04/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Nueva vitalidad en la regeneración cultural

01/01/1996
Foto de Chang Su-ching

A continuación presentamos el texto completo del discurso de fondo:"Democracia en la República de China: Atrayendo nueva vitalidad en la regeneración cultural", pronunciado por el Presidente de la República de China, Lee Teng-hui, el 27 de agosto de 1995 en la inauguración de la Conferencia Internacional sobre la Consolidación de las Democracias de la Tercera Ola.

La conferencia, celebrada en Taipei, reunió a más de sesenta de los más respetados politólogos del mundo y líderes políticos de treinta países. La misma fue patrocinada por el Instituto de Estudios sobre Política Nacional de Taipei y el National Endowment for Democracy de Washington, D.C.

Uno de los muchos tópicos discutidos durante la reunión fue el significado inter­nacional de la experiencia del desarrollo político de T aiwan, especialmente durante la última década, para el gran número de naciones que se han democratizado en los últimos cincuenta años y están ahora bus­cando consolidar su democracia mediante el fortalecimiento de sus instituciones sociales, políticas y culturales.


Distinguidos invitados, Damas y Caballeros:

Constituye un honor para mí estar hoy con Ustedes en Taipei en la ceremo­nia de inauguración de la Conferencia Internacional sobre la Consolidación de las Democracias de la Tercera Ola, patro­cinada por el Instituto de Estudios sobre Política Nacional de Taipei y el National Endowment for Democracy de Washington, D.C. Esta significativa conferencia reúne a líderes políticos y distinguidos académicos de casi treinta países que comparten un gran interés en la noble causa de la democracia para compartir sus opiniones acerca de la práctica de la democracia con los expertos de la República de China en los próximos cuatro días. En esta ocasión propicia, deseo expresar en nombre del gobierno y del pueblo de la República de China mis sinceras felicitaciones por la celebración de esta importante conferencia, así como mi cordial bienvenida a los distinguidos invitados que han venido de ultramar.

El año pasado, el ex-presidente soviético Mijail Gorbachov aceptó una invitación para visitar la República de China. Durante mi reunión con él, intercambiamos opiniones acerca de las reformas en la ex-Unión Soviética. Le dije en aquella ocasión que las reformas políticas y económicas son ecuaciones simultáneas con dos interrogantes. Lo que quise decir es que las reformas políticas y económicas son mutuamente indispen­sables; resulta difícil llegar a algún sitio enfocando sólo una de ellas. Cuál de esas ecuaciones debe ser resuelta primero depende de las condiciones y problemas de cada país. Para la República de China en Taiwan, las reformas económicas dirigieron claramente el camino, mientras que las reformas políticas llegaron solamente después cuando el tiempo y las condiciones fueron adecuadas.

De hecho, la reforma o el desarrollo político no puede depender solamente de las mejoras económicas como medida de apoyo, al contrario, esto debe ser determinado por cada situación en particular. Lo que denominamos como reforma o desarrollo político es un proyecto social enormemente complejo que no solamente involucra toda clase de or­ganizaciones y fuerzas sociales, sino que también está íntimamente ligado con el legado cultural. En cada sociedad, la cultura influye sobre el desarrollo político de una forma u otra. La cultura puede ser comparada con el factor x en la fórmula f(x); es decir, un diferente legado cultural producirá un desarrollo o resultado político diferente.

Los académicos que examinan el desarrollo político de China desde una posición histórica o cultural se han visto generalmente atraídos en la formulación de sus teorías con datos históricos para explicar los problemas políticos actuales y predecir las futuras direcciones. Por ejemplo, algunos académicos sostienen que China posiblemente no podrá apartarse del autoritarismo en su desarrollo político, debido a que la sociedad china ha valorado tradicionalmente la autoridad, y está fuertemente orientada hacia el grupo, carece de individualismo, y no respeta los derechos humanos. Si bien esta clase de opinión puede ser analizada con más profundidad como un asunto académico, también debe ofrecer una interpretación razonable sobre la situación actual antes de que se vuelva aceptable. Resulta claro que la mayoría de las observaciones del pasado basadas en la historia y cultura china tradicional no pueden explicar adecuadamente el desarrollo político de Taiwan en los últimos cinco años. Por lo tanto, debemos separar primero los hechos reales del desarrollo político de una nación y después estudiar su legado cultural, antes de poder determinar objetivamente los lazos que existen entre ambos.

