03/05/2024

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Ley Básica: problemas básicos

01/05/1990
La violenta represión del régimen de Pekín contra las manifestaciones estu­diantile el año pasado, acabó con cual­quier dosis de confianza que el pueblo de Hong Kong tuviera respecto a su futuro bajo el dominio de Pekín. En una en­cuesta realizada a comienzos de 1989, el 75% de los encuestados expresaron su confianza en el futuro de Hong Kong. En abril del mismo año el porcentaje había descendido a 60%, y en mayo, tras de­ cretarse la Ley Marcial en Pekín poco antes de la masacre del 4 de junio en la plaza de Tienanmen, había caído al 52%. Además, la Federación de Industrias de Hong Kong ha informado que los cambios en la situa­ción política dentro de China continental influyen directamente en la confianza de los industriales sobre el futuro. En con­secuencia, la inversiones tienden más a ser de corto plazo conforme se va desvaneciendo la confianza.

En tales circunstancias, hay pocos que dan importancia a la Ley Básica que una comisión ad hoc redacta. En efecto, Martin Lee, uno de los dirigentes del movimiento pro democracia en Hong Kong, no se limitó a expresar dudas sobre la Ley Básica, sino que pidió que la Declaración Conjunta Sino-británica de 1984, punto de partida de los arreglos re­lativos al futuro de Hong Kong, fuera so­metida a revisión.

Llevados por el pánico, hay en Hong Kong quienes renuevan sus propuestas de comprar islas del Pacífico sur, o poner a Hong Kong bajo fideicomiso de las Na­ciones Unidas, crear un Hong Kong in­dependiente o integrarse como miembro de la comunidad británica y otras propuestas más. Pero es poco probable que algunas de ellas sean realizables. Según lo ha demostrado una reciente encuesta del South China Morning Post, la in­mensa mayoría de los habitantes de Hong Kong, antes que un fatal estado de Región Administrativa Especial bajo so­beranía de Pekín, prefieren alguna forma de independencia. Existen eviden­temente serias dudas en cuanto a la lla­mada política de "un país, dos sistemas".

Documentos de alto nivel del Par­tido Comunista Chino, posteriores al in­cidente de la Plaza de Tienanmen, de­ muestran que los dirigentes comunistas todavía piensan seguir aplicando la polí­tica aperturista y de reformas en el campo económico, aunque en lo político quieren recalcar una línea conservadora marxista-leninista. Existe sin duda, una gran contradicción en tal dicotomía, que en realidad ha provocado la caída de dos secretarios generales del Partido, Hu Yao-Pang (Hu Yaobang) y Chao Tzu-yang (Zhao Ziyang).

Después de restablecida una calma superficial en el escenario político de Pekín, el régimen de nuevo prestó aten­ción a Hong Kong. La reacción inicial fue de crítica directa y específica contra las publicaciones y medios de comunica­ción de Hong Kong, en artículos del Diario del Pueblo de Pekín y otros medios de la prensa oficialista. Luego siguió el arresto y posterior liberación de Lee Kong-Yan, representante de la Alianza Hongkonesa de Apoyo al Movimiento Patriótico y Democrático de China, quien para desdicha suya se ha llaba en Pekín.

A principios de junio, los líderes y medios oficiales de publicidad de Pekín lanzaron sus ataquea contra los presuntos intentos de usar a Hong Kong como "base contrarrevolucionaria". El alcalde de Pekín, Chen Hsi-tung, en su informe al Comité Permanente del Congreso Na­cional del Pueblo sobre la represión de las manifestaciones estudiantiles, incluyó una detallada crítica de lo publicado por los medios de información de Hong Kong sobre el incidente de la Plaza de Tienanmen, como prueba de la confabu­lación de éstos con influencias extran­jeras en una conspiración para convertir a China en apéndice del capital monopo­lista internacional.

El 11 de julio, cuando el nuevo se­cretario general del Partido Comunista, Chiang Tse-min (Jiang Zemin) se reu­nió con destacadas figuras del Comité Consultivo para la Redacción de la Ley Básica, lanzó la advertencia de que Hong Kong no debía entrometerse en cues­tiones de China continental. Chiang afirmó que de acuerdo con el principio de "un país, dos sistemas", China conti­nental practica el socialismo, mientras Hong Kong practica el capitalismo y que "el agua del pozo no debe mezclarse con el agua del río". Las palabras de Chiang y los comentarios anteriores vertidos por funcionarios de China continental encar­gados de los asuntos de Hong Kong, tenían como objetivo principal dar segu­ridad sobre la estabilidad y prosperidad de Hong Kong y advertir al pueblo de Hong Kong que se abstuviera de actos que pudieran amenazar al régimen co­munista chino.

