03/05/2024

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Limitaciones de las libertades cívicas indican choque de valores

26/07/1997

Pekín ha prometido mantener la forma de vida de Hong Kong sin cambiar durante 50 años bajo su fórmula "un país, dos sistemas". Sin embargo, las planeadas restricciones en las libertades de expresión, reunión y asociación política han puesto en relieve las diferencias en la interpretación de tales ideales.

El pueblo de Hong Kong se adapta rápidamente a nuevos entornos. En el pasado, ésto significó la aceptación del mandato británico y, más tarde, la integración a la comunidad global. Pronto se le requerirá la conformidad con los estándares de China continental.

Todos esos cambios han sido en respuesta ya sea a las cambiantes realidades políticas o al deseo de un futuro mejor. Después de todo, Hong Kong es una ciudad de sobrevivientes.

Una cosa que distingue al territorio es cómo la gente de Hong Kong se ve a sí misma. "Somos hongkoneses; somos chinos; y somos ciudadanos del mundo", dice Johnny Lau, director administrativo de Sinodata Consultants Ltd. Ellos admiten que son chinos, pero están orgullosos de ser hongkoneses.

Incluso así, existen retos adelante y el grado en que preserven las libertades cívicas y los derechos humanos servirá como los dos indicadores de si Hong Kong puede mantener su status quo.

"Hong Kong ha sido una sociedad libre durante mucho tiempo", dice Susie Chiang, directora del Centro de Información y Cultura Kwang Hwa. De esta manera, la principal preocupación del pueblo es si sus estilos de vida serán afectados después de la transición del 1º de julio.

Una consideración que viene a la mente inmediatamente es la libertad de expresión. Si bien Pekín ha prometido mantener intacto ese derecho, abundan las preocupaciones acerca de cómo será interpretado el concepto de libertad.

Crítica no deseada

Con referencia específica a las libertades que actualmente disfrutan los académicos y los medios de comunicación en Hong Kong, la idea de que la crítica puede ser una forma de apoyo activo y que el cuarto poder sirva para supervisar y, con frecuencia, amonestar al gobierno, podría ser insondable para los chinos comunistas.

Para ellos, el propósito de los medios de comunicación es propagar las políticas del gobierno con una "posición, punto de vista y método" uniformes, dice Lee Yee, jefe de redacción de The Nineties.

Pero, eso contraviene directamente las prácticas en una sociedad abierta. Timothy Wong, director del Laboratorio de Investigaciones por Encuestas Telefónicas del Instituto de Estudios de Asia y del Pacífico de Hong Kong, atribuye que la diversidad de voces allí ha logrado que Hong Kong sea lo que es actualmente.

"Si los medios de comunicación y los intelectuales no se atreven a hablar de acuerdo con sus creencias y sabiduría profesional, no existiría 'un país, dos sistemas'", dice Wong.

Chiang está de acuerdo. "Esperamos que Pekín pueda reemplazar el concepto de que los medios de comunicación deben servir a la política con un mayor entendimiento y respeto para los medios de comunicación en Hong Kong, que siempre han sido pluralistas y contendientes".

Ella considera que la habilidad para "estar de acuerdo con el desacuerdo" es una de las posesiones más valiosas de Hong Kong, "debido a que nos hace pensar más profundamente". "Si hubiese alguna restricción en la libertad de expresión", advierte Chiang, "ésta podría desatar una crisis de fe".

"Deng Xiaoping dijo en una ocasión que el Partido Comunista no caería debido a la crítica", añade Chiang. "Esto es absolutamente cierto, debido a que las críticas y las sugerencias surgen del cuidado y la preocupación". Lee Chin-chuan, profesor de Periodismo y Comunicaciones en la Universidad China de Hong Kong, añade: "Aquéllos que tienen confianza en sí mismos no temen los comentarios negativos".

El profesor Gilbert Chan del Instituto de Educación de Hong Kong tiene un punto de vista similar. "No es que no podamos hacer cualquier cosa que desapruebe Pekín, debido a que China continental está cambiando, probablemente más rápido que Hong Kong".

Algo que parece inaceptable hoy podría convertirse en algo común en diez años, añade. "Hace una década, ¿quién se hubiera imaginado que las cosas evolucionarían de tal manera?"

