05/05/2024

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Nicaragua, rey de los «vaqueros los textiles Nien Hsing

01/05/1998
Antes de empezar la producción en Nicaragua, todo el personal supervisor de la fábrica recibió un año de formación en la planta de Nien Hsing en Taiwan para comprobar por sí mismos la productividad de las plantas textiles de la isla.

En un tórrido día de mayo, el pre sidente nicaragüense, Arnoldo Ale mán, llega a la Zona Procesadora para la Exportación (ZPE) de Las Mercedes para la inauguración de la tercera fábrica de ropa de Nien Hsing en Nicaragua. Fuera de la factoría se agolpan los funcionarios de ese gobierno y los periodistas. Las fábricas 1 y 2 ocupan unos 40.000 metros cuadrados y emplean a unos 3.000 obreros que se afanan en las máquinas de coser y de poner botones. El ruido de las máquinas le recuerda a uno las fábricas de Taiwan.

En un lugar remoto 

Las industrias tradicionales de textiles, zapatos y paraguas fueron la fuerza motriz del «milagro de Taiwan», pero la subida del costo de la mano de obra y la creciente dificultad en la adquisición de terrenos hicieron que las industrias de labor intensiva comenzaran a trasladarse al extranjero, especialmente a países del continente asiático. Hay varios factores que juegan a su favor como nuevo lugar de operaciones: están a menos de tres horas de vuelo, los suministros están cerca y la mano de obra es barata. Aunque el Gobierno ha animado la inversión en los países de Centroamérica y más de cien empresarios han participado en viajes de promoción y observación, las empresas que de hecho han invertido y establecido fábricas allí se pueden contar con los dedos de la mano.

Comparando el entusiasmo que hay por el Sudeste Asiático o por China continental, Kuan Pei-chi, del Centro de Desarrollo e Inversiones Industriales del Ministerio de Economía, dice: «La desventaja de invertir en Centroamérica es clara: está a medio globo de distancia y comunicarse en español no es fácil. Ambos factores crean una barrera psicológica en los empresarios taiwaneses. Además, el costo de la mano de obra es mayor que en Asia, hay un mayor nivel de protección al obrero, las industrias periféricas no están desarrolladas, etc. Estos elementos también hacen vacilar a los taiwaneses. Por eso, en Nicaragua, donde la inflación ha llegado al 33.000%, sólo hay cuatro inversores taiwaneses: la Compañía Nica Oriental, propiedad conjunta del Grupo Shingkong y Construcciones Fu-Tsu, que ha adquirido el Hotel Intercontinental, y tres compañías textiles: Forex Industrial, Nien Hsing y Vestidos China United».

Territorio virgen para los textiles

A los ojos de Chen Ron-chu, presidente de Nien Hsing, no hay que preocuparse mucho por las dificultades del ambiente inversor en Centroamérica. Y esto porque Nicaragua tiene ventajas que otros países no pueden ofrecer. Actualmente, Nicaragua está incluida en el Sistema Generalizado de Preferencias de EE UU y en la Iniciativa de la Cuenca del Caribe, por lo que sus exportaciones a EE UU no están sujetas a cuotas.

Chen explica que, aunque la mano de obra en Asia cuesta un cuarto de la de Nicaragua, los países asiáticos sí están sujetos a cuotas en sus exportaciones a EE UU. La cuota de China continental está controlada por funcionarios gubernamentales y los países del Sudeste Asiático tienen muchas dificultades en conseguir una parte de esa cuota porque hay muchos competidores. «Aún en Centroamérica, Nicaragua es el único país no sujeto a cuotas. Se puede decir que es la última tierra virgen de la industria textil», señala Chen.

De hecho, el problema de las cuotas en las exportaciones textiles a EE UU es el que ha hecho que los fabricantes taiwaneses se hayan desperdigado por el mundo. Forex, el primer inversor en Nicaragua, también tiene fábricas en la isla Mauricio y en Bangladesh. Pero según Sunny Chang, director ejecutivo de Forex, «después de uno o dos años, aparecen más firmas y surgen las cuotas».

