09/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Una reunión de deidades: Ocasión para celebraciones de gala

01/11/1986
Entre los chinos, hay muy pocos fanáticos religiosos. Para los jóvenes de ahora, la religión organizada consiste a lo sumo en ir al templo y quemar inciensos en aquellos días que había prescrito la abuela, y aun entonces, es más por bien de la armonía familiar y la tradición que por inspiración divina. La mayor parte de las festividades son fundamentalmente seculares. El Año Nuevo chino, por ejemplo, es para que la mayoría de las personas se deseen salud y prosperidad entre sí, o el Festival de la Luna en Medio Otoño, que se celebra para consumir los deliciosos pasteles de frutas en forma de luna y hacer fiestas contemplando la noche con luna. Existe una ocasión, en la que los residentes en la isla muestran una verdadera capacidad para el fervor religioso -el cumpleaños de Matsu, diosa de los mares. Se rumora que en 75 por ciento de los petardos que se producen en Taiwán se queman durante las celebraciones del cumpleaños de Matsu, muy a pesar de los increíbles despliegues del Año Nuevo. Matsu tiene sus orígenes legendarios en la niña Lin Mo-niang, nacida en el año 960 D.C. en la familia de un alto oficial en la Costa Sur de China. Se dice que ella no lloró o hizo sonido alguno por espacio de un mes después de su nacimiento, mostrando tempranamente su temperamento divino. Al crecer, ella nunca se casó sino que usó sus poderes sobrenaturales para rescatar a marineros en medio de tormentas en el Estrecho de Taiwán, y también, solicitó al cielo contra otros desastres naturales. Después de la muerte de Mo-niang, surgieron templos dedicados a la diosa Matsu en todas las provincias costeras de China. A pesar que es apenas una deidad en medio del gran panteón de los dioses chinos con ambigua asociación del budismo y taoísmo, la peculiaridad de Matsu radica en su inmensa popularidad. El templo Chaotien en Peikang, fundado en 1730, es el punto focal de las festividades de Matsu que se celebran anualmente en la República de China, pero celebraciones mayores se llevan a cabo también en templos en toda la isla. En la antigua ciudad sureña de Tainan, el Templo de la Gran diosa Matsu exhibe un gigantesco melocotón de papier-maché sobre un lecho de flores de lotos esculpidas. De acuerdo a la costumbre china, los panecillos de arroz en la forma y color de melocotones, símbolo tradicional de longevidad, son enviados a los amigos para celebrar sus cumpleaños. El melocotón del templo, cubierto de dichos auspiciosos en elegante caligrafía, honra directamente el cumpleaños de Matsu, mientras que el lecho de flores de loto significa su residencia en el ámbito celestial budista. Durante nuestra visita a Tainan, vimos un viejo bisco y arrugado, colgado precariamente de una escalera de madera, escribiendo poemas en el melocotón bajo el sol de la tarde: una de las muchas labores de amor ofrecidas a la diosa. El Templo del Infierno en Tainan, fundado en el siglo 17, casi revienta con las actividades en anticipación del cumpleaños de la diosa. En vez, la escena es caótica: el patio trasero del templo está lleno de inciensos, suplicantes, y chitung (mediums espirituales que están en contacto con el otro mundo). Se cree que la benevolencia de Matsu facilita tales contactos entre­ mundos en este tiempo del año. Grupos de chitung compuestos de dos personas se dedican a la "escritura de silla", trazando el mensaje de su contacto con los espíritus mediante caracteres que escriben en el aire con una pequeña silla ceremonial. Un chitung de normal escritura con mano derecha, sentado en aparente trance, escribe "caracteres inspirados" con un pincel sostenido con su mano izquierda. Otro chitung, esta vez una mujer, se menea y retuerce mientras murmura el monosílabo "shu" una y otra vez, para maravilla de una multitud curiosa. Familias individuales tienen aquí sus propias mesas -la mesa de los Wu, la mesa de los Chang, etc., cubiertas de casas de papel para ser quemadas a sus antepasados, así como efigies en papel de los antepasados mismos. Esas