02/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Atrapados entre dos culturas

01/07/1989
Muchos jóvenes chinos de ultramar vienen a Taiwan en busca de sus "raices" y también para mejorar su dominio del idioma chino. Llegan animados por sus padres, en la mayoría de los casos con un conocimiento del mandarín que han adquirido en las escuelas chinas de sus propios países.

Pero muchas veces estos estudiantes se enfrentan con situaciones incómodas una vez llegados. Quizás Taiwan esté habitado par la misma raza de gente y posea características culturales similares, pero sin duda alguna sigue siendo foráneo.

Los estudiantes chinos de ultramar se dan cuenta rápidamente de que han adoptado más costumbres "extranjeras" de lo que en un principio suponían, y parecen no hallarse perfectamente a gusto en Taiwan. En pocas palabras, se enfrentan a un "shock" cultural, encontrandose atrapados entre dos culturas y no siendo miembros completos de ninguna de las dos.

Las experiencias de los estudiantes son instructivas y esto, no sólo para los chinos de ultramar y las personas locales, ya que aquí se cuestionan prespectivas más amplias de lo que significa ser chino de ultramar. Nuestra dirección pidió a una china de ultramar, Tina Wong (de los EE.UU.), que entrevistase a algunos de sus compañeros de experiencia en relación a sus vidas como estudiantes en Taipei. Lo siguiente son extractos de esas entrevistas:

Chow Shong-wen creció en Thallahassee, un sitio en el que resulta un poco difícil, siendo chino, integrarse sin llamar la atención. Aunque sus padres emigraron desde Kwangtung y Shanghai en 1958, le instaron a que hablase inglés para evitar los problemas de comunicación con sus semejantes. Esto no representó ningún problema puesto que el restaurante de la familia les dejaba muy poco tiempo para enseñar chino a los niños.

Durante su infancia Chow pensó más de una vez que le gustaría vivir en un sitio donde no se sintiera tan diferente de los demás. "Pensé que uno de los mejores lugares donde podría estar relajado sería la Universidad de Berkeley, el campus universitario con mayor número de asiáticos en el país." recuerda: "Yo era lo que podríamos llamar, un asiático­ americano bien integrado, tenía amigos blancos, una novia blanca y buenas perspectivas de trabajo. A pesar de todo, nunca me sentí totalmente aceptado como persona."

Desafortunadamente Berkeley no le ofreció lo que él esperaba. Se dió cuenta de que otros asiáticos lo consideraban mal por haber crecido en Thalahassee. Más tarde, durante su último año en la universidad, ocurrieron tres incidentes que le afectaron profundamente.

"Lo primero que desestabilizó mi seguridad fue un cambio en la política de requisitos de entrada a la Universidad que afectó indirectamente al número de estudiantes asiáticos que podían matricularse." también dice: "Esto se hizo enfatizando la importancia de las áreas de enseñanza en las que los asiático-americanos tienen resultados más bajos que los demás grupos étnicos. El número de estudiantes asiático­ americanos admitidos bajó repentinamente en un 15% y esto es tomando en cuenta que el número de solicitudes de este mismo grupo había crecido en un 10%. Ningún otro grupo étnico sufrió tal retroceso. "

El segundo incidente fue de naturaleza violenta. Una alumna asiático-americana fue asesinada por su novio blanco. Aunque el mismo novio llevó a la policía al lugar donde yacía el cadáver y confesó haber perpretrado el crimen, no se le condenó a causa de que cuando hizo tal confesión no se hallaba presente ningún abogado. Un tercer incidente fue lo último que Chow necesitaba.

"Una chica asiático-americana de 19 años fue violada por miembros negros del equipo de fútbol de la escuela" añade: "este suceso dividió al campus en facciones-mujeres, negros, asiáticos y la dirección. Pero al final del semestre estaba claro que la comunidad asiática no se unía y le faltaba liderazgo. La justicia nunca se llevó a cabo. Mis compañeros asiático-americanos parecían aceptar esta falta de justicia, pero yo no pude y decidí irme de los EE.UU. por algún tiempo."

