03/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Un camino escabroso por delante

01/05/1990
Foto de ROC Government Information Office Tienanmen, junio de 1989: si bien las memorias pueden estar desvaneciéndose por doquier en el mundo, en Hong Kong seguirán como recuerdo vivo de lo que podría venir en 1997.
Cada vez hay menos gente en Hong Kong que tiene fe en la promesa de los chinos comunistas de que el territorio podrá mantener su estilo de vida capitalista por 50 años y disfrutar de un "alto grado de autonomía", particularmente después de haber visto lo que ocurrió en Pekín el 4 de junio de 1989. Aunque la muchedumbre sigue atestando las calles y los negocios siguen produciendo ga­nancias, la calma es solamente superfi­cial. La confianza en el futuro del "Puerto Fragante" ha sido destrozada y es poco probable que se recobre antes de 1997. La masacre de Tienanmen no sola­mente sacudió al mundo, sino que tam­bién marcó un importante punto de viraje de las actitudes de la mayoría de la gente de Hong Kong. En ese día, mi­llones de residentes locales tradujeron sus sentimientos en acción al llenar las calles con manifestaciones de protesta contra la represión armada del movi­miento democrático del continente. "Ha sido la primera vez que tantas personas de Hong Kong, que habían sido generalmente apolíticas, se unieran para propósito político alguno", dice Szeto Wah (司徒華), un miembro del Consejo Legislativo (CoLeg). "El pueblo estaba muy enfurecido y muy triste al ver cómo los estudiantes y residentes de Pekín eran masacrados por el Ejército de Libe­ración Popular (ELP). Los comunistas mostraron su verdaderos colores con esta acción", dice Szeto, quien es tam­bién presidente de la Alianza de Hong Kong para Apoyar al Patriótico Movimiento Democrático en China, un grupo político prodemocrático que dirigió las manifestaciones y el movimiento demo­crático antes y después del incidente del 4 de junio. "Los temores acerca del futuro son también un sentimiento que prevalece entre los manifestantes. El eslogán 'Pekín 1989, Hong Kong 1997' atrajo la atención de todos", manifiesta Lee Wing Tat (李永達), presidente de la Junta del Distrito de Kwai Tsing en Hong Kong y también, uno de los porta­voces de la Alianza que encabeza Szeto. Cuando se firmó la Declaración Conjunta Sino-británica en 1984, muchos re­sidentes de Hong Kong y personas en otras partes sentían bastante confianza acerca del futuro. Ellos creían que la ne­cesidad económica haría que los líderes de Pekín se adhieran a la Declaración Conjunta. Pero la represión militar en Pekín cambió radicalmente esas expecta­tivas. De repente, la gente se dió cuenta hasta dónde llegarían sus futuros líderes para preservar su propio poder absoluto. La gente comenzó a preguntarse a sí: "Después de 1997, ¿usaría Pekín la fuerza en contra de los residentes de Hong Kong cuando llegase a considerar que una tal acción sea necesaria?" Esta pregunta ha dado lugar a preo­cupaciones relacionadas: "¿Aún tiene valor la Declaración Conjunta?" y "Nos protegerá realmente la Ley Básica?" Hasta ahora se debaten acaloradamente las respuestas a tales interrogantes. "Esos aspectos no eran problemas antes del 4 de junio", dice Lee, "pero ahora lo son". Los resultados de una en­cuesta de la opinión pública aparecidos en el South China Morning Post a fines de octubre de 1989 indican que el 70 por ciento de 600 encuestados ha expresado que tienen una falta de confianza en que la Ley Básica irá a garantizar la puesta en marcha de la política de "una nación, dos sistemas" tal como lo ha prometido Pekín. Los resultados de la encuesta fueron anunciados en el último día de una campaña de Pekín para solicitar los comentarios locales acerca de la Ley Básica. De acuerdo al comité responsable del ejerci­cio de consultas, menos de 10.000 consi­deraciones fueron recibidas en esta oca­sión, comparadas con 72.000 en una en­cuesta similar en 1988. "Más y más per­sonas han perdido el interés en el pro­ceso y piensan que es algo sin sentido", recalca Lee. "Básicamente, ellos no con­fian más en Pekín". Pero el Gobierno de Hong Kong aún cree en la Ley Básica. "La Declara­ción Conjunta es el cianotipo del futuro de Hong Kong", dice Mark Pinkstone, principal funcionario de información de Relaciones Pública en Ultramar del De­partamento de Servicios de Información de Hong Kong. "En ella hay varias ga­rantías para poder mantener nuestro estilo de vida por cincuenta años, así como también otras condiciones. La misma ha sido registrada tanto por Gran Bretaña como por China (continental) con las Naciones Unidas y ha sido publi­cada bajo el Artículo 102 de la Carta de las Naciones Unidas". De acuerdo a Pinkstone, esto significa que si el Go­bierno británico siente que Pekín no está cumpliendo con cualquiera de las condi­ciones de la Declaración Conjunta, podrá llevar al asunto ya sea al Consejo de Seguridad o a la Asamblea General de la ONU, y ellos tomarán los pasos que se consideren necesarios en contra de Pekín. "Estamos bajo el ojo vigilante de las Naciones Unidas", añade Pinkstone. Pinkstone dice que como Hong Kong es responsable del 60 por ciento de las inversiones extranjeras en China con­tinental, hacer cualquier cosa que vaya en contra de Hong Kong no sería del in­terés propio de Pekín. "Hong Kong es un huevo dorado, podríamos decir. Esto debe ser una buena garantía", dice Pinkstone. Otras personas en el escenario sostie­nen opiniones sorprendentemente dife­rentes. "La Declaración Conjunta fir­mada en 1984 indica