05/05/2024

Taiwan Today

Taiwán Hoy

Equilibrando la balanza

01/08/2007
Los criaderos de ostras como estos en la Villa Wanggung, Distrito de Changhua, contribuyen a las 20.000 toneladas métricas de conchas de ostras que se producen cada año en Taiwan.

Las escamas de pescado fritas no son un platillo muy popular, por lo que las casi 2.000 toneladas métricas de escamas de pescado que se producen cada año solían considerarse algo sin valor, que las fábricas de procesamiento y las pescaderías de los mercados no dudaban en desechar. Pero las cosas han cambiado, gracias al Instituto de Investigaciones sobre Pesca (FRI, siglas en inglés), del Consejo de Agricultura. Las escamas de pescado frescas se venden ahora por NT$40 (US$1,2) por kilo porque contienen colágeno.

Chai Huey-jine, investigadora asociada en la División Tecnológica sobre Mariscos, de FRI, explica que se puede extraer un kilogramo de colágeno de cinco kilos de escamas de pescado. Eso puede transformarse en aproximadamente 2.000 unidades de loción, crema protectora u otros productos con colágeno, lo que aumenta su valor 500 veces. Además del colágeno, las escamas de pescado están compuestas en un 55 por ciento de hidroxiapatite. Un kilogramo de hidroxiapatite para usarlo en productos de limpieza, se vende entre NT$20.000 y $110.000 (US$600 y 3.300), y cuando se usa para implantes odontológicos, el valor incrementa a NT$1,75 millón (US$53.000).

Las 20.000 toneladas métricas de conchas de ostra que cada año producen las pescaderías de Taiwan, son otro ejemplo de transformar los desechos en ganancias. Una pequeña porción de las conchas se pulverizaba y vendía en NT$2 (US$0,06) por kilo, como ingrediente para alimento de peces o pintura para pared, pero la mayor parte se acumulaba, lo que provocaba problemas ambientales. Hwang Pai-an y su equipo en la División Tecnológica sobre Mariscos lograron extraer enlaces peptídicos de la capa de nácar de la concha de ostra, como ingrediente para productos para la piel y cosméticos. El resto de la concha, en su gran parte formada por carbonato de calcio, puede convertirse también en productos anti-bacteriales o para controlar los malos olores. En conjunto, un kilogramo de concha de ostras puede convertirse en productos que se venden al público entre NT$5 millones y $15 millones (US$150.000 y US$455.000).

Huele a chamusquina

En el pasado, las instituciones de investigación del Gobierno llevaron a cabo mucha investigación científica básica que nunca llegó a aplicarse en el mundo real, según Wu Chwen-herng, jefe de la División Tecnológica de Mariscos, que propuso los proyectos de investigación. “No se trata de que la ciencia básica no sea importante —es sólo que ahora nos concentramos en resolver problemas para la industria pesquera”, dice. “La industria no usaba ni las escamas ni conchas. Nos dispusimos a crear valor de los desperdicios y resolvimos un problema”. Para hacerlo comercialmente viable para atraer inversionistas, Wu piensa que el valor creado debería por lo menos ser 100 veces más alto que el precio de la materia prima.

 

Ya resuelto el asunto de las escamas y conchas de ostras, quedan todavía otros problemas por resolver. Gracilaria es una especie de alga marina que crece ampliamente en Taiwan como alimento para el abalón, pero cuando el abalón fue arrasado por una enfermedad hace tres años, casi todas las 30.000 toneladas métricas de gracilaria cultivada artificialmente, se volvió inútil. El FRI descubrió entonces que el alga marina contiene protectores naturales contra la luz ultravioleta, que la convierten en una materia prima potencial para productos para el cuidado de la piel. Lan Huei-ling, especialista técnica de FRI que trabajó en el proyecto de alga marina, indica que hay una larga historia de productos hechos con algas marinas usados en los cosméticos, alimentos saludables y medicina, y que Taiwan ha dependido en gran medida de las importaciones. Por lo tanto, su meta no sólo era encontrar productos para el cuidado de la piel en el alga marina, sino también hacerlo de la manera más económica posible.