Chow pasó tres meses y medio en China continental donde estudió mandarín. Pero pronto se dió cuenta de que había posibilidades de enseñar en Taiwan y vino a la isla en busca de trabajo. Ahora estudia mandarín aquí en Taipei, dando clases de inglés en sus horas libres además de trabajar como modelo. Después de su estancia en Taiwan Chow volverá a los EE.UU. para estudiar medicina.

"Mi manera de ver las cosas ha cambiado un poco desde que llegué aquí," dice "venir a Taiwan ha hecho que me acepte más a mi mismo. Ya no siento la necesidad de presentar la imagen que los demás esperan de mi. Pero debo de admitir que me siento más en casa en los EE.UU.. La ventaja de Taiwan es que aquí no se me señala como si fuera un extranjero. Debo decir que esperaba ser recibido con los brazos abiertos cuando volví a China. Bueno, a pesar de que me adapto, nadie me ha recibido con los brazos abiertos."

A Chow le irrita que exista diferencia de trato entre personas locales y extranjeras a favor de estos últimos. Dice que hay discotecas en Taipei que dejan entrar a los extranjeros sin pagar. Los proprietarios alegan que lo hacen para atraer más negocio ya que muchos chinos van a esos sitios especialmente para conocer a extranjeros. A pesar de todo eso Chow protesta diciendo que siempre debe enseñar su pasaporte a la entrada porque su cara no es occidental.

Sam Wu que tiene 22 años y es un americano de la segunda generación, creció en un barrio de clase media-alta en el que las familias asiáticas no eran muchas. Ambos padres son médicos y emigraron a los Estados Unidos en 1965. "En la escuela secundaria yo era uno de los cuatro asiáticos en un curso que tenía 680 alumnos." añade: "siendo un grupo tan pequeño nunca fuimos objeto de discriminación, no representabamos una amenaza sino más bien algo curioso. La peor experiencia debe haber sido que los otros niños me insultasen en los años de escuela primaria. Desafortunadamente esa es la época de la vida en la que se ven más claramente reflejadas las actitudes de los padres en sus hijos."

En los últimos años la comunidad asiática ha crecido fuertemente en la zona en que vive Wu. La mayoría vienen de Corea y de Taiwan, y casi todos tienen buenos trabajos bien remuneradas. "Mi hermana pequeña que está ahora en la escuela secundaria tiene muchos más amigos asiáticos de los que yo tuve." indica. Durante los años en la Universidad Wu se hizo miembro de muchas organizaciones asiático-americanas, entre ellas, el Sindicato de Estudiantes Asiáticos de la Costa Este, adonde trabajó como director de la 10 edición del periódico "Espíritu Asiático-Americano". Este periódico incluía artículos sobre discriminación racial en el empleo, discriminación en el campus universitario, violencia contra los asiáticos así como la investigación sobre el "mito del modelo minoritario", un concepto que, piensa Wu, no permite la exposición de los problemas de discriminación.

"En Harvard luchamos por la implantación de un curriculum de estudios asiático-americanos, y conseguimos su establecimiento parcial. También tuvimos una serie de conferencias sobre temas asiático-americanos en la prima­ vera de 1987. Ahora estoy interesado en escribir un artículo investigando a los asiático-americanos que vienen a Taiwan para ver si se enfrentan a un conflicto de culturas. Tengo ventaja sobre otros de los que han vuelto porque aún tengo contactos familiares en la isla."

A pesar de las conexiones familiares Wu se encuentra con problemas lingüísticos a la hora de adaptarse. "El entorno no es todo lo cómodo que yo esperaba porque mi dominio del mandarín o el taiwanés no es bueno." explica: "Crecí en un ambiente en el que mis padres nos hablaban en taiwanés mientras que nosotros les respondíamos en inglés, como consecuencia ahora puedo comprender lo que la gente me dice pero no puedo contestarles en ninguna de las dos lenguas locales."

En los Estados Unidos dice que no tuvo que soportar demasiados problemas de discriminación, "Yo tuve suerte, aunque mis padres no lo tuvieron tan fácil" añade: "Aunque no lo discuten, pienso que esos problemas fueron los que les hicieron dirigirnos hacia carreras científicas y tecnológicas. En esas carreras uno tiene más posibilidades de ser juzgado por sus méritos y no por razones personales."