Chen explica, de nuevo: «A esos lugares es fácil ir. Las cuotas se llenan fácilmente, como en Camboya donde, en un año de apertura a las inversiones, más de 40 empresas taiwanesas se han registrado para invertir. Las cuotas se llenan inmediatamente. Por eso, cuanto mayor es la dificultad que ofrece un lugar, mayores las oportunidades. Como Nicaragua, que actualmente sólo cuenta con tres fabricantes de ropa. Sin embargo nosotros, como llegamos antes, tendríamos una parte del volumen de exportación si en el futuro hubiera que dividirlo por la imposición de cuotas». Lucas Huang, jefe de las fábricas de Nien Hsing en Nicaragua, lo explica con un ejemplo: «Nien Hsing fabrica principalmente pantalones vaqueros para el mercado de EE UU. El año pasado, el Grupo Nien Hsing exportó 1,45 millones de docenas de vaqueros a ese mercado, lo que supone una cifra superior a toda la cuota de Taiwan».

La geografía y la gente

Además de la ventaja de las cuotas, Nicaragua ofrece la ventaja geográfica de su cercanía al mercado principal, EE UU, incentivos a la inversión y suficiente mano de obra. Gracias al Convenio entre el Gobierno de la República de China y la República de Nicaragua sobre Garantías de Inversión y a las condiciones preferenciales del gobierno de Nicaragua para los inversores extranjeros, los inversores en Nicaragua tienen protección civil total y no hay límites o cuotas de inversión, de administración o de exportación. Además están los beneficios obtenidos en la ZPE, con una exención de impuestos en los primeros diez años. Los cinco años siguientes, el 60% de los beneficios está libre de impuestos y, además, todas las compras de equipos y materias primas, importadas o nacionales, también están libres de impuestos.

Chen, que todavía mantiene una fábrica textil en Taiwan, alberga sentimientos claros en cuanto a la facilidad de encontrar mano de obra en Nicaragua en comparación con Taiwan: «En la fábrica Chih Shing de Toufen, en Miaoli, cada mes, cuando se acerca el día de la paga, nos enfrentamos al quebradero de cabeza de la marcha de personal. Siempre ha existido el relevo de los viejos por jóvenes, pero ahora, al cabo de un año, casi todas las caras de la fábrica son nuevas. En Nicaragua... mañana por la mañana vaya a la puerta principal de la ZPE y verá», concluye Chen con una sonrisa.

Todas las mañanas hay gente esperando fuera de la puerta principal de la ZPE, pertrechados con su formulario de solicitud y su currículum vitae, esperando que alguna de las fábricas los contrate como obreros temporales. Desde el fin de la guerra civil, Nicaragua ha comenzado la reconstrucción. Además, el trato preferencial ha atraído capital extranjero, lo que ha ayudado a una gradual recuperación de la economía. El índice de desempleo ha bajado del 50% en 1990 al 16% actual. Aún así, cuando las fábricas de la ZPE de la capital contratan obreros, en la puerta principal siempre hay postulantes.

¿Dispuestos a trabajar?

Chang, de Forex, añade: «No sólo hay mano de obra suficiente en Nicaragua, sino que, por lo general, la gente está dispuesta a trabajar duro». Esta afirmación probablemente cause sorpresa a muchos taiwaneses; sin embargo, la eficiencia de la mano de obra en Nicaragua está confirmada por casi todos los taiwaneses que han establecido fábricas allá.

Cuando estableció su primera fábrica, Forex completó cinco líneas de producción y confeccionó su primer producto en 40 días. Nien Hsing estuvo en pleno funcionamiento en menos de tres meses. Chang Yu-lin, jefe de producción de China United, que fabrica camisas y vestidos más complicados, dice que, si el trabajo se divide en pasos (por ejemplo los 17 pasos de la fabricación de un cuello, una pieza complicada), y se explican claramente, la eficiencia de los trabajadores nicaragüenses es comparable a la de los taiwaneses.