Claro está, los factores determinantes de una exitosa reforma o desarrollo político son sumamente complejos. No podemos tomar el legado cultural como único factor importante. Probablemente la mayoría de los politólogos admitirían que el orden político no es solamente un concepto abstracto. Por ejemplo, aunque las democracias comparten ciertos principios fundamentales en común, existen dife­rencias, y no tan pequeñas que digamos, en cuanto al contenido real y la forma de implementación; incluso entre Europa Occidental y los Estados Unidos, que son culturalmente bastante similares. Estas diferencias institucionales siguen preci­samente después de las diferencias de condiciones históricas y tradiciones culturales de cada país o sociedad. Por lo tanto, desearía poner en esta ocasión al celebrarse este seminario académico, como ejemplo nuestra reforma y desarrollo político en la República de China en Taiwan, y a la vez presentar una explicación histórica y cultural en lugar de una interpretacion económica. Por favor compartan conmigo sus eruditos puntos de vistas sobre sus méritos académicos.

La República de China en Taiwan es una parte del gran sistema cultural chino. Durante dos milenios, el orden político chino involucró un gobierno de poder centralizado dirigido por un emperador. Carecía de una democracia al estilo occidental y un sistema parlamentario. Todos esos son hechos históricos. Después de la Guerra de Resistencia contra Japón de 1937 a 1945, el Partido Comunista Chino se rebeló y el Gobierno de la República de China promulgó en 1948 las Disposiciones Temporales durante el Período de la Rebelión Comunista. Al año siguiente, el Gobierno de la República de China se trasladó a Taiwan. Debido a las amenazas comunistas, las Disposiciones Temporales se mantuvieron en vigor durante 43 años antes de que fueran abolidas en 1991. Esas disposiciones restringían los derechos concedidos al pueblo por la Constitución de la República de China, sumiendo al país en un estado de guerra bajo la ley marcial.

Sin embargo, en menos de cinco años a partir del levantamiento de las Dispo­siciones Temporales, la República de China ha llevado a cabo una serie de reformas políticas, incluyendo la enmienda de la Constitución; la terminación del Período de la Movilización Nacional para la Supresión de la Rebelión Comunista; la jubilación de todos los miembros del primer período de la Asamblea Nacional, del Yuan de Control y del Yuan Legislativo; elecciones para todos los escaños de los dos órganos parlamentarios; y la aprobación de las leyes que rigen la elección popular del Gobernador de la Provincia de Taiwan y los alcaldes de los municipios especiales de Taipei y Kaohsiung, así como la elección directa del Presidente y del Vicepresidente. Consecuentemente, la República de China se ha convertido en un país democrático donde el "poder radica en el pueblo".

Hasta la fecha, la República de China se ha encaminado hacia la democracia sin una autoridad política absoluta o un monopolio político irrazonable. Muchos puntos de vista políticos diferentes coexisten en nuestra sociedad, resultando en la formación de partidos políticos que han podido mantener básicamente la sensatez y han podido competir justa y razonablemente para ganar el apoyo del pueblo. Los ciudadanos de la República de China también han podido hacer ejercicio de sus libertades y derechos dentro del marco de la ley. La República de China no sólo ha creado un "milagro económico", sino también un "milagro político" que muchos han calificado como una "revolución tranquila".