Wu ha venido a Taiwan varias veces para visitar a familiares. Por fin, después de graduarse en Harvard, decidió venir por un periódo extendido de 7 meses este año, y volverá a los EE.UU. a continuar estudios de medicina, física o antropología. Wu estudia mandarín 4 horas por día en el Centro de Estudios de Mandarín de la Universidad Normal Nacional de Taiwan, y trabaja para una revista de artes y ocio para expatriados locales, publicada en inglés.

"Lo primero que noté en Taipei, fue que había muy pocos jóvenes en las calles durante el día, parecen muy preocupados con sus tareas de la escuela. Lo segundo fue que el país ha optado por un desarrollo industrial rápido, sacrificando así los recursos naturales y el medio ambiente." Wu señala que la actitud local de cara al mundo exterior parece ser una atracción primitiva hacia todo lo occidental. "Por ejemplo, aquí se celebra la Navidad de una manera totalmente superficial, claro que este no es un país cristiano." añade: "La gente aquí parece ser más ingenua de lo que me esperaba. Puede que Taipei sea una ciudad grande, pero no es un centro cosmopolita."

La confianza que posee Wu le ha ayudado a entrar en cualquier ambiente, no importa donde se encuentre. Alberga esperanzas de que su estancia en Taiwan será el catalizador para obtener un mejor conocimiento de lo que significa ser asiático, además de poder planear su futuro. "Puede ser que consiga los instrumentos necesarios para contribuir con las comunidades asiáticas en EE.UU. y otros países"

Christina Zee tenía 8 años cuando sus padres emigraron desde Hong Kong a Indianapolis en 1968. Vino a Taipei hace 6 años y ahora habla mandarín con fluidez. Trabaja para el Consejo Chino de Desarollo Comercial Exterior (CETRA iniciales en inglés).

"Cuanto más permanezco aquí, más siento como si mis pies estuvieran en dos barcos de remos que se van separando poco a poco. No me siento aceptada totalmente por la sociedad de los EE.UU. y tampoco pienso que pueda ser aceptada totalmente aquí. En los Estados Unidos me llevo bien con gente individual, pero en cuanto participo en una reunión de blancos, las percepciones cambian y se me categoriza como a una asíática. En Taiwan se me acepta hasta cierto punto aunque también se me considera diferente porque crecí en América."

A pesar de que habla mandarín sin ningún problema y tiene una buena educación, Zee encuentra una gran variedad de obstáculos que le impiden el trato con los habitantes de Taiwan. "Algo tan insignificante como la forma de andar de una persona puede despertar sentimientos de incomodidad en otra cultura." explica: "Un colega me dijo que la primera vez que me vió, pensó que yo era arrogante y que mantenía las distancias. Yo estaba asombradísima, nunca tuve tales pensamientos, pero mi porte y postura eran americanos. Los chinos tienden a mantener una postura más humilde y un poco encorvada, mientras que los americanos andan más erguidos. Los americanos también suelen ver las cosas como si se centraran alrededor de ellos mismos."

Vivien Lo es una chica de 19 años que viene de Alemania Federal y como Zee encuentra dificultades en integrarse completamente con el pueblo de Taiwan. "Pienso que los chinos son educados y amistosos en comparación con los alemanes. Les gusta ofrecer cumplidos y aparecer receptivos. La gente en mi país suele ser más fría. Pero parece ser que los chinos siempre consideran a los extranjeros como gente ajena."

Lo tiene padre chino y madre alemana, y se ha enfrentado a reacciones muy diversas de la gente con quien se encuentra tanto aquí como en su país. "En Alemania mucha gente me considera totalmente china, mientras que aquí piensan que soy alemana. La mayoría de la gente nunca sospecha que soy china." indica. Su pelo castaño oscuro y su cutis cremoso le dan una apariencia muy atractiva. A pesar de que las reacciones frente a su apariencia crean algunos problemas, ésta también le ha ayudado a conseguir trabajo de modelo profesional en Taipei.

"No crecí con demasiados problemas raciales en Alemania Federal. De vez en cuando otros niños me insultaban, y a veces había gente que me hablaba chapurreando inglés porque creían que era extranjera. Pero, al vestir y hablar como una alemana, normalmente he sido aceptada como tal."

