06/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Platicando sobre la defensa

01/05/2001
Wu Shih-wen: “Evitamos la guerra, pero no le tememos. No perseguimos la guerra, pero siempre estamos preparados para enfrentarla”.

n paseo por el vestíbulo del nuevo aeropuerto internacional de Hong Kong, y le sorprenderá ver a muchos veteranos taiwaneses que, aún cuando esté haciendo mucho calor, llevan camisas de manga larga. Ellos se dirigen a sus pueblos natales en China continental, y ¿hará más frío allá? ¿o será culpa del aire acondicionado del aeropuerto? Quizás. Pero algunos de ellos sólo tratan de ocultar tatuajes comprometedores —“Recobrar China continental” “Eliminar a los comunistas”— que ya no están en tono con la época.

Estos veteranos vinieron a Taiwan con el gobierno nacionalista en una era cuando los tatuajes entusiastas eran aún una forma de estrategia militar. Pero hace diez años, el Gabinete de la República de China promulgó las Directrices para la Unificación Nacional, que consagran la nueva política de la isla hacia China continental. En resumen: “Ambos lados del Estrecho deberían poner fin al actual estado de hostilidad y, conforme al principio de una China, resolver todas las disputas a través de medios pacíficos”. Dos meses después, en mayo de 1991, la República de China renunció formalmente al uso de la fuerza militar como medio para la unificación.

¿Habrá guerra? Depende de con quién se hable, y a quién le crea. El vice primer ministro de la República Popular China (PRC, siglas en inglés), Qian Qichen, ha pronunciado recientemente palabras favorables, abriendo posibilidades nuevas y más flexibles para el diálogo a través del Estrecho. Zhou Mingwei, por otra parte, narra una historia diferente. En una visita reciente a Nueva York, Zhou, quien es subdirector de la Oficina para Asuntos de Taiwan del Consejo de Estado de la República Popular China, dijo de modo terminante que “la única alternativa para la unificación era la guerra”. Por ello, hay que asumir lo peor. ¿Podría Taiwan ganar una guerra contra China continental?

Según Wu Shih-wen, ministro de la defensa nacional de la República de China, la política de defensa de la República de China se resume en “la disuasión efectiva y una sólida postura defensiva”. Con ésto en mente, las fuerzas armadas emprendieron un programa de reducción de personal. Para finales de junio de 2000, las fuerzas armadas de Taiwan habían sido reducidas drásticamente, de más de 450.000 a 380.000: 190.000 de personal militar, 50.000 de la fuerza naval y el mismo número para la aérea, y los 90.000 restantes se dividieron entre servicios combinados, el Comando de Reserva de las Fuerzas Armadas, el personal no combatiente, y la policía militar. La cuota para defensa del presupuesto total también ha sido reducida, de un 35 por ciento en 1990 a 24,5 por ciento en 1995, y llegando a menos del 17 por ciento en 2001.

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El avión de defensa autóctono, fabricado en Taiwan, debe primero batallar con la percepción negativa del público en cuanto a su confiabilidad y funcionamiento.

En comparación, la República Popular China tiene 2,4 millones de personas en sus fuerzas armadas, incluyendo 1,6 millones de ejército, 330.000 de personal de las fuerzas aéreas, 350.000 marineros, y 120.000 en el Cuerpo Segundo de Artillería. El presupuesto para defensa ha ido creciendo a un ritmo de entre 12 y 27 por ciento anual durante la última década.

Estas estadísticas no necesariamente significan hostilidad. Pero otros signos son menos ambiguos, por ejemplo las famosas pruebas de misiles de 1996, y los ejercicios conjuntos de desembarque de la Fuerza Armada de Liberación del Pueblo (PLA, siglas en inglés) en 1999 que fueron “claramente dirigidos contra un objetivo potencial específico”, como lo indicó en ese momento el Ministerio de la Defensa Nacional de la República de China (MND, siglas en inglés). Durante las últimas cinco décadas, la PRC nunca ha dado el mínimo indicio de que podría estar lista para renunciar al uso de la fuerza contra Taiwan. En las palabras del primer ministro de la PRC, Zhu Rongji, en marzo del año pasado, “el pueblo chino está listo para derramar sangre y sacrificar sus vidas para defender la soberanía y la integridad territorial de la tierra madre”.

