LOS TIEMPOS
Cochabamba, Bolivia, 29 de dic. de 1984
Con bastante retraso llega hasta nosotros un recorte de "El País", de Madrid (19-11-84) sobre la visita que hiciera entonces el Presidente de China continental a España. En su texto nos encontramos con una revelación que, bien analizada, llama poderosamente la atención de la opinión pública. Evidentemente la nota del diario madrileño lleva un título que a nosotros los latinoamericanos especialmente, invita a leer el contenido. Dice el titular: "China solicita el apoyo del gobierno de Madrid en sus relaciones con Latinoamérica" y luego informa textualmente: "El ministro chino de Relaciones Exteriores, Wu Xuequian pidió el jueves 15 (de noviembre) a su homólogo español Fernando Morán, que España influya sobre los 11 países de Latinoamérica que aún reconocen al gobierno de Taiwan para que establezcan relaciones diplomáticas con Pekín."
Más adelante, luego de señalar que es la primera vez que el nuevo presidente chino Li Xiannian visita España, acompañado de su ministro de Relaciones Exteriores y un séquito de colaboradores, "El País" informa: "En la actualidad Pekín no tiene relaciones diplomáticas con los países centroamericanos, con la excepción de México. Tampoco existen lazos entre el gobierno de China continental y los de la República Dominicana, Bolivia, Paraguay y Uruguay. En ocasiones anteriores Pekín había sugerido a España que influyera sobre estos países y según fuentes diplomáticas españolas, las gestiones sólo han sido escuchadas con cierta atención por Uruguay. La mayor parte de los 11 países latinoamericanos todavía no reconocen al régimen de Pekín".
Hasta ahí lo que nos interesa y llama la atención porque aparentemente, el régimen comunista de Pekín aún no se ha enterado de que hace casi dos siglos América Latina se liberó del coloniaje español y que todas las naciones del continente son libres y soberanas para elegir las amistades que más les convengan.
La nota del diario madrileño no dice cuál fue la reacción del ministro de Relaciones Exteriores, en particular y del gobierno español en general. Sin embargo, respetuoso como es de la soberanía de las naciones amigas, no cabe duda de que su respuesta fue un no rotundo o al menos, una sonrisa irónica y condescendiente ante la ignorancia del ministro chino.
Los reyes y los gobernadores españoles saben perfectamente que una gestión como la solicitada tan ingénuamente por los gobernadores de China continental, no sería bien venida por los gobiernos latinoamericanos bajo ningún punto de vista. De ahí que el régimen de Pekín ha errado notablemente al pretender el padrinazgo de España en un asunto que no le atañe.
Por lo demás, las virtudes y los méritos de China continental han dejado mucho que desear en las naciones que rompieron con la República de China para establecer relaciones con China comunista. Casi todas ellas lamentan esas relaciones que ningún beneficio han significado para ambos pueblos, pero lamentan aún más el haberle dado la espalda a una pequeña gran nación representada temporalmente por Taiwan, considerada entre las más poderosas del mundo. En lo que respecta a Bolivia, el régimen de Pekín debe estar seguro de que ningún padrinazgo ni ingerencia hará variar su respeto, su admiración y su amistad por la República de China.