29/04/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Temores económicos

01/05/1990
La economía de Hong Kong ha pasado a estar considerablemente bajo la influencia de Pekín desde que el asunto de su reversión a la soberanía china surgió a principios de los 80. Las autori­dades en Pekín fueron más allá de la aserción de la soberanía de China conti­nental sobre Hong Kong y empezaron a tomar gran interés en su fuerza econó­mica, la cual sería utilizada para beneficio de las "cuatro modernizaciones" de China comunista. También se tomaron medidas para restaurar la confianza en el futuro de Hong Kong y controlar el flujo de capital fuera de la colonia. Desde 1980, el liderazgo de Pekín adoptó una actitud positiva acerca del futuro de Hong Kong en sus frecuentes contactos con los magnates comerciales de la colonia, aunque su apoyo en al­gunas ocasiones se matizó con amenazas. Pero las afirmaciones verbales fracasaron en establecer un control total sobre la salida de capital. En 1981, aproximadamente US$2 mil millones salieron sólo a los Estados Unidos. La consideración de Pekín de establecer una Región Admi­nistrativa Especial en Hong Kong (SAR, siglas en inglés) redujo aún más el valor de las acciones y del dólar de Hong Kong, con el correspondiente incre­mento en el valor del oro en 1982. El plan de Pekín de reunificar Hong Kong con China continental basándose en la creación de una región administra­tiva especial suponía garantizar que Hong Kong se convertiría en una zona económica especial con una substancial autonomía bajo los lemas "El pueblo de Hong Kong gobierna Hong Kong," y "Un país, dos sistemas." Las fórmulas fueron diseñadas para ayudar a estabilizar la economía y restaurar la deteriorada confianza. Los líderes de Pekín prometieron que Hong Kong permanecería tal como está y que la sociedad capitalista y el estilo de vida no cambiarían durante cincuenta años después de que Pekín tome el poder sobre la colonia en 1997. Teng Hsiao-ping (Deng Xiaoping) ase­guró a sus interlocutores que el pueblo de Hong Kong sería capaz de "seguir bai­lando y jugando en las carreras de caballos como de costumbre." Los líderes de Pekín aseguraron al pueblo de Hong Kong que "todo está bajo control, y no necesitan preocuparse por la prosperidad de Hong Kong." "Pero las cosas no están marchando así en Hong Kong," dice Raymond Woo (胡鎮西), administrador del Grupo del Departamento de Relaciones Públicas de la Corporación Bancaria Hong Kong y Shanghai, Ltda. El indica que Hong Kong disfruta de una larga historia como puerto libre con un sistema laissez-faire, que data desde 1842. "La gente y el capi­tal circulan libremente dentro y fuera de la colonia, y nadie pregunta a dónde vas o por qué. Si alguien tuviera la autoridad de preguntar '¿Cuánto dinero llevas al extranjero?', Hong Kong se acabaría," dice Woo. La Corporación Bancaria Hong Kong y Shanghai ya sufre de una grave fuga de cerebros. Cada año, a partir de la confirmación del eventual mandato de Pekín sobre Hong Kong, aproximada­mente un 8% de los ejecutivos de alto y mediano rangos del banco en mención emigran a Canadá, Singapur, Australia, y Estados Unidos. Woo dice que la única manera en que el banco puede lograr que estas personas se queden es ofrecién­doles salarios más altos. El banco tiene un crucial interés en prevenir la fuga de cerebros y en ayudar a restaurar la con­fianza en Hong Kong, una de las razones por la cual es un defensor clave de la "Campaña para honrar a Hong Kong" la cual tiene como objetivo recobrar el de­recho automático de residir en Gran Bre­taña para quienes poseen pasaportes de Hong Kong. No obstante, es difícil crear y preservar el optimismo hacia el futuro de Hong Kong. "Es mejor terminar todo antes de 1992," aconsejaba una circular entre los residentes de Hong Kong después de la masacre de Tienanmen en junio del año pasado. La carta llegó a manos de Ray­mond Ma (馬錫池), socio y administra­dor general del Grupo de Bienes Raíces L&D, a fines del año pasado. El opina que la carta ni siquiera es digna de des­precio, pero reconoce que mucha gente de Hong Kong no puede ignorarla ni un poco. Toman la amonestación muy en serio cuando tienen que hacer planes para el futuro. "Hasta cierto punto, la de­claración posee gran significado para el pueblo de Hong Kong," dice Ma. "Dado que 1997 es la fecha de vencimiento, la gente tiene que poner todo en orden mucho antes de esa fecha. Para ellos, 1992 parece ser un año apropiado para fi­nalizar todos los arreglos antes de que sea demasiado tarde." El grupo