De hecho, los medios de comunicación de Hong Kong ya han cambiado. "Los medios de comunicación no sólo reflejan las preocupaciones del pueblo de Hong Kong, sino también su deseo de evitar la ansiedad", dice el redactor Lee.

"Si bien la realidad hace que a la gente le sea imposible sentirse optimista, su disposición psicológica le permite ver el futuro con menos negativismo", explica.

En cuanto a los redactores, Lee señala que ellos deben tomar en cuenta la pérdida potencial de ingresos por anuncios de las empresas de China continental y la revocación de sus derechos para cubrir noticias en el territorio continental.

Por lo tanto, no sería sorprendente ver algunas señales tempranas de "autotransformación" en la prensa de Hong Kong. "Han ocurrido tres cambios principales en los diarios de Hong Kong desde que China continental adoptó una postura agresiva en 1989", dice el profesor Lee.

"El primer cambio obvio es que han desaparecido todos los periódicos pro-Taiwan. La segunda diferencia es que los diarios de orientación centro-derecha se han inclinado hacia el centro del camino".

Según la observación de Lee, sólo existen dos tipos de diarios en Hong Kong ahora. "Uno son los diarios afiliados al partido, y el otro son las publicaciones comerciales". El prosigue clasificando los diarios comerciales en dos grupos de acuerdo con sus lectores blanco. "Aquéllos que apuntan al público en general no tendrán problemas debido a que no solamente despolitizan las noticias, sino que también hacen sensacionalismo al estilo de los tabloides".

Los diarios que tendrán dificultades son aquéllos dirigidos a los intelectuales, los así llamados "diarios de información". El profesor cita un ejemplo: "El South China Morning Post, que tenía la reputación de ser 'el mejor periódico en inglés al este del Canal de Suez', ha contratado un asesor desde Pekín".

Vientos cambiantes

Lee admite que las organizaciones de prensa tienden a seguir los vientos prevalecientes. "Pero en un país democrático, ellas reflejan diversas voces desde una variedad de ángulos", enfatiza.

El jefe de redacción Lee señala otra preocupación, que es peor que la auto-censura. "Mientras que la así denominada auto-censura en el reportaje coloca la exactitud política por encima de la integridad de los hechos, el verdadero peligro radica en las restricciones legales impuestas en el Artículo 23 de la Ley Básica".

Este artículo autoriza al gobierno de la Región Administrativa Especial de Hong Kong para que promulgue leyes que prohiban "cualquier acto de traición, secesión, sedición o subversión" en contra de Pekín, así como el "robo de secretos de estado", sin dejar de mencionar medidas que restringen la actividad política y cortan los lazos entre las organizaciones políticas locales y extranjeras.

El documento de consulta original de la Ley Básica no incluía este artículo, observa Lee. Fue añadido a la "mini-constitución" después de la masacre de la Plaza Tienanmen, el 4 de junio de 1989.

"Los estatutos relacionados con la sedición y el robo de secretos de estado tienen implicaciones directas en la libertad de expresión", dice. "¿Cómo puede uno diferenciar entre declaraciones sediciosas y comentarios políticos, y cómo puede uno definir los secretos de estado?"

Ha surgido una preocupación similar en torno a la restricción de las libertades cívicas en el territorio. En aras de la seguridad nacional y la protección de la integridad territorial, la nueva administración busca apretar las tuercas a través de dos leyes claves: el Decreto del Orden Público y el Decreto de Sociedades, que fueron aprobados por el consejo legislativo provisional el 14 de junio, a pesar de la oposición pública.

Bajo los nuevos estatutos que fueron puestos en marcha el 1º de julio, la policía puede prohibir las manifestaciones públicas no autorizadas y disolver cualquier organización privada que reciba asistencia financiera desde el exterior.

Sin embargo, las libertades cívicas tales como el derecho de reunión pacífica ya son parte de la vida en Hong Kong, y las nuevas restricciones causarán indudablemente una sensación de intranquilidad y disensión pública. "Nos hemos acostumbrado a esas libertades", indica el analista de encuesta Wong.

"La revisión del Decreto de Sociedades se orienta a cortar los lazos entre las organizaciones locales y los gobiernos extranjeros, para evitar que las influencias de fuera entren en Hong Kong", dice Wu Chieh-ming, director de la sucursal en Hong Kong del Far East Trade Service.

