El 1º de febrero quedará marcado en la historia de la República de China como un día inolvidable.
En esa fecha, el Yuan de Control y el Yuan Legislativo celebraron sus respectivas ceremonias de inauguración con nuevos integrantes.
En el Yuan de Control, el principal organismo vigilante de la nación, 25 integrantes recién elegidos presentaron sus juramentos para iniciar un nuevo sexenio del Yuan de Control. Este era una rama del Parlamento, pero después de las reformas constitucionales del año pasado, su nivel fue reducido al de un órgano semi-judicial.
En la tarde de la inauguración, los miembros del nuevo Yuan de Control discutieron el establecimiento de un comité encargado de mantener la disciplina interna.
Estos nuevos funcionarios públicos están deseosos de probar sus capacidades y dispuestos a vigilar las funciones de los diversos organismos gubernamentales para que el Gobierno de la República de China desempeñe adecuadamente sus obligaciones de servir al pueblo.
Mientras tanto, en el Yuan Legislativo, se realizaban las elecciones para el presidente y vicepresidente de esta rama.
El proceso resultó ser bastante pacífico, a pesar del ruido causado por el intercambio de opiniones entre los legisladores del Kuomintang, (KMT, siglas en inglés) partido en el Gobierno y del Partido Democrático Progresista, (DPP, siglas en inglés) principal partido de la oposición.
Cuando llegó el momento de la votación, los integrantes de ambos partidos manifestaron su lealtad partidista. Esto fue particularmente verdad en el caso del DPP, cuyos miembros votaron colectivamente por un candidato a la presidencia y vicepresidencia respectivamente, incluso sabiendo muy bien que uno no satisfacía los requisitos para la candidatura y que el otro resultaría derrotado.
Los legisladores del partido en el Gobierno no siguieron la línea del partido al pie de la letra; los candidatos nombrados por el KMT no habían recibido el apoyo de todos los legisladores de ese partido. Esto puede interpretarse como una falta de unidad, pero a la vez puede entenderse como una práctica de la democracia intrapartidaria.
En lo que respecta al DPP, famoso por sus habilidades para cuestionar e interrumpir las sesiones legislativas, éste ha prometido que se dedicará a desempeñar sus tareas ordenadamente.
Se espera que con tantos profesionales, con títulos de maestría y doctorado en el Yuan Legislativo, el principal organismo legislativo de la nación se transforme en un foro en el que los intelectuales se unan para compartir e intercambiar ideas y tomar decisiones que beneficen al pueblo.
En los tres años antes de la próxima elección legislativa, deberíamos ver un Yuan Legislativo mucho más pacífico, operando eficientemente cuando llegue la hora de revisar los proyectos de ley más importantes. Siempre y cuando los legisladores del KMT y del DPP recuerden que trabajan para servir a los ciudadanos de la República de China y no para satisfacer sus intereses individuales o partidistas, tendremos razones para conservar la esperanza.