que habrá una Ley Básica para preservar el alto grado de autonomía especial de Hong Kong", dice Peter Harris, profesor de Ciencias Polí­ticas en la Universidad China de Hong Kong. "Pero la dificultad está en que la Ley Básica se ha tornado bastante imper­tinente. La razón es que la Ley Básica es un documento legal y no hay nada en ella que trate sobre política. En otras pa­labras, la Ley Básica dice qué debe ser la ley, pero no toma en cuenta los aspectos inmediatos que no pueden ser pasados por alto. En pocas palabras, la Ley Básica es un mero pedazo de papel. Lo que im­porta no es lo que haya sido escrito, sino cómo lo interpretará la gente". Todas las cosas han cambiado debido al 4 de junio, añade Harris, y ahora incluso Inglaterra no confia en Pekín. "Anteriormente, el Gobierno bri­tánico decía que el acuerdo sino-británico trabajaría, pero ahora está hablando acerca de darle al pueblo de Hong Kong el derecho de vivir en Inglaterra", dice Harris, quien cree que esto muestra que el Gobierno británico se ha percatado que nada puede ser garantizado después de 1997. Un número de aspectos específicos en la Ley Básica se ha convertido en asuntos de seria preocupación, "especial­mente las condiciones acerca del acanto­namiento de unidades del ELP en Hong Kong y de quién tiene el derecho de in­terpretar la Ley Básica", dice Lee Kai Ming (李啟明), secretario general de la Federación de Sindicatos Laborales de Hong Kong y Kowloon y actualmente subdirector del Comité Consultivo de la Ley Básica (CCLB). "La gente está preo­cupada de que el ELP podrá ser usado en contra de los residentes de Hong Kong cuando los líderes de Pekín tengan disputas con el Gobierno y pueblo de Hong Kong. ¿Quién tendrá la palabra final acerca de la Ley Básica cuando ocurran controversias en ciertos aspectos de la misma?" Los líderes comunistas chinos, in­cluyendo a Teng Hsiao-ping (Deng Xiao­-ping), han indicado que ellos tienen planes de colocar tropas del ELP en Hong Kong después de 1997 como símbolo de defensa nacional, aunque el terri­torio será normalmente resguardado por sus propias fuerzas de seguridad. Pero los residentes de Hong Kong están muy al tanto de lo que la presencia del ELP significará. La masacre de Tienanmen aún está fresca en sus memorias. Una preocupación principal en Hong Kong es que cualquiera interpretación de la Ley Básica que sea conflictiva con la constitución de China continental será juzgada como nula e inválida, en base a lo que dice acerca de la superioridad de la constitución en el Artículo 5 de la constitución. "Esperamos que esto pueda ser cambiado de modo que la Ley Básica pueda ser superior a cualquier otra ley. Pero, obviamente Pekín nunca irá a aceptar esto", indica Lee Kai Ming. Pekín ya ha rechazado las peticiones de que el Gobierno del Hong Kong post-1997 tenga el poder de interpretar la Ley Básica en vez del Congreso Nacio­nal del Pueblo (CNP) en Pekín, que está controlado por el partido comunista. Martin Lee Chu-ming, también miembro del Consejo Legislativo, ha urgido en un reciente artículo de perió­dico que se deben hacer enmiendas im­portantes al borrador de la Ley Básica: "Se la debe interpretar como cualquier otra ley de la Región Administrativa Es­pecial. En otras palabras, las cortes y no el Comité Permanente del CNP, quienes deben tener jurisdicción. Tampoco el comité debe tener poder para revisar la constitucionalidad de las leyes aprobadas por la legislación de Hong Kong. Esto debe ser dejado solamente a las cortes de Hong Kong", indica él. Aunque se han mencionado otros problemas relacionados con la Ley Básica, la mayoría de los residentes de Hong Kong tienen una actitud de deses­peración en vez de preocupación acerca de esos asuntos. Por algo, gran parte de la población está compuesta por personas que han huido del continente o son hijos de los refugiados. Desde la posición ven­tajosa en que se halla Hong Kong, ellos han visto cómo China continental ha estado convulsionada por desórdenes po­líticos periódicos, culminando en la Re­volución Cultural de 1966-1976. Natural­mente, ellos no confían en el régimen de Pekín. "Si crees en los comunistas, lo la­mentarás", dice Lam Chak Piu (林澤飄), un Concejal Urbano de Hong Kong. "Cuando ellos quieren aprovecharte, ellos siempre dirán 'sí' a todo y promete­rán hacer cualquier cosa por tí, pero cuando ya no eres útil, ellos hacen oído sordo a todo lo que digas". Lam habla de su experiencia perso­nal bajo el yugo comunista antes de los años sesenta. El escapó desde la provin­cia de Kwangtung hacia Hong Kong en 1961, debido a que no podía soportar las constantes purgas y luchas entre el pueblo. Su esposa también escapó del territorio continental en 1962. El inició su vida en Hong Kong como un trabajador común hasta 1975, cuando se unió al Concejo sobre política de Vivienda Pública de Hong Kong, una organización cívica que hace recomendaciones sobre aspectos de vivienda pública al Gobierno de Hong Kong. En la actualidad, Lam es vicepresidente del Consejo. "Tengo una larga amistad con los trabajadores -viejos, jóvenes, educados y analfabetos", dice Lam. "Ellos tampoco creen en los comunistas. Los países de­mocráticos son gobernados mediante la ley, pero en un país despótico como China comunista, sus líderes hacen todo a su antojo y nunca se aferran a la ley. Mao Tse-tung, Hua Kuo-feng, Chao Tzu-yang, Chiang Tse-min -todos ellos tienen su propia forma de tratar con el pueblo. El pueblo chino sólo puede espe­rar por la gracia de un dictador para tener una