06/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Estudiando Mandarín en Taipei

01/09/1985
Leona Fung y Larry Powchong son chinos de ultramar de Africa del Sur, quienes llegaron a la República de China para estudiar el idioma y la cultura chinos. Heinz Lohman y su esposa se encontraban aburridos en Alemania y decidieron venir aquí para ver qué clase de vida podía ofrecerles Taiwan. Andy Hodgue, quien creció en Taiwan, después de efectuar dos años de estudios superiores en los Estados Unidos, no veía las horas de regresar para acá. Teresa Zimmerman llegó para aprender chino, con el objeto de traducir al inglés libros cristianos escritos en chino. Walter Siegried, un profesor de ingeniería ya jubilado, se encuentra estudiando chino como pasatiempo. Le Kim Hoang Huy Ha llegó a la República de China para convivir con otros asiáticos y estar más cerca de Vietnam, su tierra natal. Jöel deBenoit está tratando de hacer realidad el anhelo de toda su vida: ser traductor. Los padres de Tony Chung lo enviaron desde la isla Mauricio para experimentar la cultura china. Greg Ruf estudió caracteres chinos simplificados durante un año en China Continental y llegó a Taipei para estudiar seriamente. Más de 900 estudiantes de todo el mundo asisten al Centro de Adiestramiento en Mandarín (CAM) de la Universidad Nacional Normal de Taiwan: estudiantes de ultramar de origen chino, con deseos de aprender a ser chinos; estudiantes de diversos orígenes étnicos estudiando chino, con el fin de usarlo posteriormente ya sea para negocios o estudios; incluso muchos se encuentran aquí por simple capricho. Un recorrido por los corredores estudiantiles del CAM es como efectuar una pequeña visita alrededor del mundo. Algunos con trajes de monjes budistas de Tailandia; por todas partes se escucha hablar inglés en diferentes acentos, de los Estados Unidos, Alemania, Tailandia, Vietnam, etc. Desde su fundación en 1956 aproximadamente 13.000 estudiantes de 83 diferentes países han asistido al CAM; el 48 por ciento de los demás países asiáticos, el 38 por ciento de las Américas, 11 de Europa, 2 de Oceanía y 1 de Africa. Los Estados Unidos cuentan con la mayor representación, con 4.513 estudiantes; siguiéndole el Japón y Malasia con 1.920 y 1.123 respectivamente; la actual población estudiantil está compuesta por 41 países. A continuación presentaremos algunos casos de estudiantes, que aunque no son "típicos", podrían sin embargo, ser representativos. Jöel deBenoit, estudiante suizo de 18 años, ha estado estudiando chino desde los 15 años; está fascinado con los idiomas y dentro de sus planes se encuentra el de ser intérprete. Su primer profesor regresó a Taiwan después de haberle enseñado sólo durante mes y medio, dejándolo que estudiara durante siete meses, sin profesor, diccionario ni libros de texto apropiados: solamente disponía de una traducción francés/chino de "los Evangelios de San Juan". Luego encontró a otra profesora y durante los próximos dos años estudió con ella por dos o tres horas al mes. Cuando llegó a la República de China en agosto pasado, deBenoit tuvo algunas dificultades: "Sólo podía hacerme entender -dijo- pero lo más catastrófico era que no podía entender nada." "Recuerdo que como al mes y medio de haber llegado -continuó- de repente pensé '¡Me encuentro en China y aquí todo son chinos!' Me sentía tan contento de hallarme en un lugar en donde por todo lado podía leer caracteres chino escrito y que hablaban realmente chino." Además del chino, deBenoit ha estudiado inglés, latín, alemán, francés y noruego. Probablemente continuará sus estudios de chino en París, porque "En Europa, todo es el diploma. Creo que regresaré allí aunque prefiero la vida de acá. Me gusta hablar chino, convivir con personas chinas y comer comida china." Sin embargo, no todo en Taipei es como a él le gusta: "Estoy acostumbrado a respirar aire puro, correr por los bosques y nadar en los ríos. Estoy ansioso por ver las montañas de Suiza; no me gusta vivir