06/05/2024

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Taiwán Hoy

La Tempestad de Pierre Cardin en Taipei

01/01/1987
La enorme sala central de exhibiciones de acero y vidrio del Centro de Comercio Mundial de Taipei estuvo a punto de reventar con el ruido y la excitación de este desfile de modas. Afuera, el tráfico quedó congestionado. Los taxis tenían que detenerse al otro lado de la calle, y sus clients tenían que caminar lidiando en medio de un laberinto de automóviles. La entrada estaba flanqueada por limusinas negras, una reunión de entre las muchas que hay en Taipei. Y a pesar de los cordones de policías, todas las entradas estuvieron bloqeadas por masas de personas ondeando sus boletos de entrada. El Centro de Comercio estuvo lleno a su máxima capacidad; y la mayor parte de la muchedumbre, estaba asociada de una forma u otra con el negocio de los textiles. Entre ellos habían unas cuantas jóvenes y elegantes modelos, amas de casas con costosos vetidos, y también meros curiosos. Un jefe de departamento de un compañía comercializadora de ropa hecha reclamaba en forma audible que los boletos individuales ya estaban por encima de los US$30. La atracción era Pierre Cardin. Más que un hombre, el nombre es sinónimo de una industria internacional que involucra operaciones commercials con 180.000 empleados en 97 naciones y una gama de productos que incluye todo desde relojes a clubes de golf, perfumes, cosméticos, la última moda, bolsos de mano, e inclusive muebles. Pierre Cardin, el hombre, estaba de visita en la República de China a invitación del Consejo para el Desarrollo del Comercio Exterior de China, para explorer las posibilidades de inversions conjuntas para fabricar sus productos en la República de China y para dirigirse a una reunión de encargados de la industria local de la moda (y lo más visualmente impresivo para los asistentes, fueron los desfiles de moda en destellantes escenarios). Las luces inundaban el auditorio, las cámaras de televisión estaban en plena acción, una música síncopa fijó la escena, y se dió inicio al espectáculo. Las primeras modelos emergieron con vestidos tejidos: abrazando los cuerpos con tenues verdes, brillantes azules y púrpuras-acentuados por pequeños arreos, franjas negras cruzando el pecho y complementándose con gorras forradas en metal o exageradas tocas de cuero. Seguidamente entraron los vestidos para días lluviosos, sólidos, con impresos y a cuadros, abrigos con o sin capas. Las modelos portaban paraguas sobre sus sombreros en forma de máscaras, algunos de los cuales sólo mostraban los ojos. Había vestimenta informal para hombres y mujeres - modelos masculinos, en conjuntos deportivos, sin camisas por debajo, caminan por el pasillo. ¿Haute couture? La audiencia se ríe disimuladamente. Las modelos se dedican a una caprichosa manipulación de sus lentes de sol, levantando y bajando sus sombras ante la audiencia mientras posan en blusas en negro rígido o colores neutrales y faldas en telas de cuadros. Las modelos chinas locales también sobrepasan a esa mirada fría y arrogante que proyectan las modelos internacionales que se han unido a ellas. Y ahora los vestidos completos. La audiencia se agitan, comienzan a entender cómo Pierre Cardin ha ganado su reputación - formas bien contorneadas, líneas delgadas en cálidos colores malvas y marrones de otoño, y atravidos colores rojos, negros, y tweed. Las siluetas ahusadas en la cintura, acampanadas en las caderas y reducidas hacia abajo. Les siguen los trajes, fantásticos y multicolores abrigos y chaquetas de piel, vestidos para hombres con lazos amplios y sueltos y sin camisas. Para los vestidos de noche, un smorgasbord de resplandor, rizos y cuentas -impresionantes, no siempre innovativos pero si un tributo a las pasadas décadas: líneas en los trajes para los años cuarenta, combos de pastel y color negro para los años cincuenta, y espaldas descubiertas y sobaqueras de corte profundo para la década de los sesenta. Los más sobresalientes fueron los angostos trajes de Cardin, con lazos exagerados a la altura de las caderas y vestidos asimétricos con cinturas caídas y chales de seda en rosado o azul brillante. Entre la panoplia de cuentas, franjas y joyas, un vestido sobresale con el impacto de un flamengo en un maizal: una alta columna de flexible encanto en gasa de seda en un rosado caliente, mangas hinchadas amarradas con lazos de terciopelo negro. El desfile de moda terminó con una novia envuelta en tul blanco, un sueño de Cardin. Las reacciones de Pierre Cardin acerca del escenario del desfile fue: El quedó sorprendido por la gran cantidad de hombres en la audiencia. El indicó que estaba igualmente de sorprendido ante el tamaño de la gran tienda de Pierre Cardin en Taipei, en la muy moderna esquina entre la Avenida Tunhua Norte y la Nankín Este. "El show de Cardin afectará con certeza los diseños de los productos en la República de China" señalo afirmativamente Chang Kuang-shih, presidente del Consejo para el Desarrollo del Comercio Exterior de China. □

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