07/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Una nueva agenda nacional

01/07/1990
Foto de archivo Lee Teng-hui toma el juramento presidencial.
El presidente Lee Teng-hui fue juramentado como Octavo Presidente de la República de China el 20 de mayo de 1990. En su discurso inaugural, que ofrecemos a continuación, el Presidente ha señalado una extensa agenda con las metas para ser alcanzadas durante sus próximos seis años en el cargo.


Puntos principales del discurso de toma de posesión

Dar término, tan pronto como sea posible, al Período de la Movilización para la Supresión de la rebelión comunista.

Revisar dentro de un plazo de dos años, las partes de la Constitución que tienen que ver con los órganos parlamentarios del Gobierno Central, los gobiernos locales y la organización del Gobierno.

Institucionalizar la política partidista mediante la garantía de una justa competencia entre los partidos políticos.

Renovar el sistema judicial para garantizar el imperio de la ley.

Establecer canales de comunicación para abrir completamente los intercambios académicos, culturales, económicos y comerciales entre ambos lados del Estrecho de Taiwan.

Diseñar un extenso plan de desarrollo de la tierra, acelerar la Investigación y el desarrollo de la alta tecnología, elevar la estructura industrial, abrir los mercados y fortalecer la cooperación internacional.

Poner en práctica las medidas de protección ambiental y mejorar las condiciones del tráfico, de seguridad y de vida.

Buscar la unificación con el territorio continental por medios pacíficos y democráticos.

 

Mis queridos compatriotas y distinguidos huéspedes:

La octava sesión de la Asamblea Na­cional eligió a este servidor, Lee Teng-hui, como Presidente para el octavo perí­odo presidencial de la República de China. En el día de hoy, juntamente con el Vicepresidente Li Yuan-zu, prestaré el juramento de rigor en conformidad con las normas de nuestra Constitución. El pueblo entero me ha dado este so­lemne mandato. Con tan grandes respon­sabilidades sobre mis hombros, haré, na­turalmente, los mayores esfuerzos para cumplir plenamente los términos del ju­ramento presidencial, y dedicaré mis má­ximos esfuerzos a proteger al país y acre­centar el bienestar del pueblo.

Una breve apreciación de la situación mundial actual nos revela que nos encon­tramos en una gran era de rápidos cam­bios. La búsqueda y consecución de la democracia política, de la liberalización económica y de la paz mundial por parte de toda la humanidad es ahora una fuerza irresistible, incontenible, que ine­vitablemente destruirá los grilletes im­puestos por sistemas que se rehusan al cambio de los tiempos, como destruirá las vallas de ideologías cerradas y totalita­rias. Consecuentemente, la situación in­ternacional ha ido evolucionando desde el antagonismo hasta la conciliación. No­sotros, el pueblo chino, no podemos, desde luego, excluirnos de esta masiva corriente mundial. Ponernos en acción para aprovechar esta oportunidad y sentar los cimientos integrales y dura­deros para el futuro del pueblo chino, es la responsabilidad común de los mil dos­cientos millones de ciudadanos chinos en el país y en el exterior. Es también el deber del pueblo, civiles y militares por igual, en nuestro bastión del renaci­miento nacional, liderar el camino con gran sabiduría, determinación y solidari­dad, basados en nuestros muchos años de experiencia y logros en aplicar la de­ mocracia política y una economía en be­neficio del pueblo. Al aceptar como de­positario las grandes esperanzas y la con­fianza del pueblo en estos tiempos extra­ ordinarios, siento que el peso de mi responsabilidad se multiplica grandemente. Espero fervientemente que todos mis compatriotas continúen ofreciéndome su apoyo y su estímulo, para que en los seis años de este nuevo período presi­dencial pueda yo ejecutar mis deberes plenamente y cumplir con la misión que la historia nos ha asignado.