Lan y su equipo lograron convertir el alimento para abalón, que se vendía a NT$2 (US$0,06) por kilo, en productos para el cuidado de la piel que se venden a NT$5.000 (US$150) por kilo. Aparte de la gracilaria, Lan también ha trabajado con varias especies de algas marinas jamás usadas, que se encuentran comúnmente alrededor de la isla. Agregándoles ingredientes de la medicina herbaria china, ella ha desarrollado varios tipos de té saludables con algas marinas. “Taiwan está rodeada por mar, es una lástima que no se aprovechen al máximo nuestros recursos”, dice Lan.

Wu explica que la razón por la que el FRI se centra en los productos para el cuidado de la piel, es básicamente económica. Mientras que los extractos de vida marina también tienen gran potencial para las aplicaciones médicas, estos proyectos de investigación requieren enormes cantidades de dinero y tiempo —ambos están más allá del pequeño presupuesto anual de NT$10 millones (US$300.000) de la división. Por otra parte, los proyectos para cosméticos y cuidado de la piel son mucho más económicos. Por ejemplo, la investigación de las escamas de pescado tardó alrededor de un año y solamente NT$2 millones (US$60.000).

 

Un gran número de productos para el cuidado de la piel en el mercado contiene colágeno derivado de vacas y cerdos, que puede contener patógenos que son potencialmente dañinos para los humanos. Si hay una epidemia de mal de las vacas locas o fiebre aftosa, siempre va a existir la preocupación de que los productos animales están contaminados. Sin embargo, no se ha visto el caso de enfermedades de peces que se hayan transmitido a los humanos, y no hay temor que el colágeno extraído de los peces cause alergias. La pureza del producto es también un factor adicional para el colágeno extraído de las escamas de pescado —en un 96 por ciento, su nivel de pureza es mucho más alto que el del colágeno derivado de otros animales. “Taiwan es el principal exportador de tilapia del mundo, por lo que no falta la materia prima”, dice Wu. “Y si se considera el número de consumidoras que están dispuestas a invertir para lucir mejor y verse más joven, nunca habrá baja demanda”.

Prueba y error

La identificación de algo inútil es una cosa, pero convertirla en un producto de alto valor agregado es otra. El primer paso —recolectar información y encontrar los espacios vacíos en un mapa de patentes— se hizo fácil gracias a los diversos motores de búsqueda en la World Wide Web. Luego, hay mucho que aprender sobre productos para la piel y los cosméticos. La mayoría de los investigadores de FRI, admiten que han pasado poco tiempo en la adquisición de estos conocimientos o en búsqueda de mercados, hasta que se hace necesario.

Los experimentos verdaderos pueden estar llenos de frustración. “La posibilidad de éxito es generalmente de 1 en diez millones”, dice Wu. “Es cuestión de un fracaso tras otro, hasta que se logra el éxito”, por ejemplo en el caso del colágeno de escamas de pescado. Chai indica que la clave para la efectividad de un cosmético es la capacidad de absorción de la piel. Muchos productos con colágeno del mercado contienen verdaderamente colágeno con un peso molecular que es demasiado alto para penetrar por la superficie de la piel. El reto para Chai fue encontrar la enzima más económica, o la combinación, que pudiera extraer y “dividir” el colágeno al tamaño adecuado. Mientras que una enzima usada específicamente para extraer colágeno cuesta NT$9.800 (US$294) por gramo, Chai y su equipo probaron una combinación de cinco enzimas que hacen el trabajo por NT$2.000 (US$60) por kilo. La posibilidad de encontrar esta combinación, según Chai, es de una en 17 millones.

En términos de valor agregado, la concha de ostra no tiene menos potencial que las escamas de pescado. La gente ha usado productos con perla para el cuidado del cuerpo desde hace mucho tiempo, pero utilizar los enlaces pepticidas de la capa de nácar de la concha no es una tarea fácil. Hwang explica que usar solventes químicos para extraer los pepticidas de varias conchas no es tecnología nueva. Sin embargo, los fabricantes necesitan invertir mucho dinero en instalaciones para controlar la contaminación a fin de resolver el asunto de los solventes. Pero Hwang y su equipo trabajaron en un método físico de extracción con la manipulación de presión, temperatura y tiempo. La combinación correcta de los tres requirió igualmente de mucha experimentación. “La tecnología y recursos humanos necesarios para este método son pocos, y además, está libre de contaminación”, dice Hwang. “Un inversionista necesitaría solamente un almacén para guardar las conchas para empezar el negocio”.