Las sospechas de Pekín no son real­mente justas. Si bien la gran mayoría de los habitantes de Hong Kong están en contra del actual régimen de Pekín y ex­presan sus opiniones de viva voz y por los medios de comunicación, no se pro­ponen a tomar acciones hostiles contra Pekín. Las afirmaciones de Chiang sobre "un país, dos sistemas", por otra parte, han provocado mucha ansiedad entre los hongkoneses, especialmente entre los intelectuales.

En primer lugar, incluso el propio Mao Tse-tung dijo que la revolución no se puede exportar. Tanto los actuales di­rigentes chinos como el pueblo de Hong Kong, concuerdan en esto. En segundo lugar el refrán chino de que "el agua del pozo no debe mezclarse con el agua del río" es en algunos aspectos una buena comparación. El agua del pozo de Hong Kong no puede afectar la pureza del agua del río de China continental. Pero cuando el río se desborda, el pozo se verá ineludiblemente afectado.

El pueblo de Hong Kong aprecia alta­mente el estado de derecho como la columna vertebral en que reposan la estabi­lidad y la prosperidad. Si al pueblo, además del acatamiento de la Ley, se le exige frenarse de varios modos a la voz y mando de Pekín, el estado de derecho sufrirá un gran revés y al pueblo le será difícil mantener su actual estilo de vida.

La libertad de expresión y de prensa han existido en Hong Kong desde hace muchos años y el pueblo se ha acostum­brado a dar por sentado esos derechos y a estimarlos. Hasta ahora ha podido dis­cutir libremente las cuestiones de China y sus comentarios han encontrado considerable eco en la opinión pública mun­dial, especialmente entre las comuni­dades chinas de ultramar. Al propio tiempo la amplia difusión de noticias mundiales por la prensa de Hong Kong ha debilitado el control que el régimen comunista chino ejerce sobre la informa­ción al alcance del pueblo en el Conti­nente chino. Los programas de radio y televisión de Hong Kong pueden captarse en muchos sitios de la vecina pro­vincia de Kwangtung, y la clase culta de muchas de las ciudades importantes tiene acceso a las publicaciones de Hong Kong. Por lo menos hasta el presente, los dirigentes comunistas chinos han aceptado este precio para mantener la es­tabilidad de Hong Kong.

En junio y julio, los medios oficiales de información de China continental co­menzaron a criticar reciamente las activi­dades de la Alianza Hongkonesa de Apoyo al Movimiento Patriótico y De­mocrático de China. El 21 de julio, un ar­tículo en el Diario del Pueblo, mediante claras alusiones criticó a los líderes de la Alianza, Martin Lee y Szeto Wah. Di­chas acusaciones causaron gran preocu­pación en Hong Kong. Personalidades pro Pekín y dirigentes políticos, tales como el consejero legislativo no oficial, Allan Lee, instaron a la comunidad de Hong Kong a evitar confrontaciones con Pekín.

Los ataques del Diario del Pueblo que aparecieron en los medios de publici­dad locales de Hong Kong entumecieron como una corriente fría a la gente común y la desalentó; fueron reveses para el movimiento pro democracia, que planeaba organizar un partido político. Pero la amenaza de Pekín también ahondó la desconfianza del pueblo res­pecto al futuro, incluyendo lo que se pueda esperar de la Ley Básica.

Cuando el secretario general del Par­tido Comunista Chino, Chiang Tse-min recibió a los dirigentes del Comité Con­sultivo para la Redacción de la Ley Básica indicó que ésta se promulgaría en abril de 1990 según lo proyectado en la Tercera Sesión Plenaria del Séptimo Congreso Nacional del Pueblo. El Comité Permanente del Congreso Na­cional del Pueblo decidió solamente ex­tender el período de consulta sobre la Ley Básica hasta el final de agosto de 1989, es decir, tres meses más para anali­zar la Ley Básica. Eso desilusionó grandemente a los residentes de Hong Kong, porque implica que las autoridades de Pekín eran reticente a hacer cualquier revisión significativa en el proyecto de la Ley Básica elaborado en febrero de 1989.