La Constitución de la República de China fue redactada según las ense­ñanzas que nos legara el Padre fundador de nuestra Patria, Dr. Sun Yat-sen. El objetivo de la Constitución es fijar clara­mente la distribución del poder y aunar las fuerzas de China y de Occidente para establecer un sano sistema democrático. Sin embargo, el proceso de redacción de la Constitución implicó muchas marchas, contramarchas, y transigencias. En el tiempo en que entró en vigor, la Nación estaba sumida en la guerra y el caos. En vista de esas especiales circuns­tancias, se sancionaron las Disposiciones Temporales Efectivas Durante el Perí­odo de Movilización para la Supresión de la Rebelión Comunista. Durante estos últimos cuarenta años, bajo la con­ducción de los presidentes Chiang Kai­-shek y Chiang Ching-kuo, ya fallecidos, este designio dolorosamente cumplido prestó una innegable contribución para el mantenimiento de la estabilidad en éste, nuestro bastión del renacimiento nacional, y para crear el milagro de la "Experiencia de Taiwan". Sin embargo, ante la cambiante situación tanto interna como internacional y el creciente deseo fervoroso del pueblo de regirse por las normas democráticas del Derecho, el ambiente político de nuestro bastión de renacimiento nacional no es el mismo que fue en el pasado. Todos reconocen ahora que el desarrollo normal de un sis­tema de democracia constitucional es el único camino para institucionalizar a fondo la democracia política. Así, tengo la esperanza de que las Disposiciones Temporales Efectivas Durante el Perí­odo de Movilización para la Supresión de la Rebelión Comunista pueda decla­rarse terminado, según la Ley, en el más corto plazo posible. Más aún, basándonos en los muchos años de experiencia que hemos acumulado al instrumentar nuestra Constitución y en las necesidades surgidas de nuestro actual ambiente na­cional, se harán revisiones, necesarias y con vistas al futuro, de las partes de la Constitución que afectan asuntos tales como los órganos parlamentarios del Go­bierno central, el sistema de gobierno local y organización del Gobierno, para dar al pueblo chino un código legal que esté de acuerdo con las tendencias de nuestros tiempos, y para establecer un gran modelo de democracia política para todos los tiempos. Esta difíicil tarea no puede ser lograda en un solo y corto paso. El Gobierno solicitará, con com­pleta sinceridad y desinterés, las sugeren­cias de todos los sectores del pueblo y, con precaución pero activamente, traba­jará en esta tarea, de tal suerte que, con la participación y el estímulo del pueblo, dicha tarea pueda completarse en un pe­ríodo de dos años.

Tan importante como la innovación de nuestro sistema de Gobierno consti­tucional es la institucionalización de la política de los partidos. Una competencia limpia entre los partidos políticos y deci­siones confiables según la voluntad po­pular son los mejores caminos para asegurar una perfecta implementación de la democracia constitucional. He destacado en muchas ocasiones que debemos in­vertir nuestros esfuerzos totales en construir nuestro sistema y en cultivar un sano concepto del imperio de la ley, de forma tal que todas las actividades po­líticas sean llevadas a cabo dentro del marco del sistema, y operen de acuerdo a las normas de la ley. Sin embargo, tam­bién deseo enfatizar que cualquier pro­puesta política responsable deberá tener como premisa a la República de China, y como base el bienestar de todo el pueblo. El Gobierno acelerará la innova­ción del sistema judicial, solidificará nuestras bases para el imperio de la ley, hará más saludable el funcionamiento del servicio público para alcanzar una mayor eficiencia administrativa, y asegu­rará elecciones transparentes, para que así los miembros representativos de la sociedad puedan lograr sus objetivos de servir al pueblo a través del proceso de elecciones claras. Si procedemos gradual­mente, un paso cada vez, nuestro sis­tema de políticas partidistas con el tiempo se hará naturalmente cada vez más sano, nuestra base democrática se hará naturalmente cada vez más firme, y el tiempo en que el país esté bien gober­nado y disfrute de larga estabilidad estará naturalmente a la vista.

Sabemos que hay una relación mu­tuamente complementaria y mutua­mente fortalecida entre una economía próspera y el desarrollo de la democracia política. La zona de Taiwan-Penghu-Kinmen-Matsu ha estado llevando a cabo durante los últimos cuarenta años un libre sistema económico orientado a pro­porcionar una mayor riqueza al pueblo, y es por ello que muestra una brillante trayectoria de rápido crecimiento y equi­tativa distribución de la riqueza. Este fruto del esfuerzo de todo el pueblo es conocido en el mundo desde largo tiempo atrás, y ha servido para crear una teoría y un modelo de éxito para todos los países en desarrollo del mundo. Mi­rando hacia el futuro, el Gobierno, además de ajustarse a sus políticas establecidas de liberalización y de internacio­nalización a efectos de mantener un sos­tenido crecimiento de la economía y del comercio, proyectará un plan global para el uso y el desarrollo de nuestra tierra, acelerará la investigación científica y tec­nológica de envergadura y dispondrá su extensión, propulsará la actualización de la industria, mejorará la estructura pro­ductiva de la agricultura y de la pesca, abrirá mercados para el comercio exte­rior y fortalecerá la cooperación interna­cional, de tal manera que a través de un esfuerzo concertado, nuestro desarrollo económico podrá, en los seis años de este período presidencial, ampliar sus al­cances y horizontes en su marcha hacia un nuevo nivel de consecuciones.

