Ma Ying-jeou y Vincent Siew se convirtieron en Presidente y Vicepresidente del Duodécimo Mandato Presidencial de la República de China (Taiwan) el 20 de mayo, en medio de la esperanza y las expectativas del pueblo de que cumplan las promesas que hicieron durante los meses de intensa campaña electoral: la mejora de la economía de la isla y las relaciones con China continental. La subida al poder de Ma, ex alcalde de Taipei y graduado de Harvard, marca el regreso del Kuomintang a la conducción de la nación, después de ocho años de gobierno del ahora opositor Partido Democrático Progresista.
Desde muy temprano, los partidarios de Ma y simpatizantes del Kuomintang se sumieron en un gran jubileo por doquier, el ambiente festivo se palpaba en muchos lugares de la isla. Entretanto, en un acto solemne realizado en la Oficina Presidencial, Ma fue juramentado ante Lai In-jaw, presidente del Yuan Judicial, donde prometió cumplir con la Constitución nacional y esforzarse lo máximo por cumplir con sus deberes. El nuevo vicepresidente Vincent Siew fue igualmente juramentado a continuación en un acto similar. Seguidamente, en un acto de carácter simbólico, Wang Jin-pyng, presidente del Yuan Legislativo, entregó los sellos del Estado al nuevo Presidente y Vicepresidente.
La celebración en la Arena de Taipei, un moderno complejo deportivo, se lució con la presencia de 530 dignatarios e invitados extranjeros, entre ellos, 22 enviados especiales de los 23 aliados diplomáticos de Taiwan. La delegación estadounidense fue la representación extranjera más numerosa en el evento, con 120 dignatarios que incluyeron congresistas, intelectuales y ex funcionarios gubernamentales. Allí se encontraron también líderes políticos del país, empresarios y delegados de organizaciones comerciales. El evento fue engalanado con las actuaciones de grupos de ópera taiwanesa, bailarines aborígenes y cantantes Hakka, así como artistas y cantantes de diferentes generaciones.
Sin embargo, el punto central del día fue el discurso de toma de posesión del nuevo Presidente. Frente a una multitud de 15.000 personas en la Arena de Taipei, en el centro de la ciudad. Ma Ying-jeou se dirigió durante 20 minutos al pueblo. El discurso fue transmitido en vivo ante las cámaras de televisión a toda la nación. En su alocución, Ma enfatizó que su mandato es una “oportunidad histórica para lograr la paz y la coprosperidad”. Además tocó una serie de aspectos importantes, tales como el espíritu de Taiwan, su determinación para revitalizar la economía en esta era de globalización y su deseo de fortalecer las relaciones de Taiwan con países que comparten ideas similares alrededor del mundo.
El presidente Ma y el vicepresidente Siew se dirigieron más tarde en el Tren de Alta Velocidad de Taiwan a la ciudad de Kaohsiung, en el extremo sur de Taiwan, para participar en un banquete de Estado junto a 900 invitados en el Grand Hi-Lai Hotel. Ma eligió esta ciudad portuaria por ser un lugar del que guarda gratos recuerdos de la época cuando cumplió el servicio militar obligatorio, donde vivió alrededor de dos años. Concluida la cena, una exhibición de 30 minutos de fuegos artificiales con música de fondo de la Orquesta Sinfónica de Kaohsiung iluminó la noche en la ribera del río Amor, poniendo fin a las actividades del día.
No obstante, la fiesta y la celebración no se limitaron a la Arena de Taipei y el Grand Hi-Lai Hotel. Las pequeñas fiestas y celebraciones ocurrieron simultáneamente en todos los rincones de la isla. Fue en las calles donde se sintió aún más el entusiamo de la gente y el optimismo que ha traído el cambio que representa el nuevo presidente Ma Ying-jeou. El nuevo Presidente ha despertado en los ciudadanos una confianza renovada en el sistema democrático y el futuro del país.
Se espera que la gestión del nuevo Gobierno dé vuelta a la página de políticas equivocadas, iniciando una nueva era para la democracia. Se pondrá a prueba la capacidad de estadista de Ma, un nuevo líder que ha augurado un Gobierno limpio, armonía social, relaciones bilaterales fortalecidas con Estados Unidos y un regreso a la mesa de negociaciones con el vecino continental del otro lado del Estrecho.