A pesar del modo de vida más libre y tranquilo, las huelgas son frecuentes. Chen, que comenzó a trabajar a los 17 años desde abajo, conoce muy bien la calidad de un trabajador, y usa diversos incentivos en diferentes lugares para mejorar la eficiencia de los obreros nicaragüenses. El alto nivel de productividad es un modelo para otros fabricantes de textiles de Nicaragua.

Las mujeres de Lesotho ganan su dinero

Hace siete años, Chen fue a Lesotho y a Sudáfrica, invitado por un amigo, en busca de lugares donde invertir. Pronto descubrió que la mayoría de trabajadores en las minas de Sudáfrica provenía de Lesotho, y decidió establecer una fábrica en aquel país, a pesar de que el gobierno sudafricano ofrecía más ayuda que el de Lesotho a los inversores extranjeros.

En esta fábrica, la mayoría de los obreros eran mujeres que tenían que caminar una larga distancia para venir al trabajo, por lo que la tasa de asistencia al trabajo era muy inestable. Chen utilizó un sistema en el que se pagaban bonificaciones «al día siguiente». La sociedad de Lesotho es patriarcal y todo el dinero que ganan las mujeres se lo tienen que dar al marido, pero estas bonificaciones se pueden guardar como dinero secreto y personal. Para conseguir las bonificaciones en la mañana, las mujeres venían todos los días al trabajo y la tasa de asistencia se elevó al 99%.

En Nicaragua, donde los obreros dominan mejor las matemáticas, Nien Hsing utiliza un sistema de bonificaciones por pieza. Además, la compañía ha seleccionado a 18 supervisores internos nicaragüenses. Mientras la fábrica estaba en construcción, la empresa gastó un millón de dólares taiwaneses (US$30.000) trayéndolos un año a Taiwan y formándolos en la fábrica Chih Shing para su futuro trabajo.

El equipo semillero

El envío de 18 empleados a Taiwan no tenía la única intención de que después ellos pudieran usar su propio idioma y conocimientos enseñando a sus compatriotas en la línea de producción sino, más importante, para que tuvieran la experiencia directa de la eficiencia de las fábricas textiles en Taiwan. Chen explica: «Si se le dice a alguien cuánto produce un trabajador taiwanés por día es como contar un cuento de Las mil y una noches; pero si lo ve por sí mismo, lo creerá. Así pudieron volver a Nicaragua y persuadir a sus compañeros de que imiten la eficiencia de Taiwan».

Carmen Miranda, de 27 años, vino a Taiwan con el grupo de 18 supervisores y recibió cuatro años de formación. En Nicaragua había entrado en la universidad, pero tuvo que dejarla después de un año por dificultades económicas de la familia. Por entonces el desempleo era de un 60% y la demanda superaba con mucho a la oferta. Recuerda que, en una ocasión, una fábrica de alimentos ofrecía cinco puestos con una paga de 0,7 córdobas la hora (unos US$0,1), y se presentaron con ella 70 personas a la entrevista.

Por eso, cuando Huang sacó un mapa de Taiwan y le preguntó si estaba dispuesta a ir allá para recibir formación, se asustó, pero considerando el sueldo de 600 córdobas mensuales, más manutención y alojamiento, aceptó inmediatamente.

Miranda comenta: «Cuando llegué a Taiwan y vi el modo de trabajar de los taiwaneses, casi sin descanso, no podía adaptarme. Pero cuando visité sus casas y vi el alto nivel de vida que tenían, poco a poco lo acepté». Después de volver a Nicaragua, no sólo trabajaba bien y feliz, sino que trajo a más de quince familiares y a unos cien habitantes de su pueblo a trabajar en la fábrica. Desde entonces ha ascendido a jefa de equipo con un salario de más de 1.700 córdobas al mes. Ahora piensa dedicar los fines de semana a volver a la universidad para continuar los estudios que interrumpió.

Mantener a los matrimonios unidos

Los resultados de los proyectos de inversión en Centroamérica varían mucho, pero un informe-estudio de la Fundación de Cooperación y Desarrollo Internacional y de la firma Evertrust Consultora de Administración menciona en particular la «administración interna» de Nien Hsing. Chen Ron-chu también opina que ésta es la clave del éxito de las inversiones extranjeras.