en una ciudad grande." Su hogar se encuentra en Vevey, con una población de 16.000 habitantes. Walter Siegfried, de 78 años está "interesado especialmente en las diferencias existente entre el pensamiento occidental y oriental. El idioma es la clave para descubrir esa diferencia," dijo. Siegfried, quien también es suizo, se jubiló como profesor en una universidad técnica de Zürich y en la sucursal en Ginebra de un instituto norteamericano de investigación. Su trabajo le exigía viajar bastante y estuvo por mucho tiempo en los Etado Unidos, así como en diferentes países europeos, el Japón, Grecia y el continente chino. Fue durante un viaje al Japón en 1965 cuando se interesó realmente por el Oriente. "Quería aprender más acerca de la cultura oriental. Me di cuenta que lo más importante era estudiar primero chino, porque la cultura china es la base de todas las culturas orientales", agregó. Ha estado estudiando chino desde 1982, dividiendo su tiempo entre Suiza y Taiwan. Aunque ha estudiado muchos idiomas occidentales, incluyendo griego clásico y moderno, latín, alemán, francés, inglés y ruso, admite que el idioma chino es "completamente diferente". "Exige mucho más memoria y a mi edad, la memoria es algo que ya me hace falta, -dijo sonriendo- agregando que el chino tiene dibujos -los caracteres escritos- y el tiempo más usado es el tiempo presente. Para practicarlo uno no puede leerlo, únicamente puede practicarlo hablándolo. Repito y repito y las cosas salen ahora automáticamente; siendo este el punto de partida desde donde tengo que trabajar." La meta de Siegfried es ser capaz de conversar con personas chinas y leer periódicos y libros de arte chinos. Planifica también pasar otros dos o tres años estudiando chino. "Es sólo por pasatiempo y no por el deseo de obtener ningún diploma; solamente por mi interés personal." Teresa Zimmerman, de nacionalidad norteamericana llegó a la República de China en agosto de 1982, sin ningún conocimiento previo de chino. En mayo de este año, empezó a ayudar a traducir la Biblia al chino. "Es en verdad interesante y realmente lo disfruto -dijo- Uno obtiene algunas ideas interesantes en cuanto a las diferencias de pensamiento existentes entre ambas culturas. Por ejemplo, los verbos chinos son más pasivos que los del inglés; en chino no existe mucho sentido de emoción; por lo que muchas veces existen cosa en la Biblia que son realmente significativas y emocionantes; sin embargo, en chino eso no puede conseguirse." Traducir del chino al inglés presenta un problema especial, agregó. "Un simple caracter en chino lleva implícito un significado muy complejo; así, lo que en chino puede expresarse por medio de tres o cuatro caracteres, en inglés exigiría un párrafo completo." Zimmerman se graduó en 1982 como especialista en español en la Universidad de Georgetown, Washington D.C. y ha estudiado también alemán, francés, japonés y latín. Sin embargo, su propósito inmediato al estudiar chino, es el de poder traducir al inglés los libros cristianos chinos ecritos por Watchman Nee. Su iglesia en Washington, D.C. había empezado a traducirlos, pero no contaba con ninguna persona nativa de habla inglesa que pudiese leer chino. "Consideré que podría aprender chino para ayudarles -continuó- realmente vine por un año y pensaba estudiar solamente lo básico; pasé el primer año estudiando conversación, pero pronto me di cuenta que para poder ayudar a traducir, tenía que estudiar por más tiempo. Mientras más estudiaba, más me fascinaba, sin embargo, algunas veces sentía que nunca lo aprendía del todo." El vivir con siete muchachas chinas le ha dado también la oportunidad de experimentar la cultura china de primera mano. "Tienen un concepto de vida totalmente diferente", agregó. Actualmente estudia en su clase un poema de la dinastía Tang. "Mis amigos solían decirme que yo moriría en mi pueblo natal y que nunca saldría de allí", recordó Heinz Lohmann de 34 año. En lugar de eso, ahora está viviendo en Taiwan