Después de la masacre de Pekín, sur­gieron serias excisiones entre la comuni­dad de Hong Kong respecto a su futuro. Antes, la gente había aceptado unánime­mente la Declaracíón Conjunta Sino-británica y sólo se preocupaba de que ésta no se cumpliera totalmente. Pero ahora para mucha gente, el incidente de la Plaza de Tienanmen ha convertido ese documento en un inútil papel mojado.

Mientras mucha gente considera que es inútil discutir en este momento la Ley Básica, un considerable sector de la población ha perdido su confianza en el Gobierno británico, especialmente desde que éste rechazara el otorgamiento del derecho de residencia a los 3.28 mi­llones de ciudadanos del territorio de­ pendiente británico (BDTC, siglas en inglés), esto en cambio ha constituido un impacto adverso sobre la legitimidad de la administración británica en Hong Kong. Algunos líderes de la comunidad hongkonesa, académicos y otros, particularmente los que están implicados en el movimiento pro democracia, se han negado a mantener contacto con los organismos chinos en Hong Kong o efec­tuar intercambios formales con las auto­ridades de China comunista.

Algunos miembros del Gobierno de Hong Kong, comerciantes y líderes de la opinión pública creen en la necesidad de sostener la Declaración Conjunta Sino-británica. Al considerar que la Ley Básica y las discusiones relativas han de ser tratados seriamente, que la adminis­tración británica en el período transitorio debe tener un apoyo total, y que los con­tactos con las autoridades de Pekín a todos los niveles deberán mantenerse. Estas divergencias de puntos de vista, hacen difícil convencer al público en ge­neral en la discusión de la Ley Básica y llegar a un consenso dándole alguna legitimidad.

Dos de los veintitrés miembros hongkoneses integrantes del Comité para la Redacción de la Ley Básica (CRLB), Louis Cha y el obispo Kwong dimitieron formalmente después de la masacre en Pekín, a la vez que Martin Lee y Szeto Wah afirmaron que darían por terminada su participación hasta que el actual Gobierno de China continental cambiara. Consecuentemente, Pekín les cesó de su cargo en el CRLB. Conse­cuentemente, la representabilidad de los restantes miembros hongkoneses en el CRLB ha quedado debilitada notable­mente y por lo tanto no cuenta con la confianza de la comunidad hongkonesa. También ha habido algunas renuncias más a los cargos en el Comité Consultivo sobre la Ley Básica (CCLB), las cuales no han llamado mucho la atención dado que el CCLB no ha resultado activo en articular los puntos de vista de la comunidad.

Con el fin de reavivar el interés de la comunidad de Hong Kong por la Ley Básica, las autoridades de Pekín deben reorganizar el CRLB y ampliar su repre­santabilidad, prometiendo que se revise el proyecto de la Ley Básica para lograr un consenso de la comunidad a raíz de tumulto político en el Continente chino, extender el período de consulta y retrasar la promulgación de la Ley Básica. La pro­puesta de referendum sobre este documento debe ser tenida en cuenta. Incluso admitiendo que esos sean demandas ide­alistas que pueden estar fuera del con­texto político en China continental, la actual posición de Pekín sobre la Ley Básica ciertamente no ha ayudado en nada para restablecer la confianza.

El tumulto político en China conti­nental ha contribuido a despertar el apre­cio por la democracia entre los residentes en Hong Kong. En vista de la gradual re­tirada británica del territorio hongkonés, Londres y la administración británica local han dado muestras de apoyo a un proceso acelerado de democratización. En mayo de 1989, los Consejos Ejecutivo y Legislativo llegaron a un acuerdo sobre la elección directa por sufragio uni­versal del Gobernador Ejecutivo y todos los escaños legislativos antes del año 2003 y se decidió que la mitad de los es­caños legislativos deberían ser elegidos directamente por sufragio universal en 1997. Los altos funcionarios del Go­bierno de Hong Kong también cambia­ron su posición, indicando que el número de los escaños directamente ele­gidos en el Consejo Legislativo, se incre­mentaría de 10 a 20 en 1991.