L&D tiene seis años de existencia y posee 18 oficinas que sumi­nistran varios servicios a su clientela. Ma dice: "El número acostumbrado de pre­guntas recibidas por nuestro departa­mento de emigración ha aumentado cuatro o cinco veces desde la masacre de Tienanmen. Aunque la gente es un poco más prudente cuando considera la compra de propiedades en ultramar, tales como aquellas disponibles en Canadá, nuestros negocios en el extran­jero se han duplicado desde el cuatro de junio." Después de esa fatal fecha en 1989, la demanda de servicios de con­ sulta para emigrar empezó a incrementar significativamente en Hong Kong. La oleada de emigración empezó en 1985, cuando 22,400 residentes de Hong Kong se trasladaron al extranjero. La cifra ascendió a 30,000 en 1986, y para 1988 la fuga llegó a 45,000. El Departa­mento de Emigración de Hong Kong estimó que aproximadamente 42,000 personas saldrían de Hong Kong en 1989, pero eso fue antes de la masacre del 4 de junio y de la fuerte postura que Pekín ha seguido manteniendo sin nin­guna aparente preocupación de sus efectos sobre el enclave capitalista. Hubo una corta luna de miel entre Inglaterra y China continental después de la firma del Comunicado Conjunto Sino-británico en 1984. La destructiva in­certidumbre acerca del futuro de Hong Kong fue erradicada y una serie de garan­tías acerca del futuro fueron condensadas en lo que se caracterizó como un "conve­nio internacional." Pero la conciencia de 1997 dio a Pekín el poder de ejercer una influencia masiva sobre el territorio, una capacidad que ha empezado a utilizar con mayor frecuencia. Hong Kong tiene reacciones muy volátiles hacia los rumores. El mercado de valores local es relativamente pequeño y está propenso a repentinas variaciones causadas por las tormentas políticas de Pekín, y es fácilmente manipulado por grupos financieros relativamente pe­queños. El 26 de octubre de 1987, las tendencias mundiales provocaron que el mercado bursátil de Hong Kong cayera en un sólo día. El índice Hang Seng des­cendió 1,100 puntos, llevándose casi el 33% del valor del mercado. Pero algunos analista financieros de Hong Kong se niegan a considerar el mercado de Hong Kong como un tipo de indicador económico. "Se ha vuelto mucho más sensible a los factores polí­ticos que económicos," dice Frank Win­gate, administrador (internacional) de los Servicios Públicos del Consejo para el Desarrollo Comercial de Hong Kong. "Las Inversiones extranjeras en Hong Kong y en China continental son mejores indicadores económicos de la economía. Si una cantidad substancial de inver­siones extranjeras fuese retirada del área, Hong Kong se encontraría en una situación muy difícil." La caída de la bolsa de valores en 1987 tuvo efectos mínimos en los valores de las propiedades, los cuales permane­cieron altos y estables. Observado du­rante cierto tiempo, el mercado de bienes raíces ha probado ser fuerte y fle­xible. En 1988, el rápido incremento en el valor de las propiedades continuó, au­mentando entre un 30 y 40 por ciento. Términos favorables para los dépositos hipotecarios (dépositos de solamente entre un 10 a 20 por ciento) contribuye­ron al robusto mercado. Altas ganancias y factores no políticos poco arriesgados constituyen los atractivos claves para los compradores locales y los inversionistas extranjeros. El incidente de Tienanmen en junio de 1989 provocó pánico en todo Hong Kong, así como las ventas de propie­dades de parte de los inversionistas lo­cales con el fin de disminuir sus riesgos de inversión o liquidar sus bienes como preparativo para emigrar. Como resul­tado, los precios de las propiedades des­cendieron entre un 20 y 40 porciento ese mes. Además, la mayoría de los bancos en Hong Kong, y en particular el Banco de China del territorio continental y las instituciones asociadas, redujeron sus préstamos e hicieron más inflexibles sus términos hipotecarios después de los eventos de junio. "Sólo algo como lo del 4 de junio podría haber causado una baja tan repen­tina en los valores del mercado de bienes raíces," dice Ma. "Estábamos contentos y sentimos alivio al ver que los precios del mercado de bienes raíces se habían recobrado en dos o tres meses. Nuestros analistas financieros habrían estado muy satisfechos incluso si la recuperación de los precios de las propiedades se hubiese tomado hasta seis meses." "Antes del 4 de junio, tenía proyec­tado realizar empresas conjuntas con el territorio continental para los servicios de entrenamiento de personal," dice Sara Beattie, directora administrativa