05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Confianza en crisis

01/05/1990
Según un ciudadano de Hong Kong que ha radicado en la colonia británica durante más de 50 años, cuando el himno nacional británico fue tocado du­rante la transmisión de televisión de la coronación de la Reina Isabel II, los resi­dentes más viejos de Hong Kong no se conmovieron en lo absoluto porque "la Reina no es nuestra reina." Mientras que observadores cínicos de la colonia tal vez digan que el fervor y las llamas es­pirituales del pueblo de Hong Kong fueron reemplazados por una entusiasta extravagancia por las carreras de caballos y el juego del "mahjong," no hay duda de que el arduo trabajo con el objetivo de beneficios financieros es una caracte­rización justa de la ética social. Durante décadas, los chinos de Hong Kong han vivido una paradoja: dis­frutan de una vida libre en la colonia ad­ministrada por un liderazgo extranjero con el cual no se pueden identificar, sin embargo ellos igualmente desdeñan la idea de apoyar el liderazgo del continente chino el cual pronto reemplazará a sus líderes británicos. En 1997 se iniciará otro capítulo en la historia de Hong Kong, uno que posee desafortunados paralelos con el pasado: Hong Kong está siendo ofrecida de aquí para allá por sus propie­tarios, como si fuese un regalo que ellos pueden conceder, y la voluntad del pueblo casi no está jugando papel alguno en el proceso. Aunque desfallecen ante la traición de Inglaterra, la mayoría de los chinos de Hong Kong no ha negado la afirmación de Pekín de que son ciudadanos chinos. De hecho, esto siempre ha sido tácita­mente aceptado por el pueblo y Go­bierno de Hong Kong, aunque más bien han considerado la nacionalidad china en términos de una identidad más étnica que política. Los chinos de Hong Kong se caracterizan por su temperamento, y parece que la mayoría está resignada a aceptar el Comunicado Conjunto Sino­-británico de 1984 -siempre y cuando "su tazón de arroz no sea roto." Han sido capaces de sobrevivir e incluso florecer bajo un régimen extranjero, entonces ¿por qué preocuparse tanto por tener que vivir bajo otro gobierno, especialmente uno de la misma raza? Durante los primeros años después de la firma del Comunicado Conjunto, la gente tenía grandes esperanzas en el te­rritorio continental. Ellos deseaban que las reformas en el continente fueran un éxito, e intentaron conservar su con­fianza hacia el futuro a pesar del abomi­nable record de China Comunista du­rante las últimas cuatro décadas. Un apoyo de su optimismo fue la clara pro­mesa que Pekín hizo en el Comunicado Conjunto Sino-británico respecto a las elecciones directas y a la aparentemente sólida base legal para la protección de las libertades y derechos fundamentales. Pero durante el proceso de redacción de la Ley Básica, el pesimismo empezó a surgir dado a que las primeras promesas empezaron a ser ignoradas. El Rev. Louis Ha, miembro del Comité Consultativo de la Ley Básica (CCLB) y portavoz de la Diócesis Cató­lica Romana de Hong Kong, trató el tema en un artículo titulado "¿Derechos humanos y civiles?" (el cual aprarece en el libro Ley Básica, Cuestiones Básicas). El indica que el derecho fundamental de existir, el derecho de quedar libre de tor­turas y crueldades, de tratos inhumanos o degradantes o de castigos, además de otra serie de derechos mencionados en el Convenio Internacional sobre De­rechos Civiles y Políticos, no fueron in­cluidos en la Ley Básica. Además, aunque el Artículo 18 de la Ley Básica hace referencia a un "poder judicial independiente," hay una serie de restricciones sobre los poderes y jurisdic­ción del sistema de los tribunales de Hong Kong, las cuales ponen en peligro su independencia. La libertad de prensa tampoco está totalmente protegida. Aunque el artículo 26 de la Ley Básica garantiza la libertad de prensa, no hay ninguna especificación que dé un significado práctico a esta vaga definición. Sigue siendo un punto débil en el pro­puesto sistema de Hong Kong, dado a que no se ha permitido el apoyo de una estrucutra política democrática en ningún sitio del proyecto. Frank Ching, excorresponsal de pe­riódicos americanos en Pekín dice: "Yo creo que Pekín intentará someterse a su interpretación en términos de la Ley Básica. Algunos de los términos son am­biguos y se prestan muy bien a varias in­terpretaciones. Pekín siempre puede elegir la interpretación que más le con­venga y aún continuar afirmando que está sometiéndose a la Ley Básica. Estoy seguro que Pekín tiene intenciones de respetar la Ley Básica y también desea que Hong Kong lo haga. Pero Pekín está tomándose toda la libertad posible al interpretar dicha ley." Un siglo y medio de régimen y edu­cación coloniales han cultivado en el pueblo de Hong Kong una profunda­mente arraigada