vida apacible". "Después de lo que ocurrió en la Plaza Tienanmen, mucha gente ya no espera nada de la Ley Básica, ni tampoco yo", dice llanamente Szeto Wah. Szeto Wah y Martin Lee, dos legisladores libe­rales, fueron despedidos el 30 de octubre de 1989 del Comité para la Redacción de la Ley Básica (CRLB) por el Comité Per­manente del CNP en Pekín. El CNP dic­taminó que Szeto y Lee "ya no deben seguir participando en el trabajo de re­dacción del comité al menos que abando­nen su posición antagonista en contra del Gobierno chino y sus intentos por anular la Declaración Conjunta Sino­-británica sobre Hong Kong". La acción tomada fue principalmente el resultado de la participación activa de los dos legisladores en la Alianza de Hong Kong para Apoyar al Patriótico Movimiento Democrático en China. Di­rigidos por la alianza, un millón de ciuda­danos de Hong Kong marcharon por las calles en junio de 1989 para demostrar su solidaridad con los estudiantes en Pekín y lograron recolectar cerca de HK$4 mi­llones (cerca de medio millón de dó­lares) para ayudarles. La gente también ofreció voluntariamente frazadas para los manifestantes en Pekín, y después de la represión, se ofreció para donar sangre a los heridos. El oficialista Diario del Pueblo publicó posteriormente un ar­tículo que acusaba al pueblo de Hong Kong de "entrometerse directamente" y contribuir al brote de la "rebelión" en el territorio continental. "En realidad, después del 4 de junio, yo anuncié que no retornaría al CRLB", dice Szeto. "Su acción sencilla­mente muestra que ellos nos tienen miedo". Aún si fuera a retornar al comité, él cree que no podría hacer bien alguno debido a que los miembros del continente sobrepasan en número a los de Hong Kong, y los continentales sim­plemente rehusan considerar cualquier cosa que vaya en contra de los deseos de los líderes de Pekín. Los 59 miembros del CRLB cuentan con 23 representantes de Hong Kong (todos escogidos por Pekín) y 36 del te­rritorio continental. Pero después de la masacre de Pekín, dos de los 23 miembros de Hong Kong del CRLB, Louis Cha y Bishop Kwong, renunciaron formalmente. Ahora que Szeto y Lee también han salido, Pekín tiene una fácil mayoría de dos tercios en la votación que se requiere para aprobar cada artículo de la Ley Básica. Lee Wing Tat, anteriormente miembro del Comité Consultivo de la Ley Básica (CCLB), también renunció en octubre de 1989. "No creo que muchos de los miembros reflejaban en realidad los deseos del pueblo de Hong Kong", indica él. "Desde 1986, he pro­puesto repetidamente que se lleve a cabo una encuesta debido a que es la única forma de escuchar la verdadera voz del pueblo. Pero esto nunca ha sido acep­tado. No sea realmente a qué se deba esto. En octubre pasado, notando que noviembre de 1989 sería el último mes de trabajo del CCLB, volví a presentar la propuesta. Pero fue rechazada de nuevo, de manera que decidí renunciar para de­cirle al público que no deseo tener cone­xiones algunas con el informe final del CCLB. Yo no lo reconozco como un re­flejo de lo que quiere el pueblo de Hong Kong". Lee estuvo en el pasado muy preocupado acerca del contenido de la Ley Básica. La Junta del Distrito de Kwai Tsing, de la cual es director, discutió la Ley Básica en tres ocasiones para hacer lo mejor en aras de proteger los intereses del pueblo. "Somos la junta de distrito más positiva en Hong Kong", indica Lee. Pero ahora está muy decepcionado, añadiendo que la promesa de "Hong Kong gobernado por el pueblo de Hong Kong" hecha por Pekín ya no convence más. "Resulta peligroso para cualquiera creer en esto", dice el Dr.Stephen L.W. Tang (鄧龍威) de la Universidad China de Hong Kong. "Soy de la opinión que será el pueblo de Hong Kong el que tenga que enfrentarse a la realidad y serán los pensamientos de Pekín que go­bernarán Hong Kong después de 1997. Un claro ejemplo de esto ha sido que des­pués del 4 de junio, algunos líderes de Hong Kong fueron al territorio continen­tal y retornaron con un mensaje de los lí­deres de Pekín. En vez de exponer las opiniones de los residentes de Hong Kong, ellos sencillamente retornaron y nos dijeron que a Pekín no le gustaba esto o estaba molesto con aquello. ¿Qué se podrá esperar de ellos después de la toma en 1997?" Se han estado considerando má se­riamente las otras alternativas de vida bajo la Ley Básica, especialmente de parte de las clases media y alta de Hong Kong. En vez de esperar que alguien les otorgue algo, ello prefieren buscar la li­bertad y la democracia por otros medios: a través de la emigración. Reciente­mente, el South China Morning Post pu­blicó una carta de un lector, Law Yu-ling de los Nuevos Territorios, en que expresa este sentimiento común: "Mi Madre Patria está controlada por un régi­men brutal y mi gobierno solamente trata de eludir sus responsabilidades ante nosotros. El pueblo de Hong Kong sólo desea un pasaporte como escape de emergencia. Yo no lo usaré al menos que la situación política se torne mal en el futuro". Un pasaporte extranjero es actual­mente una posesión altamente cotizada, y los residentes de Hong Kong no escati­man esfuerzos por asegurarse uno. Muchos trabajadores de cuello blanco con alto nivel educativo se encuentran entre aquellos que están dejando el lugar, lo cual conduce a una fuga de ce­rebros que irá a reducir la competividad económica del territorio. De acuerdo con una encuesta publicada en diciembre de 1989 por el Instituto de Administra­ción de Personal de Hong Kong, el 55 por ciento de los trabajadores