Taiwan Today

La República Dominicana conmemoró el pasado 27 de febrero el 141 aniversario de su emancipación política. Por tal motivo, el embajador de dicho país en la República de China, Sr. Osear Peguero Armida, ofreció una suntuosa recepción en el Grand Hotel de Taipei, a donde concurrieron altos funcionarios de nuestro gobierno, miembros del cuerpo diplomático, así como invitados especiales. En dicha ocasión el Sr. Peguero pronunció el siguiente discurso: Hoy es un día grande para todos los dominicanos; hoy conmemora el país que me honro en representar, el 141 aniversario de su independencia. Hombres henchidos de valor e intrepidez, pautados por el ideal libertario que acariciara el patricio Juan Pablo Duarte, en un día como hoy subieron al baluarte del conde y alzando con donaire el tricolor de la bandera, declararon para siempre la libertad de la República Dominicana. Acabo de mencionar un nombre, pero debo hacer conocer su figura ante la digna representación del gobierno de la República de China, del distinguido cuerpo diplomático, así como de todos los presentes que comparten con la embajada dominicana esta gran efemérides patriótica. Juan Pablo Duarte es el autor intelectual de la independencia dominicana. A veces me detengo en pensar en las raíces que nutrieron su espíritu cuajado de nobleza y desprendido de todo aliento nauseabundo de falsedad y vileza. A veces pienso si las ideas luminosas de Confucio, el venerable maestro de China, lograron proyectrarse sobre su mente redentora, perfilando una figura cincelada de armonías espirituales. Porque Juan Pablo Duarte constituye un ejemplo aislado de integridad moral, de desprendimiento heroico, de sinceridad incuestionable, virtudes que parecen copiadas del gran maestro de China, quien dijera. Si la familia permanece en desorden, deja de darnos el orden social natural, porque los hombres olvidan que no pueden regular su familia si no se regulan antes a sí mismos; no se regulan a sí mismos, porque no han rectificado sus corazones y sus corazones no están rectificados porque su pensamiento no es sincero'. Así como Confucio educaba a la sociedad china, inyectándole principios luminosos y eternos, así nuestro Juan Pablo Duarte decíales a sus familiares, en un rapto de desprendimiento heróico:'Ofrendemos en aras de la patria lo que hemos heredado de nuestros padres a costa del amor y el trabajo'. En otra oportunidad, cuando el reconocimiento de la comunidad se desborda en reconocimiento público y trata de llevarlo a la primera magistratura de la nación, dice tajantemente: 'Si queréis ser felices, sed primero justos; así apagaréis la tea de la discordia y yo tendré la satisfacción más grande de mi vida'. Ese era Juan Pablo Duarte, autor principal de la independencia que mi país conmemora en este día. Al alzar mi copa, como símbolo de gratitud hacia Juan Pablo Duarte y demás compañeros que hicieron posible la independencia dominicana, experimento el gran placer de compartirla con la honrosa presencia del gobierno de la República de China, tan dignamente aquí representado, así como con la solidaridad del cuerpo diplomático acreditado en la República de China en Taiwan, isla que se parece mucho a la distante isla de donde procedo y donde el gobierno y el pueblo que represento no apartan sus miradas, ansiosos de estudiar la historia, la filosofía, el espíritu, el arte y el progreso del pueblo chino, con una cultura varias veces milenaria.