03/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

El Presidente y su pueblo

01/11/1982
Todos los países tienen un gobernante, pero pocos gobernantes pueden considerarse verdaderos líderes de su pueblo. El Presidente de la República de China, Chiang Ching-kuo, es un líder y un hombre del pueblo. Se reune con la gente, visita hasta los poblados más remotos -que a veces ni siquiera figuran en los mapas-, conversa con los habitantes, escucha sus problemas, les solicita, inclusive, sus consejos y, como dice un ciudadano, "su presencia nos da, ante todo, una gran sensación de seguridad". En otras palabras, es un dirigente querido por su pueblo, ese mismo pueblo acosado por el enemigo, en lucha por su progreso y empeñado en sacar adelante programas que lo coloquen en el rango de las naciones desarrolladas antes de que termine esta década.

Lo que ocurre sencillamente, según el propio Presidente, es que cada quien tiene su propia mosofía sobre cómo tratar a la gente. Por eso, tal vez, ha sostenido que su afán de "estar entre el pueblo" lo obtuvo especialmente de un libro que leyó en su juventud y que decía en un pasaje: "Sólo venimos una vez a este mundo. Debemos, entonces, hacer por el pueblo todo lo que esté en nuestras manos, antes de que sea demasiado tarde". Así, constantemente hace énfasis en que los ciudadanos son los dueños del país y que la tarea de los funcionarios públicos es servir a esos ciudadanos.

Insiste, asímismo, en dos lemas importantes: "Hay que sacrificarse y trabajar con esfuerzo" y "Debemos vivir para trabajar y no trabajar para vivir".

NO HAY QUE OCULTARLE NADA AL PUEBLO

De ahí que desde cuando era Primer Ministro, el Presidente Chiang explicara que, a excepción de algunos asuntos relacionados con la defensa nacional y la conducta diplomática, el gobierno no tiene nada que ocultarle a su pueblo.

Pero, al mismo tiempo, el Jefe del Estado insiste en la honestidad. Para desechar la corrupción y demás faltas entre los empleados gubernamentales, ha prescrito leyes que imponen severos castigos a quienes resulten involucrados en tales delitos.

Cuando era Primer Ministro, igualmente, Chiang recalcó en el hecho de que la búsqueda del desarrollo sólo podrá lograrse mientras las entidades gubernamentales sean lo suficientemente competentes para cada una de las labores que se les asigna; entonces, ordenó simplificar muchas leyes, para conveniencia del pueblo.

Este es el ejemplo más claro: La República de China tenía más de 4 mil leyes y estatutos hace diez años. Hoy en día han sido reducidas a 1.200, y el tiempo para estudiar las diversas peticiones ciudadanas, ha disminuido de 30 a 15 días.

Con todo, lo que más llama la atención es el continuo contacto del Presidente con el pueblo, visitando fábricas, centros de trabajo en general, escuelas y aldeas, a fin de conocer sobre el terreno las dificultades de sus compatriotas, discutiendo con ellos diversos temas y conociendo sus opiniones.

En respuesta a aquellas personas que le han insinuado no realizar demasiados viajes, puesto que ello podría poner su salud en grave peligro, el Presidente Chiang escribió una vez:

"Mucha gente cree que es inapropiado para mí el salir de Taipei y visitar tan frecuentemente a la gente de diferentes lugares. Temen que la fatiga pueda perjudicar mi salud y que yo pueda perturbar los niveles de autoridad y estropear el sistema bajo el cual los deberes son cumplidos por gente de su propio nivel. Yo pienso de forma diferente. Disfruto visitando el campo, las montañas y la costa, y me gusta reunirme y charlar con la gente. Estas actividades son buenas para mi salud. Además, siempre realizo estas visitas durante los días libres y no desatiendo los asuntos que requieren tiempo y cuidado. Cuando viajo, a menudo acompañado por miembros del gobierno, nunca decido sobre asuntos administrativos".

EL RUMBO SOCIAL

Chiang Ching-kuo es un mandatario cuya vida transcurre sin ostentación y a quien le gusta impartir al pueblo enseñanzas relacionadas con una austera y ocupada forma de vivir. Ha aconsejado llevar el gasto lo mejor posible, haciendo llamamientos a sus conciudadanos para que se guarden de lo innecesario o de tomar por rumbos sociales inútiles.

Por otra parte, en opinión del Primer Mandatario, la juventud afronta diversos problemas, lo que ha llevado a una especial atención en la búsqueda de respuestas a las interrogantes formuladas por miembros de las jóvenes generaciones. Una de sus principales tareas fue establecer la entidad "Cuerpos Juveniles de China" e instruir a los padres en un hecho simple, pero a veces descuidado: Tanto estos como sus hijos deben vigilar lo que atañe al crecimiento y desarrollo. Los "Cuerpos Juveniles" promueven varias actividades para cientos de miles de jóvenes.

El Presidente Chiang también ha reconocido que la familia es el corazón del sistema social de la nación, y ha apoyado medidas de orden familiar, incluido el establecimiento de un tribunal especial para ayudar en forma continua a este núcleo de la sociedad cuando lo necesite.

La educación, en tanto, ha demandado del Presidente una constante atención. Ha insistido en la necesidad de una guía y norma de conducta, con las cuales tanto la nación como la comunidad puedan sentirse orgullosas. Especialmente ha subrayado la necesidad de una educación vocacional y adiestrada en todos los campos de la técnica.

