05/05/2024

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Taiwán Hoy

COMUNIDADES VIVAS: UNIENDO LAS REDES DE VECINOS

01/03/2015
En la comunidad de Dujia, en Tainan, todos los residentes comparten un solo apellido. Basándose en estos vínculos familiares para impulsar su desarrollo, la comunidad obtuvo una medalla de plata de los Premios Internacionales a las Comunidades Sostenibles en 2012. (Foto de Chin Hung-bao)

Taiwan ha concebido su propio enfoque al desarrollo comunitario en los últimos 20 años, por el que recientemente ha cosechado elogios internacionales.

Creados en el Reino Unido por la organización caritativa LivCom Management Company en 1997, los Premios Internacionales a las Comunidades Sostenibles (IALC, siglas en inglés), conocidos también como los Oscar Verdes, son los únicos premios en el mundo que reconocen la administración medioambiental abarcadora y la creación de comunidades vivas.

La labor de la organización con el Programa Medioambiental de las Naciones Unidas desde 2007, ha ampliado el atractivo de los premios y animado a las comunidades de todos los rincones del planeta a participar. Los residentes se sienten muy orgullosos de ganar y usan los premios para atraer la atención local e internacional a sus comunidades.

En la premiaciónmás reciente, 43 ciudades y comunidades y 52 proyectos compitieron en la etapa final de los Premios IALC 2013, en una ceremonia realizada en Xiamen, China continental. Las comunidades taiwanesas se desempeñaron excepcionalmente bien en esta premiación, obteniendo 18 galardones.

La Comunidad E-Wang de Yilan, con una población de 800 personas, fue probablemente el ganador más sorprendente. Los residentes de E-Wang y maestros artesanos por igual quedaron fascinados con el Premio del Criterio a las Artes, Cultura y Patrimonio, que les fue otorgado por su sobresaliente labor para preservar sus artesanías y cultura tradicionales.

Las ciudades de Yilan y Kaohsiung también ganaron los Premios al Proyecto Construido, la primera por su programa para preservar las partes antiguas de la ciudad y la segunda por el Centro de Exhibiciones de Kaohsiung. Por otro lado, Taichung ganó un Premio Natural por su Sendero Verde de Caligrafía.

Más que sólo una fuente de honor nacional, los premios ofrecen un beneficio tangible a las comunidades. Por un lado, estimulan el turismo. Por el otro, ayudan a facilitar las solicitudes de préstamos gubernamentales. Tal vez lo más importante es que hacen a los residentes sentirse orgullosos de sus comunidades.

Una larga historia

Los esfuerzos de desarrollo de las comunidades en Taiwan datan de la económicamente vibrante década de 1980. Taiwan contaba con más que suficientes recursos en esos días. No obstante, muchas personas estaban preocupadas acerca del costo de dicha riqueza. Temían que la sociedad moderna se hubiera vuelto demasiado fría e impersonal, y anhelaban las cálidas comunidades y estrechos vínculos sociales de otrora.

Cuando se derogó la ley marcial en 1987, el Gobierno también aminoró las restricciones en los medios de comunicación y la formación de partidos políticos de oposición. Estos cambios en el entorno social y político de Taiwan permitieron que algunos individuos comenzaran a explorar la posibilidad de una democracia de base en Taiwan, típicamente comenzando con sus propias comunidades.

En respuesta, el entonces Consejo para los Asuntos Culturales (CCA, siglas en inglés, y que en la actualidad es el Ministerio de Cultura) propuso el concepto de “desarrollo comunitario abarcador” en 1994. El CCA deseaba que este enfoque fomentara la conciencia cívica y reanudara los estrechos lazos que antes existían entre los vecinos.

Sin embargo, los largos años bajo la ley marcial y el sistema autoritario dejaron a Taiwan con unos ciudadanos relativamente “dóciles” que preferían mantener su distancia de los asuntos públicos, lo que hizo difícil al CCA cultivar la conciencia pública y el tipo de compromiso que estaba buscando.

Los planes para el desarrollo comunitario presentados por el Gobierno y los académicos, incluyendo el Proyecto para el Renacimiento del Entorno de los Pueblos, al igual que los programas enfocados en la promoción de los planes de restauración de las comunidades, fomento de la salud comunitaria y reactivación de los distritos comerciales, hicieron que el público se involucrara pero convirtieron el redesarrollo comunitario en un proceso impulsado por las autoridades y no por la base.

“Este es un aspecto único del desarrollo comunitario en Taiwan”, señala Jeng Hoang-ell, profesor asociado del Departamento de Arquitectura de la Universidad de Tamkang. Jeng explica que debido a que Estados Unidos tiene una larga historia de democracia y control local, su gobierno no ha necesitado promover el desarrollo comunitario: sus ciudadanos lo han hecho por sí mismos. Pero los niveles más bajos de conciencia y participación cívica en Taiwan implican que las etapas preliminares de redesarrollo eran usualmente iniciadas de los mandos de arriba y no de la base. No fue sino hasta que las comunidades comenzaron la reconstrucción tras el terremoto de Jiji en 1999 cuando el público en general de Taiwan comenzó a tomar la iniciativa.