En “Defensa Nacional de China en 2000”, un libro blanco publicado el pasado octubre, Pekín asentó su última versión de las tres condiciones que conducirían al uso de la fuerza contra Taiwan: si la isla declara su independencia, si fuera a ser invadida por un país extranjero, o si Taiwan se rehusa a negociar la unificación por un período indefinido. Andrew Yang, secretario general del Consejo Chino de Estudios Avanzados sobre Política en Taipei, una organización privada que se especializa en investigar los asuntos militares y de seguridad de Asia y el Pacífico, indica que la PRC está adoptando el método de la zanahoria y el garrote con respecto a este asunto. “Por un lado, ofrece soluciones pacíficas a través de negociaciones bajo la política de ‘una China’”, dice. “Por el otro, coloca presión en Taiwan, demostrando su poderío militar y publicando condiciones para el uso de esa fuerza”.

Si las hostilidades estallan, muchos analistas, incluyendo los del MND de Taiwan, creen que los misiles —la PRC tiene al menos 400 y su número continúa aumentando— serán la primera línea de ataque, combinados posiblemente con un bloqueo marítimo. Pero todo es posible. Dos coroneles de la PLA, Qiao Liang y Wang Xiangsui, provocaron controversia hace dos años al mencionar la idea de “potencia ofensiva ilimitada y asimétrica” donde todos los medios, militares y no militares, se utilizan para ganar una lucha, irrespectivamente de las limitaciones de campo o sin campo. La ofensiva de información electrónica es una posibilidad obvia. Esta es capaz de desactivar computadoras a través del uso de virus, la intrusión informática, y el envío de avisos vía Internet.

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Reclutar el personal cualificado es sólo parte del problema. Animar a los pilotos entrenados a quedarse en la fuerza aérea está volviéndose mucho más difícil.

u Shih-wen, ministro de defensa, admite que un bloqueo de la isla está dentro de las capacidades de la PRC, pero indica que, en el mejor de los casos, sería parcial. El transporte marítimo de entrada, por ejemplo del vital petróleo, podría traerse vía líneas marítimas por el lado este de la isla, que están más allá del alcance de la PLA. La PRC sabe que serían necesarias confrontaciones militares significativas para doblegar a Taiwan. Es casi seguro que los misiles sean el primer recurso en el primer ataque.

Este es un gran dolor de cabeza para Taiwan, que todavía no posee defensas adecuadas contra tal ataque. De hecho, aunque se han realizado muchos esfuerzos para desarrollar sistemas infalibles de defensa contra misiles, hasta ahora ningún país ha logrado descifrar el código. “A pesar de todos los medios de defensa disponibles, algunos misiles lograrán llegar a su objetivo”, dice Damon Bristow, jefe del Programa de Asia del Instituto de Servicios Unidos Reales para Estudios sobre Defensa en Londres, y un experto sobre el equilibrio militar Taiwan-China continental. “Me pregunto con frecuencia si no sería mejor educar al pueblo sobre las consecuencias de un posible ataque, en vez de pretender comprar un sistema capaz de destruir todos los misiles”.

En el caso de Taiwan, las consecuencias de un ataque aéreo masivo y coordinado, empleando varios cientos de misiles balísticos, sin virtualmente ningún aviso, incluirían la inhabilitación de las defensas aéreas y de los sistemas de alarma; el deterioro de los centros de comando, control y comunicaciones; la devastación de los principales aeropuertos; y muchas víctimas. Pero éso sólo sería la introducción. “Los misiles y ataques aéreos no pueden realmente ganar una guerra”, dice Andrew Yang. “Al final, se tiene que ‘tomar el poder’, ocupando el territorio si realmente quiere controlarlo”.