de cuello blanco ha respondido a dicha encuesta que ellos desean emigrar de Hong Kong antes de 1997. "Se proyecta que cerca de 55.000 personas emigren de Hong Kong en 1990", dice Mike Rowse, subcoordina­dor de información y especialista del De­partamento de Emigración del territorio. Esta cifra representa casi un tercio más de la cifra que partió en 1989. Muchos de esos emigrantes son trabajadores de cuello blanco que por lo general tienen las habilidades, educación y dinero nece­sarios para calificar por residencia en otros países. "El Gobierno de Hong Kong se ha dado cuenta que la confianza en el futuro durante los últimos años se ha conver­tido en un factor principal dentro de la decisión de emigrar en muchas per­sonas", dice Rowse. "Mi gobierno jugará un papel completo en restaurar la confianza. También buscamos que otros gobiernos aporten de su parte para com­partir la responsabilidad del futuro de Hong Kong", añade, refiriéndose a Gran Bretaña y China continental. Rowse también señala que el Go­bierno de Hong Kong ha tomado pasos para aumentar la confianza, incluyendo el entrenamiento de personas con ta­lentos, mejoramiento de las instalaciones educativas, aumentando las oportuni­dades de trabajo, y desarrollando la infraestructura. A pesar de la seria amenaza de la fuga de cerebros, Rowse hace én­fasis en que su gobierno nunca irá a im­poner control sobre la salida de la gente del territorio. "Tenemos una libertad total en Hong Kong", indica. "El de­recho de ir y venir libremente está garan­tizado en la Declaración Conjunta y el borrador de la Ley Básica, y eso es lo que hace que el lugar sea un sitio atractivo para que la gente viva o haga negocios. El día en que introduzcamos controles será el día en que comienza el fin de Hong Kong". Rowse se refiere a la obligación que tiene Gran Bretaña, que ha gobernado el territorio desde que la Armada de la Reina Victoria se lo arrebató de una China débil en 1842. Pero en menos de ocho años, la bandera de la Unión Jack será arriada para siempre en Hong Kong. Sin embargo, "hay una responsabilidad especial para el lugar debido a razones históricas y constitucionales", dice Rowse. Para muchos residentes de Hong Kong, la mejor forma de expresar esta responsabilidad sería otorgar pasaportes británicos. En un esfuerzo por detener esta fuga de cerebros, el Gobierno de Hong Kong ha estado cabildeando en Londres para que se le conceda ciudadanía y pasaportes británicos completos a todos los 3,25 mi­llones de chinos de Hong Kong nacidos en la colonia. Los miembros de los Con­sejos Ejecutivo y Legislativo, los dos cuerpos gubernamentales más altos en el territorio, han acordado unánimemente que a todos los nacionales británicos en Hong Kong se les otorgue el derecho de residencia en Gran Bretaña. Los miembros de mayor antigüedad en los dos consejos, Doña Lydia Dunn y Allen Lee, viajaron a Londres en noviembre de 1989 para cabildear por esta causa. Anteriormente, el pueblo de Hong Kong tenía nacionalidad británica com­pleta, incluyendo un pasaporte británico con el derecho de residencia en Ingla­terrra. Pero el derecho de residencia fue eliminado en 1962. Tras años de esfuerzos, por lo menos algunos residentes irán a recibir una respuesta afirmativa de Londres. El 20 de diciembre de 1989, el Secretario de Relaciones Exteriores bri­tánico, Douglas Hurd, anunció que las propuestas de nacionalidad de su gobierno, diciendo que Gran Bretaña otor­garía ciudadanía completa a 50.000 "jefes de familias" y sus familias, permi­tiendo que un total de cerca de 225.000 chinos de Hong Kong se asiente en Inglaterra. Hurd ha hecho hincapié en que el caso está orientado a mantener la gente en Hong Kong y darles confianza para enfrentarse al futuro bajo el Gobierno de China comunista. No está dirigido a traer más emigrantes a Gran Bretaña. El Secretario de Relaciones Exteriores también enfatizó que el esquema sería res­tringido a Hong Kong, se extendería a los próximos ocho años, y expiraría en 1997. El esquema no entraría en vigor sino hasta que la legislación sea aprobada por el Parlamento Británico en 1990. El Gobierno de Hong Kong, al mismo tiempo que expresaba su decep­ción por el rechazo del otorgamiento de completa ciudadanía a todos los porta­dores de pasaportes británicos en Hong Kong, ha descrito el paquete como una "contribución muy sustancial" para contrarrestar la fuga de cerebros. Un porta­ voz del Gobierno de Hong Kong dijo: "Creemos que esto ayudará a reestable­cer la confianza y estabilidad. El hecho que se ofrezca pasaportes completos en vez de certificados en entrada es un punto importante debido a que da gran certeza y aumenta la posibilidad de que los recipientes permanezcan en Hong Kong". Se ha establecido un sistema de puntos para los pasaportes que favorecerá a la gente clave en la comunidad. Las ca­lificaciones cubren la naturaleza de su oficio, experiencia en el trabajo, logros educativos, conexiones con Inglaterra, y conocimiento de la lengua inglesa. La administración del esquema y selección de las personas que son consideradas esen­ciales para la prosperidad del territorio serán llevadas a cabo totalmente en Hong Kong. El esquema ha sido considerado como parcializado en favor del sector pri­vado en vez del público. Se espera que aproximadamente dos tercios de los pa­saportes irán al sector privado, pero se darán consideraciones especiales a los servidores públicos cuyas posiciones los colocan en una posición "vulnerable" después del 1 de julio de 1997. Aquellos