del grupo Sara Beatlie, Ltd. "Pero después de esa fecha, abandoné temporalmente dicha idea". El objetivo del grupo es doble: anual­mente entrena a más de 700 secretarias para los mercados de Hong Kong y de China continental, y funciona como una agencia de empleos. Según Beatlie, du­rante el primer o segundo mes después de los acontecimientos de junio, la mayor parte de las empresas se abstuvo de seguir llenando las vacantes que tenían. Pero mientras tanto, más y más clientes del continente pedían ser trasla­dados. "Cuando mis estudiantes o amigos me preguntaban si no sería mejor obtener pasaportes extranjeros como una forma de seguro, yo respondía ¿y por qué no? Otros piensan que ahora es el mejor momento para marcharse, y no 1992, ni 1995, ni 1996", dice. El sector empresarial ya está su­friendo porque el número de los admi­nistradores de nivel medio que se ma­rchan va en aumento. "La gente confía en la economía de Hong Kong, pero ellos no confían en China continental," dice Raymond Ma. Algunos de los riesgos que los empresarios no conside­raron en el pasado se les han materiali­zado desde los acontecimientos de Tie­nanmen. Ellos no sólo se preocupan de que Pekín no mantenga su promesa de permitir que Hong Kong siga conser­vando su sistema capitalista durante 50 años después de 1997 - ellos también se sienten inseguros ahora. Para ellos es un problema urgente. Nadie sabe cuáles promesas hechas a Hong Kong están dentro de lo que las autoridades de Pekín realmente tolerará. Los funcionarios del Departamento de Emigración de Hong Kong han pre­dicho que entre 55,000 y 60,000 personas saldrán de Hong Kong en 1991 y 1992 y en el período posterior. Pero están ha­blando acerca del número de personas que lograrán emigrar y no de la cifra mucho mayor de los que solicitarán salir. Es la variedad de los sistemas de cuota lo que ha anticipado un éxodo tan abrupto en Hong Kong y lo ha controlado a un proceso más gradual. Dado a la estrecha relación entre China continental y Hong Kong, es difícil que la gente crea que un éxitoso sistema capitalista pueda coexistir con un sistema comunista extremadamente conserva­dor, especialmente dado a que está dando marcha atrás rápidamente en las reformas de la década pasada. La presun­ción de la formula "un país, dos sis­temas" es que será posible trazar líneas de demarcación entre ambos sistemas. Pero las contradicciones inherentes entre los sistemas capitalista y comunista no serán fáciles de resolver. El Dr. Víctor Sit (薛鳳旋) de la Uni­versidad de Hong Kong observa los asuntos desde un ángulo diferente al de la mayoría de los activistas democráticos del territorio. El enfatiza la importancia económica de Hong Kong para el desa­rrollo del continente chino, pero opina que la mayoría de la gente no va más allá de este papel económico para ver que Hong Kong actúa como un puente entre China continental y el mundo exterior. Sit dice que la forma de proteger el futuro de Hong Kong es incrementando su utilidad económica para China continental. "Yo no creo que la elección directa de los funcionarios públicos es la cues­tión clave que debe resolverse antes de 1997," dice Sit. "La colonia es una enti­dad orientada al exterior. Por lo tanto, debería dar prioridad a este factor como una manera para conservar el carácter de Hong Kong como un aspecto esencial de las relaciones económicas del territorio continental con el resto del mundo." Sit indica que desde que la Declara­ción Conjunta entró en vigor en 1985, cuando fue ratificada, más y más inver­siones del continente entraron en Hong Kong, alcanzando un total acumulativo de US$4 mil millones, una cifra que so­brepasa el ingreso de las inversiones de Hong Kong a través de la frontera. En 1985, China continetal reemplazó a Es­tados Unidos como principal participante en el comercio de Hong Kong. A la vez, el territorio continental es el principal su­ ministrador de importaciones a Hong Kong y el segundo mercado más grande para las exportaciones de la colonia. Pero China continental también se ha beneficiado de la relación con Hong Kong. Siendo el tercer centro financiero del mundo, Hong Kong provee un sitio ideal para que el continente incremente el capital para su desarrollo. Según las es­tadísticas de 1987, la mayor parte de los US$2,300 millones de las inversiones ex­tranjeras en el continente procedían de Hong Kong y Macao. Además, Pekín está a punto de convertirse en el mayor prestatario de los bancos de Hong Kong, y los intereses de las inversiones japo­nesas abiertamente manifiestan