La superioridad aérea y marítima es un prerequisito para que cualquier operación de desembarque anfibia sea exitosa. Según un Informe sobre Defensa Nacional de la República de China para el año 2000, la fuerza aérea de la PLA tiene 4.000 aviones de guerra en condiciones de servicio. Una cuarta parte de ellos se encuentra desplegada a unas 600 millas náuticas de Taiwan y está en estado de alerta operacional. La fuerza aérea de la República de China sólo tiene alrededor de 600 aviones de guerra. En el supuesto de que China continental lance un ataque de misiles sin aviso, algunos de los aviones de Taiwan serían destruidos en la primera ola, pero un número considerable se haya escondido en refugios cavados en las montañas, y éstos sobrevivirían.

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La República de China espera adquirir más armamento avanzado y completo del exterior en el futuro, pero sus posibilidades se ven empañadas por los factores políticos, tales como las relaciones Estados Unidos-China.

Entre los analistas militares hay un amplio consenso de que la fuerza aérea de la PLA goza actualmente de superioridad cuantitativa, pero la posesión de sofisticados F-16 y Mirage 2000, le da a Taiwan la ventaja cualitativa. Durante un combate en el Estrecho de Taiwan, la calidad sería de mayor importancia, porque el espacio aéreo disponible para maniobras hostiles es demasiado pequeño. Se estima que sólo doscientos o trescientos interceptores podrían involucrarse en un momento dado.

Taiwan disfruta de una ventaja similar en el mar. Nuevamente, China continental goza de superioridad cuantitativa, pero para la PLA sería difícil desplegar sus navíos de guerra y submarinos en el angosto y llano estrecho. Eso no será así por mucho tiempo, gracias a la reciente compra de Pekín de destructores avanzados clase Sovremenny equipados con misiles del tipo SS-N-22 “Sunburn” para complementar sus submarinos de clase Kilo. Por el momento, sin embargo, las fuerzas armadas de Taiwan podrían evitar un intento de invasión por el Estrecho, y como indica Wu Shih-wen, con superioridad aérea y marítima, las fuerzas armadas de la República de China serían capaces de neutralizar a las tropas invasoras antes de que lleguen cerca de Taiwan. Eso sería probablemente lo mejor. “Si se llega al punto de que la PLA plante pie en las costas de Taiwan, la batalla está perdida”, dice Damon Bristow. “El objetivo debe girar en asegurarse de que no lleguen tan cerca”.

Algunos analistas colocan sus esperanzas en la extrema dificultad de organizar una arremetida anfibia exitosa en Taiwan, que en el presente no está dentro de las capacidades de la PLA, aun cuando pueda de alguna manera lograr el control del Estrecho. Andrew Yang estima que la PLA necesitaría transportar por mar por lo menos 100.000 tropas, pero actualmente sólo tiene capacidad de transportar entre 10.000 y 20.000. En los ejercicios recientes, la PLA ha tratado de mejorar sus capacidades de transporte, empleando navíos civiles, pero éstos aún tendrían que batallar contra el tiempo y la geografía.

El Estrecho de Taiwan tiene entre 90 y 100 millas de ancho en su punto más angosto, y frecuentemente es azotado por vientos fuertes. Tras pasar unas diez horas en mares encrespados, cualquier tropa que llegue a la costa seguramente estará muy desorientada a causa del mareo. Pero ése sería sólo el comienzo de sus problemas. La costa de Taiwan es rocosa en muchos lugares, y las zonas de desembarque se hallan actualmente protegidas en su mayoría por costas fangosas que se extienden entre dos y cinco millas. No es difícil imaginarse la destrucción de los bombardeos aéreos y el fuego de artillería que recaería en los invasores.

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Taiwan está bajo presión para progresar en su programa de desarrollo de misiles, porque China continental continúa adelantándose con sus propios avances tecnológicos.

isto de esta manera, las opciones abiertas a la PLA no son muy buenas. La opción más favorable sería una combinación de métodos de ataques desplegados simultáneamente, con énfasis especial en el sabotaje de información electrónica. Se sabe que la PLA está preparándose para una guerra regional luchada en un entorno de alta tecnología. Para ese fin, ha lanzado una serie de iniciativas que incluyen el fortalecimiento de sus programas para la formación de tropas en ciencias tecnológicas; además, está desarrollando misiles estratégicos y misiles de teatro, mejores y de mayor capacidad, y realizando una compra agresiva de sistemas de defensa de otros países.