que se encuentran en puestos claves en la administración también recibirán puntos de calificación adicionales. Se estima que habrán cerca de 500.000 de solicitudes por los 50.000 pa­saportes para "jefes de familias" que serán emitidos. "El número está muy lejos de nuestra petición, y quedamos compro­metidos a seguir presionando el caso por todos los sujetos británicos de Hong Kong", manifestó la miembro del Con­sejo Legislativo Rosanna Tam a un grupo de reporteros al enterarse del anuncio. Tam dice que los legisladores de Hong Kong irán a luchar por los de­rechos de ciudadanía para todos los 3,25 millones de sujetos británicos en la colonia. Al mismo tiempo, las peticiones por cierta forma de "póliza de seguro inter­nacional" para el pueblo de Hong Kong han sido llevadas a cabo debido a que las garantías ofrecidas tanto por Gran Bre­taña como por China continental no son suficientes para crear confianza en el futuro. En vista de la gran participación internacional en territorio, donde los EE.UU. y Japón en particular tienen in­versiones sustanciales, muchos resi­dentes de Hong Kong esperan que un grupo de naciones, o tal vez la ONU en sí, puedan ser persuadidos para que re­dacten las provisiones de una Declara­ción Conjunta. En agosto de 1989, el diputado nor­teamericano Stephen J. Solarz, presi­dente del Subcomité de la Cámara para Asuntos de Asia y el Pacífico, hizo un lla­mado por un programa internacional que incluye a los EE.UU., Gran Bretaña, Canadá y otras naciones, bajo el cual el pueblo de Hong Kong podrá mudarse permanentemente a un país extranjero sin tener antes que satisfacer los exis­tentes requerimientos de residencia. Además de ayudar a restaurar la con­fianza entre los residentes de Hong Kong, él indica que un tal programa podría "darle a las autoridades de Pekín un incentivo mayor para comportarse más adecuadamente". En el mismo mes, el diputado John Edward Porter, jefe de la Junta del Con­greso para los Derechos Humanos, tam­bién propuso que la cuota de inmigración de los EE.UU. para Hong Kong fuese au­mentada de 5.000 a 50.000. Pero la mayoría de las personas en Hong Kong no serán afectadas por esos planes. La mayor parte de ellos no pueden darse el lujo de emigrar debido a que no tienen suficiente dinero, habili­dad y facilidad de lenguaje. "Los trabaja­dores en particular, se sienten desespe­radas", dice el miembro del Consejo Urbano, Lam Chak Piu. "Debido a que ellos no pueden ir a ningún lado, ellos tendrán sólo que esperar que llegue 1997 para saber que pasará con ellos". Lam señala que la cosa más triste para los tra­bajadores de medio o bajo nivel en Hong Kong es que ellos no pueden hacer nada para influenciar su futuro. Lam ya está considerando sus opciones. "He procla­mado abiertamente que si sufro de perse­cución política después de 1997, yo no lo toleraré y me iré de aquí en cualquier forma posible que pueda", indica él. El Gobierno de Hong Kong también está buscando que otras naciones sean formas de disuadir la fuga de cerebros. "Cualquier esquema que pueda darle al pueblo confianza para permanecer en Hong Kong después de 1997 y más allá, tendrá mi apoyo en principio, y yo creo que el Gobierno de Hong Kong respalda esto", dice Mike Rowse. La respuesta de China continental a este problema ha sido hasta ahora hóstil. Los líderes de Pekín consideran que es una pérdida de la dignidad que un con­sorcio de naciones trate de poner fianza en las 5,8 millones de personas de Hong Kong en vísperas de la restauración de la soberanía china. "La cuestión de salvar la cara es importante para los chinos", dice Lam Chak Piu. Lee Wing Tat dice: "Es importante para Hong Kong que se otorgue una póliza de seguro internacional para que se pueda mantener la prosperidad de Hong Kong. La gente local no desean irse en realidad, ellos sólo desean tener algún seguro". Otra consideración es que si el pueblo de Hong Kong no tiene una "salida de emergencia" que esté abierta, los chinos comunistas podrán hacer lo que quieran en el territorio sin presiones algunas desde el exterior. Pero Pekín ha advertido repetidamente que la internacionalización del asunto de Hong Kong es peligroso. Ellos consideran que el asunto de Hong Kong debe ser un asunto bilateral con Gran Bretaña hasta 1997 y un asunto interno después que se haya reasumido la soberanía china en Hong Kong por parte de China continen­tal. "Estoy de acuerdo que Hong Kong debe ser neutralizado políticamente debido a su economía internacional", dice Lee Kai Ming de la Federación de Sindicatos Laborales de Hong Kong y Kowloon. "Si Hong Kong fuese contro­lada por cualquier nación -incluyendo China continental- esto significaría que no se tomarían en consideración los otros intereses, y que iría a afectar la eco­nomía local. Como Pekín ha prometido poner en marcha la fórmula de 'una nación, dos sistemas' en Hong Kong, se debe excluir la política". Es aquí donde está el dilema para muchos residentes de Hong Kong. Ellos quieren a Hong Kong. Ellos no desean irse, pero ellos temen quedarse. Esto es esencialmente verdad para los cerca de dos millones de trabajadores, quienes tendrán que quedarse quieran o no. Debido a que esa gente están temerosas del dominio de los comunistas, ellos han presionado al Gobierno de Hong Kong para que introduzca un mandato más de­ mocrático con la esperanza de que Pekín encuentre más difícil deshacerse de las reformas democráticas después de 1997. El gobierno representativo es consi­derado como una medida de democracia en Hong Kong