Los asuntos culturales también han sido planeados por el Jefe del Estado y tienen que ver con el establecimiento de centros especiales en cada condado y ciudad. Librerías, bibliotecas, museos y auditorios para producciones tanto musicales como de arte dramático, están previstos.

EL AVANCE ECONOMICO

En el campo económico, el gobierno del Presidente Chiang ha adoptado una serie de medidas tendientes a proveer mayores empleos y aumentar los ingresos. Para garantizar aún más la equitativa distribución de la riqueza, se ha puesto suma importancia en el crecimiento y mecanización de la agricultura, la industria y el comercio. También se busca un desarrollo equilibrado entre las ciudades y los pueblos, y una armonía plena entre los trabajadores y sus dirigentes.

Fue también Chiang Ching-kuo -cuando era Primer Ministro- quien lanzó un audaz programa de desarrollo rural y de estabilización, más conocido como "Los 10 Mayores Proyectos de Construcción". Al completarse este plan -y cuando ya era Presidente-, Chiang puso en ejecución otros 12 proyectos, considerados como uno de los mayores esfuerzos gubernamentales, llevado a cabo en país alguno, en los últimos tiempos.

Paralelamente, se ha ordenado un plan económico de seis años, con el objeto de llevar más adelante la estructura, promover la modernización, aumentar el potencial del país en todas sus ramas y hacer mucho más amplio el desarrollo, pero incrementando al mismo tiempo la capacidad, para poder afrontar cualquier emergencia económica. Y, a decir de los observadores internacionales, ninguno de estos esfuerzos ha sido en vano.

LA DEFENSA NACIONAL

En cuanto a la defensa nacional, el Presidente Chiang -quien ocupó también la cartera respectiva por varios años­ sostiene que el poderío de las fuerzas armadas es un requisito esencial para que la República de China continúe viviendo libremente.

Varias veces ha explicado que el actual poderío militar es competente en caso de lucha contra el enemigo y, eventualmente, para asistir al pueblo del continente en sus esfuerzos para la liberación.

LA DEDICACION A UN PUEBLO

Pero, aparte de sus funciones normales como Jefe de Estado, la dedicación del Presidente Chiang al pueblo le ha hecho ganarse su total apoyo. Algunas anécdotas comprueban esta afirmación:

Una vez el Presidente se hizo presente en la ceremonia de clausura de un cursillo de entrenamiento militar para estudiantes. Al iniciarse el acto, comenzó a lloviznar. Cuando él subió a la tribuna especial, observó que más de 10.000 jóvenes permanecían firmes bajo la lluvia. Entonces, decidió cancelar el desfile para ahorrarles incomodidades. Luego, en una visita a Kinmen, observó nuevamente cómo los jóvenes reclutas actuaban bajo la lluvia. Posteriormente escribió: "Me sentí mal porque yo estaba confortablemente sentado bajo un podio, mientras ellos realizaban sus ejercicios" .

Tanto el frío invernal como el cálido verano y la llegada de los tifones, son causas de preocupación para el Presidente, y pregunta casi constantemente por la suerte de los campesinos y si la gente de escasos recursos ha tenido graves problemas.

Al Presidente Chiang le gusta ir, especialmente, al campo. Inspeccionando unos arrozales, le preguntó a un joven campesino por su familia, su tierra y su cosecha. El campesino le explicó sus problemas y luego le dijo: "Gracias por preocuparse por nosotros y venir a visitarnos en un día tan lluvioso como este". El Presidente respondió: "¿Gracias por qué? Es mi deber," y enseguida estrechó la mano embarrada del trabajador.

En otra ocasión, visitó a un anciano granjero, quien lo saludó en el dialecto amoy. Esto no fue obstáculo para que los dos sostuvieran una animada conversación, uno hablando en mandarín y el otro en amoy. El nieto del granjero y su esposa le ofrecieron melón, que el Presidente aceptó, y durante la charla que siguió el Primer Mandatario tomó en sus brazos el bebé que la señora tenía consigo.

Otro día, tras visitar el Parque Industrial y Científico de Hsinchu, el Presidente Chiang entró en un restaurante popular, donde un hombre con la camisa desabrochada se encontraba comiendo y bebiendo. Al ver al Presidente, levantó su vaso y le dijo: "Hace mucho calor. ¿Quiere una cerveza?"; el Presidente aceptó entusiasmado la invitación.

Estos casos son apenas un esbozo de la vida "pueblerina" del Presidente Chiang. Además de ello, es tal vez el único Jefe de Estado del mundo que recibe diariamente cientos de cartas, con numerosas solicitudes.

El Presidente de la República de China es, en suma, un hombre sencillo en extremo. Si va caminando por un pueblo y quiere descansar, se sienta tranquilamente bajo un árbol y dialoga con las gentes del lugar. Si va por las calles de la ciudad, no tiene dificultad en acercarse a un puesto ambulante de jugos y pedir uno para calmar la sed o sentarse en la barra de un restaurante callejero a probar algún plato. Si visita una escuela, conversa y hasta juega con los chiquillos.

Como opinan varios campesinos, testigos de estas sorpresivas visitas presidenciales, "realmente nuestro Presidente es un buen hombre; siempre que tiene tiempo viene a visitarnos. Es uno de los nuestros. Y eso hace que le tengamos más respeto y confianza". □

Por Orlando Cómez

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