Esto no implica que Taiwan se ha quedado rezagada. La isla está también dedicando enormes esfuerzos a la investigación y desarrollo de armas. El Instituto de Ciencias y Tecnología Chung-Shan, la principal institución de tecnología de defensa del país, ya ha diseñado un número de sistemas de defensa, tales como misiles de corto alcance, sistemas de control de fuego de artillería, y sistemas de guerra electrónicos navales. A diferencia de China continental, sin embargo, Taiwan recibe una bienvenida menos entusiasta por parte de los vendedores de armas extranjeras avanzadas. En general, sólo Estados Unidos y Francia están dispuestos a negociar con la República de China, y ningún país se atreve a vender todos los artículos de la lista de compra de Taiwan.

Esto tiene implicaciones negativas para el futuro de la isla. Según el más reciente libro blanco anual de Estados Unidos sobre las capacidades militares de la PRC, la superioridad cualitativa que disfruta actualmente la República de China se verá mermada alrededor del 2005, y para el 2010 la ventaja será firmemente a favor de la PRC. Aun cuando Taiwan, de pronto, fuera capaz de adquirir todo lo que desea, los problemas continuarían, porque aviones de guerra y misiles avanzados por sí sólos no garantizan la victoria. “El reto es sacar el mejor provecho del equipo militar que ya se posee”, dice Damon Bristow. “Eso no significa gastar enormes cantidades de dinero comprando sistemas nuevos, sino haciendo muchas cosas de menos envergadura, tales como reforzar la habilidad de usar y procesar información del campo de guerra, y compartirla entre los tres servicios”.

En otras palabras, si Taiwan quiere mantenerse a la vanguardia necesita los hombres mejor entrenados posible, junto con un sistema de comando excelente. Esto a su vez significa que hay que hacer ciertos ajustes a la estructura actual de comando. De hecho, la mayor reforma del sistema de defensa en los últimos años ha sido hacer lo posible para unificar la elaboración de políticas y la estructura de comando militar.

En el pasado, el Ministro de Defensa mantuvo el dominio solamente dentro de su propio ministerio, y las fuerzas armadas eran controladas por el Jefe General de Personal (CGS, siglas en inglés). Sin embargo, ahora, la Ley de Defensa Nacional, aprobada en enero del 2000, establece que el CGS es responsable ante el Ministro de Defensa Nacional, quien dirige directamente la comandancia general. “El sistema de comando militar es responsable de las estrategias de guerra y las fuerzas armadas, pero la política de defensa no sólo abarca asuntos militares sino también políticos, económicos y factores internacionales”, dice Andrew Yang. “La unificación de ambos sistemas es una tendencia internacional, porque ello mejora la administración y la eficiencia de todo el sistema de defensa”.

Las fuerzas armadas también han dado inicio a una serie de reformas. Por ejemplo, algunas divisiones y brigadas han sido reducidas y combinadas en unidades de servicio conjunto —pequeñas, de rápida respuesta, y muy bien adiestradas. No obstante, han habido otras dificultades. En particular, ha sido difícil hallar los recursos humanos especializados necesarios. La República de China mantiene una inmensa fuerza de reclutas. El período de servicio militar obligatorio es de veintidós meses. Durante los primeros seis meses se forma de modo severo a los adolescentes, para convertirlos en buenos soldados capaces de pasar a la etapa siguiente del entrenamiento: armamento de alta tecnología. Sin embargo, cuando el recluta común domina las sutilezas de los armamentos modernos, probablemente ya le queden pocos meses para darle de baja. Para solucionar esta situación, las fuerzas armadas han tratado de reclutar a más oficiales de carrera y suboficiales quienes estén dispuestos a quedarse un tiempo más largo en las fuerzas armadas.

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La PRC tiene cientos de misiles y su número va en aumento. Si hay guerra, algunos alcanzarán sus objetivos.