Un informe del Comité Selecto de Asuntos Exteriores del Parlamento britá­nico publicado a finales de junio de 1989 incluso llegó a sugerir enérgicamente que se debieran elegir directamente la mitad de los escaños del Consejo Legisla­tivo antes del año 1991 y que todos los escaños deberían ser elegidos directa­mente antes de 1995. Esta propuesta fue apoyada por el Comité Conjunto para la Promoción del Gobierno Democrático, una organización a la sombra que repre­senta a varios grupos en el movimiento pro democracia. El Comité Conjunto también demandó una solución cabal que significa que los consejeros legisla­tivos elegidos en 1995 automáticamente deberán convertirse en miembros de la primera legislatura de la Región Admi­nistrativa Especial de Hong Kong (RAEHK). En cuanto al Gobernador Ejecutivo, la posición del Comité Con­junto ha sido consistente en demandar de que el puesto sea directamente ele­gido por sufragio universal.

Durante los últimos dos años, el sis­tema político de la RAEHK ha sido el principal tema de controversia entre el movimiento pro democracia y el conser­vador círculo de negocios. Este tiene el apoyo de Pekín, y desde finales de 1985, la administración británica ha sucumbido ante la presión de las autoridades de Pekín y ha acordado acoplarse con la Ley Básica.

Pero la masacre en Pekín cambió la situación, la comunidad (tal como se de­mostró en las recientes elecciones) y Londres han dado su apoyo a un proceso acelerado de democratización y el conservador círculo de negocios se ha visto obligado a mantener una baja postura desde el mes de mayo hasta julio. Sin embargo, la posición de Pekín sigue siendo un factor crucial, la cual el Go­bierno de Thatcher entiende muy bien. Cuando el ex-secretario de Asuntos Ex­teriores Sir Geoffrey Howe visitó Hong Kong a comienzos de julio de 1989 evi­tó hacer cualquier promesa concreta res­pecto a acelerar el paso para desarrollar un sistema del gobierno representativo. En esa ocasión sólo mencionó el con­senso entre los Consejos Legislativo y Ejecutivo locales y expresó su deseo de escuchar.

Después de la reunión entre el secre­tario general del Partido Comunista Chino, Chiang Tse-Min y los dirigentes del CRLB y el CCLB, las figuras políticas locales pro Pekín empezaron a decir que la aceleración del proceso de democrati­zación conduciría a una mayor confrontación con Pekín después de 1997.

Los Consejos Ejecutivo y Legislativo aprobaron la posición de la Administra­ción británica el 26 de julio, en término de que 20 escaño (un tercio) del Con­sejo Legislativo se eligieran directamente en 1991. Según el proyecto de la Ley Básica, publicado en febrero de 1989 solo el 27% de los escaños de la primera legislatura de RAEHK podrían ser direc­tamente elegidos. Accediendo a esto las figuras políticas pro Pekín han venido aludiendo que las demandas por un sis­tema político más democrático que el es­tipulado en el proyecto de la Ley Básica son "ingenuas" contra las cuales están lanzando campañas de publicidad.

Bajo las actuales circunstancias, ¿Ce­derán los dirigente de China continen­tal, para permitir que la RAEHK tenga un sistema político más democrático? ¿Se arriesgará el Gobierno británico a ir en confrontación con Pekín por mante­nerse firme en su actual posición en demanda de un sistema político más demo­crático para Hong Kong? Las posibles respuestas a esta dos interrogantes para­cen ser negativa. Los medios de comu­nicación chinos han venido criticando se­veramente el movimiento pro democra­cia en Hong Kong, y el énfasis de la estrategia de Pekín recae claramente en el círculo de negocios que generalmente observa la reforma política con escepti­cismo. En vista de la creciente toma de conciencia de la desesperanza política de Hong Kong, los dirigentes comunistas chinos tienen poco que conceder.

Por otra parte, Londres obviamente está interesado en hacer algo por Hong Kong para campensar el limitado de­recho de residencia de los hongkoneses en el Reino Unido, pero esta actitud de Londres no perdurará, sobre todo cuando el fervor se acabe, siempre hay excusas para que el paso hacia la demo­cratización se frene debido a la oposición de Pekín y de la conservadora comunidad local de negocios. En todo caso, el Gobierno de Thatcher quiere una reti­rada honorable desde Hong Kong y está interesado en continuar la cooperación con Pekín respecto a Hong Kong, así como otros asuntos bilaterales. Para los habitantes de Hong Kong, el sentido de impotencia política significa que en su pensamiento existe la creencia de que es fútil ejercer presión sobre Pekín, al mismo tiempo, aunque aspiran a la democracia no pueden darle mucha impor­tancia y por lo general no tienen la volun­tad de luchar por ella.