casas son generalmente cosas tridimensionales y muy eleboradas, con todo, desde dioses de las puertas (para proteger a los seres queridos) hasta cortinas y jardines. En fin de todo, a excepción, tal vez de teléfonos y electricidad. El impacto más profundo de este día ocurre en la mesa de los Lin, donde cuatro hijas de la familia Lin están escuchando lo que supuestamente es la voz de su madre fallecida hablando a través del medium espiritual: Las cuatros hijas de la familia Lin lloran desconsoladamente. En Peikang, una pequeña y generalmente quieta ciudad (con población de 53.000 habitantes) en Taiwán central, la situación que se forma es mitad carnaval, mitad pandemonio, y todo festividad. En la sociedad china tradicional, es costumbre de las hijas casadas de regresar por lo menos una vez al año a la casa de sus padres. Así, imágenes e iconos de Matsu de templos menores en toda la isla retornan anualmente para visitar Matsu "Madre" en Peikang. Esas imágenes de Matsu son llevadas en palanquines sobre hombros de fieles que caminan frecuentemente varias millas, y están acompañadas por gran cantidad de peregrinos. Las Matsu "hijas" deben visitar el templo en Peikang y retornar a sus propios templos en el día del cumpleaños de la diosa. El número total de templos involucrados en las visitas es asombroso (hay más de 300 templos de Matsu en Taiwán), y se requieren significativas coordinación y esfuerzos de programación de parte de los oficiales del templo de Peikang. Para los mercaderes de Peikang y la cercana Chiayi, el cumpleaños de Matsu es sinónimo de G-A-N-A-N-C-I-A-S. Los hoteles están repletos. Hay puestos de comida por doquier, y las calles están repletas de vendedores ambulantes que ofrecen desde especialidades locales como el polvo de almendra, hasta pasteles, pescados salados, refrescos, artículos para el culto religioso y no podrían faltar, los recuerdos. Para el 27 de abril, cuando están la mayoría de las Matsu "hijas" en Peikang, multitud de turistas llegan al templo Chaotien. Danzantes del dragón, grupos acrobáticos y elencos de ópera china en vestimenta clásica desfilan por la calle frente al templo hasta llegada la noche. Los masoquistas Chitung abundan de nuevo, "poseidos por la diosa", y dedicados a diversos tipos de autopenitencias con látigos, cuchillos, y garrotes; y los creyentes dicen que aun así solo sangran muy poco. Este espectáculo masivo atrae inclusive a los misioneros cristianos, quienes hacen proselitismo y reparten volantes entre los turistas y fieles que asisten al festival. La aparición de un tantzuma (探子馬, que quiere decir "explorador montado") señala la llegada del climax de la ceremonia. Es fácil de localizar, siempre están vestidos en forma estrafalaria. Destrás de ellos, no tardan en llegar las Matsu a ser llevadas al Templo Chaotien. La mayor parte de los iconos de Matsu son llevadas a través de sonoros triquitraques, y una vez en el templo, son llevados a la principal urna de incienso, el foco de fuerza espiritual de todo templo. Las imágenes son removidas de sus palanquines y pasadas de mano en mano a través del fuego y los inciensos, con el acompañamiento de gones y tambores del templo. La ceniza de los inciensos, valiosa por su poder espiritual, es recolectada para ser llevada de vuelta con las Matsu "hijas" a sus respectivos templos. Con la llegada de la noche, se inicia el desfile de carrozas, con estructuras brillantemente adornadas y niños amarrados a soportes que son movidos por complicados mecanismos. Los niños se asemejan a las tradicionales muñecas chinas, por su vestimenta y maquillaje. Y para variar, algunas carrozas llevan lindas bailarinas en atrevidos bikinies. Después, retirándonos en un quieto callejón con paredes de ladrillos rojos característicos de las ciudades de Taiwán, somos invitados a sentarnos frente a la casa de una pareja de ancianos. Ellos dudan que Matsu realmente aprecia las artes de las bailarinas, y comienzan a recordar... Parece que los festivales de Matsu ya no son tan coloridos y vívidos como antes.... □

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