A pesar del engorroso legado de dos mil años de un sistema imperial y de las tribulaciones durante más de cincuenta años de rebelión comunista, la República de China ha logrado completar esta tarea histórica de la reconfiguración política pacífica. Este hecho merece la atención de los académicos en los campos de las humanidades y las ciencias sociales. Creo que existen muchos niveles de razones que explican este éxito, y que los factores en cada nivel juegan un papel necesario. Desearía ahora echar un vistazo a la influencia que ha tenido la antigua filosofía política en el desarrollo político de nuestra nación en cuanto a lo que la cultura china dice acerca de las relaciones entre el gobierno y el pueblo.

La democracia es un sistema político donde el público es el principal ente político. Su meta final es crear el mayor bienestar para el pueblo. Aunque este precepto ha sido realizado de varias formas a través del tiempo, nadie se ha desviado del principio de que el "poder radica en el pueblo", el sine qua non de la democracia. Sin embargo, existe cierta disparidad entre el precepto de democracia y sus mani­festaciones políticas. Una vez que la humanidad comenzó a formar grupos sociales mayores y más complejos, los asuntos públicos fueron confiados a pocas personas debido a que no podían ser manejados por todos los miembros del grupo. Dicho de otra manera, una minoría se convirtió en gobernante, mientras que la mayoría se convirtió en gobernada. Los gobernantes tienen poder y dominan cada vez más recursos, mientras que los gobernados pierden autonomía y son manipulados. Teóricamente, esta era una dirección virtualmente inevitable que tomaría varias formas de categorías políticas.

Como es imposible que el pueblo administre directamente los asuntos nacionales, las naciones republicanas que han surgido del yugo monárquico sólo han sido capaces de poner en práctica lo que se ha denominado democracia indirecta. Definir razonablemente la relación entre un gobierno que tiene autoridad pública y lleva a cabo sus asuntos públicos, y el pueblo a quien le pertenece la soberanía, es un tema que nos concierne a todos.

Al igual que otros sistemas políticos, las democracias del mundo actual han sido el resultado del desarrollo histórico, y posiblemente no hay dos países que sean exactamente iguales en este aspecto. Para algunos países que son más maduros democráticamente, el proceso de desarrollo ha sido tenue; para otros, el mismo ha sido bastante drástico. Pero el concepto básico de la democracia siempre se ha desarrollado de una relación antagónica entre el pueblo y su gobierno. Como las democracias occidentales surgieron generalmente de las monarquías, resulta natural que el anta­gonismo surgiera posiblemente cuando el pueblo luchó por obtener el poder del monarca. Por lo tanto, una discusión acerca de la naturaleza de la democracia debe estar basada en el trasfondo histórico de cada país.

Mirando retrospectivamente las experiencias históricas de Europa Occidental, los gobernados intentaron obtener parte del poder que tenía el gobierno por diversos medios. En el transcurso de su lucha, algunos reyes fueron enviados a la guillotina, otros fueron enviados al exilio y muchos fueron reducidos a gobernantes de nombre. El resultado final fue que el pueblo escaló invariablemente al estatus de conductores del país. El desarrollo democrático contemporáneo en Europa muestra que mientras más tranquila sea la lucha por el poder, más lenta pero estable es la transformación de la institución y el sistema político nacional. Al contrario, mientras más intensa sea la lucha, más rápida y turbulenta resulta la transfor­mación. Esta última tendencia produce un impacto social mucho más grande que la anterior.

La reforma política de la República de China en Taiwan durante los últimos cinco años podría calificarse de dramática y muy rápida, si la comparamos con los dos mil años de historia china o los ochenta y tantos años de historia de la República de China. Más aún, el precio que hemos pagado por ello ha sido minúsculo. Nuestra economía ha continuado expandiéndose, la sociedad se ha desarrollado, la educación y la cultura han progresado, y la vida de la gente se ha vuelto más prospera. ¿Cuál es la razón de ésto? Con frecuencia, me he preguntado si la regla de que la democracia que ha surgido del antagonismo entre el pueblo y su gobierno puede ser una explicación satisfactoria al desarrollo político de Taiwan durante los últimos cinco años. Creo que la respuesta razonable se encuentra en nuestra herencia cultural, un factor que existe en un nivel relativa­mente profundo en la gente o en la sociedad. Debemos observarlo cuidadosamente, pues está con frecuencia obscurecido por la ardiente lucha por el poder.