apatía hacia los asuntos políticos. Pero esta actitud ha sido afec­tada por una nueva conciencia sobre la estrecha relación entre la libertad de la cual disfrutan ahora y los derechos fun­damentales por los cuales tendrán que luchar para seguir disfrutando de estas li­bertades en el futuro. Su confianza en las declaraciones de Pekín relevantes a las garantías de los derechos humanos y li­bertades civiles ha sido seriamente dañada por el continuo flujo de promesas apoyadas por una falta de convicción y acciones contrarias, tales como el aplaza­miento de las elecciones directas para el Consejo Legislativo. Las últimas esperanzas del pueblo fueron enterradas con los cuerpos de los manifestantes del movimiento prodemo­crático quienes fueron masacrados en Pekín. Tal y como lo describe Ching: "Incluso antes del 4 de junio, ya había en Hong Kong una gran desconfianza hacia China continental, pero creo que era obs­curecida porque la gente no la manifes­taba abiertamente. Más tarde, la gente abiertamente dijo que no confiaba en China continental. Antes del 4 de junio, mucha gente hablaba sobre una Ley Básica bien planeada, pero ahora mucha gente dice que incluso si una Ley Básica satisfactoria fuese delineada, ellos aún no confiarían en China continental. La desconfianza es más profunda ahora que en el pasado, y ello también se manifiesta en la superficie." Mucha gente ha decidido que es pru­dente permanecer en silencio porque comprenden que no es productivo decir algo cuando lo único que el gobierno chino hace es lanzar advertencias y ame­nazas. A ello se debe que las "solicitudes de opiniones" sobre la provisiones de la Ley Básica descendieron drásticamente, y sólo 7,000 cartas fueron enviadas por el público para expresar su opinión después del 4 de junio. Al contrario, la aten­ción de la gente por lo general enfocó en el asunto de emigración, que ahora es un tema de conversación cotidiano en todos los niveles sociales. El resultado ha sido una seria fuga de cerebros que ya afecta a un estremecido Hong Kong. El Gobierno de Hong Kong está ha­ciendo todo lo posible para aliviar el pro­blema de la fuga de cerebros. El Gober­nador, Sir David Wilson, en su discurso pronunciado durante la inauguración del Consejo Legislativo en octubre de 1989, delineó varios planes para el futuro de Hong Kong, tales como un nuevo aero­puerto, una reconstrucción portuaria, nuevas escuelas y una economía revitali­zada. Estos proyectos tienen como obje­tivo mejorar la infrasestructura de Hong Kong más allá de 1997. Pero, ¿contribui­rán estos logros tangibles a garantizar que China continental respetará los de­rechos humanos y la libertad de Hong Kong? Ching dice: "Creo que es injusto pedir a la gente que se quede en Hong Kong o pedir a los empresarios que man­tengan sus inversiones en la colonia cuando uno no está seguro qué será de ellos en el futuro. Yo opino que depende de cada individuo decidir quedarse o marcharse. Y la decisión de invertir en Hong Kong o en ultramar depende de cada empresario. Con frecuencia, escu­chamos a la gente decir 'que el pueblo de Hong Kong confía en sí mismo.' Creo que es una declaración realmente insigni­ficante porque ahora el pueblo de Hong Kong no controla su destino. Ellos no son las personas encargadas. Son otros los que están encargados, especialmente los líderes de China continental y hasta cierto punto, el gobierno británico." Este tipo de incertidumbre y falta de control sobre el futuro han llevado al climax el problema de la fuga de ce­rebros. Surgiendo de este problema está el tema del derecho de residencia en Gran Bretaña. Políticos y empresarios discuten la importancia de dar la ciudada­nía británica total a más de tres millones de ciudadanos nacidos en Hong Kong con el fin de proveer seguridad para su futuro y ayudar a detener la hemorragia de gente educada y profesionales de Hong Kong. Si no se efectúan medidas apropiadas inmediatamente, la lucha para obtener visas podría alcanzar pro­porciones críticas en un par de años. ¿Está la gente de Hong Kong real­mente ansiosa de radicar en una nación extranjera con un idioma y cultura diferentes? La respuesta es negativa. En Hong Kong se hallan dispersos exce­lentes lugares para ir de compras, restau­rantes que ofrecen una variedad culina­ria, y la colonia tiene el encanto de una ciudad absolutamente internacional. Además, la gente ya tiene una infraes­tructura singularmente moderna, in­cluyendo un sistema ferroviario de transporte masivo y un túnel a lo largo del puerto. Pero lo más importante es que el pueblo de Hong Kong se siente en casa; ellos disfrutan de un sentimiento de par­ticipación y pertenencia social. Si no fuera por la incertidumbre de su futuro después de 1997 y su profunda preocupa­ción por la vida de sus hijos, los chinos de