y piensa quedarse por otros años más. Lohmann estuvo primero en Pekín donde trabajó para una compañía de libros. Supuestamente iba a quedarse por un año, pero después de tres meses, regresó a Alemania. "Vivir en Pekín es mucho más difícil que aquí, los extranjeros están más aislados", comentó. Lohmann llegó por primera vez a Taiwan en 1983, durante año y medio, luego regresó en enero pasado y ahora se encuentra enseñando alemán en las universidades de Soochow y Tamkang; tiene títulos en periodismo y educación. Después de pasar casi dos años en Taiwan, Lohmann dice: "Me siento menos informado que antes; si alguien llega aquí por cuatro semanas, se siente como un experto; pero luego de pasar aquí tres meses, uno siente que no sabe nada." Lohmann no tiene planes especiales para regresar a Alemania, excepto de visita. "La sociedad de aquí es más abierta y existen más oportunidades de trabajo -comentó- aunque algunas veces es difícil vivir en Taipei debido al ruido, el tránsito y la contaminación." "Escogí el chino porque es por demás diferente a los idiomas europeos, por lo que pensé que podría ser interesante. Sin embargo, uno no puede aprenderlo en uno o dos años; lo estoy aprendiendo porque quiero, no tengo que pasar ningún examen; todo lo que yo hago, lo hago por mi propia cuenta." Larry Powchong y su esposa, Leona Fung, son chinos de ultramar nacidos y educados en Africa del Sur, quienes están tratando de absorber todo lo que sea posible de la cultura y del idioma chinos en el escaso tiempo que permanezcan en Taiwan. Además de sus clases en el CAM, Powchong está estudiando tai chi chuan (una especie de kung-fu con movimientos lentos), caligrafía y acupuntura, mientras que su esposa Fung recibe clases de cocina, arreglos florales y macramé chino. "Si no tuviéramos que enseñar inglés, podríamos disponer de mucho más tiempo," dijo Powchong. Antes de llegar a Taiwan, ninguno de los dos tuvo mucho contacto con el mandarín. En casa, la familia de Fung solía hablar cantonés, mientras que la de Powchong, cantonés y hakka. Powchong estudió mandarín en la escuela de estudios superiores, pero confiesa que la forma de pensar de los jóvenes de esa época era: "Puesto que no vamos a hablarlo ni en casa ni en los negocios, ¿para qué hemos de aprenderlo entonces?" Su deseo de aprender mandarín estuvo influenciado por las visitas realizadas por grupos de turista de la República de China a Africa del sur, especialmente durante la visita de los miembros del cuerpo naval de la República de China, en 1980. "Su comportamiento fue ejemplar y su visita despertó la conciencia dentro de los chinos en Africa del sur, haciéndoles ver que no eran realmente chinos viviendo en dicho país. Asimismo creó un motivo de orgullo dentro de la comunidad china," comentó Powchong. "Es muy agradable estar aquí -dijo Fung- en Africa del Sur, si veíamos una persona china al día, era mucho. Algunas veces no veíamos ni siquiera una en toda una semana. Resulta agradable estar entre chinos." Andy Hodgue tenía solamente dos años cuando su familia llegó a la República de China procedente de los Estados Unidos y de los 20 años que tiene actualmente, ha vivida aquí 16. "Algunas veces mis amigos chinos me dicen 'no pareces norteamericano' y creo que en cierta forma muy importante, no lo soy. Debido a que llegué acá cuando era tan joven, no podía recordar nada de los Estados Unidos. Pero no siento haber perdido contacto con la cultura norteamericana. Es algo que conozco, aunque no sea en forma instintiva o natural." Su padre es un pastor bautista en Taiwan. Cuando su familia regresó de vacaciones a los Estados Unidos, después de su primer año de estudios secundarios, Hodgue quería quedarse en Taiwan. Tuvo dificultades para poder ajustarse al sistema de vida norteamericano. Recuerda que un día se quedó dormido en clase y soñó que se encontraba en la playa de Kenting, en nuestro país. Regresó a Taiwan para terminar sus estudios secundarios y luego de completar los