Alemania Occidental, Italia, Francia, Japón y Canadá, conocidos como el Grupo de los Siete, en una reciente reunión cumbre celebrada en París, emitieron un comunicado final criticando la masacre en Tienanmen. Además, el G-7 instó al Banco Mundial a posponer y reexaminar los nuevos proyectos de préstamos al régimen de Pekín.

El régimen de Pekín está particularmente enfurecido con la actitud enérgica adoptada por el Gobierno francés, que además de imponer severas sanciones económicas contra China comunista a raíz de la masacre de Tienanmen, ha demostrado su simpatía con los valientes luchadores prodemocráticos de China continental. El Gobierno francés ha sido tolerante al permitir que varios disidentes chinos del continente perseguidos por el régimen se refugiaran en Francia, así como permitir una protesta frente a la Embajada de China comunista en París y dejar que un grupo de estudiantes chinos marchasen en el desfile del Bicentenario de la Revolución Francesa.

China comunista envió varias notas de protesta al Gobierno francés, exigiendo que deje de "interferir en los asuntos internos de China comunista".

Es posible que este fervor de dignidad y justicia por parte de Occidente pierda su momentum en unos meses, y las potencias occidentales se vean obligadas a levantar sus sanciones económicas contra China comunista, pero China comunista no seguirá recibiendo nunca más el trato favorable que tuvo en el pasado.

El concepto de que "una China continental moderadamente próspera y estable es mejor que una China continental pobre e inestable" para Occidente, tenía una validez absoluta hasta que se produjo la sangrienta represión militar del 4 de junio. Es obvio que las pérdidas de Occidente en China comunista serían muy grandes si prosiguen sus sanciones económicas contra ella. Las naciones industrializadas de Occidente no van a sacrificar los préstamos, inversiones y con­ tratos que han hecho en China continen­ tal. Por eso, las sanciones serán de corto alcance.

A pesar que las relaciones entre China comunista y los países latinoamericanos han crecido sustancialmente en la última década, América Latina sigue siendo considerada por el régimen de Pekín como un área de poco interés y limitadas interacciones. El creciente interés de China comunista por incrementar sus relaciones con los países latinoamericanos obedece básicamente a las siguientes consideraciones:

Primero, China comunista está principalmente interesada en aislar a la República de China en Taiwan del área latinoamericana. Al respecto, el régimen de Pekín ha recurrido al uso de toda clase de artimañas para tratar de entablar relaciones con los países que mantienen relaciones con la República de China, ofreciendo incluso fuertes sumas de dinero para sobornar a presidentes y cancilleres. Tenemos por ejemplo, los recientes casos concretos de Bolivia y Uruguay.

Segundo, el régimen de Pekín ha optado por expandir sus relaciones con los países latinoamericanos en un esfuerzo por prevenir una expansión de la influencia soviética en la región. Los recientes esfuerzos de China comunista por fortalecer sus relaciones con Cuba y Nicaragua, ambos regímenes prosoviéticos, confirman esta realidad. Los países latinoamericanos podrían quedar a la larga, comprometidos en medio de luchas políticas internacionales de las superpotencias, que no tienen mayor relación con sus realidades propias.

Tercero, China comunista le interesa explotar todo el provecho económico que puedan ofrecer los países latinoamericanos. Con el pretendido esquema de la "Cooperación Sur-Sur", China comunista está tratando de obtener materias primas estratégicas para llevar a cabo sus planes de modernización.

Debido al impacto que tendrán las sanciones económicas y políticas impuestas por las naciones occidentales, se puede deducir con bastante certeza que existen amplios motivos para que el régimen de Pekín trate de expandir más sus relaciones con los países latinoamericanos después de la masacre de Tienanmen.

Sin embargo, la ofensiva diplomática del régimen de Pekín debe ser observada con sumo cuidado por las naciones latinoamericanas, debido a que no tienen credibilidad alguna los ofrecimientos que pueda ofrecer. La masacre de Tienanmen pone en manifiesto que a China comunista no le interesa la solución pacífica a los problemas de América Central. También es muy probable que se reanude el apoyo a los grupos guerrilleros de izquierda en la región latinoamericana, en vista que la facción conservadora y más radicalizada del comunismo chino ha vuelto a controlar el poder después de la muerte de Mao.

Por casi diez años, China comunista ha sido un caso especial, demandando y exigiendo un trato especial de parte de las naciones occidentales. Esto posiblemente acabó con la Masacre de Tienanmen.

El régimen de Pekín ha elaborado su propia política exterior con un fuerte contenido ideológico, a pesar que en los últimos diez años ha cambiado a un actitud más práctica en virtud a los intereses claves de su programa de modernización.

China comunista conoce bien que no está en posición de seguir sancionada por mucho tiempo, ya que el congelamiento de la ayuda y cooperación económicas de Occidente empeorarían la situación del territorio continental, donde la inflación, el desempleo y el déficit comercial ya son bastante serios. Recientemente, el Diario del Pueblo, portavoz oficial del régimen, hizo reflejar esta preocupación por parte de China comunista al insinuar en uno de sus comentarios que las sanciones extranjeras solamente alentarían un espíritu de autoconfianza.

Habiendo demostrado al pueblo su verdadera faz represiva y totalitaria, es poco probable que el régimen comunista pueda despertar un espíritu de autoconfianza como ocurría en el pasado. Las diatribas ideológicas del régimen de Pekín han perdido completamente su atractiva de antes, y la masacre de Tienanmen ha reforzado la cínica actitud de resistencia contra la dictadura que ha prevalecido allí por más de cuarenta años.

Cuando recurrió al uso de tanques y ametralladoras para reprimir las legítimas aspiraciones de su pueblo, el régimen de Pekín perdió la confianza que tenía el pueblo hacia él. Con su tonto intento por tapar la masacre, insistiendo inútilmente de convencer a todos que no hubo tal masacre, el régimen ha terminado desacreditándose totalmente ante su propio pueblo y ante la opinión mundial. La continua represión que ha seguido a la masacre demuestra a la vez que el régimen también ha perdido toda fe en su propio destino y procura desesperadamente de llegar a los extremos para asegurar su continuidad en el poder.

El repudio casi universal en contra de la masacre de Tienamen tendrá repercusiones extensas en China comunista, país que tiene grandes problemas económicos y está en urgente necesidad de inversiones, asistencia y comercio con el mundo exterior. El régimen de Pekín ha asegurado que no cambiará su política de "puertas abiertas", pero al parecer es solamente una artimaña, ya que ha procedido a cerrar sus puertas últimamente. Si se fortalece la solidaridad internacional con la causa del pueblo chino avasallado por tanques y fúsiles, el colapso del régimen comunista será acelerado. De esta forma, el pueblo chino obtendrá su verdadera liberación y se habrá mejorado el ambiente internacional para una más per­manente paz mundial. □

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