Reconstrucción tras el desastre

Chen Chih-huang, director de la Fundación de Cultura y Educación Hsin Kang, declara que el terremoto reveló a las personas cuál era su propia fuerza. Tras el desastre, las comunidades comenzaron a plantear sus necesidades y proponer soluciones proactivamente, dejando que el Gobierno jugara un papel complementario. “Puede decirse que 1999 marcó el inicio del redesarrollo comunitario en Taiwan”, asevera Chen.

Si bien muchos taiwaneses habían probablemente oído el término “comunidad de vida”, fueron los esfuerzos de la reconstrucción los que realmente les hicieron comprender su significado.

El desastre afectó a todos, sin importar distrito administrativo, etnia, creencias religiosas o género. Las personas que sufrieron la destrucción de sus hogares aprendieron a depender del apoyo de sus vecinos. Las comunidades se unieron y encararon sus problemas por sí mismas en lugar de esperar ser rescatadas por el Gobierno.

Cuando el tifón Morakot azotó Taiwan en 2009, las comunidades se nutrieron de la fuerza que habían desarrollado cuando se reconstruyeron tras el terremoto a fin de iniciar rápidamente los esfuerzos de rescate y reconstrucción, demostrando una iniciativa que los ha hecho modelos para las comunidades en todo el mundo. La villa Xiaolin en Kaohsiung es uno de estos ejemplos.

“Hemos sido visitados por equipos de China continental, Japón, Filipinas y Haití; todos quieren estudiar nuestros esfuerzos de reconstrucción”, afirma Zhou Jin-yuan, director de la Asociación de Desarrollo de Xiaolin. Zhou arguye que el Gobierno puede ayudar a reconstruir la infraestructura física, pero que la comunidad debe por sí misma encargarse de la infraestructura social.

Esta infraestructura social está, por supuesto, compuesta por personas. La clave para poner de pie a Xiaolin no fue el establecimiento de un parque conmemorativo que ha ganado varios premios o la creación de fábricas turísticas, sino encontrar una manera para sacar a los residentes de los albergues temporales.

“Cuando se tiene un gran grupo de personas que de pronto son reubicadas, con el corazón roto, extrañando a sus familiares, y todos están viviendo apretadamente en idénticas casas temporales, ¿quién está pensando en reconstruir?”, pregunta Zhou. Zhou dice que la asociación de desarrollo respondió creando el Teatro de Danza Taivoan, y luego yendo casa por casa para animar a las personas a aprender los bailes. El grupo ayudó a la comunidad a recobrar su vitalidad al enseñar a los residentes las danzas tradicionales de los aborígenes de las planicies, lo que los llevó a tomarse de las manos, moverse a un mismo ritmo y gritar juntos.

Con el paso del tiempo, el grupo se ha convertido en el pilar de apoyo espiritual de Xiaolin: los residentes aún se reúnen con regularidad a bailar aunque sus industrias locales, como los panes de ciruelo y el tejido en cruz, se han recuperado.

El poblado Taomi en Nantou ha empleado los recursos locales con el propósito de construir una villa ecoturística, que es un lugar fantástico para contemplar mariposas y ranas. (Foto cortesía de la Fundación Newhomeland)

Una comunidad ancestral

En el poblado de Qigu, Tainan, es la familia lo que mantiene unida a la comunidad de Dujia. Dujia ha preservado las tradiciones culturales de un único clan por más de 200 años, dando al desarrollo comunitario un carácter particular y ganándole una medalla de plata en los IALC en 2012.

Las costumbres mantenidas por largo tiempo de casar a las hijas fuera de la villa y no dejar que los hijos lleven el apellido de sus esposas para continuar la línea familiar de sus parientes políticos, han mantenido a Dujia como una comunidad con un mismo apellido por toda su existencia.

Qiu Ying-zhe, presidente de la asociación de desarrollo local, afirma que la comunidad fue establecida hace más de dos siglos, y el clan la ha mantenido sin cambios desde entonces. La clave para lograrlo ha sido conservar la tierra en común. “Nuestros ancestros pioneros nos heredaron unas 600 hectáreas de tierra. Las generaciones desde entonces no han dejado el terruño. Se han ganado la vida por este medio y están enterrados en ella”, cuenta Qiu.

Uno de los aspectos interesantes de la comunidad es que todas las decisiones que le conciernen, tanto grandes como pequeñas, son hechas por un comité de una docena más o menos de ancianos. Otro es el festival para el solsticio de invierno. Durante los últimos 193 años, todos los que han abandonado la comunidad para obtener una carrera o educación en otro lugar regresan durante el solsticio de invierno para hacer ofrendas a los ancestros. Los recién casados y los niños nacidos el año anterior deben hacer reverencias y ser presentados a los ancestros del clan. Una vez completado este ritual, reciben la bendición de los ancestros, se les registra en la genealogía de la familia y se convierten formalmente en miembros del clan.