que sus sucursales en Hong Kong actúan como un trampolín para explorar el mercado del continente. El Grupo Jardine ha dominado el co­mercio y los negocios navieros de Hong Kong desde 1842, un año antes del inicio del gobierno colonial británico sobre "La Perla del Oriente." Pero la gran pu­blicidad que se dió a la reintegración del Grupo Jardine en Las Islas Bermudas en cierta forma ha empañado el brillo de la perla, y ha dado momentum al gran número de negocios establecidos en Hong Kong que están trasladando sus oficinas matrices registradas al extranjero. Anthony J.L. Nightingale, director administrativo de Jardine Pacific Ltd., reconoce que el traslado de la sede de la compañía propietaria a las Bermudas tiene relación a 1997. Los planificadores corporativos observaron que Hong Kong no sería la ubicación óptima, y que la decisión fue hecha para evitar riesgos innecesarios. El efecto sobre el papel de Jardine en Hong Kong ha sido mínimo hasta el momento. La política básica de la corporación ha permanecido invariable desde la masacre del 4 de junio. "El año pasado nuestras inversiones en Hong Kong aumentaron, y ninguna de las propiedades fue trasladada fuera del territorio", dice Nightingale. "Aún existen algunas áreas que no hemos ex­plorado totalmente en la región asiática­ pacífica. Aunque no en gran escala, no obstante estamos intentando establecer negocios en Australia, Hawai, Taiwan, y otros lugares." Jardine tiene más razón que la mayo­ría para permanecer en Hong Kong. Aproximadamente el 63% de las ganan­cias de Jardine Pacific Ltd. viene princi­palmente de Hong Kong y China conti­nental. La corporación posee una gran variedad de relaciones comerciales con el territorio continental, incluyendo em­presas conjuntas con otras compañías, comercializando una extensa gama de productos que van desde maquinarias hasta perfumes de la marca Christian Dior, suministrando servicios de emba­laje para los productos y sirviendo, en Hong Kong, a los intereses de China continental. Otras grandes compañías que previamente habían concentrado sus negocios en la colonia británica también han empezado a diversificarse trasladando parte de su capital a ultramar. Además de disminuir sus riesgos en Hong Kong después de 1997, esta estra­tegia es parte de la búsqueda para ganan­cias más lucrativas en los mercados inexplotados. Por ejemplo, la Corporación Banca­ria Hong Kong y Shanghai, con enormes propiedades de más de US$110 mil mi­llones, es actualmente uno de los 30 bancos más ricos del mundo. El banco fue fundado en 1864, y ahora ejercita varias de las funciones de un banco cen­tral, aunque Raymond Woo, oficial del banco, afirma que el verdadero poder para crear una estrategia financiera radica en las manos del Gobierno de Hong Kong. Históricamente, la expedi­ción de dinero ha sido una de las obligaciones tradicionales del banco. Ya no rea­liza las funciones de liquidación del banco de Hong Kong, pero aún provee personal y apoyo técnico para las opera­ciones de liquidación. En cuanto a las preocupaciones para el año 1997, el banco ha distribuido sus inversiones en tres áreas diferentes: Asia, Europa y América del Norte. Apro­ximadamente el 45 por ciento de sus pro­piedades están invertidas fuera de Hong Kong: en Estados Unidos, Canadá y el Medio Oriente. La gente dice que si el banco semicentral se reincorporase en otro sitio, la economía del enclave capitalista estaría en serios problemas. Aunque el papel de banco central para Hong Kong será probablemente re­emplazado por el Banco de China en el futuro, el régimen de Pekín consintió dar al Banco de Hong Kong y Shanghai el derecho de expedir dinero después de 1997. El oficial del banco Woo dice "¿Por qué no quedarnos? Hacemos dinero aquí. Fue sólo durante la ocupa­ción japonesa de Hong Kong en la Se­gunda Guerra Mundial que nuestra corporación trasladó su sede. Esa fue una excepción." Cuando menos, en la superficie, parecería que los líderes de la corporación conservan un punto de vista más opti­mista sobre el futuro de Hong Kong que los otros residentes de la colonia. La mayoría de la gente está preocupada acerca de la sombra política de Pekín y no se muestran tan "racionales" como lo hacen los empresarios extranjeros quienes enfocan en las ganacias al usar a Hong Kong como un trampolín para el comercio del continente chino. El hecho de que el punto de vista corporativo sea justificado o no en los tensos años venideros continuará por ahora siendo una cuestión abierta. □

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