Creemos que asegurar el bienestar del pueblo es la tarea más importante de todo desarrollo, y los frutos de todo desarrollo deben ser disfrutados por todo el pueblo. En el proceso del desarrollo económico, el Gobierno habrá de inver­tir activamente más en el bienestar social, habrá de examinar las circunstan­cias particulares de nuestro país, habrá de aprender de las experiencias de países más avanzados y, sobre la base de esos resultados, habrá de proyectar un pro­grama concreto para el bienestar de todo el pueblo, para hacer que nuestros ciudadanos puedan vivir y trabajar en seguri­dad y armonía, y los ancianos, los débiles y los minusválidos puedan recibir los cui­dados que necesitan. Al mismo tiempo, el Gobierno también habrá de instru­mentar a fondo la protección ecológica y la prevención de riesgos públicos, a la vez que habrá de mejorar el tránsito pú­blico, la seguridad pública y las condiciones del medio ambiente. De esta forma, el pueblo no solamente tendrá acceso a las fuentes de abundancia en su vida diaria, sino que también disfrutará de una vida espiritual rica y llena de sen­tido, concretando plenamente así los ide­ales de prosperidad y distribución equita­tiva de la riqueza, tal como se prescribe en nuestro Principio del Bienestar del Pueblo.

Entendemos que la cultura y la edu­cación son las raíces de nuestra Nación, y son los cimientos de un mayor desa­rrollo nacional. Cualquier desarrollo ma­terial o institucional está destinado a per­manecer en un nivel superficial, a menos que pueda enriquecer nuestra cultura y elevar nuestro nivel académico. A través de la integración regional y del in­tercambio cultural, el desarrollo general de la comunidad internacional está gra­dualmente transformándose en un todo indivisible. Esta época de vigoroso desa­rrollo no tiene precedentes en nuestro bastión de renacimiento nacional, y es también el tiempo ideal para hacer una revisión objetiva de nuestra cultura, y elegir y retener las mejores partes de ella, a la vez que incorporar la fuerza de otras culturas donde sea apropiado ha­cerlo. Debemos comenzar con la educa­ción en las escuelas primarias, cultivando un sano crecimiento de acuerdo a un proyecto preestablecido, para orientar la mente y el espíritu de nuestra gente en la direccíón correcta, forjarla y desarrollar en ella las actitudes ante la vida que asig­nan un alto valor a la ética, al espíritu social y a la dignidad, respetando la ley y manteniendo la disciplina. Esto, a su vez, promoverá el desarrollo de la carac­terística cultural china de saber acomodar muchas y distintas corrientes, haciendo así una valiosa contribución al bienestar de la humanidad y la paz mundial.

Compatriotas, distinguidos hués­pedes: Aunque el desarrollo en la Repú­blica de China en el curso de los últimos cuarenta años se ha visto restringido a la zona de Taiwan-Penghu-Kinmen-Matsu, todos los planes han sido concebidos te­niendo presente el futuro de toda China. Taiwan y el continente son partes indivi­sibles del territorio de China, y todos los chinos son compatriotas de la misma carne y sangre. En estos tiempos, cuando toda la humanidad anhela la paz y se halla en pos de la conciliación, los chinos deberíamos trabajar todos juntos para buscar los medios pacíficos y demo­cráticos de lograr nuestro común objetivo: la unificación nacional. A esta altura, cuando los países comunistas del mundo, incluyendo la Unión Soviética, están declarando su renuncia a la dicta­dura de un partido único y al sistema eco­nómico comunista, los comunistas chinos en verdad no tienen la razón ni la fuerza, para continuar resistiendo esta tendencia durante mucho más tiempo. Sinceramente esperamos que los comu­nistas chinos tomen conciencia de las tendencias de los tiempos actuales, que miren de cara al futuro, que apresuren su paso, y audaz y valientemente marchen hacia los objetivos de la democrati­zación política, la liberalización econó­míca y la pluralización social.