Generalmente, las organizaciones cívicas de Hong Kong han recibido apoyo de los países occidentales. "Esa es la razón por que los disidentes políticos pueden escapar de China continental", dice Lau.

"De hecho, los chinos comunistas en los años cuarenta eran parecidos a los defensores de la democracia hoy día", añade. "La diferencia radica en el hecho de que eran los nacionalistas quienes presionaban sobre los comunistas en el pasado, mientras que hoy son los comunistas quienes presionan sobre los demócratas".

En cuanto a las revisiones de los estatutos relacionados con el orden social, las manifestaciones públicas deben tener previa autorización policial después del 1º de julio. ¿Se aprobarán reuniones para conmemorar a los que murieron en la Plaza Tienanmen? La mayoría de los hongkoneses lo duda.

En el pasado, los organizadores de protestas en Hong Kong informaban rutinariamente a la policía de sus planes con anticipación, aunque rara vez se sancionaba a quienes no lo hacían.

El campo democrático en Hong Kong desea mantener intactos los procedimientos, diciendo que la mayoría de las manifestaciones son pacíficas y ordenadas. Sin embargo, los elementos pro-Pekín han dado una aprobación favorable al nuevo decreto en nombre de la estabilidad social.

"Las autoridades continentales creen que ocurren cosas desagradables cuando la gente se reúne", dice Wu. "El incidente de la Plaza Tienanmen es un ejemplo no muy distante".

La noción de que las reuniones de masas pueden poner en peligro la seguridad nacional puede ser también la razón por la cual las autoridades continentales no celebraron exequias públicas para Deng Xiaoping tras su muerte en febrero pasado, indica Wu.

Sin embargo, el presidente del Partido Democrático, Martin Lee, cuestiona la necesidad de las nuevas restricciones. "Ya tenemos un equilibrio adecuado entre la libertad por un lado, y la ley y el orden por el otro", indica el legislador.

La independencia judicial es otra de las preocupaciones de Lee. "En la actualidad, las cortes están autorizadas por el Acta de Derechos para anular cualquier ley que sea inconsistente con dicha acta. Es decir, las cortes no pondrán en marcha estatutos represivos". Sin embargo, Pekín reclama que el acta no tiene obligación legal, "de modo que no importa cuán malas sean las leyes, las cortes deben ponerlas en práctica", lamenta Lee.

Manteniendo la trayectoria

Sin embargo, el analista de encuesta Wong señala que las revisiones legislativas tal vez sean sólo una reacción a la Ley Básica. En cuanto a cómo serán implementadas, él dice: "Vamos a esperar y ver".

"Un aspecto de las regulaciones involucra la justicia", dice Byron Weng, profesor de Gobierno y Administración Pública de la Universidad China de Hong Kong. "Sin embargo, el otro aspecto es satisfacer las demandas políticas".

Se ha sugerido que esas demandas podrían cambiar la orientación política de Hong Kong hacia el modelo de Singapur. "Si Hong Kong ya no sirve como una ventana de China continental hacia Occidente, o de Occidente para China continental, podría convertirse en otro Singapur", dice el profesor Lee.

Con certeza no es lo que el pueblo de Hong Kong desea ver, debido a que bajo el liderazgo de Lee Kuan Yew, Singapur no es ni democracia ni libertad, señala Martin Lee.

"Los singapurenses nunca estuvieron expuestos a la forma de libertad que el pueblo de Hong Kong disfruta", dice el vociferante líder del campo democrático. "Ellos lo aceptan debido a que se han acostumbrado a la media taza de libertad. Pero el pueblo de Hong Kong ha tenido la taza completa".

Wang Lu-yen, presidente de la Asociación de Comerciantes de Taiwan, sostiene una esperanza para Hong Kong, diciendo que es el pueblo y no los administradores, quien decidirá finalmente el futuro.

"Cada sociedad tiene su propio modo de operar", dice Wang. "Sólo necesitamos hacer lo mejor a nuestro alcance, y las normas caerán en su lugar".

Sin embargo, Lee Yee recuerda que "el precio de la libertad es la eterna vigilancia". Martin Lee está de acuerdo. "Miro los problemas debido a que deseo mantener el status quo. Deseo que Pekín mantenga sus manos fuera de Hong Kong, de modo que el lugar continúe prosperando".

Texto traducido de The Free China Journal

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