Aparte de enviar supervisores nicaragüenses para formarse en Taiwan y de instituir el sistema de bonificación por pieza, la compañía ha animado a los directores taiwaneses en Nicaragua a que vayan con sus esposas. Este modelo de matrimonio trabajando unido en Nien Hsing ha movido a otras empresas a adoptar ese método.

Ya sea en Lesotho o Nicaragua, Nien Hsing cuenta con unos diez o quince matrimonios en el extranjero, con el marido trabajando en la sección técnica y la mujer en la administrativa. Nien Hsing ha edificado viviendas y ayuda a que los hijos de sus empleados asistan a la Escuela Americana. La compañía ha contratado también a un cocinero shanjainés para las comidas y cuida de los asuntos de las familias en el extranjero.

Por término medio, cada familia recibe una bonificación anual de 2 millones de dólares taiwaneses (US$60.000), ante la envidia de los empleados de otras empresas textiles no tan boyantes. Estos incentivos les hacen estar más atentos a las operaciones de la compañía, lo que significa que Chen puede limitarse a visitar Nicaragua una vez al año sin mayores preocupaciones.

El ayudante necesario

Para solucionar el problema del idioma, además de los supervisores taiwaneses y los nicaragüenses, hay unos 60 supervisores venidos de Shanghai, escogidos por la Oficina de Cooperación Económica de Ultramar, que son responsables de la comunicación entre los trabajadores y la dirección.

Las negociaciones con el gobierno de Nicaragua, funcionarios y periodistas, así como las solicitudes y asuntos legales, son responsabilidad de Lucas Huang. Huang era agregado militar en la Embajada de la República de China en Nicaragua. Después de vivir en Nicaragua más de diez años, no sólo entiende la cultura y circunstancias de Centroamérica, sino que mantiene muy buenas relaciones con la gente del gobierno y del mundo empresarial.

En 1992, el entonces ministro de economía, Vincent Siew, visitó Nicaragua al frente de un grupo de empresarios. Huang era el intérprete en la parte textil y así conoció a Chen Ron-chu. Cuando Chen decidió abrir su fábrica en Nicaragua, inmediatamente pensó en el hombre con quien se había encontrado varias veces y que nunca había llegado tarde a las citas: Lucas Huang. Como él habla español con fluidez y conoce bien Nicaragua, ha evitado a Nien Hsing muchas complicaciones en el establecimiento de las instalaciones en aquel país.

Cuando se trata de invertir en personal con talento, Chen está dispuesto a gastar. Hace años, cuando la empresa comenzó a operar en Taiwan, Chen gastó 200 millones de dólares taiwaneses (US$6 millones) para traer a su compañía la experiencia de diez veteranos ejecutivos de conocidas y bien establecidas empresas textiles, ofreciéndoles altos salarios.

Línea de abastecimiento de tres meses 

Cuando Chen decidió invertir en Nicaragua, muchos en el sector textil le miraron con gran extrañeza; pero a los cuatro años las operaciones de fabricación de ropa de la empresa en aquel país habían crecido de las plantas Nicaragua 1 y 2 a la Gran Nicaragua 3 y la Pequeña Nicaragua 3. Las inversiones han crecido de US$5 millones a US$27 millones, y la mano de obra supera ya los 3.000 obreros. Las exportaciones han alcanzado los US$90 millones y representan la octava parte del total exportado por Nicaragua. Nicaragua 1 y 2 producen beneficios anuales equivalentes a su inversión inicial, lo que demuestra lo acertado de la decisión de Chen.

Pero Chen advierte a los inversores taiwaneses que piensan invertir en Nicaragua que necesitan una gran cantidad de dinero líquido, porque las líneas de abastecimiento tardan tres meses. Como el país carece de todo el material que usa Nien Hsing, los almacenes están repletos de tela, cremalleras, etiquetas, colgadores, hilos, bolsas de plástico y la piedra pómez usada para lavar los pantalones. Todo es importado.

Para garantizar que la fábrica no tenga que parar por falta de material, son necesarios tres meses de existencias: uno para el envío, otro para el uso, y un tercero de inventario real. Esto significa que la compañía debe ser capaz de dedicar al menos US$10 millones sólo al rubro de existencias.