y se han hecho esfuerzos en el pasado para instituir elecciones di­rectas para la legislatura de Hong Kong. Desde que fue creada en 1942, los miembros han sido asignados por el Gobernador de Hong Kong. Respondiendo al creciente reclamo por los residentes, el Gobierno británico aprobó elecciones indirectas para la legislatura de Hong Kong en 1985, cuando algunos de los le­gisladores fueron electos por primera vez por varios grupos funcionales, por las 19 Juntas de Distrito, por el Consejo Urbano, y por el Consejo Regional de los Nuevos Territorios. El Gobierno de Hong Kong ha prometido incluso permitir que parte de los asientos legislativos serán elegidos direc­tamente por sufragio universal a partir de 1988. En mayo de 1987, se emitió un "Documento Verde" para delinear el plan de esta renovación política. Pero a inicios de 1988, la confianza pública sufrió un golpe cuando el Gobierno de Hong Kong decidió aplazar las elecciones directas al Consejo Legislativo hasta 1991, cuando los miembros electos irán a ocupar 10 de 56 asientos en el Consejo Legislativo. También han habido lla­mados para que por lo menos el 40 por ciento de la legislatura del Hong Kong post-1997 sea elegido popularmente, pero no hay una decisión definitiva acerca de esto debido a la abierta oposi­ción de Pekín a esas y otras medidas para establecer una democracia representativa en Hong Kong. En un libro publicado en 1988, titu­lado Ley Básica, preguntas básicas, el editor William McGurn ha notado que el aplazamiento de las elecciones directas en Hong Kong hasta 1991 significa que no vendrán sino hasta después de ha­berse promulgado la Ley Básica, lo cual a su vez significa que la miniconstitución de Hong Kong tendrá que ser escrita y decidida por encima del pueblo que tendrá que vivir bajo ella. Peor aún, Pekín ha echado por el suelo las esperanzas de Hong Kong por una amplia democracia después de la toma en 1997, al declarar el 15 de di­ciembre de 1989 que solamente 18 de los 60 miembros del CoLeg podrán ser ele­gidos directamente en 1997. Esto lo deci­dió el Comité de Redacción de la Ley Básica en una sesión en Cantón y es otra clara indicación que Pekín tendrá la pa­labra final en los futuros asuntos de Hong Kong. El legislador Martin Lee Chu-ming escribió para protestar contra esta deci­sión en un artículo titulado "Los resi­dentes deben luchar por el futuro" que apareció en el South China Morning Post en 1989. Lee comentó: "Se debe estable­cer una democracia completa en Hong Kong después de 1997. Después de la masacre en Pekín y la subsecuente supre­sión, nadie cree que China le dará a Hong Kong una democracia genuina des­pués de 1997. Sería muy tonto esperar que China (continental) nos dé más des­pués de la entrega. Esto significaría que el desarrollo democrático de Hong Kong será decidido por la Ley Básica. Del bo­rrador actual, terminaremos teniendo so­lamente una democracia de nombre". Los residentes del territorio también están demandando una reforma demo­crática más rápida en otras áreas, tales como la formación de partidos políticos. "Después de continuos esfuerzos en los últimos años, el movimiento democrá­tico en Hong Kong deberá tomar una misión mayor -el establecimiento de par­tidos políticos", dice Szeto Wah. Aunque todavía está en una etapa de pla­nificación, el primer partido posible­mente se forme este año a iniciativa de Liang Chih-hung, miembro del Consejo Legislativo de Hong Kong. La Alianza de Szeto Wah está también muy entu­siasmada en promover este desarrollo. "Confío que nosotros iremos finalmente a establecer una política multipartidista en Hong Kong", dice él. La promulgación de una Declaración de Derechos se ha convertido en otro asunto candente. China continental tiene un record abismal con respecto a los derechos humanos, y ella no ha fir­mado el Convenio internacional sobre los Derechos Civiles y Políticos, que exige a los países signatarios a respetar los derechos de sus ciudadanos y a per­mitir una observación regular por un comité internacional independiente de derechos humanos. Después de la firma de la Declaración Conjunta en 1984, al­gunos de los residentes de Hong Kong han propuesto la promulgación de una Declaración de Derechos que sería supe­rior a todas las otras leyes locales, como medio para proteger sus derechos des­pués de 1997. La necesidad de deletrear los derechos legales se hizo sentir más fuertemente después de la masacre de Tienanmen. En agosto de 1989, los Go­biernos de Hong Kong y Gran Bretaña prometieron que las autoridades estaban preparadas para arriesgarse a la ira de Pekín para asegurar que sus libertades serían protegidas. Pero de acuerdo con los recientes desarrollos, pareciera que ellos se doblegarán de nuevo ante la pre­sión de Pekín al rebajar el tenor de la de­claración, que debe ser aprobada por los Consejos Ejecutivo y Legislativo. El Gobierno británico también ha estado negociado con Pekín en esos asuntos, pero parece que no existen re­sultados concretos. A inicios de di­ciembre de 1989, los miembros de un Grupo de Enlace Conjunto Sino­ británico (GEC), que negocia los tér­minos y condiciones de la entrega de la colonia de parte de Gran Bretaña a Pekín, se reunieron por primera vez en Hong Kong desde el incidente de la Plaza Tienanmen, pero no lograron llegar a ningún acuerdo. En esta 14a reu­nión del GEC, Inglaterra tenía original­mente planes para discutir el futuro papel de Hong Kong en las organiza­ciones internacionales, su leyes post-1997, la redaccción de la Declaración