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Fin del colonialismo brinda esperanzas para el futuro de Hong Kong

26/06/1997

El año de 1997 quizás sea tan ordinario como cualquier otro. Pero para el pueblo de Hong Kong, 1997 significa el fin de una era y el inicio de otra porque el territorio será revertido al régimen chino comunista el 1º de julio de acuerdo a la Declaración Conjunta de 1984 entre China continental y el Reino Unido.

En realidad, la historia de Hong Kong refleja el conflicto que ha existido durante los últimos dos siglos, entre Oriente y Occidente, entre los chinos y los ingleses.

Aunque hay incertidumbre en las mentes de las personas acerca de la Perla del Oriente, han habido cambios significativos en las últimas dos décadas. Igualmente, la Administración inglesa gradualmente ha transformado el territorio en el transcurso del último siglo.

Los imperialistas primero usaron la colonia para abrir las puertas de China continental durante la dinastía Ching (1644-1911). Posteriormente, la árida roca se convirtió en una base para Londres dentro de la rápidamente cambiante región de Asia y del Pacífico por medio de sus políticas de "una no intervención activa" y de "una absorción administrativa de las políticas".

Sin embargo, en los últimos 20 años, China continental ha forzado cada vez más a Hong Kong a aceptar sus estándares retando sus desarrollos, los cuales las autoridades en Pekín consideran indeseables.

A la vez, los hongkoneses una vez más se adaptaron a un nuevo ambiente por medio de ajustes en su actitud hacia Pekín, sin importar sus orientaciones originales.

Tratados desiguales

Las características coloniales aparecieron en agosto de 1842, cuando las tropas Ching fueron derrotadas por los ingleses en la Guerra del Opio, y Hong Kong fue cedido al Reino Unido por medio del Tratado de Nanking. Poco después, en agosto de 1860, se firmó el Tratado de Pekín, en el cual al Reino Unido se le dio derecho total de su arrendamiento en Kowloon.

Cuando Francia obligó al emperador Ching a someterse a la ocupación de Cantón, en abril de 1898 Londres demandó un arrendamiento de 99 años en los Nuevos Territorios "para prevenir que las tropas francesas entraran en Hong Kong".

Para los chinos, estos tratados no sólo fueron el inicio de un largo período de caos internos y de concesiones externas, sino que también abrieron una ventana para que los intelectuales vieran al mundo exterior.

A pesar de que fueron estos tratados desiguales lo que motivó la revolución nacional y causó grandes cambios en China continental, el asunto de Hong Kong quedó sin solución cuando otros tratados de esa índole fueron abrogados en 1934.

Siguió sin solución hasta fines de la Segunda Guerra Mundial en 1945, cuando un Japón derrotado -que había ocupado el territorio durante casi cuatro años- devolvió Hong Kong a los británicos y no a los chinos.

Luego en enero de 1950, para conservar los intereses nacionales en Hong Kong, el Reino Unido reconoció a la República Popular de China, establecida por los chinos comunistas menos de cien días antes.

Esta medida hizo que la recuperación de Hong Kong por el Gobierno de la República de China fuese imposible, aunque su Ministerio de Relaciones Exteriores todavía conserva el documento original del Tratado de Nanking.

Después de que Londres y Pekín establecieron relaciones diplomáticas formales en 1954, Mao Zedong y Zhou Enlai decidieron no intentar reclamar Hong Kong en las primeras etapas, prefiriendo usar la colonia británica como un puente al mundo exterior.

Durante los primeros cincuenta años de la ocupación de Hong Kong, el Imperio Británico estaba en su cúspide. Poseía colonias en todo el mundo. Pero después de ese período, el destino de Hong Kong se vio estrechamente relacionado con las condiciones políticas y económicas de China continental.

En los primeros años de la Guerra Sino-Japonesa (1937-1945), muchos refugiados de China continental se establecieron en Hong Kong. Ellos no sólo enviaron suministros básicos a su lugar de origen, sino que también usaron la colonia como una base para la resistencia antinipona.

A medida que simpatizantes nacionalistas y comunistas llegaron a Hong Kong durante el período de la guerra civil en China, el territorio también se convirtió en un campo de batalla ideológica entre el Kuomintang y el Partido Comunista Chino.