Miedo ante las nuevas regulaciones

Chen señala que, además, los inversores taiwaneses han de tener muy en cuenta la política laboral del gobierno nicaragüense. En Nicaragua, la legislación laboral está pensada para defender, en principio, al obrero. Los patronos no sólo pagan el 25% de la seguridad social del empleado, sino que tienen que obtener permiso del Departamento de Trabajo si quieren despedirlo.

Tras la aprobación, en 1996, de una nueva ley laboral, los patronos deben indemnizar a los que echen y a los que dejen el trabajo según el número de años trabajados. Para aquellos que han trabajado menos de un año, se calcula conforme a los días trabajados. Estas indemnizaciones se han convertido en una especie de «medicina de urgencia» para los trabajadores, creando una gran movilidad de la mano de obra y graves dificultades a la administración de las empresas. Además, según la anterior legislación, los empleados que hubieran trabajado seis meses tenían derecho a 15 días de vacaciones, mientras que ahora el Departamento de Trabajo interpreta que, aunque sólo se haya trabajado un mes, se tiene derecho a unas vacaciones proporcionales.

Como el salario que paga Nien Hsing a sus obreros es cuatro veces el salario mínimo nacional, no ha sufrido fuertes huelgas. Pero los empresarios taiwaneses han firmado una petición y esperan que el legislativo nicaragüense congele las nuevas enmiendas a la ley, al tiempo que se mantienen en contacto permanente con los obreros en un esfuerzo por evitar las huelgas.

Traslado a México

La inversión de Nien Hsing en el extranjero no ha terminado. La planta Nicaragua 3 acaba de comenzar su producción, y la empresa está ya construyendo unas grandes instalaciones de hilado y confección en México por valor de US$120 millones. La sección de hilado producirá unos cuatro millones de metros cuadrados de tela vaquera al mes, mientras que la de confección fabricará 1,2 millones de docenas de prendas al año. Se prevé que las ventas anuales superen los US$200 millones. «México será el futuro campo de batalla. Creo que la inversión en México es acertada al 100%», afirma Chen con la misma determinación con que se lanzó a las inversiones de Lesotho y Nicaragua.

La principal razón de tan fuerte inversión en México es evitar quedarse fuera del Acuerdo de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA). Con el NAFTA, EE UU, Canadá y México han creado un espacio en el que las tarifas aduaneras de 1997 fueron sólo de un 5,6%, se reducen este año a un 2,8% y desaparecerán en 1999. Por el contrario, ya sea Taiwan, China continental, Lesotho, Nicaragua o cualquier país del Sudeste Asiático, en este rubro tienen una tarifa preferencial del 17,6%. Ante tal diferencia, los fabricantes de tejidos y ropa naturalmete optan por ir a México y aprovechar la inexistencia de aranceles.

Una aldea global de ropa vaquera

Desde Lesotho a México, pasando por Nicaragua, el estandarte de Chen parece ondear donde a otros no se les ocurre plantarlo. Cuando las líneas de producción funcionen en México, Nien Hsing tendrá una producción anual de 3,3 millones de docenas de prendas, lo que le convertirá en el primer fabricante del ramo en el Sudeste Asiático y el tercero en el mundo.

En cuanto al futuro de la ropa vaquera, Chen lo explica con un ejemplo. Dice que, cuando cayó el Muro de Berlín, había miles de jóvenes sentados en él, esperando ser parte de ese histórico momento. En las fotos de los periódicos, todos ellos, sin intención de ser como los demás, llevaban ropa vaquera.

Los «jeans» son un producto internacional. Con la apertura de los países comunistas, el llevar este tipo de ropa se ha convertido en símbolo de la libertad del capitalismo y es una moda dominante. Y Chen Ron-chu, desde su pueblo de Toufen, en Miaoli, viaja por los siete mares a Lesotho, Nicaragua o México, construyendo a cada paso un reino de ropa vaquera.

(Reproducido de Sinorama, Vol. 22, Nº 12, 1997)

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