"Siguiendo el corazón de la gente", una tésis filosófica que se encuentra en el El Libro de la historia de la China antigua, podría también servir de definición sucinta a la esencia de la democracia moderna. Este tipo de precepto, el cual debía seguir el jefe de una nación, prevalecía ampliamente en la antigua cultura china. Esto prueba bastante bien que el pensamiento político de la época consistía básicamente en que el objetivo final de la política era satisfacer los deseos del pueblo, de igual modo, el pensamiento democrático de hoy, también hace énfasis en que el gobierno tiene una función similar.

Entre muchos documentos que incluyen esta filosofía política, el más importante data de la era del Rey Yu durante el Siglo XXI a.C., Kao Yao, que estaba a cargo de los asuntos legales, reprendió al Rey Yu, diciéndole, "El Cielo puede ver y oir a través de los ojos y los oídos de la gente; el Cielo premia la virtud y castiga la maldad, y lo hace a través de la gente". Una frase similar fue usada en el Siglo XI a.C., cuando el Rey Wu de la Dinastía Chou envió tropas para eliminar al tirano Rey Chou de la Dinastía Shang.

En mi disertación, el pasado junio, en la Universidad de Cornell, mencioné especialmente esta antigua enseñanza, "Cualquiera que sea el deseo de la gente, el Cielo debe seguirlo". Estas palabras fueron las utilizadas en el juramento tomado por las tropas del Rey Wu antes de ir a la guerra en el Siglo XI a.C. Su significado es parecido a lo que dijo Kao Yao al Rey Yu, sin embargo, tiene un sentido más positivo. Como el Cielo satisface el deseo popular y el pueblo encuentra quien satisfaga su deseo, el pueblo se vuelve más enérgico; no es sólo una reflexión pasiva del deseo popular.

En el Siglo III a.C., Mencio también dijo: "Dale al pueblo lo que desea; nunca forces lo que aborrecen". De esta manera, se puede ganar el corazón y el apoyo del pueblo, y de este modo, la oportunidad para gobernar. Por consiguiente, la antigua sabiduría china recuerda a los gobernantes, prestar siempre mucha atención al deseo del pueblo y acatar el deseo popular, que es de hecho, la realización del concepto de soberanía popular.

El gobierno y el pueblo son una unidad simbiótica, este también es un viejo precepto político de nuestra nación. Los antiguos filósofos políticos chinos creían que el gobierno y el pueblo eran una unidad armoniosa, y no una dualidad antagónica. En el Siglo VII a.C., un historiador oficial de la Dinastía Chou citó el Libro de Hsia:"Si el pueblo no apoya a su monarca, ¿a quién va a apoyar? Si el monarca no tiene el apoyo del pueblo, no puede asegurar su reino". Una declaración similar se encuentra en el Libro de Shang.

Después de algunos siglos, cuando Confucio viajó por un gran número de diferentes estados para diseminar sus ideas, él aconsejó a los gobernadores practicar "el gobierno benevolente". Mencio también promovió "el gobierno digno de un rey". Ambos pregonaban que los gobernadores debían unir más al gobierno y al pueblo a través de su administración. Durante el Período de los Estados Guerreros del Siglo V al III a.C., los confucionistas usaron la metáfora, "El gobernante es la mente del pueblo, mientras que la gente es el cuerpo del gobernante". Así como la simbiótica relación de sobrevivencia entre el monarca de una nación y su pueblo, parece superficial que el cuerpo siga a la mente, tal cual la gente obedece a su gobernante; pero después de reflexionar un poco más, nos damos cuenta de que la mente depende de la protección del cuerpo para su seguridad, y que la mente es vulnerable a las lesiones cuando el cuerpo es lesionado.