de Derechos, y el establecimiento de una corte de apelación final en Hong Kong. El Gobernador de Hong Kong, Sir David Wilson, hizo una visita de tres días a Pekín del 10 al 12 de enero para cubrir las profundas diferencias con los líderes de Pekín con respecto al futuro del territorio. Después, aunque él descri­bió la visita como "provechosa" para ali­viar la crisis sobre Hong Kong, él tuvo sin embargo que admitir que aún perma­necen las principales diferencias entre ambos lados. Pekín se ha vuelto particularmente molesto con el clima político en Hong Kong desde verano de 1989, y se ha opuesto claramente a los activistas de la democracia en el territorio y su movi­miento. El 11 de diciembre de 1989, Shao Tien-jen, un alto funcionario de China continental que participa en el Comité de Redacción de la Ley Básica, le dijo a los reporteros que había una "necesidad real" de parar a la gente de Hong Kong de estar interfiriendo en los asuntos del continente mediante la inser­tación de una cláusula en la Ley Básica prohibiendo las actividades subversivas en contra de China comunista. A partir de entonces, el CRLB, con su mayoría proveniente de China conti­nental, decidió incluir la cláusula anti­subversiva en el Artículo 23 de la Ley Básica. La cláusula estipula que el futuro Gobierno de la Región Administrativa Especial en Hong Kong irá a promulgar leyes para "proscribir cualquier acto de traición, secesión, sedición, sustracción de secretos de estado o subversión" en contra del régimen chino-comunista. Shao, quien es también un asesor legal del Ministerio de Relaciones Exteriores de Pekín, dijo que "será beneficioso a la prosperidad y estabilidad de Hong Kong" prevenir que "un extremada­mente pequeño número de elementos ilegales" intenten derrocar al gobierno central o trate de cambiar el sistema socialista. El CRLB también ha acordado prohibir las organizaciones políticas con lazos extranjeros en Hong Kong después de 1997, y ha advertido que cualquier ar­tículo que haga de la Declaración de De­rechos algo supremo sobre otras leyes podría muy bien ser anulado. En un comentario publicado el 19 de diciembre de 1989, quinto aniversario de la firma de la Declaración Conjunta, el oficialista Diario del Pueblo dijo que Hong Kong no sería usado como una base de subversión en contra del sistema comunista del continente, advirtiendo que esto pondría en peligro la estabilidad del territorio. "El problema ahora es que una pequeña minoría está tratando de usar Hong Kong como una base para de­rrocar al Gobierno popular de China", dijo el editorial del periódico. "Esas per­sonas llaman abiertamente por el derrocamiento del gobierno central y buscan transplantar los así llamado 'democra­cia', 'libertad' y 'derechos humanos' que existen en Occidente, en un intento de crear una situación de facto para hacer caer de rodillas al gobierno chino". "Esto me preocupa mucho debido a la forma en que ellos definen la subver­sión", dice el Profesor Peter Harris de la Universidad de Hong Kong. "¿Quiere eso significar que si Ud. dice que el go­bierno en Pekín no es perfecto o inteli­gente, Ud. será culpable de subversión? Si ellos lo definen de esta forma, cual­quier cosa puede ser subversión". De hecho, después de junio pasado, los medios noticiosos oficiales y altos funcionarios de China continental han criticado repetidamente las actividades prodemocráticas. Es evidente que los lí­deres de China continental aún colocan el poder por encima del desarrollo económico y que están comenzado a consi­derar Hong Kong como un terreno de cultivo para la contrarrevolución. Aunque las críticas no son frecuente­mente con nombres específicos, sus ataques están aparentemente dirigidos a los vociferantes proponentes de la democra­cia, tales como Szeto Wah y Martin Lee, debido a sus posiciones de liderazgo en la Alianza de Hong Kong para Apoyar el Patriótico Movimiento Democrático en China. "Pekín intenta disolver la Alianza, y no me sorprendo acerca de su reacción", dice Szeto. "A pesar de esas amenazas, haremos lo que pensamos como correcto y nunca nos rendiremos. Por otra parte, la Alianza fue creada a petición de los re­sidentes de Hong Kong. Ellos son nuestros principales sostenedores y no veo razón alguna para que detengamos la obra". La Alianza ha decidido promover una serie de programas educativos tanto dentro como fuera del territorio, in­cluyendo un plan para lograr HK$5 mi­llones (US$640.000) para crear un fondo de educación sobre la democracia. En la pasada Navidad, por ejemplo, la Alianza imprimió 20.000 tarjetas de Navidad para promover la democracia, y ellos pla­nean producir marcalibros y calendarios para lograr que el mensaje de la democra­cia se extienda por todo el territorio continental. Aunque el término democracia es muy familiar para la población de Hong Kong, sus conocimientos acerca de los derechos y responsabilidades cívicas son muy limitados. "Nunca se había hecho énfasis en la educación cívica en Hong Kong en el pasado debido a que ésta es una colonia británica", dice Yam Chi­ kong (任志剛), presidente de la Asocia­ción de Estudiantes de Post-secundaria de Hong Kong. "Nuestra política y curri­culum educativos deben ser reformados para mantenerse al tanto con las tenden­cias". Yam añade que la mayoría de los estudiantes de Hong Kong apoyan las elecciones directas y la reforma política, pero él admite que la mayor parte de ellos necesitan aprender mucho más acerca de las políticas básicas de la democracia. De acuerdo con Lee Kai