06/05/2024

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Agosto, mes de los atropellos comunistas

16/08/1988
Agosto parece ser un mes extrañamente predestinado a que durante su transcurso los dos países más importantes del bando comunista, China coninental y la Unión Soviética, aunque no sean precisamente amigos, hayan coincidido .en la comisión de hechos que, por más años que transcurran, el mundo seguirá condenando. Ellos son, el bombardeo de Kinmen (Quemoy) en 1958 hace justamente treinta años; la construcción del "Muro de la Vergüenza" en Berlín, en 1961 y el aplastamiento de la "Primavera de Praga", en 1968. En estos dos últimos casos el protagonista fue la Unión Soviética, en el primero los comunistas de Pekin. El 13 de agosto de 1961, el gobierno comunista de Alemania del Este adoptó una actitud - inqudablemente inspirada por Moscú - no sólo inesperada sino también sin precedentes, y procedió a clausurar los cruces entre Berlin Oriental y Occidental con un muro de concreto coronado por alambre de púas. Se efectivizó así una división violatoria de todos los acuerdos concluidos por la URSS con las potencias occidentales, por la cual la parte onental de la ex capital alemana quedó incorporada al estado germano comunista. La barrera asi erigida pasó a la historia con el nombre de "Muro de la Vergüenza". Se levantó para cortar el flujo constante haCia el Oeste de aquellos que deseaban vivir en libertad pero eso jamás se pudo lograr. Siete años más tarde, el 20 de agosto de 1968, 500.000 efectivos militares del "Pacto de Varsovia" - soviéticos alemanes orientales, polacos, húngaros y búlgaros - bajo la dirección de .Moscú, invadieron Checoslovaquia, donde el entonces secretan o general del Partido Comunista Alexander Dubcek había lanzado una serie de medidas liberalizadoras que fuero muy bien recibidas por el pueblo checo, pero muy mal vistas en el Kremlin. Como resultado, Dubcek y quienes colaboraron con él en ese intento liberalizador, que se conoció en todo el mundo como "La Primavera de Praga", fueron encarcelados y llevados a Moscú. Posteriormente, expulsados del partido, algunos cayeron en el olvido y otros murieron en la última miseria. Dubcek mismo, devuelto a Checoslovaquia, tuvo que trabajar de jardinero en una organización forestal, y todas sus medidas orientadas hacia "un socialismo en libertad" fueron abolidas de plano por los soviéticos. Pero esos dos atropellos de las libertades humanas ya habían tenido un trágico recedente, el 23 de agosto de 1958, día en que los chmos comumstas desataron un feroz bombardeo de artillería contra la isla de Kinmen, también conocida como Quemoy. El bombardeo comenzó a las 18,30 horas, cuando ya muchos hablan comenzado a cenar, y las cifras hablan bién a las claras del salvajismo con que fue lanzado: en las primeras dos horas estallaron 25.000 granadas de artillería sobre la pequeña isla, y un total de 57.000 en las primeras 24 horas. Ese fue el comienzo de una furiosa batalla que duró 44 días, al cabo de los cuales los comunistas cayeron en la cuenta de que no Iban a poder apoderarse de Kinmen, como no pudieron apoderarse de Kuningtou en octubre de 1949. Para ese entonces, las acciones en tierra, mar y aire en torno a Kmmen costaron a los comunistas 39 cazas MIG a reacción (soviéticos) derribados, 37 unidades navales y 279 piezas de artillería destruidas. Pero las acciones de Kinmen dejaron un saldo muy diferente del que arrojaron la construcción del "Muro de Berlin" o el a~lastaniiento de la "Primavera de Praga", si bien las circunstancias en que ocurrieron los tres hechos fueron totalmente disímiles y no dejan lugar para comparaciones. La resistencia de Kinmen demostró la férrea voluntad de sus defensores de no dejarse avasallar por el poderío de la dominación comunista y por ello no fueron vencidos. Para los invasores fue una experiencia humillante, porque siendo potencialmente más fuertes fueron derrotados por quienes eran menos en número y mucho más débiles en armamentos. Hoy, en momentos en que se habla de acercamiento con la China continental, se debe tener siempre presente lo que ocurrió hace ya 30 años, la naturaleza belicosa de los gobernantes de Pekín y, por sobre todas las cosas, no sucumbir al engaño de una predIca paCifista en tanto no sea suficientemente demostrada.

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