A esta altura, quisiera vivamente de­ clarar que, si las autoridades comunistas chinas se avienen a reconocer la tenden­cia general mundial y la esperanza común de todos los chinos, a implemen­tar la democracia política y un sitema económico libre, a renunciar al uso de la fuerza militar en el Estrecho de Taiwan y a no interferir con nuestro desarrollo de la relaciones exteriores sobre la base de la política de una sóla China, nosotros es­taríamos dispuestos, sobre la base de igualdad, a establecer canales de comuni­cación y a abrir completamente canales de intercambio académico, cultural, eco­nómico, comercial, científico y tecnoló­gico, para sentar los fundamentos del respeto mutuo, la paz y la prosperidad. Nosotros esperamos entonces, que cuando las condiciones objetivas hayan madurado, estaremos en condiciones de discutir el tema de nuestra reunificación nacional, basados en el deseo común del pueblo chino a ambos lados del Estrecho de Taiwan.

Reunificación, prosperidad y solidez para China son las esperanzas comunes de todo el pueblo chino. Pero por añadi­dura a esta responsabilidad ineludible del pueblo a ambos lados del Estrecho de Taiwan, los chinos de ultramar en todo el mundo, siempre leales y patrióticos, también juegan un importante papel. El Gobierno debe hacer sus mayores esfuerzos en prestar asistencia a los chinos de ultramar en sus empresas económicas y en el trabajo cultural y edu­cativo. Tenemos una particular inquietud por nuestros compatriotas en Hong Kong y Macao, y esperamos que las auto­ridades comunistas chinas respeten ente­ramente sus derechos a la libertad polí­tica y económica. El Gobierno de la Re­pública de China no retirará los orga­nismos que tiene establecidos actual­mente en esa zona, con el objeto de con­tribuir a mantener la prosperidad y la es­tabilidad del área Hong Kong-Macao y el bienestar de todo el pueblo chino.

Al mismo tiempo, deseo reiterar que la República de China es una nación independiente y soberana. Expresamos nuestra admiración a los países amigos que han mantenido relaciones diplomá­ticas formales con nuestro país a través de los años y valoramos altamente esas relaciones. También esperamos poder fortalecer y mejorar la cooperación mutua con los paías que tratan amistosa­mente a nuestro país sobre la base de re­laciones sustanciales. Como miembro de la comunidad internacional, la República de China, sobre la base de igualdad y re­ciprocidad, desde hace mucho tiempo se ha adherido a las normas internacionales, ha participado en organismos internacio­nales, y ha trabajado para cumplir con sus responsabilidades internacionales. Trabajaremos aún más activa y pragmáti­camente para ampliar nuestra libertad de acción en las actividades internacionales, promover la cooperación internacional y contribuir con nuestros esfuerzos hacia una mayor prosperidad y paz para la co­munidad mundial. Es nuestra esperanza que podamos continuar ampliando los in­tercambios bilaterales con los Estados Unidos sobre las bases actualmente exis­tentes, para acrecentar nuestra tradicional amistad e intereses mutuos. Espe­ramos que Japón hará aún más activos aportes al futuro común de Japón y la República de China con miras al largo plazo. Y esperamos que a través de la es­trecha cooperación con los países vecinos en la región de Asia y el Pacífico po­damos juntos imprimir progreso al desa­rrollo económico en la región, para anun­ciar la pronta llegada de la Era del Pacífico.

Compatriotas, distinguidos hués­pedes: Hace más de dos mil años, la cul­tura china dio nacimiento al ideal de una gran mancomunidad mundial de paz y prosperidad. Los sistemas y objetivos po­líticos, económicos y sociales que ella trae consigo están en completo acuerdo con aquellos aplicados y deseados por las naciones modernas, libres y democrá­ticas. Uno de los objetivos de estos muchos años de incansables esfuerzos del Gobierno de la República de China es también lograr un renacimiento y un renovado desarrollo de la cultura china. Sinceramente esperamos que durante la presente generación de chinos, podamos establecer un modelo político del impe­rio democrático de la ley, echar las bases para un sistema económico próspero y equitativo, y crear una sociedad pacífica, feliz, confiada y armoniosa. Queremos que los chinos en todo el mundo puedan levantar su frente y sentirse orgullosos, y vivir con propósito y dignidad. Dese­amos solemnemente declarar a todos los chinos, como así también al mundo entero, que a partir de ahora estamos preparados con incomparable confianza a abrir una grande y brillante nueva era para todo el pueblo chino. Gracias. □

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