Lo dice que existen claras diferencias entre los valores tanto materiales como éticos de los pueblos chino y alemán. "En mi país, después de haber satisfecho las necesidades básicas, la gente ahorra para viajar y para comprar casas y coches." explica: "Me sorprendió comprobar que la gente en Taiwan acuerda primera prioridad a la comida. También, en esta sociedad, las personas tienen un sentido más fuerte de la responsabilidad familiar al contrario que en Alemania donde los jóvenes suelen alejarse de sus padres para vivir una vida más independiente. "

A pesar de esto, el sentido de obligación familiar de Lo es más fuerte de lo que admite en un principio. Vino a Taipei unos meses atrás porque su padre quería que ella estudiase mandarín y piensa quedarse durante un año para después continuar sus estudios de Economía y Chino en la universidad. "Cuando mi hermana y yo éramos pequeñas, mi padre nunca nos habló en chino, pero cuando cumplí 12 años, empleó a un profesor para mi madre y para nosotras. De verdad quería que estudiásemos mandarín. Pero claro, una hora de estudio por semana no era suficiente. Cuando cumplí 14 años sugirió que en cuanto acabase la escuela secundaria viajase a China para aprender el idioma. Accedí para darle gusto y también porque, después de todo, soy medio china."

Irónicamente, fue su padre el que cambió de idea al llegar a Taipei. Después de andar por la ciudad durante un día con su hija, le pidió que volviese a Alemania con él. Temía que no hubiese bastante gente que hablase inglés para que su hija pudiese seguir adelante sola. "Le dije que ya que estaba aquí, lo mejor era que me quedase" explica: "Desde septiembre pasado he estado estudiando en dos escuelas diferentes, más o menos cuatro horas por día. Quiero aprender 2.000 caracteres para poder leer, hablar y escribir el idioma efectivamente."

Leopoldo Lim es filipino, y a sus treinta años es más viejo que el estudiante medio que llega a Taiwan para mejorar su dominio del mandarín. Hijo de padre chino (Amoy) y madre nativa de Cebú donde vive su familia con otros 11 hermanos, Lim habla cebuano, tagalo, inglés, fukienés (dialecto chino de las provincias de Taiwan y Fukien) y mandarín. Aprendió a leer caracteres chinos en una escuela china en que los profesores hablaban mandarín y fukienés. Tiene una licenciatura en comercio y contabilidad y ha trabajado para un banco como contable.

Lim tiene proyectado viajar a los EE.UU. con el fin de ayudar a su hermana y marido que tienen una cadena de restaurantes allí. "Mi hermana sugirió que viniese a Taiwan primero, su marido es chino y piensa que nuestras relaciones serán más fáciles si puedo comunicarme en chino con ellos."

Lim ha vistado Taiwan varias veces pero ésta es la primera vez que permanece en la isla por un tiempo largo. Nos da impresiones varias sobre Taipei. "Los precios son realmente altos, así que debo de organizarme bien el presupuesto; resulta incluso difícil tener gastos extras como para ir al cine por ejemplo."

Integrarse también resulta difícil. "La comunidad china en las Filipinas está bastante bien integrada, pero cuando la mayoría de filipinos vienen a Taiwan les sienta mal la manera en que los locales los miran." dice.

Esta actitud proviene seguramente de la situación actual en la Taiwan necesita trabajadores y Filipinas está dispuesta a enviarlos aquí, pero los acuerdos y leyes no son fijos y resulta en la creación de tensiones. Como consecuencia existe una gran cantidad de trabajadores filipinos que quedan aquí haciendo trabajos normalmente mal remunerados y que son considerados ilegales. Pero generalmente, éste no es el problema de los filipinos de ascendencia china, y les molesta la manera en que se considera a sus paísanos como pobres y sin educación.

"En los años sesenta la economía de las Filipinas crecía fuertemente y los papeles estaban invertidos", especifica Lim "La comunidad china de las Filipinas llegó hasta regalar un auto blindado para la protección de Chiang Kai-shek. Sólo porque el equilibrio económico ha favorecido a Taiwan, los chinos no deberían de considerarnos inferiores. No me gusta la falta de respeto que tengo que soportar aquí en Taiwan. Cuando la gente se da cuenta de que soy filipino se dan la vuelta y prefieren no saber nada más de mí. En cambio si viniese de los EE.UU. tendrían un sinfín de preguntas."