dos primeros años de universidad en los Estados Unidos, regresó a Taiwan. "Sí, disfruté mis dos años en los Estados Unidos y me sentí allí más cómodo que antes -comentó- pero sabía que quería estudiar chino y nunca dejé de pensar en ello. Este año estoy estudiando aquí porque ya no podía esperar más. Aprendí conversación sencilla en chino mientras crecía aquí, pero nunca aprendí realmente bien ni a leerlo ni a escribirlo. Mi actual meta es de adquirir alguna base para leer y escribir los caracteres chinos -agregó- Finalmente deseo leer en el original, El Sueño de la Cámara Roja (un clásico chino)." Al preguntarle cómo fue que decidió venir a la República de China para aprender chino, Le Kim Hoang Huy Ha, respondió sonrientemente: "Fue como por broma, no por nada en serio." Le y su familia dejaron Saigón solamente poca hora antes de la ocupación comunista y después de pasar casi año y medio en los campos de refugiados, se establecieron en Oregón, E.E.U.. Aunque vivió allá los últimos diez años y tiene pasaporte norteamericano, Le afirma: "Fuí educado como vietnamita, o sea como asiático. No obstante, haber pasado diez años en los Estados Unidos, mi herencia, mi cultura y mis antecedentes permanecen aún aquí. Cuando llegué acá -continuó- pensé 'esto está más próximo a mi hogar.' Aunque no pueda hablar bien el idioma, me encuentro entre persona con el mismo color de piel, el mismo pelo y la misma mirada. Me siento como en mi propia casa." Sin embargo, aunque aquí se siente como en su propia casa, a veces se siente como un chino de ultramar, atrapado entre dos culturas. Si dice que es norteamericano, la gente dice que no lo parece y si dice que es chino, la respuesta es: "No, obviamente no hablas bien el chino". Antes de venirse para acá en agosto pasado, Le no tuvo ningún contacto previo ni con el idioma chino ni con la República de China; sin embargo, ahora escucha música china, ve televisión en chino y lee caricaturas y tiras cómicas en chino. Los padres de Tony Chung lo enviaron a Taiwan porque querían que aprendiera algo acerca de la cultura y el idioma, además de asistir a la universidad de acá. Chung, es un joven de 18 años de la cuarta generación de una familia de chinos, de la isla Mauricio. "Considero que el chino es un idioma interesante -dijo- agregando que hablarlo es más fácil que escribirlo, pero tengo problemas en cuanto a los tonos. Si alguien me habla despacio, puedo entenderlo y conversar con él. Pero por el contrario, si me habla muy rápido, en cuanto traduzco lo que acaba de decir, ya ha pasado a otra cosa." En lo referente a la escritura china, Chung emite un largo suspiro. "La semana pasada, estudié los caracteres en dos capítulos; esta semana estoy aprendiendo dos capítulos más, pero ¡ya he olvidado los dos primeros!" Aunque los estudiantes en la isla Mauricio -una isla en el Oceáno Indico, fuera de las costas de Madagascar­ tienen ahora la oportunidad de aprender chino en las escuelas, su programa no empezó sino hasta que Chung se graduó de la escuela secundaria. Aunque sus padres saben chino, nunca lo hablaban en casa. "No fuimos educados conforme el estilo chino, sino de acuerdo al estilo occidental -agregó- en casa mis padres nunca nos hablaban en chino. Solamente conozco un poco de Hakka, porque mi abuela me hablaba un poco en dicha lengua. En la escuela no había oportunidad de hablar chino. Todos estudiamos inglés y francés. Con mis amigos chinos, jamás se nos ocurrió hablar en chino. Nuestra familia ha permanecido en la isla Mauricio por espacio de cuatro generaciones." Los chinos allí, al igual que los de otras nacionalidades, se consideran en primer lugar mauritanos. "No tengo la intención de estudiar chino como carrera; lo estoy aprendiendo por mi propia conveniencia. Sabía que el chino era difícil de hablar y escribir y consideré como un desafío el aprenderlo. Además lo estoy estudiando, quizás para no perder mi identidad china." □

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