Si el Gobierno de Thatcher se echa atrás nuevamente en el asunto del pro­sce o de democratización, la legitimidad de la administración británica en Hong Kong quedará aún más mermada y si el movimiento pro democracia no puede cumplir lo prometido, sus dirigentes per­derán credibilidad. En este caso, estos organimas no serán populares porque no pueden mantenerse firmes ante la presión de Pekín, y lo que es peor, ni serán aceptado por Pekín. Como resul­tado, el vacío de dirección en Hong Kong será muy serio.

Durante el proceso de elaboración de Ley Básica desde 1985, se ha demostrado con sobrada claridad que Pekín pide una resolución final en todo los asuntos vitales. Bajo su reconocimiento, en el proyecto de la Ley Básica elaborado en febrero de 1989, se hicieron revi­siones en el artículo 18 sobre la aplica­ción de las leyes nacionales en la RAEHK y en el artículo 19 sobre la independencia del Poder Judicial y la juridic­ción de la RAEHK. Estas revisiones, hasta esta fecha han respondido de alguna manera a las demandas de la comunidad. Pero después de la masacre en Pekín tres meses más tarde, la gente se dió cuenta de que la autonomía de la RAEHK definida en el capítulo 2 del proyecto de la Ley Básica es inadecuada.

Debido al rol desempeñado por el Ejército de Liberación Popular (ELP) en la masacre de Pekín, la comunidad hong­konesa es bastante sensitiva sobre el estacionamiento del ELP en Hong Kong. Naturalmente, el asunto es meramente simbólico porque en menos de una hora las tropas del ELP estacionadas en la zona fronteriza pueden llegar al centro de la ciudad. Pekín ha rechazado las su­gerencias de evitar el estacionamiento de las unidades del ELP en Hong Kong, al tiempo que reitera su derecho sobe­rano de hacerlo en la Ley Básica. Una vez más, los dirigentes comunistas chinos, han puesto consideraciones de soberanía sobre la suceptibilidad de la co­munidad local. También es digno de ha­cerse notar que los cuarteles de las fuerzas británicas son de alto valor eco­nómico, debido al alto precio de la tierra, eso es lo que atrae al estaciona­miento de las unidades del ELP.

En respuesta a la Ley Marcial y la re­presión militar en Pekín, el Comité Se­lecto de Asuntos Exteriores del Parla­mento Británico publicó un informe ha­ciendo referencia al último párrafo del artículo 18 del proyecto de la Ley Básica que dice: "En caso de que el Comité Permanente del Congreso Nacional del Pueblo decida declarar un estado de guerra o por razón de desórdenes dentro de la RAEHK que estén fuera de control de la región, tenga que decidir que la región entre en un estado de emergencia, el Consejo de Estado podrá decretar la aplicación en la región de las pertinentes leyes nacionales". A través de este in­forme, el Comité Selecto expresó su pre­ocupación por la implicación del gobierno central de China continental en la cuestión de seguridad pública de la RAEHK y sugirió que el artículo 18 se enmendara adecuadamente.

La cúpula del régimen de Pekín ha reafirmado su bienvenida a las inver­siones extranjeras. La deuda externa por un valor de US$40.000 millones con­traida por China continental ha resultado ser una carga muy seria y por lo tanto ne­cesita urgentemente de ayudas e inversiones extranjeras. Los inversionistas ex­tranjeros tienen el derecho de demandar garantías para un ambiente de inversión satisfactorio. Pekín ha aceptado estas de­mandas de los inversores extranjeros o sus gobiernos y se ha comprometido a satisfacerles.