Primero la seguridad, luego las ganancias

Aunque las pruebas para los productos para la piel y los cosméticos no son tan estrictas como las de medicinas, las pruebas humanas son aún requeridas para establecer su seguridad y eficacia. Estas pruebas empiezan siempre con el equipo de investigación, y luego se incluyen a sus colegas, parientes y residentes de las comunidades cercanas. “Los equipos de investigación tienen confianza en sus productos, pero toma un poco de tiempo convencer a otros”, dice Chai. “Poner escamas de pescado en su cara suena un poco desagradable”. Los participantes en las pruebas desempeñan con frecuencia la función de controlar y experimentar, y usan el producto de FRI en sólo la mitad de sus caras, y otros productos en la otra mitad. Las respuestas y cambios en la piel son examinados con instrumentos especiales, registrados y compilados en los datos de la investigación.

La realización de experimentos y el análisis de información han sido siempre parte del trabajo diario de un investigador. Sin embargo, el trabajo con productos comerciables ha cambiado un poco el centro de atención. “En el pasado, nuestros resultados no importaban realmente fuera del laboratorio”, dice Lan, quien ha trabajado para FRI desde 1989. “Pero ahora, con la comercialización como centro, los costos de producción son algo que siempre mantenemos en mente y tratamos de minimizar porque son el factor determinante del éxito”.

 

Tomando en cuenta los costos de producción, los precios de la materia prima y el potencial mercado, una firma de contabilidad contratada presenta un análisis de costo para un producto o técnica. Luego, el FRI trabaja junto con el Centro de Incubación del Instituto de Investigaciones Tecnológicas para venderlas. Los investigadores responsables de proyectos individuales pasan a desempeñar papeles claves en la comunicación de las actividades comerciales y publicitarias. Hwang, quien trabaja en FRI desde hace alrededor de dos años, cree que el mercadeo es interesante. “Sin importar cuántos experimentos hacemos y cuánta información tenemos, siempre hay una brecha entre el laboratorio y el comercio”, dice ella. “Hablar con empresarios ayuda a cerrar la brecha para que podamos hacer modificaciones y elaborar los productos que los consumidores quieren realmente”.

Sin embargo, ser un vendedor es más desafiante para los investigadores veteranos. “No tenemos experiencia en venta, y estamos acostumbrados a quedarnos en el laboratorio y producir artículos para revistas científicas”, dice Chai, veterana de FRI durante 20 años. “Ni siquiera sabemos cómo hablar con los empresarios, quienes hablan un lenguaje diferente”. En ocasiones cuando estos nuevos vendedores no saben qué hacer, su información del laboratorio es la herramienta de mercadeo más útil. “Mientras que la publicidad le dice que un producto le puede blanquear la piel, la información del laboratorio le dice qué tan blanca podría ser su piel”, dice Chai. “Igualmente, aparte de la información sobre nuestros productos, tenemos gráficos comparativos entre nuestro producto y otros”. La información del laboratorio parece ser tan convincente que hemos cerrado acuerdos con 11 compañías locales por tres años de suministro de colágeno crudo, y con la Compañía de Fertilizantes de Taiwan por 10 años de tecnología de extracción. Desde 2004, las leyes que reglamentan las agencias agrícolas fueron revisadas para permitir que el 40 por ciento de las ganancias por transferencias de esa tecnología, sea pagado al equipo de investigación.

Las recompensas financieras son fabulosas. Las derivadas de la creación de productos de alto valor de materias marinas inútiles, lo son aún mucho más. Pero nada supera la satisfacción de ver el cambio de expresión en el rostro de la gente, de “Tienes que estar tomándome el pelo” cuando le dices que pruebe los cosméticos con escamas de pescado o conchas de ostras, a pedir más.

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