Al mismo tiempo Lim dice que está familiarizado con esa actitud puesto que los filipinos también suelen admirar a los extranjeros. "Esta forma de pensar es algo de lo que todos deberíamos estar al tanto" añade: "aunque mi aspecto sea chino, me siento más filipino en los valores que mantengo. La sociedad en las Filipinas está bastante mezclada, y tengo amigos filipinos, chinos y mestizos."

Lim dice que le parece que los estudiantes aquí, a pesar de ser serios son un poco ingenuos. "Cuando dije a algunos de mis alumnos de inglés que iba al aeropuerto a despedir a mi hermano, ¡uno de ellos dijo que no había estado nunca en el aeropuerto! y eso que sólo está a una hora de la ciudad de Taipei. Otra vez le pregunté a una estudiante que si tenía novio y enrojeció inmediatamente. Mi intención era charlar un rato."

El año pasado, Justine de 22 años de edad (prefiere no dar su apellido) vino a Taiwan desde Jakarta. Es una china­ indonesia de la tercera generación y antes de dejar su país estudió mandarín en una escuela china e inglés en una academia para intérpretes. Sus padres que se divorciaron hace 6 años, hablan tanto hakka (dialecto local) como mandarín.

Después de tratar de abrir un pequeño negocio en Jakarta, la madre de Justine se casó con un hombre de Taiwan y se trasladaron a Taipei. Ahora vive con su madre y hermana menor y experimentan condiciones de vida bastante diferentes de las que gozaban en su país de origen.

En Indonesia existen grandes tensiones entre chinos e indonesios. Las razones hay que buscarlas en conflictos históricos y problemas económicos actuales en que es de notar las diferencias entre la pobrísima población local y la rica comunidad china. "A pesar de que el Gobierno de Indonesia se esfuerza por proclamar que todos los ciudadanos deben llamarse a sí mismos indonesios, la nación está severamente afectada por problemas raciales." explica: "Todos mis amigos son chinos y resulta muy difícil encontrar a un nativo que se mezcle con la comunidad china."

Las tensiones crecieron hasta tal punto que, al final, todas las escuelas chinas fueron cerradas. Durante los años 60 hubo un período especialmente con­ flictivo en que después de un golpe comunista frustrado el poder pasó de las manos del presidente Sukarno a los militares. "Las autoridades cerraron mi escuela primaria junto con todas las otras escuelas chinas así que no pude ir a clase, como consecuencia mi dominio del mandarín no es muy bueno."

Al estar acostumbrada a un ambiente de clase alta, aunque esto fuera en una sociedad con grandes problemas raciales, Justine también se queja de problemas similares a los que los demás chinos de ultramar padecen. Su rostro es chino pero no puede hablar bien mandarín, esto parece no sentarle bien a las personas locales. Como un ejemplo de este trato que tiene que soportar, relata lo que le ocurrió en la oficina de correos.

"Le entregué las cartas a la empleada que me dijo que yo misma calculara los precios de acuerdo con la lista pegada en la ventanilla." recuerda: "Le dije que no podía leer caracteres chinos y me contestó, 'Bueno, y ¿porqué no puedes leerlos?' le expliqué que venía de Indonesia y luego tomó las cartas y me regañó por no saber leer chino."

Justine dice que aunque ésta no es la actitud general, ella siente que la gente en Taiwan suele ser arrogante y ruda. "Si tuviera pelo rubio y fuese una extranjera 'real', seguro que no me tratarían así". Pero vivir en Taiwan también sus ventajas. "Me siento más segura aquí viviendo entre chinos, aunque ésto podría ser una concepción falsa puesto que hay tantos crímenes, según lo que dicen los periódicos. También hay más libertad aquí, Indonesia es predominantemente musulmana y mi familia es cristiana. La gente considera mal llevar ropas de moda o algo que sea un poco escotado. Se puede hacer pero no te sentirás a gusto a causa de las miradas de la gente a tu alrededor. En Taiwan, por lo menos, no existe una presión conformista tan grande. "

Justine también ha tenido la oportunidad de conocer a una estudiante indonesia de origen no-chino, lo que le ha aportado una ocasión de enriquecerse personalmente, cosa imposible en su país. Dice: "Estando fuera de nuestro país, encontramos un lazo común en nuestra cultura indonesia." □

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