La situación ha continuado en parte debido a la ubicación de Hong Kong entre Taiwan y China continental y en parte porque los dos lados encuentran apoyo entre los hongkoneses.

Por ejemplo, durante el estallido de una protesta en octubre de 1956, activistas pro Kuomintang aprovecharon la ocasión del Día Nacional de la República de China para atacar empresas, escuelas y asociaciones manejadas por partidarios izquierdistas. En 1967, los izquierdistas de Hong Kong, inspirados por la Revolución Cultural de Mao Zedong, empezaron una revuelta a causa de disputas obrero- patronales.

Los administradores británicos siempre intentaron mantener un equilibrio permitiendo cierto espacio para que todas las partes expresaran sus puntos de vista. Pero al pueblo de Hong Kong nunca se le permitió una voz en la administración de los asuntos de la colonia, sin mencionar la práctica de los derechos democráticos.

Las diferencias políticas entre Londres y Pekín empezaron a surgir a fines de los años setenta. En 1978, Pekín estableció una Oficina para los Asuntos de Hong Kong y Macao para manejar los asuntos relacionados con el traspaso y la posición futura de las dos colonias.

En 1979, Murray MacLehose, quien entonces era gobernador de Hong Kong, visitó Pekín con la esperanza de retener la posesión de las áreas cedidas de Hong Kong y Kowloon mientras que extendía el arrendamiento de los Nuevos Territorios.

La respuesta fue que las tres zonas debían ser devueltas. En 1982, la primera ministra Margaret Thatcher se entrevistó con Deng Xiaoping. Ella le propuso que Londres devolvería la soberanía de Hong Kong a Pekín a cambio de que se conservara la administración británica en la colonia de la Corona.

Se le contestó sin rodeos que los dos tratados desiguales y el arrendamiento sobre el territorio habían quedado inválidos desde 1949, y que Hong Kong quedaría en manos del régimen de China continental en 1997. De hecho, China comunista nunca ha reconocido ninguno de los tratados.

Luego, de 1982 a 1984 se efectuaron las negociaciones sino-británicas acerca de la reversión de Hong Kong. Al principio, los británicos todavía intentaron separar los derechos de la soberanía de aquéllos del gobierno.

Durante las conversaciones Londres-Pekín, China continental no sólo rechazó la internacionalización de las negociaciones al declarar que eran de índole bilateral, sino que también descartó la inclusión de participantes de Hong Kong, reclamando que "Pekín representaría a Hong Kong".

El resultado fue que en la Declaración Conjunta Sino-Británica de 1984 el Reino Unido acordó entregar la colonia a China continental el 1º de julio de 1997, mientras que Pekín acordó tratar a Hong Kong como una Región Administrativa Especial.

Pekín prometió poner en marcha la política de "un país, dos sistemas", dando a Hong Kong un "alto nivel de autonomía" y manteniendo "sin cambiar" su economía capitalista y estilo de vida durante 50 años.

Se acordó que Hong Kong retendrá su identidad como un puerto libre y un territorio aduanero separado, y que a sus ciudadanos se les garantizará la libertad de expresión, de culto, asamblea, asociación y viajes. También, tendrá libertad para conducir sus propias relaciones exteriores, excepto en asuntos pertinentes a la diplomacia o a la defensa nacional.

Mientras tanto, un Comité para Elaborar la Ley Básica, consistente de 58 miembros, fue formado en Pekín con el fin de redactar una nueva constitución para Hong Kong.

Masacre de Tienanmen

Mientras que las negociaciones Londres-Pekín dejaron al pueblo de Hong Kong con un sentido de frustración y expectativa, la masacre de la Plaza Tienanmen el 4 de junio de 1989 fue un shock.

Muchos hongkoneses abandonaron el territorio y enviaron todo su dinero al extranjero. Tan sólo en 1989, Londres dio a 150 mil familias de Hong Kong el derecho a residir en el Reino Unido.

Desde entonces, casi uno de cada diez de los seis millones de residentes de Hong Kong ha gastado grandes cantidades para adquirir pasaportes extranjeros y consecuentemente un sentido de seguridad; aunque muchos de ellos se han quedado en Hong Kong o luego han retornado a la colonia para ganar dinero.