El desarrollo de Dujia se ha beneficiado mucho del poder del clan. Los proyectos han incluido consolidar la industria local de mújol, desarrollar una plataforma de producción y ventas del mújol, así como promover la industria turística por medio de la revitalización de edificios antiguos y la creación de actividades de acuicultura orientadas hacia los visitantes. Este esfuerzo original de desarrollo de la comunidad ha ayudado a volver a hacer competitivas las industrias locales, y acercó más a los residentes.

Nuevos inmigrantes

Aparte de Dujia, muchas comunidades están enfrentando asuntos relacionados con la inmigración. Con la cantidad de nuevos inmigrantes y cónyuges extranjeros en ascenso, algunas han probado otras formas de integrar a sus nuevos ciudadanos.

Tran Chi Kim Le es una mujer vietnamita que llegó a Taiwan hace 16 años cuando se casó con un taiwanés. Tras encontrar confianza en sí misma por medio de su comunidad, el área de Bali en la ciudad de Nuevo Taipei, Tran está dedicada a retribuir los beneficios recibidos. Se ha convertido en una importante fuente de consejo y apoyo para las mujeres que recién llegan a su comunidad y fue nombrada “madre modelo” por Bali en 2013.

“Presente sus problemas a la comunidad; obtenga felicidad y soluciones”. Nian Ya-jun, jefe de la Asociación para la Promoción de la Vida Familiar Feliz de Bali, señala que su asociación fue creada para ayudar a las personas, especialmente las más nuevas en la comunidad, a resolver sus problemas.

Bali tiene muchos nuevos inmigrantes; Nian estima más de mil y señala que uno de cada diez hogares incluye un cónyuge que está recién llegado al país.

“Las mujeres inmigrantes son realmente unidas y se transmiten las noticias muy rápidamente”, explica Nian. “A las mujeres que se vuelven parte de esta red se les facilitan las cosas”, indica Nian.

Nian declara que Tran tiene un papel muy importante en la red y es una fuente de fortaleza dentro de la comunidad.

Tran recuerda que cuando llegó a Bali, tenía mucho temor de ofender a alguien. Simplemente se mostraba de acuerdo con todo lo que le decían y se guardaba sus resentimientos para sí. Conforme mejoró su dominio del idioma chino, ganó mayor confianza en sí misma y comenzó a ascender en su trabajo para un mayorista de cajas, hasta llegar a ser gerente de la tienda.

Tran comenzó a visitar a las nuevas residentes junto con trabajadores de la comunidad, animándolas a salir de la casa participando en sesiones de karaoke, viajes y banquetes organizados por la comunidad. Además de tener el liderazgo en la organización de actividades, Tran ofreció consejos a muchas mujeres que estaban considerando divorciarse de sus maridos o dejar a sus familias.

Tran ha ayudado a resolver los problemas con las suegras y los hijos, y su mediación ha permitido que la mayoría de estas mujeres mantengan buenas relaciones con sus familias. Sus esfuerzos no solamente le han valido la gratitud de estas mujeres, sino también de sus familias taiwanesas, que elogian sus contribuciones a la estabilidad de la comunidad.

Los próximos 20 años

Los esfuerzos conjuntos del Gobierno, los académicos y los residentes locales en los últimos 20 años han generado un enfoque auténticamente taiwanés al desarrollo comunitario, uno que ha creado una gran cantidad de comunidades interesantes y resuelto muchos problemas sociales. No obstante, la generación de mayor edad de rediseñadores comunitarios considera que aún hay mucho por hacer.

En un foro acerca de los próximos 20 años del desarrollo comunitario, el ex director del CCA, Chen Chi-nan, describió que el entorno ideal para el redesarrollo comunitario es uno en el que “el público decide los asuntos por sí mismos, identifica los problemas en su vecindario y usa su propia fuerza para enfrentarlos”. Chen hizo hincapié en que el ideal consiste en desarrollar una sociedad democrática de base, localizada, donde las decisiones se tomen de abajo hacia arriba, en la que las comunidades encuentren las soluciones por sí mismas.

Afortunadamente, a pesar que la democracia de base y la conciencia cívica crecen lentamente, una vez que toman impulso son imparables. Dado que Taiwan ha ganado varias medallas de los IALC, los taiwaneses se han vuelto más concientes de la fuerza de sus comunidades y están dando uso a esos recursos. Los aborígenes de Taiwan han regresado a sus raíces para desarrollar sus distintivas culturas tribales; los inmigrantes están esforzándose por integrarse a la sociedad local y convertirse en pilares de sus comunidades; las villas agrícolas están desarrollando plataformas de ventas y turismo agrícola; y los vecindarios urbanos se esfuerzan por mejorar su entorno y seguridad pública.

Cuando el público en general se involucra y contribuye a su vecindario, las comunidades vivas surgen naturalmente.

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