Los países desarrollados, tales como Estados Unidos, Japón, el Reino Unido y Alemania occidental, son los principales copartícipes comerciales de Hong Kong, en donde también tienen inver­siones sustanciales. Lo que el pueblo de Hong Kong puede pedir de estos países es que la definición de "un atractivo am­biente económico y clima de inversión." debe incluir el mantenimiento del esta­do de derecho actualmente vigente, li­bertades y derechos humanos. Sobre esta base, estos gobiernos, o por lo menos sus Cámaras de Comercio en Hong Kong pueden formar un comité y enviar una delegación a Pekín todos los años a los efectos de presentar un in­forme sobre los pormenores del "am­biente económico y el clima de inversiones locales". A través de este in­forme, los inversionistas extranjeros pueden expresar concretamente sus in­quietudes y sugerir medidas para mejo­rar.

Si los loables esfuerzos realizados por el gobierno británico y los grupos lo­cales pueden convencer a los gobiernos de occidente y Japón a comprometerse a admitir al pueblo de Hong Kong en caso de que haya una violenta represión en este lugar, entonces cierta presión puede imponerse al Continente chino. Estos go­biernos tienen más razón que nadie para preocuparse por el estado de derecho, li­bertades y derechos humanos en Hong Kong. El Acta de Derechos que la admi­nistración británica está considerando ahora es un paso muy positivo, aunque el impacto sea limitado, sobre todo si sólo se acopla con otras leyes en Hong Kong en lugar de ser la Ley suprema de ese territorio.

Aunque las noticias sobre la fuga de cerebros de Hong Kong han salido re­cientemente en primera página, los que pueden salir del territorio desde ahora hasta 1997 son menos de un millón de personas -probablemente cerca de medio millón. En otras palabras, más de 5 millones de personas tendrán que quedarse en Hong Kong. Desde el punto de vista de la comunidad hongkonesa, la Declaración Conjunta Sino-británica de­be mantenerse en vigencia, el proyecto de la Ley Básica ha de ser tomado en cuenta seriamente, la administración británica en el período transitorio ha de ser apoyada y se debe mantener contactos con las autoridades de China continental a todos los niveles. Una encuesta publi­cada en el diario hongkonés "Ming Pao" el 28 de julio indicó que el 55% de los en­cuestados creían que la participación en el proyecto de la Ley Básica debería con­tinuar, mientras que el 44% consideraba que dicha participación no tendría ningún efecto.

La línea política de la actual cúpula de poder en Pekín, consiste en mantener la política aperturista y reformas en el área económica, mientras que persigue una línea conservadora del marxismo-leninismo en lo político. Las dificultades económicas y la escasez de divisas extranjeras obligarán a los dirigentes comunistas chinos a mantener la estabili­dad y prosperidad de Hong Kong en plan serio. En muchos aspectos, sus intereses coinciden con aquellos del círculo con­servador de negocios. Si el ambiente ex­terior del territorio no cambia drástica­mente, la economía de Hong Kong no se verá afectada adversamente.

Por otro lado, la impresión de inse­guridad sobre el régimen comunista chino, que ha sido desafiado de manera sin precedentes, está en constante au­mento. Las tres manifestaciones en Hong Kong durante los meses de mayo hasta junio de 1989, en las cuales más de un millón de personas participaron, la destitución del personal que trabajaba en los organismos de China continental en Hong Kong, y el impacto de los medios de comunicación locales sobre China continental, así como sobre su imagen en el exterior; probablemente obligarán a Pekín a intensificar su control e interfe­rencia en Hong Kong.

Esto implica que las libertades que los habitantes de Hong Kong podrán seguir gozando se limitarán a "bailes y carreras de caballos", según las palabras de Teng Hsiao-ping. De aquí que la posi­bilidad que tiene la gente de Hong Kong de mantener sus actuales niveles de vida, libertades y derechos humanos bajo el estado de derecho es mínima. Las opciones son resignarse o emigrar. Desa­fortunadamente los casi cinco millones de habitantes, ni siquiera tienen posibili­dad de emigrar.

El susodicho análisis no ha tomado en consideración los futuros cambios en el escenario político de China continen­tal. La gran mayoría de los habitantes de Hong Kong especulan un período de caos que azotará al Continente chino des­pués de la muerte de Teng Hasiao-ping y en cuanto a la cuestión de si Hong Kong puede sobrevivir a esta crisis, sigue siendo una incógnita. -EI Doctor Joseph Cheng Yu Shek (鄭宇碩) es decano de la Facultad de Artes y Humanidades del Insti­tuto de Aprendizaje Abierto de Hong Kong.

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