Mientras tanto, las autoridades británicas aprobaron una Declaración de Derechos en 1991 para permitir más libertades civiles. "Tuvieron que hacerlo para ganarse el respaldo del pueblo de Hong Kong", dice Timothy Wong, director del laboratorio de investigaciones por encuestas telefónicas del Instituto de Estudios de Asia y del Pacífico de Hong Kong. "Ellos sabían que el pueblo gradualmente se inclinaría en dirección de Pekín", añadió.

El pueblo de Hong Kong apoyó además las iniciativas de reformas políticas del gobernador Christopher Patten.

Ya en 1946, los británicos habían intentado implementar cierto grado de autogobierno en Hong Kong, pero los planes fueron abandonados después de que los comunistas tomaron el poder en China continental en 1949. Como resultado, Hong Kong no procedió a un régimen democrático sino hasta 1985.

En septiembre de ese año, se llevaron a cabo elecciones indirectas para elegir a 24 nuevos miembros del Consejo Legislativo, que estaba siendo expandido.

En 1991, diez integrantes del Consejo Legislativo fueron elegidos directamente por un sufragio universal. Según la perspectiva de Pekín, la elección legislativa de 1995 empeoró la situación, ya que la mayoría de los veinte escaños abiertos a candidatos afiliados a algún partido fueron obtenidos por el campo democrático.

Estas elecciones representaron un fuerte contraste con el sistema envisionado por la Ley Básica para la Región Administrativa Especial de Hong Kong, que fue aprobada por el Congreso Nacional del Pueblo en Pekín en abril de 1990. De la misma manera, "las autoridades de China continental las consideraron un paso hacia la independencia o semiindependencia", explica Wong del Instituto de Estudios sobre Asia y el Pacífico.

Pero, de hecho, la realización de un sufragio pleno fue motivada no por el proyecto de reformas de Patten, sino por los acontecimientos de la Plaza Tienanmen en 1989. Los hongkoneses intentaron buscar los mejores medios para protegerse después del traspaso.

"La mayoría de la gente en Hong Kong inicialmente objetó a las políticas de Pekín", indica Timothy Wong. "Pero debido a que no pueden invertir el acuerdo de la entrega, ahora esperan que esas políticas puedan ser puestas en marcha efectivamente".

Aún así, las reacciones del pueblo hacia las reformas democráticas siguen siendo mixtas. Mientras que algunos hongkoneses buscan la cooperación con Pekín razonando que "si no los puedes derrotar, únete a ellos", otros arguyen que voces divergentes ayudarán a mejorar Hong Kong.

China continental no se quedó con los brazos cruzados durante este período. En 1993, Pekín estableció un comité preparatorio de 150 miembros para que se encargue de la transición.

Sin embargo, según el presidente del Partido Demócrata, Martin Lee, el comité sólo tiene una voz ya que los 94 representantes de Hong Kong y los 56 miembros de China continental fueron elegidos por Pekín.

Estos 150 representantes luego eligieron a 400 delegados para servir como consejeros legislativos después de la reversión. Pekín no sólo ha detenido el proceso de "tren libre" que fue envisionado por el Consejo Legislativo elegido en 1995 y que serviría hasta este año, sino que de hecho suplantó el parlamento que había sido elegido popularmente.

El comité elegido por Pekín en diciembre de 1996 "eligió" a Tung Chee-hwa como primer jefe ejecutivo del Hong Kong de la postransición y empezó a revisar algunas de las leyes ya existentes.

"Suponiendo que Tung hubiera sido elegido democráticamente, estaría en una posición más fuerte para negociar con los líderes de China continental", dice Lee. "Lo que ha hecho es una gran desilusión para nosotros porque debería defender a Hong Kong, pero es un portavoz de Pekín".

Pero académicos como Gilbert Chan, quien trabaja en el Departamento de Ciencias Sociales del Instituto de Educación de Hong Kong, no se muestran pesimistas. Chan cree que la democracia no es una bendición, sino un objetivo por el cual debe lucharse.

Chan dijo que el pueblo de Hong Kong debe apoyar a Tung expresando firmemente sus demandas. "Respaldado por una fuerte opinión pública, Tung luego podrá transmitir sus necesidades a las autoridades en China continental", añadió.

Texto traducido de The Free China Journal

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