Pero muy poca gente desea seguir la carrera militar. El pago es pésimo, y las instalaciones, menesterosas. Al menos ésta es la noción común que se tiene del servicio militar en Taiwan. Andrew Yang ha observado el ejército de la isla durante mucho tiempo y con tal profundidad que no tiene dudas sobre su habilidad y disposición a defender el país. En cambio, la mayoría de los civiles no comparten su optimismo, tampoco tienen mucho interés en ello.

“Mucha gente cree que su deber es pagar los impuestos, y que luchar es deber del ejército”, dice Yang. “Pero se puede contar con todos los soldados y las armas del mundo y aún no estar seguro de la victoria. La defensa nacional debería ser la responsabilidad de todos. Si sólo la mitad de la población decidiera marcharse, en lugar de quedarse para apoyar a las fuerzas armadas, seguramente que perderíamos la guerra”. Si se considera la actitud de los residentes de Taiwan hacia la crisis de misiles de 1996, poco antes de la elección presidencial, cuando era simplemente imposible encontrar cupos en los vuelos para ir al extranjero, Yang tiene toda la razón para estar preocupado.

Yang cree que la falta de confianza prevaleciente en el público se debe en gran medida al concepto errado sobre la capacidad de defensa de Taiwan, y es responsabilidad del Gobierno corregirlo, haciendo más transparentes los asuntos relacionados con la defensa. El MND está de acuerdo. Hoy día, la política de defensa general, el entrenamiento de las fuerzas armadas, e incluso los detalles de algunos sistemas de ofensiva se han metido en la conciencia pública, gracias a la red intensiva de libros blancos, páginas de Internet, informaciones de prensa, y visitas a las bases militares. Este es un proceso que definitivamente el ministerio intenta continuar. Sin embargo, aún queda cierto trecho por recorrer.

El presupuesto para la defensa nacional se ha hecho más transparente, para que la gente tenga una idea de cómo se invierten sus impuestos. La partida para defensa fue categorizada en las secciones secreta y no secreta en 1992, ésta representaba no menos del 43 por ciento del total del presupuesto para defensa. El año pasado, la partida secreta se había reducido a 22 por ciento. En el prefacio del Informe para la Defensa Nacional del 2000, Wu Shih-wen, ministro de defensa nacional, indicó que la transparencia en los asuntos de defensa es un importante indicativo del desarrollo democrático de un país. “La idea es que la gente entienda, participe y apoye la defensa nacional, para así poder alcanzar la meta de la defensa total”, escribió. “Otra ventaja es que el enemigo estará al tanto de la fuerza y objetivos estratégicos de la República de China, lo que debería reducir la posibilidad de que surgan conflictos a raíz de malentendidos”.

No se pone en duda que el “enemigo” conozca con certeza mucho sobre el poderío y la estrategia de Taiwan, pero aún en la ausencia de “malentendidos” no hay garantía de que no surgirán conflictos, y tampoco se sabe cuándo podrían surgir. Algunas personas creen que si Pekín tiene éxito en su propuesta de ser el anfitrión de los Juegos Olímpicos 2008, habrá paz en el Estrecho por lo menos hasta que todos los atletas hayan vuelto a casa. Otros piensan que en algún momento entre 2005 y 2010, cuando la PLA haya alcanzado finalmente la superioridad cualitativa sobre las fuerzas armadas de la República de China, el “asunto de Taiwan” llegará a la crisis. “Las relaciones a través del Estrecho son muy inestables y sensibles”, dice Damon Bristow. “Pero hay cierta flexibilidad en ambos lados, lo que sugiere que la posición no es tan rígida como la gente siempre piensa”. Para él, muchas de las perspectivas más significativas deberían hallarse en las sutilezas de la política doméstica de China continental, pero al final siempre queda una posibilidad de que la PRC emplee la fuerza contra Taiwan.

Ya sea que el ataque sea mañana, la próxima década o nunca, las fuerzas armadas de Taiwan se fortalecerán para enfrentar lo que venga, y el MND continuará preparando a la población para todos los escenarios posibles. Wu Shih-wen, ministro de defensa, en forma clara captura el espíritu de los tiempos cuando dice: “Evitamos la guerra, pero no le tememos. No perseguimos la guerra, pero siempre estamos preparados para enfrentarla”.

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