Ming de la Federación de Sindicatos Laborales de Hong Kong y Kowloon, el Gobierno de Hong Kong creó un comité en 1985 para promover la educación cívica y el pensa­miento democrático. Financiado por el comité gubernamental, la organización de Lee ha comenzado a publicar pan­fletos y a patrocinar exhibiciones para promover la idea de un gobierno repre­sentativo y los derechos civiles a los tra­bajadores. "Como la democratización política de Taiwan ha entrado en una era madura, esperamos que Taiwan sea de alguna ayuda para Hong Kong", añade Lee. ¿Taiwan? Si y no. Para la República de China en Taiwan, Hong Kong ha sido un asunto espinoso por mucho tiempo. El Gobierno de la República de China ha anunciado en repetidas ocasiones que Hong Kong y Kowloon son territorios chinos, y que la soberanía sobre estas áreas debe revertir a la República de China. Pero por razones obvias, la Rep. de China no puede proteger a Hong Kong de la fuerza de las armas de China comunista, y como la Rep. de China no mantiene relaciones diplomáticas for­males con el Reino Unido, no puede negociar con Londres acerca del asunto de Hong Kong. Las relaciones de Taiwan con Hong Kong también han sido debajo nivel debido al Gobierno de Hong Kong, principalmente debido a las pre­siones de Pekín, que no da bienvenida a cualquier actividad que pueda poner en peligro sus relaciones con Pekín. Como lo expone Mike Rowse de la oficina de información del territorio: "Tenemos problemas en el trato con Taiwan. Yo no sé bien cómo nos tratan Uds., pero nosotros si tenemos pro­blemas al hablar diplomáticamente debido a que Gran Bretaña no reconoce al Gobierno de Taipei como el gobierno de China. Aún cuando tengan la segunda posición más alta en el mundo en tér­minos de reservas en divisas extranjeras, sigue siendo un problema. Nosotros tenemos formas prácticas para tratar con la situación. Por ejemplo, en el transporte aéreo, aunque no tenemos un acuerdo entre los dos gobiernos, tenemos un acuerdo Cathay Pacific-China Airlines. Y eso trabaja muy bien". Pero los otros aspectos son más com­plejos. "Debido al limitado espacio en la isla, yo más bien dudo que Taiwan pueda estar preparada para ser un hogar de último recurso para la gente de Hong Kong", añade Rowse. De hecho, resulta más bien poco realista esperar que Taipei acepte más de unos pocos millares de personas de Hong Kong para que se relo­calizen en la ya superpoblada Taiwan. En agosto de 1989, el viceprimer mi­nistro Shih Chih-yang, jefe de la Fuerza de Tarea para los asuntos de Hong Kong y Macao del Yuan Ejecutivo (Gabinete), delineó las otras formas de ayuda que ofrece la República de China. Shih anun­ció que la República de China iría a conti­nuar manteniendo sus oficinas sucursales en Hong Kong, y Taiwan aumentaría sus relaciones económicas, comerciales, tu­rísticas y culturales con Hong Kong para apoyar la lucha del territorio por perma­necer libre después de 1997. Más aún, la República de China está haciendo lo más que pueda para facilitar la emigración de residentes de Hong Kong. Ya se han tomado medidas para simplificar los pro­cedimientos de entrada y salida para faci­litar el reasentamiento en Taiwan. De esta manera, la República de China ha adoptado una postura positiva en apoyo del pueblo de Hong Kong. "Es una decisión apropiada", dice Lee Wing Tat, "con más contactos entre ambos lados, las relaciones bilaterales (entre Taiwan y Hong Kong) podrán for­talecerse. Después de todo, la fórmula 'una nación, dos sistemas' está orientada para atraer a Taiwan a la larga, de manera que Taiwan debe estar más preo­cupada acerca de Hong Kong". "Las oficinas de Taiwan deben jugar un papel más activo en la ayuda a los resi­dentes locales", dice Szeto Wah. "Las oficinas han estado muy pasivas en el pasado". Además, él urge que "Taiwan siga adelante con su liberalización y re­formas políticas para crear un ejemplo para Pekín. Esto daría más asistencia a los movimientos y activistas democrá­ticos en ultramar". Su punto de vista es sustentado por Lee kai Ming: "La sociedad de Taiwan es más bien similar a la de Hong Kong. Más contactos sería algo beneficioso para ambos lados, y esto también ayuda­ría eventualmente al proceso de demo­cratización del continente". La libertad y democracia en el terri­torio continental son la mayor aspiración de todos los chinos. Especialmente des­pués de las victorias de los movimientos democráticos en Europa Oriental, los chinos de todo el mundo están mirando de cerca el desarrollo político en China continental. "Los líderes de Pekín tienen ahora cada vez menos amigos en el resto del mundo", dice Lee Wing Tat. "Antes, ellos eran capaces de abrazarse con una docena de camaradas de línea dura en el mundo comunista. Ahora, si Corea del Norte, Vietnam, Cuba y Alba­nia abandonaran también el comunismo, Teng Hsiao-ping y Li Peng sólo podrán abrazarse uno con el otro". Los residentes de Hong Kong han sido alentados por lo que ha ocurrido en Europa Oriental. Ellos creen que la de mocracia es una tendencia mundial que nadie puede resistirse a ella. "A largo plazo, me siento optimista acerca del futuro de Hong Kong", dice Szeto Wah. "Del ejemplo de Europa Oriental, nos damos cuenta cuán grande puede ser el poder popular. Esto nos da confianza en poder ver que China tenga eventual­mente libertad y democracia. Sé cuán largo y escabroso será el camino que se habrá de recorrer antes que China tenga una democracia completa. Pero lo haremos". □

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