Hong Kong definitivamente preferirí­an irse a cualquier otra parte del mundo. Cuando se trata de trasladarse a Gran Bretaña, ellos sienten aún mayor desin­terés porque las perspectivas para una vida buena allá son menores que en Hong Kong, sin dejar de mencionar las dificultades de emigrar a Inglaterra. Las alternativas en la corta lista de los po­sibles emigrantes serían Canadá, Austra­lia y Estados Unidos. Según un sondeo de la opinión pú­blica conducido en Hong Kong antes del incidente del 4 de junio por un instituto independiente, más de la mitad de los 1,700 profesionales entrevistados pro­yectaron emigrar debido a su falta de confianza en el futuro. De los entrevis­tados, 58% médicos, 50% abogados y personal adminsitrativo, y 48% conta­dores dijeron que tenían intenciones de obtener pasaportes extranjeros. El insti­tuto calcula que después de la masacre en Pekín, la proporción de los profesio­nales que desean inmigrar tal vez au­mentó hasta el 71 por ciento. Los obreros constituyen una consi­derable proporción de la población de Hong Kong, y ellos no poseen recursos para emigrar. Durante el proyecto del Comunicado Conjunto Sino-británico, ellos manifestaron poco interés en el asunto porque mantienen la actitud de que no importa quién sea el líder, aún es­tarán satisfechos siempre y cuando puedan ganarse la vida. Lau Chin-shek (劉千石), Director del Comité Industrial Cristiano de Hong Kong, dice: "Durante algún tiempo, par­ticularmente después del 4 de junio, estas personas gradualmente han llegado a comprender la diferencia entre los sis­temas de ambos sitios. Están apren­diendo que los comunista los afectarán en todos los aspectos. Por ejemplo, du­rante la Revolución Cultural, incluso se ocupaban de trivialidades tales como ¿qué y por qué estás comiendo? La lla­madas reformas que están en proceso ac­tualmente en realidad no llegan más que a un poco menos de interferencia en los asuntos del pueblo. Así que ahora los obreros se marcharían si tuviesen la oportunidad." Lau añade que su comité desea ayudar al gran número de obreros que se tiene que quedar enseñándoles todo lo posible acerca de los asuntos la­borales, incluyendo la libertad de buscar un empleo. El número de personas capaces de emigrar depende considerablemente hasta qué punto su educación, habili­dades, y experiencia satisfacen los requi­sitos de inmigración de otros países. Por ejemplo, Gordon Seow, Comisionado de Singapur en Hong Kong, anunció el 10 de julio de 1989 que la isla-república estaba ofreciendo residencia a 25,000 tra­bajadores y oficinistas de Hong Kong así como a sus respectivas familias. No obs­tante en el caso de Canadá y Australia, las elecciones favoritas en la mayoría de los casos son profesionales de nivel medio y aquellos que pueden traer con­ sigo fondos de inversión. Pero este es el tipo de gente que más necesita Hong Kong para poder mantener su posición como un centro comercial y financiero internacional. Frank Ching opina diferente en cuanto al problema de la fuga de ce­rebros: "Si los profesionales se van, claro que ello afectará la estabilidad de Hong Kong. Pero toda la cuestión sobre el derecho de residencia es para asegu­rarse de que no se marcharán. Es para lograr que se queden en Hong Kong, y el argumento siempre ha sido que si la gente sabe que puede marcharse, se que­ dará. Si la gente sabe que se quedará atra­pada en Hong Kong, querrá marcharse. Esta es una discusión que siempre se ha hecho y aceptado en el gobierno britá­nico. Es por eso que ellos están a favor de ofrecer derechos de emigración para ayudar al pueblo de Hong Kong. Están ofreciendo esto a las personas que ellos consideran vitales para mantener la eco­nomía del enclave. Es darles una póliza de seguros para que se queden." Habiendo crecido en Hong Kong como residente de la segunda genera­ción, Ching siente un amor profundo por el lugar. Recuerda el día cuando en 1968 regresó a Hong Kong después de ocho años de estudios en el extranjero: "cuando el avión estaba a punto de ate­rrizar, parecía que iba a estrellarse contra los rascacielos. Pero no me importaba morir porque regresaba a Hong Kong." Ahora que la ciudad entrará en un nuevo período histórico, Ching se ex­presa con una metáfora adecuada: "El pueblo de Hong Kong es como pasajeros en un auto. No confían en el chofer y temen que él provocará un accidente en el que todos morirán. Pero a los pasajeros constantemente se les dice: 'Deben con­fiar en sí mismos' Eso no hace ningún bien en lo absoluto porque ellos confían en el mundo que existe dentro de ellos, no confían en el chofer. Lo que quieren es conducir el coche ellos mismos. Creo que si el pueblo de Hong Kong tuviera la oportunidad de determinar su futuro, ellos confiarían tanto en sí mismos como en su futuro". □

Popular

Más reciente