Apegarse a lo que el pueblo desea, y considerar que el gobierno y el pueblo son una única entidad, son dos preceptos básicos de la democracia de hoy. Aunque, ambos principios rigieron antiguamente las actividades políticas de nuestros antepasados chinos, es una lástima que la formación subsecuente del pensamiento feudal impidiera el desarrollo de ese concepto. A pesar de todo, estos ideales no han desaparecido a través de los miles de años de la historia china; siempre han sido las metas que el pueblo chino ha perseguido constantemente.

Virtualmente, ningún emperador chino en la historia, por muy despótico o egoísta, se atrevió a repudiar abiertamente el deseo del pueblo, o a aclamar explícita­mente que el bienestar del pueblo no era precisamente el principal objetivo de la administración de su gobierno. Claramente, la influencia de esta filosofía política ha continuado hasta ahora. Tengo confianza en que, introduciendo en nuestro orde­namiento democrático moderno, estos preceptos políticos que, desde hace mucho tiempo inherentes a la cultura china, que exaltan la satisfacción del deseo del pueblo y declaran que el gobierno y el pueblo son una unidad, podremos infundir a la democracia una nueva vitalidad.

Es mi firme convicción que nuestro bagaje cultural es el factor más importante que ha permitido a la República de China, alcanzar exitosamente las reformas políticas en los últimos cinco años. Recientemente, mandé preparar un documento con las directrices de gobierno titulado "Gober­nando al Gran Taiwan, fortaleciendo la Nueva China", que hace hincapié en la tesis que afirma que nuestra profunda herencia cultural está en realidad incrustada en la experiencia de Taiwan en la creación del milagro económico y el milagro político. Esta herencia cultural se remonta al final del Siglo III a.C., la época clásica cuando aún el sistema imperial no se había incorporado. En ese entonces, la cultura china estaba fresca y pura, y no se había manchado con las políticas monárquicas de los últimos siglos.

Más de dos mil años nos separan de la cultura clásica china, por lo que no se puede transplantar a nuestra época tal como era, pero debemos, en cambio, transfor­marla creativamente. El "nuevo" término "una nueva cultura china" significa una transformación creativa, y ésta es la dirección que está siguiendo nuestro desarrollo cultural. Creo que la clásica civilización china, fresca y sin manchas, puede ser una inagotable fuente de ideas para nosotros.

Damas y Caballeros, Distinguidos invitados de todo el mundo que veneran la democracia y han participado en esta conferencia. Sin lugar a dudas, el resultado de la floreciente tendencia hacia las Democracias de la Tercera Ola es el hecho de que nos encontremos reunidos aquí, yendo más allá de las diferencias nacionales y culturales; y es también, la devoción y la dedicación a la democracia lo que nos une. Espero y creo que este estrecho lazo ayudará a aumentar nuestras áreas comunes de acuerdo y amistad mutua. Nosotros esperamos con vehemencia poder trabajar junto a cada uno de Uds. para incrementar la sofisticación de nuestro conocimiento teórico y la práctica empírica, y así construir un mundo que pertenezca real y completamente a la democracia. También esperamos profundamente que de esta conferencia, Uds. no sólo lleven a sus países, una valoración y un enten­dimiento más extenso del desarrollo de la democracia, sino también la conciencia del anhelo fervoroso del gobierno y del pueblo de la República de China, por un tratamiento equitativo y justo de nuestra nación en la comunidad internacional. Esperamos asimismo que las conferencias interna­cionales significativas tales como ésta, sean celebradas aquí más a menudo.

Para terminar, deseo que esta conferencia sea un total éxito y ¡Buena salud y bienestar para cada uno de Uds! Gracias .■

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